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Negro Veras frente al juicio contra Leonel

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Por  Miguel Espaillat Grullón

Situaciones que a los padres nos pasan con los hijos, nos pueden colocar en una difícil disyuntiva, que nos pueden llevar a reaccionar en una forma de asumir conductas, que hasta sean una sorpresa para nosotros mismos. En este contexto, hay quienes por el amor hacia un hijo, pueden ser  inducidos a  quebrantar códigos y principios que creían inviolables, si lo ven como necesario para salvar o proteger al vástago de una injustica o de un peligro que consideran inminente para él, aunque sepan que esas maneras les puedan deparar  para el resto  de la vida,  dolores  y  amarguras insuperables.  Otros en cambio, pese a tener ese mismo amor por el hijo, no son capaces de violar los principios en que han sido formados, ni siquiera, si por esa violación dependiera el salvarle la vida.  Ello sucede así, porque en materia del comportamiento humano, existe todo tipo de conducta imprevisible.

Los lectores  de los  clásicos de la literatura rusa recordaran  a Taras Bulba, el épico protagonista de aquella novela homónima de corte romántico e histórico, escrita por Nikolai Gogol, que  transcurre en el siglo XVI, en la que se cuenta que ese  cosaco ucraniano  que lideró la guerra contra Polonia, ejecutó entre lagrimas a su propio hijo, el introvertido y romántico Andréi, por haber traicionado la causa libertaria de los suyos y de su padre.

En el libro de Génesis del antiguo testamento, se describe que Dios queriendo probar la lealtad de Abraham, le pidió en sacrificio a su hijo unigénito Isaac,  a quien amaba, y que  ya al punto de degollarlo- narra ese libro- un angel del Señor desde los cielos lo impidió.

El rey David tuvo que sufrir las diabluras de sus hijos Amnón y Absalón. Amnón en un momento de irracionalidad  violó a Tamar  su hermana,  también hermana de Absalón, su hermano.  Este último, posteriormente mata a su hermano, para vengar la violación de su hermana. Estos hechos  fueron parte de las grandes tragedias del rey David; pero pese a ello, siguió protegiendo y  amando entrañablemente a su hijo Absalón.

En estos  episodios del instinto paternal, es famoso el amor que tienen por sus hijos los psicópatas. Los tiranos y los grandes asesinos siempre han tenido un amor inconmensurable por sus hijos.  Los tuvo Trujillo por los de él. Hitler y Mussolini por los suyos. Y cuanto general asesino que conozco, también amaron al fruto de sus entrañas, ¡claro!… a la manera de ellos.

Este amor, además  es inherente en todo el reino animal. Es propio de aves,  peces y reptiles; de mamíferos vertebrados e invertebrados, y del más insignificante ser creado. Entre ciertos arácnidos el padre se da en alimento para sus hijos. Si quieres saber de este instinto, acércate a cualquier fiera parida.

Tocado por la vorágine de  pasiones que despierta la paternidad, en Quisqueya, un Presidente de la Junta Central Electoral extorsionado por  el  gobierno de turno, convino en favorecer con la ganancia de las elecciones presidenciales al ente de poder que lo chantajeaba con llevar a  un hijo suyo a la cárcel, que estaba pendiente de la resolución de un juez (sub iúdice), por un caso de tráfico de drogas. El funcionario acorralado por la disyuntiva, optó por  consumar el fraude, con lo que su instinto paterno primó sobre sus responsabilidades de Estado.  También, en época no tan lejana, se cuenta de un vicepresidente de la Suprema Corte de Justicia, que sus altas decisiones se vieron contaminadas, al tener que ceder ante las presiones de “honorables” que lo chantajeaban con dejar caer todo el peso de la ley sobre un hijo suyo que lo habían descubierto introduciendo al país de manera ilegal 700 mil dólares, sino obtemperaba al fallo judicial preconcebido.

Mi primo hermano, el cardiólogo Rómulo Espaillat, su vida colapsó después que un hijo suyo murió ahogado mientras se bañaba en Las Terrenas, en unas vacaciones de Semana Santa. El impacto fue tan brutal para ese padre, que aplastado por la depresión, nunca más ejerció su profesión, pese a tener otros tres hijos.

