Opinión
Evolución de la multi crisis capitalista y sus contrapartidas
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3 años agoon
Por Narciso Isa Conde
EEUU, centro del sistema capitalista mundial, está en crisis mayor; y el sistema capitalista en su conjunto está inmerso en la peor y más peligrosa crisis de su historia.
La evolución de la actual crisis capitalista y de las rebeldías recurrentes de los pueblos latino-caribeños y del mundo frente a sus nocivos efectos, nos emplazan a volver con entusiasmo y dedicación a las lecturas de Marx, Engels y Lenin.
No se trata de volver a su estudio para simplemente repetirlas, si no para emplear sus conceptualizaciones más consistentes y visionarias contra el curso perverso de la dominación que tanto combatieron y anhelaron abolir y, sobre todo, para darle continuidad a su trascendente obra revolucionaria, enriquecerla y actualizarla.
Vale, por tanto, examinar con el poder del pensamiento crítico, la creatividad revolucionaria y el accionar innovador las siguientes vertientes del sistema en crisis:
· El capitalismo en la historia de la humanidad, sus resultados palpables como sistema mundial.
· Las vicisitudes de las revoluciones antiimperialistas y anticapitalistas a lo largo del siglo XX y lo que va del siglo XX, los aciertos y errores, las lealtades y desvíos respeto a los formidables aportes científicos de estos tres grandes pensadores socialistas.
· Los enfoques críticos de los procesos de orientación anticapitalista y socialista escenificados a escala planetaria, junto a su acervo político-teórico.
· La oportunidad que nos brinda la crisis que actualmente estremece la decadente civilización burguesa en esta fase de luchas promisorias, junto a las dificultades y carencias que tienden a bloquear su curso hacia nuevos y necesarias revoluciones.
Esos factores nos obligan a retomar la portentosa plataforma del socialismo científico con espíritu creador.
Nos retan, sin dudas, a volver a Marx, a Engels, y a Lenin, y no solo a ellos: también a Trotsky, Rosa Luxemburgo, Flora Tristán, Gramsci, Mariátegui, Mao, Ho Chi Ming, al Che, Fidel, Chávez… sin olvidar las ideas de Martí y de Bolívar que los/as preceden y trascienden su propia época.
Nos emplazan a tomar en serio sus análisis y sus acciones, asumir sus aportes vigentes y enriquecer esa línea del pensamiento liberador del yugo destructivo del capital, con el mismo espíritu con que estos sobresalientes pensadores y luchadores asumieron a sus antecesores, esto es, con sentido creación heroica actualizada.
Pero no solo: abundan las obras críticas del capitalismo y el imperialismo de estos tiempos, sobre su presente crisis múltiple e integral y sus variadas, renovadas y combinadas modalidades de opresión: clasista, patriarcal, racista, ecocida, adulto-céntrica…las cuales es preciso incorporar al arsenal teórico de la presente época.
También aquellas que versan sobre la lumpenización o gansterización irreversible del sistema imperialista occidental, su pentagonización, su guerra global infinita, su manipulación de los fundamentalismos religiosos del mundo occidental y su pronunciadas corrientes neoconservadoras y neofascistas
No deben faltar las nuevas reflexiones respecto a las carencias fundamentales de los movimientos políticos y sociales con vocación revolucionaria; carencias y limitaciones evidenciadas en el contexto de esta multi-crisis crónica del capitalismo mundial y de las formidables rebeldías sociales provocadas por sus efectos negativos.
Me refiero a la ausencia o a las significativas debilidades de las fuerzas articuladoras y conductoras de las rebeldías populares; los déficits en la construcción de organizaciones revolucionarias y/o nuevas vanguardias, y las limitaciones en las propuestas alternativas; siempre necesarias -incluso imprescindibles- para derrotar el capitalismo, sembrar socialismo e iniciar la construcción de una nueva sociedad.
· Carácter de la crisis actual.
EEUU, centro del sistema capitalista mundial, está en crisis mayor; y el sistema capitalista en su conjunto está inmerso en la peor y más peligrosa crisis de su historia.
En EEUU la crisis se reventó en el 2008 con expresiones agudas en el campo financiero y de bienes raíces.
