Algunos de los aspectos abordados por el presidente Danilo Medina en su discurso pronunciado anoche, hay cuestiones que no tienen una explicación lógica.
La primera de ella es querer evitar con la distribución de alimentos cocidos y crudos que la gente se vea en el dilema de salir a las calles a buscar el pan de cada día o de mantenerse en sus hogares para evitar el contagio, la cual no parece una solución correcta, porque el propósito es evitar la aglomeración de personas para evitar la propagación del virus.
La segunda es la de disponer que la gente cuente con una prescripción médica para hacerse la prueba, tampoco ayuda mucho, ya que ello también provoca concentración de personas en los consultorios de los centros médicos públicos y privados, por lo que se requiere que sea más libre o abierto, pero regido por un protocolo establecido al respecto.
Ambas medidas en el orden sanitario no parecen muy atinadas para combatir la fase que vive el país en lo que respecta al coronavirus, porque se habla ya de circulación comunitaria, es decir, que cualquiera puede ser portador de la enfermedad.
En torno a las medidas económicas, la timidez con que se maneja la crisis es muy poco comprensible, ya que una familia no puede comprar gran cosa con 5 mil pesos mensuales, sobre todo en un momento en se ha activado la cultura del agiotismo y especulación con los productos de primera necesidad.
No se sabe si el Gobierno busca no crearse un déficit fiscal por la crisis, la cual tiene mayor dimensión en virtud de la paralización general de la economía, máxime del turismo que es el rubro de exportación y generador de divisas más importante del país, pero todo el mundo sabe que la República Dominicana ha nadado en medio de la falta de liquidez, por lo que periódicamente recurre a reformas fiscales y al endeudamiento externo.
Cómo se puede explicar, sin importar cual sea el caso, que al Gobierno no le tiemble el pulso para hacer un pago tan alto a Odebrecht de 395 millones de dólares y que publique una página de publicidad en todos los diarios nacionales con alto costo económico y maneje con timidez un problema que podría liquidar económica y socialmente a la República Dominicana.
La República Dominicana ha tenido manos suaves para manejar la corrupción con millones de pesos y dólares, pero es rígida para solucionar problemas de carácter social que amenazan, ya no sólo la estabilidad política y económica, sino la propia vida de la gente.
De cualquier modo, se observa que el manejo del Gobierno a la crisis que se presenta en la actualidad y antes de ella está revestido de una cierta politiquería, ya que las medidas citadas más arriba dan un margen para que las autoridades den un manejo a los recursos usados para tales fines en favor de sus intereses políticos, cuyo juego podría ser muy peligroso hasta para la propia existencia de la nación.