En San Juan de la Maguana, se sabe de una mujer que perdió su vida en un fuego con el que luchó, hasta salvar la vida de sus tres hijos.

En este complicado accionar de padre e hijo, últimamente tenemos en la palestra pública, que el glorioso abogado Negro Veras, patrimonio y reserva moral de la República Dominicana y de la humanidad, declara que no participará en el juicio contra Leonel que sectores importantes de la población les están orquestando, aduciendo que no lo hará, porque le guarda eterna gratitud,  en virtud, de que cuando buscaba que se sancionara a los criminales que habían atentado contra la vida de su hijo, tocó la puerta del  exgobernante, y se la abrió, respuesta que hizo posible la justicia deseada.

Pues bien…el Dr. Fernández es  un depredador del erario…el gobernante más corrupto y pésimo que ha tenido la República.  Su ostentación de riquezas, lo mismo que la condición de quiebra y endeudamiento en que ha dejado al país, son hechos  acreditados tanto por  el rumor público, como por los números que hablan de su gestión de gobierno.

“Según el índice de competitividad global, la República Dominicana es el país más corrupto de la tierra y  líder en el bajo nivel de la calidad de la educación, en el desvío de fondos públicos, en la inseguridad ciudadana, en el despilfarro gubernamental, en la desconfianza de la población en los políticos y en la corrupción policial, entre otros desastres.

Leonel despilfarró más de 60 mil millones de pesos para apuntalar la reelección del hoy presidente Danilo Medina, e hizo  emitir 48 mil millones de pesos inorgánicos para mantener la macroeconomía y la estabilidad del dólar en forma ficticia.

Se estima que en  los gobiernos de Fernández, la corrupción administrativa equivalía entre un 20-25 % del Presupuesto Nacional, con lo que todos sus funcionarios –se intuye- robando descaradamente… se hicieron multimillonarios, cosa que es fácil deducir porque  los señalados como tales, ostentan las riquezas adquiridas públicamente con el mayor desparpajo. Las mansiones, carros de lujo, relojes Rolex, fincas, helicópteros privados, ropa de la alta costura, bebidas y comidas gourmet, con precios solo para  príncipes y jeques árabes, dan crédito a lo que la mente imagina y ven los ojos.

El robo de los 130 millones de dólares del caso Sund Land, atribuidos a Leonel Fernández y a Felix Bautista, no es un supuesto, sino un hecho documentado.

Leonel manejó pesimamente la economía, a tal punto que ha entregado a Danilo un país quebrado,  con un  déficit fiscal de más de 140 mil millones de pesos, más una deuda interna y externa rondante por los 25 mil millones de dólares.

 Contribuyó con esta debacle, los salarios de lujos que se pagaban a los altos funcionarios, el exceso de viceministros,  de secretarios sin cartera y asesores; la sobrevaluación de las construcciones de las obras del Estado hasta en un 100%, como el caso del Metro construido en la capital. En este tema del derroche, caben, las altas remuneraciones, prebendas y privilegios que se conceden a los congresistas, los cuales con los llamados barrilitos y cofrecitos, exoneraciones, dietas, gastos de representación, salarios especiales, y otras cogiocas, como la que les proporcionan  el hombre del maletín, se hacen de cientos de millones de pesos, en el periodo legislativo que les toca.

Pero también están los hechos que incriminan a Leonel como antipatriótico. El contrato- estafa firmado con la Barrick Gold y otras empresas mineras, entregándoles nuestros enormes recursos naturales, con cuyas explotaciones se está dañando en forma irreversible nuestro hábitat, no es cuestión de patriotas. Tampoco son ideales de Duarte, Sanchez y Mella, cercenar la Soberanía Nacional de nuestra media isla, permitiendo su venta  por pedazos como si esta fuera una finca de su propiedad, principalmente a extranjeros con voraz mentalidad neoliberal,  tales como Carlos Slim, Donald Trump, Gustavo Cisneros y otros  tantos de esa especie.