La cúpula del poder estadounidense y la Administración Obama trataron de revertir a través de un enorme endeudamiento público, y ésta rebrotó en ese mismo escenario (con expresiones aun mas graves) después de extenderse al Norte de África y a Europa (Egipto, Túnez, Yemen, Islandia, Irlanda, Portugal, Grecia, España, Italia e Inglaterra…).
Es evidente que no se trata de una de las tantas crisis cíclicas de sobreproducción, menos aún de una crisis exclusivamente financiera o económica como se ha dicho.
Es algo de mayor profundidad, extensión y gravedad.
Es una crisis diferente a las anteriores. Incluso distinta a las pasadas crisis estructurales o sistémicas. Es una mega-multi-crisis crónica del capitalismo como sistema. Una crisis integral de la civilización burguesa: económica, financiera, de sobreproducción y subproducción, político-institucional, militar, medioambiental, alimentaria, urbanística, moral…
Ella estuvo precedida de la crisis estructural del capitalismo central de finales del siglo pasado (sobreproducción, escasez a plazos imperiosos de petróleo, agua y recursos naturales estratégicos, límites de los mercados conquistados, baja tasa de ganancia…), la cual fue abordada desde la lógica de la reestructuración neoliberal y la nueva guerra de conquista («guerra global antiterrorista»).
A su vez, al paso de los años, la reestructuración neoliberal y los cambios tecnocientíficos, que a final de siglo XX apuntaron hacia la introducción del patrón micro-electrónico, informático, robótico, biotecnológico… y hacia las privatizaciones, desregulaciones, áreas de «libre comercio», «libre flujo de capitales», financiarización del sistema, desmonte del rol social del Estado, guerras para conquista de territorios con grandes reservas naturales, carta abierta al saqueo a cargo de sus corporaciones… han convertido la crisis estructural sistémica del capitalismo de finales del siglo XX en esta «multicrisis crónica» de grandes dimensiones.
Y el recetario neoliberal o neoconservador impuesto desde las elites de los países «altamente desarrollados» (G20, Banco mundial, FMI) y las clases dominantes-gobernantes locales, han agravado la crisis sistémica hasta convertirla en crisis de existencia del planeta y de la humanidad, con una tendencia creciente al despliegue de una tercera guerra mundial; suma y combinación de una gama de guerras de diferentes generaciones y variadas características y modalidades: militares, económicas, mediáticas, químicas, biológicas, terroristas, climáticas y catastróficas-
· Capitalismo, guerras, empobrecimiento, ecocidio y delincuencia.
A las guerras del Pentágono, la CÍA y la OTAN contra Palestina, Irak, Afganistán, Siria, Libia Yemen, Somalia…se le suma la guerra de EE.UU, vía OTAN, contra Rusia iniciada en el 2014 en territorio ucraniano; una guerra de alta intensidad, que ya incluye armas ofensivas y cohetería nuclear entregada al régimen fascista ucraniano tutelado por EEUU y las potencias europeas, subordinadas a los designios de Washington aun en su propio perjuicio.
Así guerras con medios militares o sin medios propiamente militares son desatadas contra todos los procesos soberanos no importa su signo político-ideológico. Guerras regulares e irregulares.
La política, la economía, la manipulación de la naturaleza y de los fenómenos naturales, las tecnologías de punta, la política, el desarrollo científico…pasan a ser armas de guerra del Pentágono y la OTAN; todas destinadas a reforzar la debilitada hegemonía mundial de EEUU y colonialidad imperialista erosionada en Asia, África y Nuestra América y a apropiarse de minerales de alto valor tecnológico, fuentes de agua y biodiversidad ausentes o muy disminuidas en sus propio predios norteamericanos y europeo-occidental
El empobrecimiento de seres humanos y territorios se intensifica y expande, mientras la gansterización del sistema crece tanto como su capacidad de simulación, su agresividad militar y su poder para convertir los seres humanos en mercancías enfermas.
Estos males se tornan crónicos.
Las sociedades no son pobres de por sí: las empobrecen los que se enriquecen explotándolas, agrediéndola, saqueándolas, envenenándolas, enfermándolas, enajenándolas y negándoles derechos vitales.
Los empobrecidos, material y espiritualmente, que optan por la delincuencia como medio de vida, no lo hacen porque quieran hacerlo, sino por necesidad de sobrevivir, por los efectos desgarrantes de la cultura dominante y la negación de valores educativos.
