Opinión
La tragedia silenciosa del parasitismo político
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5 meses agoon
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Isaías RamosPor Isaías Ramos
En la República Dominicana asistimos, sin darnos plena cuenta, a una de las tragedias más grandes y vergonzosas de nuestra historia republicana: el secuestro del Estado por una clase política que no produce, no construye, no representa, pero sí devora sin pudor los recursos de un pueblo empobrecido, frustrado y traicionado.
Mientras miles de dominicanos sobreviven con salarios miserables, se acuestan sin cena o agonizan en pasillos de hospitales sin medicinas, los partidos políticos —todos, sin excepción— se han convertido en parásitos institucionales que chupan la savia vital de la nación. Reciben más de 5,000 millones de pesos del presupuesto nacional cada vez que hay elecciones. Y aún sin comicios, el Estado les transfiere, como si fueran empresas públicas, millones en «financiamiento ordinario» para mantener sus maquinarias de clientelismo, corrupción y simulación democrática.
Y por si fuera poco, ahora se pelean —sin pudor alguno— no por ideas, no por propuestas, sino por casillas y cheques.
La reciente sentencia del Tribunal Superior Electoral (TSE), que anuló las resoluciones 07-2025 y 08-2025 de la Junta Central Electoral (JCE), ha desatado una lucha descarnada por el orden en la boleta electoral y la repartición del financiamiento público.
Esta no es una disputa ideológica ni doctrinal. Es una guerra por el 20 % restante del pastel estatal, donde partidos que apenas obtuvieron el 1 % de los votos reclaman un pedazo mayor del botín. Se presentan como defensores de la democracia, pero en realidad compiten por el subsidio, porque de él depende su existencia.
Y mientras tanto, el pueblo observa en silencio, sabiendo una verdad que no cabe en ninguna sentencia:
“El pueblo no come casillas ni vive de resoluciones.”
¿Puede ser justo que mientras una madre llora por no tener leche para su hijo, un partido que no alcanza ni el 2 % de apoyo popular reclame millones del Estado? ¿Es moral que mientras el pueblo paga una tarifa eléctrica que lo desangra, se repartan fondos a estructuras políticas que no representan ni a sus propios miembros?
Pero hay algo aún más indignante.
No es justo, y mucho menos moral, que cada dominicano —sin importar su ideología— esté obligado a pagar impuestos que terminan alimentando la ambición y la codicia de una clase política a la que ni siquiera respalda.
Según sus propias encuestas, solo 1 de cada 5 dominicanos se siente representado por los partidos políticos.
¿Dónde está el respeto a las mayorías? ¿Dónde está la democracia si el pueblo paga, pero no elige?
En el Frente Cívico y Social lo decimos con claridad y sin rodeos:
Lo justo, lo ético y lo verdaderamente democrático sería que cada partido se financie con los aportes voluntarios de sus miembros y simpatizantes. Que el respaldo se exprese con convicción, no con dinero público.
Porque cuando la política depende del bolsillo del pueblo, pero no de su voluntad, ya no es política: es una farsa institucionalizada.
Pero esta lucha no es nueva.
Durante la última década, el país ha sido testigo de al menos seis cambios de criterio en la distribución del financiamiento público entre los partidos políticos, dictados por resoluciones administrativas de la JCE o sentencias contradictorias entre tribunales. En lugar de fortalecer el sistema, estos vaivenes legales han demostrado que las reglas del juego electoral en República Dominicana se adaptan no a la justicia, sino a la conveniencia política del momento.
Y lo más alarmante: el Congreso ha ignorado todas las recomendaciones para establecer un marco legal claro y definitivo. Prefieren el caos normativo, porque en el desorden florece el reparto silencioso y el clientelismo sin control.
¿Qué democracia puede construirse si ni siquiera la base financiera del sistema está cimentada en reglas justas y estables?
Hoy, el financiamiento estatal a los partidos no solo representa un derroche económico; es el símbolo más claro de la desconexión total entre política y pueblo. La política se volvió negocio. El poder, una franquicia. Y los partidos, simples vehículos de captura de rentas públicas.
Cada peso entregado a esos partidos es un peso que se le arrebata a la salud, a la educación, al agua potable, a la infraestructura, a los sueños de millones. Es el combustible de una democracia vacía, hueca, parasitaria.
Pero este pueblo no nació para alimentar a sus verdugos.
Este pueblo no está condenado a vivir eternamente bajo la tutela de una partidocracia insaciable.
Por eso el Frente Cívico y Social sostiene con firmeza que el cambio real no vendrá de los mismos de siempre, disfrazados de nuevos colores o nuevos logos. El cambio verdadero surgirá del pueblo empoderado, del ciudadano consciente, de la justicia social organizada, y de las candidaturas independientes, consagradas en el artículo 22, numeral 1 de la Constitución, como derecho legítimo de cada ciudadano y ciudadana a elegir y ser elegido sin intermediarios, sin partidos, sin pactos oscuros.
“Candidaturas donde no hay peajes, ni dueños del poder: solo pueblo eligiendo pueblo.”
Ya es hora de cortar el cordón umbilical que une el poder con el dinero público.