Con esta situación, dadas las evidencias ya irrefutables, los Leonelistas, si estuvieran en su sano juicio, y tuvieran decencia y sentido de la justicia social, estarían avergonzados de ese capo de la política en sus filas, que ha hundido al país, moral y económicamente y en lugar de glorificarlo como lo están haciendo, lo anatematizarían, y le pedirían perdón a ese pueblo que tan miserablemente han engañado.  Pero no…no lo hacen porque todos ellos han perdido la dignidad y la vergüenza.  Ello es parte del trabajo de envilecimiento que Leonel a hecho con ese partido que se ha convertido en una desgracia  para el país.

Imagino que para una montaña de hombre como Negro Veras, con tradición de combatir los truhanes de su patria,  ha debido de ser muy difícil asumir la posición de negarse a participar en el aludido juicio contra el Leonel, motivado por el sentimiento de gratitud que ha expresado tiene con el exgobernante; razones que jurídicamente se convierten en sin razón, porque mejor debemos enrostrarle a Leonel, que un ciudadano tenga que acudir a él para lograr justicia, cosa que delata la falta de institucionalidad en la República Dominicana, lo que  recae  directamente sobre él, que  ha hecho del país  una tierra de injusticias, privilegios y corrupción.

En cierta forma, debe ser incomodo colocarse del lado de los que sostienen que Leonel es un hombre digno, de probada honradez, con la frente en alto frente al sol; que es un hombre excepcional, que ha hecho grandes aportes a la democracia y al desarrollo de la sociedad dominicana, que representa la figura más patriótica  de la generación post Trujillo, y que por demás que es un abanderado contra la corrupción; cuando se  sabe que  es, todo lo contrario.

 El hecho de  alguien tenga que acudir al presidente  para  pedir de favor, que se haga justicia, demuestra que es una farsa la proclama que hace Leonel de que en su gobierno se ha fortalecido la democracia dominicana y con ella la institucionalidad.

Si fuera así, Negro Veras  no hubiese tenido la necesidad de  ir a pedirle  ayuda al presidente de la República, para que se hiciera justicia en el caso de su hijo; porque en una real democracia, su impartición y aplicación, es deber, obligación y orgullo.

 Con la agravante de que esto fue posible, porque se trató de una familia importante,  puesto que si el caso que nos ocupa, hubiese sido con un hijo de machepa, Leonel, ni ninguna instancia de la llamada justicia dominicana se hubiesen interesado por el caso, tal como ha sucedido y sucede con cientos, o miles de gente pobres.

Entonces… el caso que nos ocupa, el de un padre en el ocaso de vida, un tiempo en que las personas ya están con una condición de alta vulnerabilidad física y emocional, es deleznable por los leonelistas, o  por quien sea, que usen la decisión circunstancial de este abuelo, de no sumarse a las voces que reclaman justicia para el hombre que ha quebrado el país, y corrompido y humillado la nación.

Ello así, porque ellos saben perfectamente que la posición del Negro Veras ha sido motivada por un sentimiento de gratitud, que envuelve el amor por su hijo, por lo que obviando su categoría de jurista, se ha negado a la confrontación,  con un gesto que muchos han entendido como  claudicante, cosa que no es cierta por si, si tomamos en cuenta la condición emocional que penetra a este hombre en estos momentos del otoño de su vida.

 Esta conducta de los leonelistas yo la entiendo. La misma es recurrente cuando de lograr sus  fines se trata;  ya lo hicieron con Juan Bosch.  Cuando ya este no era consciente de sus actos,  para sus fines de llegar al poder, lo usaron abrazándolo con Balaguer en aquel acto celebrado el 2 de junio de 1996 en el Estadio Olímpico, donde quedó constituido el “Frente Patriótico” con el cual, dizque se cerraría  el camino malo que representaba el Dr. José Francisco Peña Gomez.  Fueron tan perversos en esta acción,  que la llevaron a cabo, sin importarles, que con este vil acto, desprestigiaban e irrespetaban y desconsideraban a un hombre que de haber estado en sus cabales, nunca se hubiera prestado para conformar semejante frente entre diablos y demonios.