La fase neoliberal y altamente parasitaria y guerrerista del capitalismo ha llevado la situación a un extremo dramático: precarizando el salario, privatizando servicios sociales, reduciendo extraordinariamente el empleo estable, multiplicando el «buhonerismo» y el «chiripeo» («economía informal»), y expulsando del consumo a miles de millones de seres humanos; destruyendo, matando, contaminando y convirtiendo servicios sociales, seres humanos, electores, naturaleza y productos en mercancías y clientes.
La cuarta ola tecnológica (microelectrónica, informática, robótica, ingeniería genética…) ha sido usada por el gran capital para suprimir masivamente el trabajo remunerado, multiplicar ganancias, empobrecer a los/as de abajo y del medio, y potenciar la especulación y las prácticas delincuenciales desde el Estado y las elites sociales.
Los ideólogos de la privatización prometieron aumentar la productividad para aumentar riquezas arriba y «derramarlas» hacia abajo; pero ésta se quedaron en el «cogollo» opulento, que solo derrama un empobrecimiento masificado, cada vez más degradado y descompuesto, amenazante y agresivo; en tanto en su seno crecen las prácticas delincuenciales de sobrevivencia, alimentadas por una dominación sistémica violenta y mafiosa, constantemente reproducida y potenciada por los medios masivos de comunicación controlados por el gran capital privado.
Una loca carrera especulativa, la persistente identificación del éxito con el amasamiento de fortunas fabulosas, el disfrute del lujo y el consumismo banal, arropan las elites empresariales, partidocráticas, militares, policiales y tecnocráticas, y contagian la sociedad.
El despojo, el crimen, las guerras de agresión, el saqueo -propios del periodo de la acumulación originaria capitalista- reaparecen en dimensiones colosales y con nuevas modalidades.
El gangsterismo político, la narco-corrupción, la expansión del lavado de dinero sucio se ejercen tanto desde los Estados y sus instituciones civiles y militares, como desde cúpulas empresariales afines, imbuidas de neo-malthusianismo frente a la masa creciente de pobreza e indigencia creadas por ellas…
Por eso la llaman población «superflua» o «sobrante», la identifican como sinónimo de delincuencia, le hacen la guerra, la reprimen cruelmente en nombre de la democracia y se empeñan en exterminarla por múltiples vías, comenzando por expulsarla de las áreas visibles aptas para los grandes negocios inmobiliario del mega-capitalismo.
· Poder delincuente simulador.
Estigmatizar, acosar, atropellar, fusilar, extorsionar… es tarea de policías delincuentes que dicen luchar contra la delincuencia y defender la democracia.
Nada más falaz que ese discurso anti-delincuente pronunciado por delincuentes mayores disfrazados de alcaldes, diputados, senadores, presidentes, candidatos, jefes de policías y cuerpos castrenses, grandes empresarios y «emprendedores» de nuevo cuño.
La cruzada del gran capital delincuente contra la delincuencia es otra de las grandes falacias de los dominadores.
Hablan de acabar con la delincuencia matando a los pobres con balas, bombas, veneno…De hambre, de enfermedades evitables, por falta de atención y medicinas, hacinamiento, insalubridad…
No importa. Para ello cualquier método es válido en esta bendecida y financiarizada era neoliberal del capitalismo, sin marcha atrás mientras las elites capitalistas controlen el poder.
Se trata de gente para ellos despreciable por «fea», «mal vestida», «hedionda sin heder», de «color», “inferior”.
No importa cuántas sean, aún representan la tres cuarta parte de la humanidad o más: a su entender es población «innecesaria» y “sobrante” en esta luminosa post modernidad capitalista con su microelectrónica, robótica, informática, biogenética y física quántica, secuestradas por los centros de investigación al servicio del capital y sus ganancias fabulosas.
Realmente es población asalariada en pésimas condiciones o expulsada del empleo, la propiedad, la escolaridad y el consumo.
Gente -según las interesadas calificaciones de quienes detentan poder- «resentida» y «peligrosa», que «envidia a las ricos emprendedores» tipo BillGates y Elon Musk y a “políticos exitosos” tipo Balaguer, Macri, Macron, Aznar, Pedro Sánchez, Uribe, Leonel y Abinader.
Especie animal «delincuente» alejado de toda condición humana. Engendro de Satanás, al que el sistema le ordena consumir sin tener con qué.
