Opinión
¿Por qué no hay resultados sobre Odebrecht en República Dominicana?
Published
6 años agoon
Por Andrés L. Mateo
(El día primero de febrero del 2017 publiqué este artículo. Hoy, jueves 12 de septiembre se abre el juicio de fondo del caso ODEBRECHT. Lo reproduzco para que tengamos una idea de la sociedad en la que estamos viviendo, y de lo que podría ocurrir).
Como fenómeno de corrupción, el caso ODEBRECHT tiene características singularísimas, que en cada país configuran un perfil particular. La primera de esas características es el hecho de que se trató de una estrategia de Estado destinada a posicionar en el mercado internacional las empresas constructoras de capital brasileño. El propio presidente Lula impulsaba el posicionamiento de las empresas, y ofrecía el financiamiento de los proyectos a través del Banco Nacional de Desarrollo Económico del Brasil, incentivado porque, en ese momento, el modelo brasileño se vendía como un modelo exitoso. Al margen de que Lula pudiera o no conocer las estrategias que para obtener contratos empleaba ODEBRECHT, lo cierto es que quien impulsaba a las empresas era el Estado brasileño. El segundo elemento destacable es que la corrupción no era un componente casuístico, y se situaba como un elemento planificado incluido en el costo. Hasta el punto de que dentro del organigrama figuraba la Oficina de Operaciones Estructuradas, que no era más que la pantalla para hacer fluir un sofisticado sistema financiero que permitiera circular sobornos a nivel internacional. Un tercer aspecto es el tinglado político empresarial armado alrededor de la compleja trama de corrupción. El caso ODEBRECHT no tiene un acta de nacimiento propia, surgió en medio de la investigación del LAVA-JATO, que es un despliegue de corrupción dentro de la empresa estatal brasileña PETROBRAS, pero tan pronto saltó a la palestra fue perfilando un acontecimiento de trascendencia mundial.
Lo concreto es que en los países concernidos ha habido resultados, mientras en República Dominicana todas las acciones han estado motivadas por los hechos externos que han obligado a impulsar una “investigación”, que a todas luces no conduce a ninguna parte. Mes y medio después el Procurador no ha judicializado nada. Todo parece indicar que se deriva hacia un caso de encubrimiento. ¿Por qué se apuesta al olvido en nuestro país? ¿Cuáles son las causas reales que hacen del caso ODEBRECHT un juicio político a las autoridades dominicanas? Veamos algunas razones objetivas:
1ro. En ningún otro país de América ODEBRECHT tuvo tanta influencia política. Cuando el 23 de febrero Joao Santana fue arrestado por la policía federal del Brasil, llegaba de la República Dominicana. Tenía una oficina en el Palacio Nacional y había dirigido la campaña del 2011 de Danilo Medina; y la reelección del 2016. Se trataba de una figura pletórica de poder, muy próxima al Presidente de la República, y mimada por el sector oficial.
2do. Las investigaciones han determinado que las oficinas particulares de Joao Santana eran, al mismo tiempo, las oficinas que permitían la redistribución del soborno a nivel continental. En la investigación de Gustavo Gorriti, “La ruta Dominicana” se establece que “Cine & Arte”, empresa de carpeta a través de la cual se manejaba el dinero de los sobornos, funcionaba en la calle Helio Num.102; el mismo local de Joao Santana para trabajar por la reelección de Danilo Medina.
3ro. Incluso antes de ganar las elecciones, Danilo Medina asumió el modelo brasileño. Con frecuencia hacía referencia a Lula y a Dilma, y daba a entender que lo que entonces era un modelo exitoso era lo que él seguiría. Tanto fue así que Joao Santana no era más que un gesto de extrema confianza del líder brasileño. Una debilidad, un cariñito.
4to. Dada la ascendencia política de ODEBRECHT como empresa, todo el estamento institucional del país se contaminó de corrupción. De Marcelo Mascarenhas Kertesz, hasta Gonzalo Monteverde y María Isabel Carmona, la red era un laberinto financiero que tenía que contar con el aparato del Estado. No es posible montar un operativo financiero de esa magnitud sin la palanca del poder. Es el nivel de Hipercorrupción lo que impide arribar a un resultado en la República Dominicana. No hay como profundizar en esa investigación y dejar intacto el sistema de corrupción que impera en el país.