Con la inhibición del Dr. Veras, los Leonelistas, tal como lo hicieron con Bosch, están tratado de sacarle capital político, retorciendo el por qué de sus verdaderas motivaciones. Perversamente han querido sembrar en un pueblo mayormente iletrado, que Negro Veras se suma a los defensores de Leonel, que sostienen que su líder está siendo calumniado, cuando simple y llanamente Veras solo ha dicho por las razones citadas “yo no participo en ese juicio”.  Lo que de ningún modo significa que exima al “líder” de todas sus tropelías, tal como ellos quieren hacer creer.

Para finalizar, aclaro que solo motivaciones filosóficas me mueven a estas disquisiciones, queriendo compartir las creencias que tengo sobre las diferentes reacciones  que puede tener un padre, cuando movido por el instinto y amor paterno, actúa para resolver situaciones que se dan en torno a sus hijos. Reacción que llegada la ocasión, nunca sabremos cómo será; por lo que unos reaccionarán como Taras Bulba o Abraham, y otros como los demás aludidos en este trabajo. Pero en todos los casos… uno nunca sabe.

Dada esta situación, la lección que podemos aprender es que, tenemos que luchar para que en nuestra patria exista un estado de derecho e institucionalidad, donde la obligación y el deber de impartición y aplicación de la justicia, no esté sujeta a la voluntad autoritaria de un funcionario judicial o de un mal jefe de Estado; de modo que en ninguna circunstancia pueda darse un caso, donde un ciudadano, por humilde que sea, se vea en la necesidad de mendigar justicia, ni misericordia, mucho menos si las acciones de ese jefe de Estado, lo hacen en justicia, merecedor de estar en la cárcel de por vida.

 

 

 

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Años de investigación de una reserva para salvar al loro carirrojo de la extinción

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Tras varios años sin avistamientos, se volvió a registrar la presencia de esta especie en peligro de extinción en la recién creada reserva Ridgely, al sur del país andino

La primera expedición fue en 2022. Visitaron casa por casa en un pueblo de la provincia austral de Loja, al sur del Ecuador. Los científicos cargaban un par de fotografías en busca de un loro con brillantes manchas rojas alrededor del pico. “Preguntamos a los habitantes si lo habían visto”, cuenta Patricio Mena, coordinador de especies de la Fundación Jocotoco. Por aquella época había registros de poco más de 20 ejemplares en la zona. “Muchos respondieron que no, sobre todo los más jóvenes”. Pero, mientras avanzaban por el camino, los habitantes mayores de Selva Alegre confirmaron haber visto y hasta escuchado al ave. “Una persona nos dijo: ‘Sí, ese periquito suele estar ahí”, mientras señalaba un parche de árboles. Aquella pista encendió la esperanza de proteger al loro carirrojo (Hapalopsittaca pyrrhops), tanto así que, tres años después, en marzo de este año, crearon la reserva Ridgely, en el mismo Loja, para cuidar a esta especie, cuya población no supera los 2.400 individuos en el mundo.

Tras aquella primera expedición de 2022, emprendieron nuevos recorridos por las montañas y cordilleras cercanas en busca de más ejemplares. Ornitólogos, observadores de aves y personas de la zona trabajaron para confirmar que Selva Alegre era el lugar indicado para cuidar al loro. Es una especie neotropical muy rara, que habita únicamente en los bosques montanos nublados del sur de Ecuador y el norte de Perú. En los últimos años, su población ha disminuido de manera preocupante. Ha sido catalogado como una especie en peligro de extinción por la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), ya que es muy sensible a las alteraciones en su hábitat. Estudios recientes advierten que su población está experimentando declives rápidos, en gran parte por la pérdida de su entorno.

Recuperar su hábitat

La reserva Ridgely es hoy prácticamente una isla de árboles nativos a más de 2.500 metros de altura. A su alrededor, predominan extensas hectáreas de pino —una especie introducida hace más de un siglo en Ecuador, y que ha desplazado a los árboles y plantas originarias. A esto, se suman actividades ganaderas y agrícolas, que han reducido aún más el hogar del loro, explica David Parra, director de conservación de la Fundación Jocotoco, convirtiendo a la reserva en un sitio clave para la vida de las aves.