Jóvenes «culpables» por no conseguir ni trabajo ni escuelas. Niñas y niños de las calles. Ancianos exprimidos por el capital y sin pensiones. Adultos/as, que por carecer de salarios o ingresos fijos con que llevarles comida a sus hijos, deambulan con sus harapos y «cuchitriles».
En fin, al entender de los dominadores, viveros de seres «malvados», «intrusos», ocupantes de potenciales paraísos asignados por El Señor para el disfrute de los ricos, para sus negocios inmobiliarios y zonas de esparcimiento. Semilleros de «maldad» condenados al exterminio por la canalla capitalista, cada vez mas neoliberal y conservadora, vestida de seda y perfumada con esencias exóticas.
Canalla que porta licencia para robar costas, riberas de ríos, ensenadas impresionantes, bosques espléndidos, fuentes de agua, minas de oro, uranio, titanio, tierras raras, litio…, puertos, aeropuertos, carreteras, tesoros históricos…
Con permiso para atracar, estafar, comprar policías y ejércitos y organizar sus guardias personales y sus acciones punitivas.
Con derecho a explotar, a sobre-explotar, a empobrecer, a discriminar, a excluir, a desalojar, a especular…
Con la exclusividad en el ejercicio de la gran delincuencia: guerras de conquistas, desfalco de fondos públicos, contratos sobrevalorados, fundación de bancos y bancas, mercancías subvaluadas, evasiones de impuestos, tráfico de influencias, comisiones, sobornos mayores, apropiación de recursos naturales ajenos, narco-negocios…
Con derecho exclusivo a la impunidad terrenal y a la salvación eterna en el reino del Dios Dinero.
Con derecho a volver a generar fuerzas fascistas y a exterminar la población para ellos «subnormal» e «innecesaria», pero sobre todo aquella que los «intranquiliza» y «amenaza» con sus necesidades imperiosas y potenciales rebeldías.
Don Malthus le quedó chiquito. Solo que no es verdad que los pueblos habrán de replegarse, cruzarse de brazos o suicidarse.
· Indignación popular, y lenta y difícil gestación de la alternativa.
Por «suerte» la indignación está en marcha y habrá de estallar en mayores dimensiones, como ocurre ahora en el Perú, Haití y Francia.
Pero mientras, para ellos son válidos todos los absurdos y los abusos para que la sociedad humana funcione a su manera, a favor de su grotesca opulencia y supremacía insolente, dispuestos con esos fines a usar su enorme poderío militar, su OTAN, sus facciones armadas leales a su dominación y sus 800 bases militares.
En fin, el gran capital y sus centros imperialistas sobreviven engordando y actuando contra la humanidad, volcando su crisis crónica y multilateral contra seis mil millones de seres humanos y contra la vida planetaria.
Por senil se ha tornado tozudo, militarizado y agresivo hasta la demencia.
Decidido a que no lo tumben y a no dejar de ser lo que actualmente es.
La evidente imposibilidad de que cambie para mejor desde su actual nivel de acumulación y desde el poder que ha engendrado, determinan que las transformaciones hacia sociedades justas y solidarias no serán fáciles, menos aun ajenas a la violencia dominante y al accionar neofascista.
Los cambios necesarios no se lograrán solo echando votos en las urnas y aceptando las reglas de juego imperantes; sin crear contrapoder, sin enfrentar, debilitar y vencer la naturaleza tramposa, violenta y criminal del sistema establecido y el poder constituido.
Abolir un sistema cada vez más inviable y humanamente y ambientalmente insustentable, requiere mucho mas, sobre todo ejercicio de soberanía popular en calles, barrios, plazas, campos y centros de trabajo y de estudios.
Cierto que habrá de todo, incluidas votaciones útiles y provechosas cuando ellas sirvan para acumular fuerzas y avanzar. Pero las confrontaciones serán inevitables y habrán de desplegarse hacia nuevas e innovadoras modalidades de insurgencias locales, nacionales y globales.
Solo multitudes insumisas movilizadas con determinación de crear poder popular constituyente -acompañadas de fuerzas transformadoras bien organizadas y calificadas para superar el monopolio de las armas en manos del gran capital y de vencer sus pérfidos instrumentos políticos, sociales y militares- podrían abrirles cauces al predominio del poder de los pueblos y a las alternativas liberadoras.
En fin, una transición revolucionaria difícil pero imprescindible para cambiarlo todo y alcanzar sostenidamente el bienestar colectivo.
