Nadie puede poner en duda que los principales intereses de los partidos políticos están asociados a la corrupción administrativa, el lavado de activos, el contrabando, entre otros flagelos que golpean peligrosamente a la sociedad dominicana.
A partir de esa realidad nadie puede pedir que el PLD y la Fuerza del Pueblo, por sólo mencionar dos, puedan promover sanciones para los corruptos, porque están comprometidos hasta los tuétanos con esos intereses.
Son pocos en el país los que se imaginan la enorme cantidad de dinero del Estado que está en poder de dirigentes de esos partidos.
Naturalmente, las razones del por qué el PRM también se identifica con ese Código Penal, que es un bochorno para el dominicano decente, están explicadas en el hecho de que esa organización hoy en el poder no tiene un comportamiento diferente a sus iguales y si bien no tiene tanta responsabilidad con el fenómeno es por el poco tiempo que lleva en el poder.
Pero nadie puede poner en duda que los legisladores y los dirigentes del PRM son tan responsables como los demás de la debilidad institucional de la nación, es decir, que es muy poco lo que se puede esperar de ellos, sobre todo porque ni siquiera tienen claro cuáles son sus propósitos.
De manera, que el que crea que los perremeístas honrarán sus promesas de campaña pierde su tiempo y sin dudas que se apoya en bases muy falsas.
Sea este lunes 16 de agosto o cuando sea que se reintroduce ese Código Penal, la gente tiene que estar segura que la Fuerza del Pueblo de Leonel Fernández, los reformistas, los perredeístas y los perremeístas defenderán hasta con la vida promover impunidad a través de el mismo.
Porque el problema está en que los principales beneficiarios de la corrupción, por lo menos de las últimas décadas, están anidados en esas organizaciones, amén de que también se identifican con grupos fácticos que son de los principales promotores de lo mal hecho.
No se puede negar que algunas de esas posiciones atrasadas y negativas para la democracia provienen de sectores que están profundamente convencidos de lo que defienden, como por ejemplo la Iglesia Católica, la cual busca que la vida se respete desde la concepción hasta la muerte.
Pero hay otros sectores que se suman a esas posiciones de las iglesias, pero que también buscan meter de contrabando una peligrosa tolerancia en favor de la corrupción y de otros delitos y crímenes, porque en realidad no les interesa que el país mejore sus niveles de institucionalidad y de sanción de lo mal hecho.
El nuevo Código Penal tendrá que ser asumido por el pueblo dominicano con protestas pacíficas en las calles, las avenidas y las plazas para evitar que los malos dominicanos se salgan con las suyas.