José Espinoza es el centinela del loro. Una mochila, unos binoculares y un teléfono son sus herramientas para contabilizarlos y proteger su hábitat. Espinoza fue uno de los primeros en lograr fotografiar al loro carirrojo, pocos meses después de la creación de la reserva. Todos los días patrullaba y abría camino en medio de la maleza. “Trataba de buscarlos y no los encontraba. Ya habían pasado más de dos meses”, dice este joven de 26 años mientras camina por los alrededores de la reserva.

En uno de sus patrullajes, en abril de este año, mientras recorría los senderos, llevaba un parlante que reproducía el canto del loro. “Cuando dejó de sonar, respondieron con el mismo sonido”, relata. Apenas los escuchó, alzó la mirada hacia las copas de los árboles y encontró un grupo de diez ejemplares entre las ramas. “Se quedaron varios minutos perchados, logré tomarles fotos. Estaba muy feliz porque rara vez se los logra ver”, cuenta ilusionado.

El siguiente paso es identificar si anidan o se desplazan en busca de comida en esta zona, explica Leovigildo Cabrera, administrador de las reservas del programa Chocó– Tumbes, una zona que combina las selvas tropicales del Chocó con los bosques secos de Tumbes, entre Ecuador y Perú, y de la que forma parte la reserva Ridgely. “Hay que entender cómo es su comportamiento, sus movimientos” y “para eso son necesarios los recorridos de monitoreo”, agrega. Hay que realizar largas horas de caminatas desde el amanecer, a las seis de la mañana, hasta entrada la tarde. Una tarea que exige paciencia, dedicación y constancia.

Pero el loro carirrojo no es único habitante de estos bosques. A más de 3.600 metros de altura, donde los pajonales y la vegetación de páramo domina el paisaje, vive el colibrí garganta azul (Lampornis clemenciae), en la reserva Cerro de Arcos que, junto con Ridgely, forman un corredor ecológico. “Las especies que habitan esta larga y delgada cordillera son muy móviles”, menciona Parra. Y, añade, estos ecosistemas “se comportan como islas porque guardan a especies únicas”.

Los vigilantes del colibrí son Ángel Macas y Norberto Ordóñez, dedicados a monitorear los nidos de esta especie única. En la aplicación de su celular llevan un registro exacto de cuántos colibríes habitan en la reserva. “Incluso identificamos los nidos con código y placas para diferenciarlos”, comenta Macas. Los recorridos los realizan en solitario por lo sensibles que pueden ser las aves. Pero su trabajo no se termina ahí, también participan en la reforestación con plantas nativas, como la chuquiragua, una especie de arbusto andino, que es el principal alimento del colibrí de garganta azul.

La meta de la nueva reserva Ridgely es aumentar su extensión. “Actualmente, tiene alrededor de 200 hectáreas y en el futuro se espera duplicar el área para crear un hábitat más grande que permita incrementar la población del loro carrirojo”, cuenta Mena. Proteger al loro crea un efecto paraguas: “Al conservar estos bosques, donde habita el loro, protegemos a muchas otras especies. La reserva empieza desde los 2.800 hasta los 3.500 metros, llegando casi el páramo. Al cuidar este ecosistema, preservamos fuentes hídricas y garantizamos la supervivencia de osos y aves, como el tucán andino, las pavas de monte, los colibríes o las ranas”, zanja el investigador.

La historia detrás del loro carirrojo y del colibrí garganta azul en Selva Alegre es también la de las personas que dedican su vida a protegerlos en medio de una región del Ecuador que está cada vez más amenazada por el impacto del cambio climático, además de la nueva presión que ha puesto en jaque a las áreas protegidas del país andino: la minería ilegal. La creación y expansión de la reserva Ridgely no solo busca salvar a una especie, sino preservar un bosque entero, sus ríos, su páramo y la increíble diversidad que habita en este ecosistema único.