(I)
Por Oscar López Reyes
Desde 1950, tres años a posteriori de su creación -1947- la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos comenzó a instrumentalizar a periodistas para manipular y moldear a la opinión pública mundial, en una abominable labor de zapa, en el cenit geopolítico de la Guerra Fría entre dos superpotencias imperiales. Su proyecto primigenio, y el más escalofriante, ha sido la encubierta Operación Mockingbird, mediante la cual se ocultaron y tergiversaron informaciones para influir a favor de los designios norteamericanos, y desde 2019 ejecuta a gran escala una campaña de reclutamiento para difundir noticias y entretenimiento en redes sociales y plataformas streaming.
En estos 78 años, la CIA ha invertido miles de millones de dólares en el enlistamiento de periodistas anti-éticos y anti-democráticos y en infiltración en medios de comunicación para divulgar programas propagandísticos, engendrando el descrédito y la desconfianza ciudadana, así como la animadversión de adversarios en guerras.
La operación Mockingbird, que inicialmente consistió en escuchas telefónicas periodísticas sin orden judicial, fue llevada a cabo por la CIA para identificar fuentes de filtraciones de datos de alta inteligencia. Principió grabando conversaciones privadas de Hanson Baldwin, reportero de seguridad nacional del New York Times, entre el 12 de marzo y el 15 de junio de 1963, desde el Despacho Oval de la Casa Blanca.
Las grabaciones fueron por iniciativa del presidente de Estados Unidos, Jhon F. Kennedy, luego que se incomodara por un reportaje de primera plana publicado por Baldwin (ganador del Premio Pulitzer en 1943 por su cobertura de la Segunda Guerra Mundial) en la edición del 26 de julio de 1962 del New York Times en el que, amparado en una información clasificada, revelaba el número de misiles nucleares en el arsenal estadounidense. A su vez, comparaba esos depósitos atómicos de Estados Unidos con los de la Unión Soviética, y el afán de esta última superpotencia por resguardar sus emplazamientos de misiles balísticos intercontinentales.
A seguidas, la CIA también intervino los teléfonos residenciales de los columnistas Robert S. Allen y Paul Scott (The Allen-Scott Report, publicada en unos 300 periódicos), tras estos dar a conocer secretos clasificados de Estados Unidos. Más adelante, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) se incorporó a las averiguaciones y vigilancia para detectar quienes desde los organismos de inteligencia estaban infiltrando informaciones a la prensa. También produjo la intercepción telefónica a la periodista de Newsweek, Lloyd Nornam, y el secretario de Estado Dean Rusk presionó para que CBS News no difundiera un reportaje del periodista Daniel Schorr sobre el espectacular escape de ciudadanos de Alemania Oriental a través de un túnel bajo el Muro de Berlín.
Por intermedio del proyecto Mockingbird -según variadas fuentes- para divulgar propaganda proestadounidense y truquear a la opinión pública contra la influencia comunista, aceptaron ser asalariados de la CIA cientos de periodistas de The New York Times, The Washington Post, Newsweek, ABC, CBS, NBC, la revista Time, Louisville Courier Jounal, Copley News Service, la agencia internacional Reuters y otros medios de América Latina, Europa y otras regiones.
Los objetivos bien definidos de la contratación a sueldo de la red de periodistas, publicaciones, televisoras y emisoras tengo que segmentarlos en siete:
1.- Difundir relatos preescritos por la CIA, para tratar de cambiar la percepción global sobre situaciones y personas, siempre favorables a Estados Unidos.
2.- Controlar la política editorial de medios comunicativos, a través de altos ejecutivos y editores, en una novedosa interacción subrepticia gobierno-prensa.
3.- Ocultar informaciones perjudiciales o desfavorables a Estados Unidos, en una intromisión estatal sin precedentes.
4.- Inclinar la balanza para conveniencia estratégica de Estados Unidos en coberturas informativas, artículos de opinión, editoriales y otros géneros periodísticos.
5.- Contrarrestar la propaganda e influencia de la Unión Soviética, con mecanismos sofisticados de persuasión pública.
6.- Suministrar datos de inteligencia, en una típica tarea de espionaje.
7.- Detectar a agentes o empleados de organismos de inteligencia que confidencialmente suministraban informaciones a periodistas.
