La Suprema Corte de Justicia ha tomado una medida que marca dañinamente al sistema de justicia de la República Dominicana, por tratarse del caso Odebrecht, el proceso más importante en la historia de la corrupción administrativa del país.
No se puede negar que con la decisión se retoma un principio general del derecho que de todo condenado puede recurrir su caso ante un tribunal superior, lo cual no podía ocurrir en el caso Odebrecht porque todos fueron arrastrados hacia un juicio en una jurisdicción privilegiada por estar involucrado en el mismo un senador de la República.
Ahora el caso ha sido transferido hacia lo que se conoce como el juez natural, que es precisamente un tribunal de primera instancia ordinaria, lo cual implica que el presente proceso se alargue en el tiempo y surta un efecto social y político, sobre todo ahora que se desarrolla una contienda electoral para escoger las nuevas autoridades nacionales.
Lo otro es que el fallo al respecto se produce luego de una serie de criticas al Consejo Nacional de la Magistratura por haber escogido a un presidente de la Suprema que se le señala como miembro del Comité Central del partido de gobierno y que por demás se le vincula con unos de los imputados por haber sido en el 2016 su jefe de campaña.
Todo esto complica y profundiza el cuestionamiento a un sistema de justicia que está bastante desacreditado, no por capricho, sino por la conducta de la mayoría de los jueces del país, cuyas sentencias son generalmente cuestionadas por ser parcializadas o cuando menos por ser el resultado de la negligencia, la ineptitud o la complicidad.
La sociedad atraviesa por momentos muy difíciles, dado que no hay forma de que los actores de la vida política nacional reaccionen frente a los atropellos que se cometen en contra del estado de derecho, cuya falta de respuesta de la población es atribuida a que la gente luce cansada y enferma.
A pesar de que la decisión de la SCJ se ajusta al debido proceso consignado, no sólo en el derecho procesal dominicano, sino también en la Constitución de la República y en tratados internacionales, pero nadie puede negar que lo ocurrido había sido advertido por jueces con experiencia y por expertos en derecho penal.
Sin embargo, ahora cuesta esperar a que las cosas se hagan de forma diferente y en absoluto respeto a la normativa procesal y a principios universales del derecho a la defensa, lo cual no ha sido ponderado en el caso Odebrecht.
Desde el principio se ha hablado de que en el caso no están todos los que son ni son todos los que están, lo cual ha restado credibilidad al proceso de investigación desarrollado por el Ministerio Público, que dejó fuera de las indagatorias obras tan importantes como Punta Catalina, la cual recibe el calificativo de cuerpo del delito.
Sin lugar a dudas, que el gran perdedor con la decisión de la Suprema Corte de Justicia lo es el Ministerio Público y en consecuencia el Gobierno del Partido de la Liberación Dominicana que es acusado de poner la justicia al servicio de la corrupción y la impunidad.