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Los desastres son inevitables; las tragedias, no

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En México, la alerta de las inundaciones recientes llegó “cuando la ola ya estaba encima”, según dijo un testigo. En Haití, el huracán ‘Melissa’ no llegó, pero fue el país del Caribe donde más muertes dejó el potente ciclón. Los desastres se vuelven catástrofes por sistemas que se omiten y presupuestos que se desvían

Podemos hablar del paso de los huracanes y tormentas como si fueran una serie de números y nombres que desfilan: Erin, Gabrielle, Humberto, Imelda, Andrea, Barry, Chantal, Dexter, Fernand, Jerry, Karen, Lorenzo y Melissa. El último de esta temporada 2025 en el Atlántico, Melissa, dejó al 77% de Jamaica sin electricidad, al menos 28 muertos, más de 25.000 personas en refugios de emergencia; a Haití con 40 fallecidos, decenas de desaparecidos y más de 160 viviendas inundadas; a Cuba con 735.000 personas evacuadas.

Y pensamos en esas personas —las afortunadas— que siguen con vida, pero que perdieron sus hogares y que no tienen dinero para reconstruirlas; que con el tiempo terminarán por reconstruir(se) hasta que el paso de un futuro huracán les vuelva a atravesar por la mitad.

Empezamos, entonces, a asimilar mejor el concepto de “injusticia climática” cuando desciframos estas cifras en el periódico y vemos los encabezados que compiten en grandilocuencia: “el más devastador”, “el más fuerte”, “el más destructivo”. Atravesados como rayo por la palabra cambio climático.

Es más difícil pensar en conceptos y cifras cuando estos se viven en carne propia. Es, también, más difícil tomar distancia de estas tragedias para preguntarse qué convirtió estos desastres en catástrofes humanitarias, crisis de salud pública y económicas. ¿Qué tuvo que acontecer para que esto sucediera?

Quisiera hablar de desastres en un sentido más amplio. En México, hace tan solo unas semanas, lluvias torrenciales en cinco estados provocaron la muerte de al menos 70 personas y otras 70 más siguen desaparecidas. Se estima, también, que hay más de 100.000 viviendas afectadas. Cuando nos preguntamos qué pasó, los sobrevivientes hablan: “La alerta llegó cuando la ola ya estaba encima”.

Y entonces, empezamos a entender el tipo de cosas que tienen que acontecer para que lo inevitable suceda.

En su momento, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, sostuvo que no se escatimaría en recursos para atender a víctimas y que este año se aprobaron 19.000 millones de pesos mexicanos (unos 1.200 millones de dólares) para la atención de desastres.

Pero la atención no es lo mismo que la prevención. Como no es lo mismo salvar vidas que resarcir daños y enterrar muertos.

Cuando vemos los masivos recortes presupuestales a los sistemas de alerta temprana en México, en beneficio al tren Maya, a PEMEX, entre otros, entendemos por qué, el sistema mexicano de protección civil, que fue único e innovador a nivel global en su momento, sea tan insuficiente hoy en día. Se explica mejor el desmoronamiento de la comunicación de riesgos, la ausencia de convenios de colaboración con las telefonías para que alerten a las poblaciones vulnerables y los fondos de Prevención de Desastres desarticulados.

Este es el tipo de cosas que hacen que lo inevitable suceda.

En junio de este año, la ONU lanzó las alertas en Haití: el 96% de la población estaba en riesgos por desastres y, sin embargo, no existía el financiamiento necesario para activar sistemas de prevención ni material de emergencia post-desastre. Hacía tan solo unos meses, la ONU había decretado que el gobierno no tenía la capacidad de proteger a su población en su entrada a la época más difícil del año, la presente y temible temporada de huracanes. La ONU pedía 908 millones de dólares para apoyar a Haití, a mediados de junio tan solo había logrado reunir el 8%.

Este es el tipo de cosas que hacen que lo inevitable suceda.

En México, como en muchos otros países, la memoria sobre lugares a riesgo se fue gradualmente borrando y la legislación se hizo esquiva: los territorios inundables se volvieron habitables y se convenció a las poblaciones vulnerables de que eran seguros. Se omitieron, también, las estrategias de prevención y adaptación.