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El autor: Redactor principal del Código de Ética del Periodista Dominicano y autor exclusivo del libro “La Ética en el Periodismo. Los cinco factores que interactúan en la deontología profesional”.
Por Isaías Ramos
En el artículo anterior, “Cuando trabajar no alcanza”, mostramos lo esencial: en nuestro país hay trabajadores a tiempo completo que, aun cumpliendo con todo, no alcanzan el costo de la canasta básica. Hoy toca cerrar el círculo con una pregunta inevitable: si el Estado asegura que no tiene margen para indexar el ISR ni para acercar los salarios a la canasta, ¿cómo sí lo tiene para blindar exenciones y subsidios que ya rondan el medio billón de pesos al año?
La comparación es contundente: alrededor de RD$19 mil millones para cumplir la indexación —lo mínimo para que la inflación no se coma el salario por la vía del impuesto— frente a más de RD$500 mil millones en gasto tributario y subsidios no focalizados. Esa diferencia no es técnica; es moral. Es un impuesto silencioso al trabajo para sostener privilegios que casi nunca rinden cuentas.
No hablamos de milagros, sino de coherencia constitucional.
Primero derechos; después privilegios.
La indexación es justicia básica; que el salario cubra la canasta es dignidad mínima. Cuando eso no ocurre, todo lo demás se convierte en una transferencia regresiva: recursos públicos arriba y salarios de subsistencia abajo.
Lo vemos en historias como la de Marta, cajera en una tienda que abre seis días a la semana. Gana el salario mínimo del tramo superior y aun así no le alcanza para transporte, alimentos y educación básica de sus hijos. Todos conocemos una Marta. Su caso no es la excepción; es el reflejo de un modelo.
Reconocemos, sin ambigüedades, que ciertos sectores han traído inversión y empleo. Pero en un Estado Social y Democrático de Derecho, la prioridad no se discute: derechos primero, incentivos después. Si un sector recibe exenciones millonarias durante décadas, la contrapartida mínima es un salario mediano por encima de la canasta y una reducción verificable de la informalidad. Y si los beneficios se justifican por su aporte, ese aporte debe comprobarse con datos públicos.
Las preguntas son simples, y las respuestas deberían serlo también:
- ¿Cuál es su salario mediano y qué parte de la canasta cubre?
- ¿Cuál es su aporte fiscal neto, descontadas exenciones y transferencias?
- ¿Qué metas salariales y de formalización han cumplido —auditadas y con plazos—?
Si esas respuestas no existen, la falla no está en quien critica, sino en un modelo que evita mirarse al espejo.
Cuando miramos la región, el panorama se vuelve más claro y más crudo. Llevamos décadas creciendo alrededor de 5 % anual, más del doble del promedio latinoamericano. Sin embargo, datos del Banco Mundial muestran que menos de 2 % de los dominicanos ascendió de grupo de ingreso en una década, frente a un 41 % regional. Es una de las movilidades más bajas de América Latina: un motor económico de alta potencia montado sobre una carrocería social demasiado frágil.
A eso se suma un mercado laboral con alrededor de 55 % de informalidad, superando un promedio regional que ya bordea la mitad. Millones de personas trabajan sin contrato, sin protección y sin capacidad de negociación. Mientras tanto, el salario mínimo formal del sector privado no sectorizado —según el tamaño de la empresa— oscila hoy entre unos RD$16,000 en las microempresas y cerca de RD$28,000 en las grandes, y ni siquiera en su tramo superior alcanza el costo de la canasta familiar nacional, que ronda los RD$47,500, ni la canasta del quintil 1, situada en torno a RD$28,400. La mayoría de los trabajadores informales ni siquiera se acerca a esos montos.
Ahí está el nudo del modelo: un PIB que corre por delante del promedio regional, con salarios más bajos, más informalidad y menor movilidad que casi todos. Ahí es donde la retórica del “milagro” deja de coincidir con lo que millones viven cada día: jornadas largas, ingresos insuficientes y un crecimiento que no se traduce en dignidad.
Y, mientras tanto, la indexación —que solo evita que el impuesto castigue el salario— se presenta como inalcanzable. No lo es. Lo inalcanzable es pretender estabilidad congelando la protección del trabajador mientras se blindan privilegios que nadie revisa con lupa desde hace décadas. Eso no es estabilidad; es un subsidio a la precariedad.
