Opinión
Por Chávez: un coronel que se casó con la gloria
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13 años agoon
Por Narciso Isa Conde
Amo la naturaleza y se que no es ella la culpable de los graves problemas de salud que enfrenta, exhibiendo un valor espartano, el comandante Chávez.
El cáncer tiene mucho de extraño, de antinatura, de químicos, de excesos, de ingestas perjudiciales, de degradación de lo natural; de tormentos, presiones y agresiones.
Duele su expansión y duele más cuando se ensaña contra seres muy queridos o contra luchadores sociales meritorios y valiosos.
Conturba en demasía cuando afecta a personas con enormes deseos de vivir e inmensas posibilidades de aportar al bienestar colectivo.
Estremece el alma cuando amenaza la vida de seres humanos bondadosos, protagonistas relevantes de procesos emancipatorios inconclusos, convertidos en blancos de ataque de poderes perversos.
Preocupa mucho a los colectivos humanos revolucionarios cuando las eventuales víctimas de esa enfermedad son asumidas por sus pueblos como garantías de la continuidad de cambios bienhechores y se estima que su desaparición física pudiera generar riesgos no deseables y eventuales retrocesos.
El comandante Chávez y su actual estado de salud motivan todos esos sentimientos y preocupaciones.
Una mezcla de dolor y orgullo embarga hoy el alma bolivariana, guevarista, caamañista, socialista, antiimperialista… de los viejos y los nuevos movimientos emancipadores.
El comandante Chávez despertó un sentimiento muy especial en los/as dominicanos/as que vivimos y valoramos aquel abril heroico y hermoso del año 1965, encabezado precisamente por aquellos coroneles que supieron casarse con la gloria. Y resultó así porque cinco lustros después la revolución bolivariana encarnó la continuidad de esa gesta y le dio proyecciones continentales, con un oficial bolivariano al frente.
Otro coronel, esta vez venezolano, con vocación latino-caribeña, dio la primera clarinada contra la ya podrida democracia representativa y contra al auge devastador del neoliberalismo, y nos convocó a despreciar el pérfido estigma de “golpistas” fabricado por imperialismos expoliadores, burguesías dependientes y políticos delincuentes para desacreditar esa nueva insurgencia militar-popular redentora.
La cárcel le quedó pequeñita al coronel al punto que su inmensa dignidad y la de sus camaradas de armas desbordó con creces los barrotes de acero.
Las victorias político-electorales no tardaron en repetirse y desplegarse.
La Constituyente Popular hizo emerger una nueva democracia.
El golpe canalla de los supuestos anti-golpista duró menos que una cucaracha en un gallinero.
Chávez se abrazó a Fidel y junto con Evo, Correa, Daniel, Lula, Kirchner, Tabaré y sus pueblos…derrotaron el ALCA imperialista.
Brotó el ALBA y con ella la esperanza del renacer de nuestra América.
La revolución recobró actualidad.
El socialismo, su renovación, su relanzamiento, ocuparon lugares señeros en el debate mundial.
El continente comenzó a sembrarse de logros sociales y, sobre todo, esperanzas.
La solidaridad y la liberación de los seres humanos dejaron de ser palabras desactualizadas por el nefasto “discurso único” neoliberal.
Chávez simbolizó las buenas nuevas.
Por eso motiva un gran dolor la posibilidad de prescindir de su aporte político y de su gran valía.
Por eso el orgullo de haber acompañado y defendido sus rebeldías justicieras.
Por eso el anhelo de que el comandante Chávez venza el designio fatal que lo amenaza, al tiempo de aspirar vehementemente a que el pueblo venezolano construya su dirección revolucionaria colectiva, única opción capaz de suplir la ausencia de un liderazgo de tan profundo calado y tan formidable talento, en caso de producirse el peor de los desenlaces.
El comandante Chávez desde su primerísima condición de coronel determinado a cazarse con la gloria encarnó toda una época caracterizada por la disyuntiva entre lo viejo que se resiste a morir y lo nuevo que no termina de crecer.
El reto que impone su delicado estado de salud pasa por desatar todas las energías positivas en favor de su recuperación, al tiempo de proceder a desplegar la creatividad y solidaridad colectiva que garanticen la continuidad y profundización de ese proceso catalizador de todas las liberaciones necesarias a lo largo y ancho de nuestra América.
¡Que así sea!
Opinión
Trump ordena, Abinader se arrodilla y el Pentágono invade
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3 días agoon
diciembre 11, 2025Por Narciso Isa Conde
Santo Domingo.– Al aceptar la determinación de Trump y del Pentágono, de intervenir militarmente los aeropuertos de San Isidro y Las Américas, el espacio aéreo y aguas territoriales de nuestro país, para agredir militarmente a Venezuela y a otros países de la región, Luis Abinader ha cometido el delito de traición a la patria dominicana y la peligrosa afrenta de sumarse al plan de guerra e intervención de EE.UU. en esta región.