Y el problema, después, fue que “la alerta llegó cuando la ola ya estaba encima”.

En Haití, el huracán Melissa no llegó. Pero en las últimas décadas, el país fue paulatinamente acabando con sus bosques y zonas húmedas que permitían las infiltraciones al subsuelo, limitando las inundaciones; transformó sus árboles en energía para electricidad y debilitó los territorios que eran barrera a los deslizamientos de terreno. El huracán Melissa no llegó, pero Haití, que tenía ya a 230.000 haitianos en refugios improvisados, sufrió las consecuencias más mortíferas de la región tras su paso.

Las dinámicas territoriales de las últimas décadas y la degradación de los ecosistemas son ese tipo de cosas que tienen que suceder para que lo inevitable acontezca.

Y así, los desastres se vuelven catástrofes por procesos que se construyen, sistemas que se omiten, presupuestos que se desvían, personas cuyas vidas se juzgan poco importantes. Los escenarios son conocidos, las tragedias son previsibles, pero por falta de capacidad, se vuelven imposibles de evitar.

Estos desastres y tragedias ocurren a tan solo una semana de que se lleve a cabo la COP30, el evento climático más importante a nivel global, en donde se decidirá, entre otros temas, las inversiones que tienen que ser destinadas a la adaptación, la ayuda que recibirán los países más vulnerables a los riesgos climáticos y el rol de esos estados insulares que, a pesar de no ser responsables del cambio climático, terminan siendo los más afectados.

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Análisis Noticiosos

Al menos 64 muertos y decenas de detenidos en una megaoperación contra el crimen organizado en Río de Janeiro

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El gobernador afirma que “es una guerra que nada tiene que ver con la seguridad urbana” y pide ayuda a las Fuerzas Armadas

Sao Paulo.- Río de Janeiro vive este martes una jornada de caos colosal e intensos tiroteos por una operación policial contra el crimen organizado que ya es la más letal de la historia de la ciudad brasileña. Al menos 64 personas han muerto (incluidos cuatro agentes) y 81 han sido detenidas, según datos oficiales. El despliegue de 2.500 policías en esta megaoperación, que se ha centrado inicialmente en dos grandes barriadas cariocas de favelas, pretende frenar la expansión territorial del Comando Vermelho, el segundo grupo más poderoso del crimen organizado en el país sudamericano. El gobernador del Estado de Río, Claudio Castro, se ha quejado de que “Río está sola en esta guerra”, ha criticado la falta de apoyo del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva y ha pedido ayuda a las Fuerzas Armadas.

Río de Janeiro, turística, antigua capital y el hogar de seis millones de vecinos, es simultáneamente una ciudad muy desigual y acostumbrada a la violencia, pero las dosis desplegadas este martes resultan extraordinarias incluso para los locales. El descomunal despliegue policial ha sido respondido con intensos tiroteos por los hombres del Comando Vermelho, que incluso han lanzado granadas desde drones sobre los agentes. Horas después, el grupo criminal ha desplegado a sus miembros, que han cortado avenidas y calles con barricadas por toda la ciudad y por la zona metropolitana.

Las autoridades han elevado el nivel de alerta en Río ciudad y los noticiarios se han llenado de imágenes de avenidas cortadas con autobuses, coches quemados y decenas de hombres sin camiseta a los que los agentes se llevan detenidos. La policía se ha incautado de al menos 75 fusiles.

El baño de sangre en Río se ha producido a las puertas de que Brasil acoja a partir de la semana que viene la cumbre mundial del cambio climático, la COP30, que se celebrará en Belém, en la Amazonia, a más de 3.000 kilómetros de distancia. El presidente Lula será el anfitrión de una cumbre los días 6 y 7.

El principal objetivo de la operación policial es el jefe del Comando Vermelho en una barriada carioca llamada Complexo da Penha, el capo Edgar Alves de Andrade, apodado Doca. Los agentes, que tenían un centenar de órdenes de arresto, también buscan a decenas de sus lugartenientes.