La discusión no es “si hay dinero”, sino de dónde es justo que salga.
¿De quienes ya no pueden más, o de exenciones que llevan medio siglo sin evaluación seria?
¿De la nómina de la clase trabajadora, o de regímenes especiales convertidos en vacas sagradas?
En el Frente Cívico y Social entendemos que la guía es simple y está escrita en la Constitución. El artículo 62 establece, entre otras cosas, que es finalidad esencial del Estado fomentar el empleo digno y remunerado y, en su numeral 9, consagra el derecho a un salario justo y suficiente para vivir con dignidad. No es poesía; es mandato. Si el salario mediano de un sector no cubre la canasta, ese sector no cumple con la dignidad mínima. Y si además recibe exenciones, la obligación de rendir cuentas es aún mayor.
Y porque no hay dignidad sin desarrollo, no olvidemos lo esencial: salario digno es demanda interna, productividad futura y estabilidad social. Con sueldos de miseria no se construye un mercado interno robusto, no se fortalece el capital humano, no hay escalera de movilidad. Lo que se “ahorra” hoy en salarios bajos se paga mañana en menor crecimiento y mayor conflictividad.
En una frase: un país que se respeta no pone el privilegio por encima del salario, ni el incentivo por encima de la dignidad. Cuando la política honra esa jerarquía, la estadística deja de ser consuelo y se convierte en vida vivible.
Despierta RD
Opinión
La Corte Penal Internacional y los Tribunales Penales Internacionales (1 de 2)
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1 semana agoon
noviembre 26, 2025Por Rommel Santos Díaz
A diferencia de la Corte Penal Internacional, cuyo estatuto es el resultado de varios años de debates y de la Conferencia de Plenipotenciarios, los tribunales Ad –Hoc para la Ex Yugoslavia y Ruanda son la expresión de una respuesta a dos situaciones específicas caracterizadas por la comisión de atrocidades en el territorio de estos países.
Fue precisamente la gravedad de las circunstancias lo que obligó al Consejo de Seguridad a ejercer las atribuciones que le confiere el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas para crear las jurisdicciones penales Ad – Hoc para la Ex Yugoslavia ( Resolución 827 de 1993) y para Ruanda (Resolución 955 de 1994)
En estos casos, ambos tribunales tienen virtualmente estatutos idénticos y también compartieron algunas instituciones comunes, como por ejemplo el Fiscal, dado que a partir del 15 de septiembre del 2003, el Consejo de Seguridad designo a Hassan Bubacar Jallow como Fiscal del Tribunal Penal Internacional para Ruanda.
La Fiscal Carla Del Ponte ejerce su competencia exclusivamente en relación al Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia. Las características comunes entre ambos tribunales han tenido como consecuencia, al menos en el ámbito teórico, la economía y uniformidad en el ámbito fiscal hasta el año 2003 así como en el desarrollo de una línea jurisprudencial sólida y constante en el análisis de sus respectivos casos.
De esta forma la creación de dichos tribunales Ad-Hoc constituye un desarrollo sin precedentes a favor de la implementación de las normas sobre derechos humanos que a su vez ha favorecido una dinámica positiva en el proceso de creación de un sistema de justicia penal internacional que se concreta casi una década después con el inicio de las funciones de la Corte Penal Internacional.
Por su lado el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda fueron creados por resoluciones del Consejo de Seguridad en virtud de las cuales son considerados como órganos judiciales subsidiarios del mismo.
Se ha establecido que aun cuando fueron creados por el Consejo de Seguridad, el cual no es un órgano judicial, esto no afecta la validez del acto jurídico de creación puesto que ambos son el reflejo del ejercicio del mandato del principal órgano de las Naciones Unidas para mantener la seguridad y la paz internacional.
Esta línea de razonamiento concuerda con la establecida por la Corte Internacional de Justicia en su Opinión Consultiva sobre los efectos de las compensaciones concedidas por el tribunal administrativo de las Naciones Unidas de 1954.
Por tanto, mientras la Corte Penal Internacional es un tribunal internacional independiente, el Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda son órganos judiciales subsidiarios del Consejo de Seguridad Conforme al Artículo 2 del Estatuto de Roma, la Corte Penal Internacional mantiene relaciones de cooperación con el sistema de de las Naciones Unidas, pero ello no afecta su independencia con respecto a dicha organización internacional.
