Por lo regular, los progenitores, en especial las madres, suelen ser muy protectores con sus hijos, lo cual es un instinto natural. El problema viene cuando el infante crea una dependencia tal, que limita el desarrollo de su autonomía.
Muchos padres, creyendo que con eso “protegen” a sus hijos, no los “dejan ser”, es decir, no les dan la oportunidad de poder hacer cosas por sí solos y descubrir sus destrezas y sus capacidades. Por ejemplo, no les asignan responsabilidades en la casa que se adapten a su edad, como alimentar a la mascota o mantener organizada su habitación; no les permiten permanecer en otros ambientes como la escuela, la casa de los abuelos o algún otro familiar de confianza o no los motivan a que realice acciones por sí solo, tomando en cuenta que ya son capaces de hacerlas, como lavarse las manos, comer, bañarse o vestirse.
Patsy Matos, psicóloga infantil, explica que el apego se caracteriza por ser una relación duradera en el tiempo. Se desarrolla en el día a día de la relación con el niño, desde el nacimiento hasta la adultez. La calidad del apego que reciba el niño va a influir en cómo se comportará y desarrollará en el futuro.
“Es importante señalar que el apego es una necesidad biológica, es justamente el vínculo afectivo generado a partir de una necesidad de proximidad, aceptación y de ser protegido incondicionalmente. Desde su nacimiento, los bebés intentan crear este vínculo con las personas que se encargan de su cuidado. Partiendo del punto de vista biológico y evolutivo, la figura con la que se establece el vínculo de apego más fuerte es con la madre”, señala Matos, quien es psicóloga de Nivel Inicial del Colegio Bilingüe New Horizons. Sin embargo, la integración del padre en los cuidados, la interacción y protección del bebé también constituirá la base para el desarrollo de apego con esta figura, aclara la experta.
“Un apego seguro producirá consecuencias positivas en el desarrollo evolutivo del niño. Muchos expertos relacionan este tipo de apego con una mayor capacidad cognitiva, además de destacar un adecuado desarrollo socio emocional, actitudes más cooperadoras y de obediencia y un sano desarrollo de su autoestima”, asegura Matos.
Evita las confusiones
Pero… ¿cómo saber si lo que estás haciendo está mal? Matos considera que lo primero que debes hacer es no confundir “apego seguro” con “sobreprotección”.
“La sobreprotección desarrollará en el niño una dependencia caracterizada por inseguridad, desconfianza y dificultad para desarrollar relaciones sociales efectivas, pues los niños que crecen bajo este estilo de crianza suelen ser muy resistentes a los cambios, evaden contacto social prefiriendo jugar solos, tienen dificultad para adaptarse a los diferentes ambientes a que son expuestos, muestran ansiedad y angustia, les es muy difícil separarse de sus padres, tienden a redirigir esa dependencia en otra figura (abuela, maestra, tía) y desarrollan una baja autoestima”, dice Matos.
Clarissa Guerrero, terapeuta infato-juvenil, considera que es de suma importancia destacar que el vínculo de apego no sólo se crea con la madre. Un niño puede crear apego con cualquier figura de cuidado que le proporcione contención y seguridad, que le haga sentir que el mundo es seguro y que se tiene esa figura de referencia que le ofrecerá protección y amor.
El hecho de que un cuidador esté siempre disponible no garantiza que el apego que se desarrolle sea el adecuado, ya que la presencia física no es el único factor que determina el apego.
“La disponibilidad, tono de voz, expresiones, contacto emocional son factores fundamentales para desarrollar un apego seguro. Con el apego seguro el niño aprenderá que el mundo es seguro y predecible. Un niño que desarrolle un apego seguro será un niño libre, más independiente pero con raíces afectivas sanas y estables”, comenta Guerrero.
Crea una base adecuada
Según las expertas, los padres deben tomar medidas que los ayuden a promover un apego seguro, como satisfacer las necesidades del bebé, crear una comunicación efectiva y disfrutar cada etapa de sus hijos. “En los primeros meses de vida es muy importante que el bebé sepa que cuenta con una figura que puede satisfacer sus necesidades primarias. El hecho de que estas necesidades sean cubiertas le va dando la idea al niño de que el mundo es un lugar seguro a pesar de que aún no pueda valerse por sí mismo”, detalla Guerrero, sobre los primeros meses del infante.
Y cuando habla de comunicación efectiva, Guerrero se refiere en tratar de interpretar los estados emocionales del niño o niña. Para ello, se debe utilizar un adecuado tono de voz y expresión facial que ayudará al niño a crear conexiones afectivas con las demás personas y a sentirse contenido a nivel emocional.
“El apego es un vínculo de constante reciprocidad. Por esto es importante que los padres se mantengan disponibles y con lazos de comunicación tolerantes y abiertos con sus hijos. Que estos sientan que crecer es un beneficio y que seguirán siendo amados, valorados y protegidos en las diferentes etapas de su vida”, concluye Guerrero.
Ayúdalos a ser estables emocionalmente
El apego que pueda crear un niño es como un “molde” que se utilizará para sus relaciones futuras (amigos, pareja, autoridades). Por tal razón, las expertas recomiendan trabajar con sus hijos un apego seguro, que es una de las mejores garantías que en un futuro los niños sean adultos emocionalmente estables e independientes. Matos sugiere a los padres que deben proveerles oportunidades de experimentar, de equivocarse, de fallar o de acertar.
Consejo
Se deben evitar mensajes directos e indirectos relacionando las situaciones
con un peligro del que deben protegerlo.
Escúchelos
Permitirle expresarse, que opinen y digan lo que necesitan, escúchelo y respete sus decisiones siempre y cuando no traspasen los límites establecidos en la familia.