Ya es hora de cerrar el grifo de una democracia comprada, mantenida y pervertida.
Ya es hora de que el pueblo recupere lo que es suyo.
La patria no puede seguir siendo el botín de los peores.
La patria es nuestra causa, no su negocio.
La patria no se negocia, se defiende.
¡Despierta RD!
Opinión
Trump ordena, Abinader se arrodilla y el Pentágono invade
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3 días agoon
diciembre 11, 2025Por Narciso Isa Conde
Santo Domingo.– Al aceptar la determinación de Trump y del Pentágono, de intervenir militarmente los aeropuertos de San Isidro y Las Américas, el espacio aéreo y aguas territoriales de nuestro país, para agredir militarmente a Venezuela y a otros países de la región, Luis Abinader ha cometido el delito de traición a la patria dominicana y la peligrosa afrenta de sumarse al plan de guerra e intervención de EE.UU. en esta región.
¿Qué implica la intervención militar en bases dominicanas?
La base militar de San Isidro es la más grande del país, concentra el mayor poder de fuego (aviación, cuerpo de paracaidistas, infantería y blindados) y pasa a ser intervenida por el Comando Sur del Pentágono.
No se había visto una cosa parecida luego de la intervención militar de abril de 1965: en los últimos 60 años la intervención militar de EE.UU. se mantuvo camuflada como «asesorías», «visitas», «ejercicios» y «operaciones» puntuales; pero ahora la intervención se asume directa, invasiva, indefinida y con tropas especializadas.
La Constitución vigente -a pesar de lo conservador, autoritario y neoliberal de su contenido- obliga a Abinader a rechazar cualquier agresión a nuestra soberanía y cualquier intervención en los asuntos internos de otros países.
¿Cuál es el contexto político y regional de esta acción?
En verdad, no se trató de un «acuerdo», sino de una orden de Trump y el Pentágono, fielmente cumplida por Abinader, en medio de un despliegue naval en el Caribe y áreas del Pacífico; apuntando contra Venezuela y Cuba, en primer lugar y sucesivamente.
Pero también contra los gobiernos de México y Colombia (Colombia ya invadida por 10 bases militares), sin descartar Nicaragua, ni a otros países que no se le dobleguen a un imperio furioso por su decadencia, empecinado en saquear petróleo, gas, minerales estratégicos, biodiversidad y fuentes de agua en Nuestra América.
El cartel mayor del Hemisferio Occidental es Wall Street y el mercado más grande es el Norte Revuelto y Brutal, mientras aquí abundan las narco-complicidades en altas instancias del Estado.
Este es un narco-estado y si no lo creen, examinen los largos años de impunidad de altos funcionarios civiles, militares y empresarios protectores de los capos Quirino, Figueroa Agosto, Toño Leña, Cesar El Abusador, Arturo del Tiempo, Nelson Solano, Miguel Gutiérrez, Miki López, Yamil Abreu y los capos del Cartel del Cibao, que primero financió al PLD y luego al PRM.
Examinen la narco-política del PRM y por qué las conexiones del narco con sus jefes políticos en funciones gubernamentales no se atacan ni se sancionan.
Opinión
Educación y carácter: deuda que RD no puede posponer
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3 días agoon
diciembre 11, 2025Por Isaías Ramos
Santiago nos golpeó con dos tragedias que el país no puede normalizar. Noelvin Jeremías Cabrera, de 14 años, murió tras un conflicto vinculado al entorno escolar luego de salir del Politécnico Simón Antonio Luciano Castillo; otro adolescente guarda prisión preventiva mientras se conoce el proceso.
Días después, Stephora Anne‑Mircie Joseph, de 11 años, falleció por ahogamiento durante una excursión escolar del Colegio Leonardo Da Vinci. Según informó el Ministerio Público, el caso se investiga como homicidio involuntario y se detuvo a cuatro personas, alegando presuntas fallas graves de supervisión y seguridad.
Estos episodios no son accidentes desconectados. Son síntomas de un deterioro profundo: en demasiados entornos escolares se ha debilitado la fuerza formativa, la autoridad moral y la coherencia institucional. Durante casi treinta años, la formación moral y cívica ha sido relegada y, al mismo tiempo, la disciplina ha sido malinterpretada como autoritarismo, dejando un vacío que hoy se expresa en conductas violentas, negligencia, irrespeto y una cultura escolar sin límites claros.
El Gobierno reaccionó anunciando una mesa interinstitucional “permanente” entre el Ministerio de Educación y la Procuraduría, enfocada en prevención, monitoreo y protocolos de actuación. Es un paso necesario. Pero debemos ser honestos: la República Dominicana está cansada de anuncios que no pasan de la rueda de prensa. La ciudadanía exige resultados medibles, responsables identificables y continuidad real. Lo que no se supervisa se pierde; lo que no se mide se diluye.
El problema de fondo excede cualquier mesa técnica. La Constitución es clara: el artículo 63, numeral 13, ordena como obligatoria en todas las escuelas —públicas y privadas— la formación social, cívica y ética, la enseñanza de la Constitución, los derechos fundamentales y la convivencia pacífica. La Ley 66‑97 insiste en principios como el respeto a la vida, la democracia, la solidaridad, la verdad y los valores que sostienen la dignidad humana. Sin embargo, entre la teoría legal y la práctica cotidiana hay un abismo que seguimos pagando con vidas jóvenes.