Ya a primera hora de la mañana, las autoridades habían anunciado que los tiroteos entre agentes y criminales obligaron a suspender las clases en 45 colegios y a desviar 12 líneas de autobús. Por la tarde, el CV había logrado cortar el tráfico en al menos una quincena de puntos de la ciudad, incluida la avenida Brasil, una de las principales arterias viarias. “Es un escenario de guerra”, le ha contado la profesora Suellen Gomes al diario Estadão desde el Complexo do Alemão. Según ella, los tiros empezaron al amanecer y nadie fue al colegio. “Ninguna escuela de esta zona abre cuando hay operación”, explica.

Para atrapar a los jefes del negocio, a los contables que les ayudan a blanquear sus ganancias y a los soldados de a pie que con los que mantienen el control absoluto sobre barriadas completas donde dictan la ley, las autoridades han movilizado un despliegue enorme. A los 2.500 agentes de la policía militar y la civil involucrados, se han sumado una treintena de vehículos blindados, dos helicópteros, drones policiales y una docena de vehículos de demolición.

El gobernador Castro, bolsonarista, se ha quejado de que las Fuerzas Armadas rechazaron tres veces sus peticiones para que le enviaran blindados de apoyo. Ha pedido ayuda a los militares con el argumento de que esta “es una guerra que nada tiene que ver con la seguridad urbana” sino que está alimentada “por las armas del narcotráfico internacional”.

El secretario de Seguridad Pública Victor Santos, ha destacado que toda la operación se diseñó y se realiza con apoyo del Gobierno federal. Santos ha lamentado el caos para los vecinos y los heridos, pero ha recalcado que esta acción “era necesaria, estaba planificada, se basa en inteligencia y va a continuar”.

El epicentro de la megaoperación son dos enormes conjuntos de favelas donde viven casi 300.000 personas, el Complexo da Penha y el Complexo do Alemão. El primero es, según la fiscalía de combate a las familias criminales de Río, un centro neurálgico de las actividades del Comando Vermelho. El Complexo da Penha, dice una nota del Grupo Especial de Combate al Crimen Organizado (Gaeco), “es un punto estratégico para el flujo de drogas y armas, gracias a que está en las proximidades de varias autopistas, y se ha convertido en una de las principales bases del proyecto expansionista del grupo criminal”.

Uno de cada cuatro brasileños, es decir, 50 millones de personas, viven en barrios dominados por el crimen organizado, según un reciente estudio de la Universidad de Cambridge. El Comando Vermelho, el PCC u otros grupos armados, imponen su ley a sus vecinos y, en ocasiones, impide la acción de las autoridades. Los vecinos directamente afectados, que suelen ser pobres, negros y periféricos, se encuentran atrapados entre dos fuegos, abandonados por las autoridades, blanco fácil y presa de las balas perdidas, además de sometidos a extorsión.

En los últimos tiempos los delincuentes han descubierto las bondades del trabajo en remoto. Un fiscal del Estado amazónico de Rondonia explicaba recientemente en el diario O Globo que los jefes de las franquicias del Comando Vermelho por otros estados, sobre todo los fronterizos con otros países, se están refugiando en Río de Janeiro, que hasta este martes eran la principal guarida del grupo. “Se dieron cuenta de que el jefe ya no necesitaba estar en su estado natal. Podía estar protegido en Río y tomar decisiones por videollamada”, explicaba al diario carioca Anderson Batista de Oliveira, jefe del Gaeco en Rondonia. “El capo está en un lugar de difícil acceso para la policía, y la organización protege así a sus principales activos”, añadía.

Hasta ahora la operación más letal de Río era la de la favela de Jacarezinho, en el centro, donde en 2021 murieron 27 personas. La policía de Brasil es considerada una de las que más mata y más muere del mundo. En torno a un 10% de las muertes violentas suelen ser obra de uniformados. La de Río, tanto de la ciudad como del Estado, ha destacado durante años a nivel nacional por su alto. La creciente incorporación de cámaras en los uniformes ha contribuido a reducir las muertes en enfrentamientos a tiros con criminales.

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