LAS VEGAS.— Durante 11 asaltos, el argentino Sergio Martínez hizo todo lo que quiso, incluso darle al mexicano Julio César Chávez Jr. la paliza que había prometido.
Pero entonces llegó ese salvaje 12mo round del que el mundo del boxeo hablará durante un buen tiempo.
Sangrando por la nariz y con el rostro magullado por las manos de Martínez, Chávez de alguna manera consiguió soltar un gancho de izquierda, y luego otro, que hicieron a Martínez morder la lona ante una multitud frenética en el estadio del campus de UNLV. Martínez cayó una vez más en el último round y recibía duros golpes cuando la campana misericordiosamente sonó para terminar la pelea.
Martínez terminó ganando por decisión unánime para recuperar el título del peso mediano del Consejo Mundial de Boxeo. Pero la remontada de Chávez en el 12mo asalto se enmarcó en la mejor tradición del boxeo y recordó un combate de su padre hace 22 años contra Meldrick Taylor.
«Estaba a 20 segundos de noquearlo. Empecé demasiado tarde», dijo Chávez. «Realmente no empecé hasta el octavo asalto».
Martínez fue más rápido, más activo y mucho más preciso a medida que ganaba un asalto tras otro, acumulando puntos mientras Chávez tenía problemas para hacerle daño. Martínez dijo antes de la pelea que no consideraba a Chávez un verdadero campeón y prometió darle una paliza que recordaría por mucho tiempo.
Hizo exactamente eso, hasta el punto que el entrenador Freddie Roach le dijo a Chávez después del 10mo asalto que iba a parar la pelea si no hacía algo espectacular.
«Peleó un gran combate y estuvo mucho más duro de lo que esperaba», dijo Martínez. «Mostró un gran corazón».
Martínez ganó por 118-110 en dos tarjetas y por 117-110 en la tercera. The Associated Press lo tenía ganando por 118-110.
Chávez perdió por primera vez, con lo que su foja cayó a 46-1-1, mientras que Martínez mejoró a 50-2-2.
El salvaje final casi arruinó lo que fue una gran noche para el argentino, que utilizó su velocidad y habilidades boxísticas para dominar hasta el asalto final. Chávez estaba sangrando por la nariz, su rostro estaba maltratado y parecía liquidado hasta que de pronto consiguió un gran gancho izquierdo que tumbó a Martínez por primera vez.
Martínez se levantó sólo para recibir muchos más golpes en la cabeza y caer de nuevo. Chávez mantuvo el ataque cuando se levantó, tratando desesperadamente de dar el golpe de gracia antes de que sonara la campana y perdiera la decisión.
«Si Julio quiere una revancha, vamos a tener una revancha», dijo Martínez.
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