Hay, sin embargo, una señal alentadora: la Ordenanza 02‑2025 del Ministerio de Educación, que establece la implantación formal de la asignatura Educación Moral, Cívica y Ética Ciudadana en todos los niveles a partir del año escolar 2025‑2026. Es un avance importante, pero no será suficiente si no se acompaña de tres elementos indispensables: formación docente rigurosa, coherencia institucional y supervisión real. Una asignatura sin cultura institucional es como sembrar sin preparar la tierra.
En el Frente Cívico y Social entendemos que volver a educar el carácter implica recuperar la disciplina como virtud cívica, no como castigo. Disciplina significa dar estructura, sostener límites razonables y construir hábitos que fortalezcan la voluntad. Significa ser coherente —los adultos primero—, persistente —todos los días— y consistente —consecuencias claras, justas y previsibles—. La disciplina bien aplicada protege al alumno, dignifica la convivencia y devuelve a la escuela su papel como taller de ciudadanía.
Esta visión ha sido afirmada desde perspectivas distintas pero convergentes. Elena G. de White advirtió que la verdadera educación desarrolla la facultad de pensar y hacer, evitando que los jóvenes sean “simples reflectores del pensamiento de otros”. Y Camila Henríquez Ureña alertó contra reducir la educación a instrucción técnica, recordándonos que formar el ser es más decisivo que enseñar destrezas.
Hoy, en plena era de la inteligencia artificial, esta verdad es más urgente: la información se obtiene en segundos; el carácter se forma con esfuerzo cotidiano y con entornos que sostengan lo correcto cuando haya presión.
En medio de tanta preocupación, pude ver una señal de esperanza. Recientemente compartí con el personal docente y administrativo del Colegio Adventista Salvador Álvarez de Jababa, Moca: la escuela donde estudié de niño, fundada en 1925 y portadora de cien años de legado educativo y cristiano. Allí, en una actividad anual organizada por la familia Álvarez‑Piantini‑Schliemann, reafirmamos un compromiso: trabajar juntos para que este colegio rural se convierta en un referente nacional de educación integral y disciplina con propósito. En tiempos de crisis, los ejemplos valen más que los discursos.
Si queremos honrar a Noelvin y a Stephora, debemos transformar el duelo en acción verificable. Necesitamos un protocolo nacional obligatorio para excursiones escolares y actividades de riesgo, con auditoría anual y sanciones claras cuando se incumpla. Necesitamos indicadores públicos de convivencia —con estricta protección de identidad— y, más importante aún, que se publiquen de forma trimestral por distrito educativo: incidentes reportados, tiempos de respuesta, medidas aplicadas y avances en prevención. Y necesitamos la ejecución seria, no decorativa, de la formación moral y cívica, con acompañamiento docente, supervisión independiente y continuidad sostenida.
Porque una sociedad que educa el carácter reduce la violencia. Y una que renuncia a esa tarea termina llorando a sus hijos.
Despierta, RD!
Por Rommel Santos Diaz
Otro de los derechos accesorios al derecho a la participación es el derecho a la notificación. Una vez que las víctimas sean reconocidas como tales frente a la Corte Penal Internacional, en una situación o en un caso, directamente o a través de sus representantes legales, las víctimas tienen derecho a ser notificadas e informadas de los avances del procedimiento, de las decisiones de la Sala correspondiente, de las fechas de las audiencias, de la interposición de recursos por las partes , entre otras diligencias.
Tanto la publicidad de los procedimientos como la notificación a las víctimas son claves para garantizar que esta pueda ejercer su derecho a la participación.
Esta importancia es reconocida por algunas disposiciones que hacen expresa la necesidad de que las víctimas tengan conocimiento del estado de los procedimientos; por ejemplo la norma 87 establece la obligación explícita del Fiscal de notificar a las víctimas de acuerdo a la regla 50(1) y la regla 92(2). Igualmente, derivado del artículo 15 del Estatuto de Roma, la Secretaría podrá asistir en esta notificación si así es requerida por la Fiscalía.
Igualmente, existe la obligación de notificar y dar adecuada publicidad de las actuaciones por medios generales de acuerdo a las reglas 92(8) y 96(1).
Esta función se encuentra regulada en el Reglamento de la Secretaría de la Corte Penal Internacional en donde se reconoce la importancia de que esta información sea accesible a las víctimas para facilitar el ejercicio de sus derechos.
Finalmente es importante mencionar que los jueces al ser los garantes del debido proceso y el ejercicio de las víctimas, tienen la facultad de rechazar una solicitud de participación si consideran que en ella no se ha acreditado la calidad de víctima frente a la Corte Penal Internacional.
Sin embargo, las víctimas podrán presentar otra solicitud en una etapa ulterior de acuerdo a la regla 89(2).Finalmente las víctimas si así lo desean, podrán retirar su solicitud de participación en cualquier momento si así conviniere a sus intereses.