¿Qué implica la intervención militar en bases dominicanas?
La base militar de San Isidro es la más grande del país, concentra el mayor poder de fuego (aviación, cuerpo de paracaidistas, infantería y blindados) y pasa a ser intervenida por el Comando Sur del Pentágono.
No se había visto una cosa parecida luego de la intervención militar de abril de 1965: en los últimos 60 años la intervención militar de EE.UU. se mantuvo camuflada como «asesorías», «visitas», «ejercicios» y «operaciones» puntuales; pero ahora la intervención se asume directa, invasiva, indefinida y con tropas especializadas.
La Constitución vigente -a pesar de lo conservador, autoritario y neoliberal de su contenido- obliga a Abinader a rechazar cualquier agresión a nuestra soberanía y cualquier intervención en los asuntos internos de otros países.
¿Cuál es el contexto político y regional de esta acción?
En verdad, no se trató de un «acuerdo», sino de una orden de Trump y el Pentágono, fielmente cumplida por Abinader, en medio de un despliegue naval en el Caribe y áreas del Pacífico; apuntando contra Venezuela y Cuba, en primer lugar y sucesivamente.
Pero también contra los gobiernos de México y Colombia (Colombia ya invadida por 10 bases militares), sin descartar Nicaragua, ni a otros países que no se le dobleguen a un imperio furioso por su decadencia, empecinado en saquear petróleo, gas, minerales estratégicos, biodiversidad y fuentes de agua en Nuestra América.
El cartel mayor del Hemisferio Occidental es Wall Street y el mercado más grande es el Norte Revuelto y Brutal, mientras aquí abundan las narco-complicidades en altas instancias del Estado.
Este es un narco-estado y si no lo creen, examinen los largos años de impunidad de altos funcionarios civiles, militares y empresarios protectores de los capos Quirino, Figueroa Agosto, Toño Leña, Cesar El Abusador, Arturo del Tiempo, Nelson Solano, Miguel Gutiérrez, Miki López, Yamil Abreu y los capos del Cartel del Cibao, que primero financió al PLD y luego al PRM.
Examinen la narco-política del PRM y por qué las conexiones del narco con sus jefes políticos en funciones gubernamentales no se atacan ni se sancionan.
Opinión
Educación y carácter: deuda que RD no puede posponer
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3 días agoon
diciembre 11, 2025Por Isaías Ramos
Santiago nos golpeó con dos tragedias que el país no puede normalizar. Noelvin Jeremías Cabrera, de 14 años, murió tras un conflicto vinculado al entorno escolar luego de salir del Politécnico Simón Antonio Luciano Castillo; otro adolescente guarda prisión preventiva mientras se conoce el proceso.
Días después, Stephora Anne‑Mircie Joseph, de 11 años, falleció por ahogamiento durante una excursión escolar del Colegio Leonardo Da Vinci. Según informó el Ministerio Público, el caso se investiga como homicidio involuntario y se detuvo a cuatro personas, alegando presuntas fallas graves de supervisión y seguridad.
Estos episodios no son accidentes desconectados. Son síntomas de un deterioro profundo: en demasiados entornos escolares se ha debilitado la fuerza formativa, la autoridad moral y la coherencia institucional. Durante casi treinta años, la formación moral y cívica ha sido relegada y, al mismo tiempo, la disciplina ha sido malinterpretada como autoritarismo, dejando un vacío que hoy se expresa en conductas violentas, negligencia, irrespeto y una cultura escolar sin límites claros.
El Gobierno reaccionó anunciando una mesa interinstitucional “permanente” entre el Ministerio de Educación y la Procuraduría, enfocada en prevención, monitoreo y protocolos de actuación. Es un paso necesario. Pero debemos ser honestos: la República Dominicana está cansada de anuncios que no pasan de la rueda de prensa. La ciudadanía exige resultados medibles, responsables identificables y continuidad real. Lo que no se supervisa se pierde; lo que no se mide se diluye.
El problema de fondo excede cualquier mesa técnica. La Constitución es clara: el artículo 63, numeral 13, ordena como obligatoria en todas las escuelas —públicas y privadas— la formación social, cívica y ética, la enseñanza de la Constitución, los derechos fundamentales y la convivencia pacífica. La Ley 66‑97 insiste en principios como el respeto a la vida, la democracia, la solidaridad, la verdad y los valores que sostienen la dignidad humana. Sin embargo, entre la teoría legal y la práctica cotidiana hay un abismo que seguimos pagando con vidas jóvenes.
