El sistema de partidos y la democracia dominicana corren peligro por la incoherencia de sus dirigentes de prometer una cosa cuando están en la oposición y hacer todo lo contrario cuando llegan al Gobierno.
El descrédito de la democracia dominicana parece que será total y que no dejará espacio para que la gente crea por lo menos en el actual sistema de partidos.
La conducta en muchos aspectos iguala a perremeístas y peledeístas en lo que respecta al manejo del Estado, porque si existiera alguna diferencia sólo puede ser atribuible a la presión social que reciben los partidos para que cambien su forma de comportarse.
Pero en un solo mes de Gobierno perremeista se puede comprobar que el criterio para manejar la cosa pública no difiere mucho entre los dirigentes de los partidos que más incidencia tienen en estos momentos en la vida nacional.
Sin entrar en detalles, sólo basta ver como los peledeistas y los perredeistas se reparten el botín público desde perspectiva muy similares, ya que lo primero es nombrar a todos los miembros de una familia en la administración gubernamental como si se tratara de una herencia dejada por sus abuelos.
Ambos, peledeistas y perremeistas, tienen un discurso de maravillas durante las campañas electorales, de solución de todos los problemas nacionales y luego lo cambian por acciones que contradicen todo lo prometido, lo cual crea una gran frustración entre los votantes.
En un sólo mes los perremeístas han dejado claro que son portadores de un ADN, tal vez heredado del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), de donde provienen, que no deja espacio para que se pueda confiar en ellos.
Se percibe que el Gobierno de Luis Abinader se desvanece a una velocidad impresionante, ya que el propio mandatario camina como un barco sin brújula, cuyas buenas intenciones en algunas cosas, no aleja la imagen de que parece que el Estado le ha quedado grande.
Abinader ha ocupado más su tiempo en nombrar personas en funciones que no son vitales para la sociedad dominicana, como ejemplo la enorme cantidad de asesores, hasta para limpiar una cuneta o para sacrificar animales en un matadero, lo cual genera dudas e incertidumbres en medio de una situación tan delicada como la que vive el país.
Son muchas las acciones que generan pesimismo en las actuales autoridades, incluidas su falta de lealtad con unos aliados que posibilitaron de alguna manera sacar del Gobierno a un PLD que cree más en lo mal hecho que en enderezar el camino equivocado que toma la nación.
Lo otro es que Luis Abinader se ha inclinado por entregar su Gobierno a un sector privado que ha demostrado que sólo le interesa defender sus intereses corporativos o personales, tal vez por falta de conciencia o por el hambre que tiene de acumular o ensanchar sus grandes fortunas.
En su momento este periódico hablará con más detalles al respecto, porque lo que está tan claro no necesita luz para que se vea.