Lo que va a forzar un resultado con relación al caso ODEBRECHT en la República Dominicana, por lo tanto, es la movilización popular. Hay que demostrar que ODEBRECHT y TUCANO son un punto de inflexión en el país, gritarlo a pleno pulmón, hacer un verdadero ejercicio de ciudadanía que empuje al cambio. ¡Ni un paso atrás!
Por Isaías Ramos
El Presidente en sus discursos rimbombante y grandilocuente dice que el país va bien. Que somos una “República policéntrica”, que avanzamos sin tropiezos, que estamos creciendo como nunca antes. Y uno escucha eso… y al mismo tiempo escucha de las neveras vacías, del salario que se evapora, de la factura eléctrica que aprieta, del pasaje que sube sin permiso, de la medicina que se compra hoy pero falta mañana. Y que las estadísticas y los números se manipulan y se tuercen cuando la realidad que lo único que crece es la deuda social acumulada, la deuda externa que hipotecará a nuestros hijos , la desesperanza silenciosa , la incertidumbre diaria y ese miedo que ya es parte del mes: el miedo de no llegar al 30.
Uno escucha eso… y ya no sabe si reírse o llorar.
Porque la República que describe el poder no es la República que vive su pueblo.
Arriba hablan de polos de desarrollo; abajo hablamos de polos de deuda.
Arriba señalan mapas llenos de colores; abajo vemos barrios llenos de carencias.
Arriba presumen crecimiento; abajo crece el miedo de no llegar al día 30.
El espejismo funciona porque se mira bonito desde lejos.
Pero caminarlo… duele.
Nos presentan la minería como motor de riqueza, mientras en los pueblos quedan cicatrices: ríos turbios, tierras heridas, comunidades que pagan demasiado caro un beneficio que no disfrutan. Nos venden las zonas francas como vitrinas del progreso, pero seis décadas después todavía arrastran salarios estancados, renuncias fiscales permanentes y una desigualdad convertida en modelo. Y el turismo, que podría ser orgullo nacional, sigue siendo un sistema donde la prosperidad entra por el aeropuerto, pero rara vez se queda en los bolsillos de quienes sostienen la industria con su esfuerzo diario.
Esto no es desarrollo.
Esto es despojo envuelto en propaganda.
Pero lo más doloroso no es el relato vacío.
Lo más doloroso es la indiferencia política.
Porque no hacía falta una revolución para aliviar la carga del pueblo.
Bastaba un mínimo de voluntad:
indexar el ISR, como manda la ley;
devolver impuestos a quienes menos tienen;
publicar un índice real de dignidad salarial;
condicionar privilegios a resultados verificables;
proteger el ingreso de quienes sostienen este país.
Esto no es ideología.
Es justicia básica.
Es ética elemental.
Pero cuando un Estado se gobierna desde la comodidad del privilegio, deja de ver el sufrimiento.
Cuando se mira al país desde una tarima, se pierde perspectiva.
Y cuando la política se vuelve negocio, el pueblo pasa a ser un costo operativo.
Hablar de crecimiento sin hablar de dignidad es una insolencia.
Hablar de prosperidad mientras la mayoría sobrevive es una ofensa moral.
Hablar de una República policéntrica cuando la vida se encarece y el salario se encoge es una burla cruel.
La verdadera maldición de esta tierra no cayó del cielo.
La fabricaron decisiones humanas:
leyes torcidas, pactos ignorados, derechos erosionados, privilegios eternizados.
No fue mala suerte.
Fue mala conducción.
Pero incluso el suelo más golpeado puede renacer cuando su pueblo decide ponerse de pie.
Y ese momento está llegando.
Porque gobernar no es administrar la inercia.
Gobernar es ver con claridad, hablar con honestidad, corregir rumbos, asumir responsabilidades y tener la valentía de enfrentar intereses para defender derechos.
Eso hace un estadista.
Eso exige la hora histórica que vivimos.
Un estadista no usa la pobreza como decoración en discursos.
Un estadista la combate.
Un estadista no oculta la desigualdad con cifras maquilladas.
La enfrenta.
Un estadista no se refugia en el espejismo del crecimiento.
Construye prosperidad real.
Y sobre todo, un estadista nunca le da la espalda a su pueblo.
Por eso, desde el Frente Cívico y Social afirmamos con claridad:
ningún espejismo puede sostenerse cuando la gente decide abrir los ojos.
Y cada día, más dominicanos los están abriendo.