Hay, sin embargo, una señal alentadora: la Ordenanza 02‑2025 del Ministerio de Educación, que establece la implantación formal de la asignatura Educación Moral, Cívica y Ética Ciudadana en todos los niveles a partir del año escolar 2025‑2026. Es un avance importante, pero no será suficiente si no se acompaña de tres elementos indispensables: formación docente rigurosa, coherencia institucional y supervisión real. Una asignatura sin cultura institucional es como sembrar sin preparar la tierra.
En el Frente Cívico y Social entendemos que volver a educar el carácter implica recuperar la disciplina como virtud cívica, no como castigo. Disciplina significa dar estructura, sostener límites razonables y construir hábitos que fortalezcan la voluntad. Significa ser coherente —los adultos primero—, persistente —todos los días— y consistente —consecuencias claras, justas y previsibles—. La disciplina bien aplicada protege al alumno, dignifica la convivencia y devuelve a la escuela su papel como taller de ciudadanía.
Esta visión ha sido afirmada desde perspectivas distintas pero convergentes. Elena G. de White advirtió que la verdadera educación desarrolla la facultad de pensar y hacer, evitando que los jóvenes sean “simples reflectores del pensamiento de otros”. Y Camila Henríquez Ureña alertó contra reducir la educación a instrucción técnica, recordándonos que formar el ser es más decisivo que enseñar destrezas.
Hoy, en plena era de la inteligencia artificial, esta verdad es más urgente: la información se obtiene en segundos; el carácter se forma con esfuerzo cotidiano y con entornos que sostengan lo correcto cuando haya presión.
En medio de tanta preocupación, pude ver una señal de esperanza. Recientemente compartí con el personal docente y administrativo del Colegio Adventista Salvador Álvarez de Jababa, Moca: la escuela donde estudié de niño, fundada en 1925 y portadora de cien años de legado educativo y cristiano. Allí, en una actividad anual organizada por la familia Álvarez‑Piantini‑Schliemann, reafirmamos un compromiso: trabajar juntos para que este colegio rural se convierta en un referente nacional de educación integral y disciplina con propósito. En tiempos de crisis, los ejemplos valen más que los discursos.
Si queremos honrar a Noelvin y a Stephora, debemos transformar el duelo en acción verificable. Necesitamos un protocolo nacional obligatorio para excursiones escolares y actividades de riesgo, con auditoría anual y sanciones claras cuando se incumpla. Necesitamos indicadores públicos de convivencia —con estricta protección de identidad— y, más importante aún, que se publiquen de forma trimestral por distrito educativo: incidentes reportados, tiempos de respuesta, medidas aplicadas y avances en prevención. Y necesitamos la ejecución seria, no decorativa, de la formación moral y cívica, con acompañamiento docente, supervisión independiente y continuidad sostenida.
Porque una sociedad que educa el carácter reduce la violencia. Y una que renuncia a esa tarea termina llorando a sus hijos.
Despierta, RD!
Por Rommel Santos Diaz
Otro de los derechos accesorios al derecho a la participación es el derecho a la notificación. Una vez que las víctimas sean reconocidas como tales frente a la Corte Penal Internacional, en una situación o en un caso, directamente o a través de sus representantes legales, las víctimas tienen derecho a ser notificadas e informadas de los avances del procedimiento, de las decisiones de la Sala correspondiente, de las fechas de las audiencias, de la interposición de recursos por las partes , entre otras diligencias.
Tanto la publicidad de los procedimientos como la notificación a las víctimas son claves para garantizar que esta pueda ejercer su derecho a la participación.
Esta importancia es reconocida por algunas disposiciones que hacen expresa la necesidad de que las víctimas tengan conocimiento del estado de los procedimientos; por ejemplo la norma 87 establece la obligación explícita del Fiscal de notificar a las víctimas de acuerdo a la regla 50(1) y la regla 92(2). Igualmente, derivado del artículo 15 del Estatuto de Roma, la Secretaría podrá asistir en esta notificación si así es requerida por la Fiscalía.
Igualmente, existe la obligación de notificar y dar adecuada publicidad de las actuaciones por medios generales de acuerdo a las reglas 92(8) y 96(1).
Esta función se encuentra regulada en el Reglamento de la Secretaría de la Corte Penal Internacional en donde se reconoce la importancia de que esta información sea accesible a las víctimas para facilitar el ejercicio de sus derechos.
Finalmente es importante mencionar que los jueces al ser los garantes del debido proceso y el ejercicio de las víctimas, tienen la facultad de rechazar una solicitud de participación si consideran que en ella no se ha acreditado la calidad de víctima frente a la Corte Penal Internacional.
Sin embargo, las víctimas podrán presentar otra solicitud en una etapa ulterior de acuerdo a la regla 89(2).Finalmente las víctimas si así lo desean, podrán retirar su solicitud de participación en cualquier momento si así conviniere a sus intereses.