Cada día, más voces se preguntan lo que el país completo comenzará a decir en voz alta:
**“Si el país crece, ¿por qué mi vida no?”**
**“Si la economía avanza, ¿por qué yo retrocedo?”**
**“Si somos una República policéntrica, ¿por qué mi barrio parece condenado al abandono?”**
Despertar no es un acto de rebeldía.
Es un acto de dignidad.
Es recuperar el país que nos pertenece y el futuro que nos han negado por tanto tiempo.
Y cuando un pueblo despierta, ningún relato oficial, ningún espejismo económico, ningún decorado político —por muy policéntrico, moderno o repetido— puede sobrevivir.
La República Dominicana no está destinada al espejismo.
Está destinada a la justicia, a la dignidad y a un nuevo pacto social donde el progreso deje de ser un cuento… y se convierta, finalmente, en experiencia de vida para la gente.
La hora del país real ha llegado.
Despierta, RD!
Las escaseces de divisas, alimentos, medicamentos, salarios y servicios públicos, como la electricidad, etc., predominan y se agravan en Cuba, donde no ha estallado una poblada contra el orden socio-político instaurado principalmente por la comprensión ciudadana del inhumano bloqueo económico-financiero y comercial de Estados Unidos y su inspiración en el líder histórico de su Revolución, Fidel Alejandro Castro Ruz. Ese prodigio comprueba el poder de la ideología y la herencia de los sistemas de valores como pilares para mantener el control del Estado.Opinión
La Corte Penal Internacional y los tribunales penales internacionales (2 de 2)
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2 días agoon
diciembre 5, 2025Por Rommel Santos Diaz
La naturaleza sui generis de los tribunales Ad-Hoc los constituye al mismo tiempo como jurisdicciones que tienen un carácter limitado tanto ratione temporis como ratione loci.El Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia solo tiene competencia para juzgar los crímenes cometidos a partir del 1 de enero de 1991 en el territorio de la Ex República Federal Socialista de Yugoslavia mientras que el Tribunal Penal Internacional para Ruanda tiene una competencia temporal aún más restringida dado que sólo puede juzgar los crímenes cometidos durante el año 1994 en el territorio de Ruanda.
Por su parte, la Corte Penal Internacional es un tribunal permanente que tiene una competencia ratione temporis de carácter prospectivo, vale decir, se aplica sólo a los crímenes cometidos luego del 1 de julio del 2002, fecha de la entrada en vigor de su Estatuto. Además, su competencia ratione loci se basa en el principio de territorialidad y no en el principio de jurisdicción universal.
Por otro lado, conviene destacar que la forma de creación de los tribunales penales internacionales determina a su vez el modo como estos tribunales internacionales se relacionan con las jurisdicciones internas.
Así por ejemplo, la Corte Penal Internacional se rige por el principio de complementariedad en relación a la jurisdicción interna de los Estados. Esto tiene particular relevancia en los casos de competencia concurrente con la jurisdicción nacional, dado que la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia y del Tribunal Penal Internacional no es complementaria de la jurisdicción nacional, sino que en su lugar se trata de una jurisdicción internacional que tiene primacía sobre las instancias nacionales.
Lo anterior permite que en cualquier estado de un proceso ante un tribunal nacional tanto el Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda puedan requerir a los tribunales nacionales la remisión del caso a sus respectivas competencias.
En relación a la existencia de mecanismos de cooperación judicial entre los tribunales penales internacionales, es pertinente subrayar que esta instituciones responden a principios distintos de aquellos que son propios del derecho penal internacional propios del derecho internacional privado y es en esta línea conservadora que ninguno de los estatutos de los tribunales internacionales contiene disposiciones específicas sobre cooperación entre ellos.
Así por ejemplo, el Estatuto de Roma regula las relaciones de cooperación y asistencia judicial sólo entre los Estados Parte y la Corte Penal Internacional y conforme al Artículo 2 de su Estatuto, se prevé en virtud del acuerdo entre la CPI y las Naciones Unidas, relaciones de cooperación con esta organización internacional.
Por tanto, el tratado de Roma no contiene referencias relativas a la forma como la Corte Penal Internacional podría vincularse con otros tribunales del sistema de justicia penal internacional.
Finalmente, tal como se observa en las líneas precedentes no existe un vínculo normativo entre la Corte Penal Internacional y los tribunales Ad-Hoc . No obstante, es innegable que la valiosa y extensa jurisprudencia del Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda servirán como referente en el desarrollo del trabajo jurisprudencial de la CPI.
