Opinión
África y nuestra América frente al saqueo imperial
Published
2 semanas agoon
Por Narciso Isa Conde
A cada cerdo gordo le llega su San Martín.
Es el caso del imperialismo occidental, racista, brutalmente saqueador y neocolonial.
Una parte de África, rica en oro, diamante, uranio… con pueblos dramáticamente empobrecidos, les ha dicho a las potencias imperialistas europeas y norteamericanas: alto ahí, no más abusos, tenemos otras posibilidades y ofertas, ustedes no están solos, ni controlando todo, en el sistema de Estado de este mundo multipolar.
Cierto que todos los Estados están operando dentro de la lógica de la economía-mundo del gran capital. Pero con modalidades distintas y en el marco de una intensa competencia por la supremacía a escala mundial, en las que EU y la UE transitan por una decadencia progresiva, afectadas además por recurrentes y diversas crisis político-sociales.
Estamos ante nuevas oportunidades y nuevos desafíos.
La superación del miedo a las crueles potencias neocoloniales nuevas rutas de libertad y autodeterminación.
Las rebeldías de los pueblos de una parte de sus naciones y de no pocos pueblos de sus periferias dependientes se repiten y se expanden.
En África, Níger rompió cadenas neocoloniales recientemente.
Burkina Faso, Malí y Guinea la respaldaron, después de haber hecho lo mismo anticipadamente.
Sudáfrica, desde la victoria de Mandela, aún con sus altibajos, dejó atrás la sumisión al Norte opresor.
En fin, en África avanza una ola pro nueva independencia parecida a las latino-caribeñas de las últimas décadas.
Miren lo que le dice al mundo la Coordinación Estatal Contra la OTAN y las Bases (CECOB):
“Las cosas están cambiando rápidamente en África Occidental y las repercusiones se sentirán en todo el continente y en buena parte del planeta. El corazón de las tinieblas ha decidido latir por sí y para sí. Níger, es el cuarto país del Sahel con un golpe de Estado anti-occidental. El levantamiento militar ocurrido en Níger el pasado 26 de julio sigue la estela de otros similares ocurridos en (agosto 2020 y mayo 2021), Burkina Faso (enero y septiembre de 2022) y Guinea (septiembre de 2021).”
“Estos golpes de estado, a diferencia de los que ocurren con frecuencia en éstos y otros países africanos que sirven para intensificar el saqueo neocolonial o deponer a líderes no lo suficientemente dóciles a sus intereses, han señalado a las potencias occidentales – sobre todo a Francia y EEUU – como responsables de la sangrienta presencia de grupos islamistas y del pillaje de sus recursos”.
Y esto… “acontece después de siglos de colonialismo, de esclavitud, de saqueo de las materias primas de un país inmensamente rico, de miseria de su pueblo, de asesinato de líderes antiimperialistas, de gobiernos títeres y de ocupación militar.” (CECOB /REBELIÓN, 11 de AGOSTO 2023)
Así las cosas, los recientes golpes militares africanos, a diferencia de los tradicionales golpes del pasado, se parecen en cierta medida a los encabezados en Nuestra América, en aquellos tiempos, por Torrijos, Velazco Alvarado, Torres y Chávez…
Tienen cierto parecido a procesos como la revolución democrática y guerra patria liderada en República Dominicana por los coroneles Fernández Domínguez y Francis Caamaño.
Militares jóvenes y talentosos desplazando regímenes ultra derechistas, condenando el dominio neocolonial y el saqueo imperialista, y dispuestos a enfrentar con las armas la invasión de las potencias occidentales; guardando –claro está- la debida distancias y particularidades históricas y culturales.
Ojo, pues, con la pérfida campaña que los presenta y estigmatiza como “golpes despóticos”, para erosionar la solidaridad mundial que merecen y la hermandad que necesitamos.
Algo de gran valor es que esta oleada de cambios en África Occidental confluye con las rebeldías latino-caribeñas de estos tiempos.
Pueblos abusados y naciones saqueadas de ambos continentes coinciden en el esfuerzo heroico de ejercicio de soberanía popular y autodeterminación nacional.
Las fibras comunes creadas en siglos de sufrimientos se potencian y hermanan en los nuevos combates por el pan, la alegría y la felicidad.
Este mundo cambiante se torna así más promisorio para los pueblos oprimidos del mundo y para el desarrollo de la unidad antiimperialista transcontinental.
Opinión
Cuando el conocimiento y el intelecto se diluyen en el estiércol.
Published
3 días agoon
septiembre 27, 2023Por Edgard Paniagua Miguel
Por Isaías Ramos
Nuestro pueblo dominicano se encuentra navegando por un mar de confusiones, atrapado entre el anhelo de “progreso económico” y el imperativo de la integridad moral y social. Mientras la élite política pinta un cuadro de un futuro próspero, nuestros corazones nos dicen que estamos perdiendo nuestros valores y principios fundamentales, aquellos que dan vida a una sociedad justa y equitativa.
El sueño del progreso económico se ha desvanecido en un desierto moral. Soñábamos con una patria donde la justicia y la tranquilidad fueran el pan de cada día, pero hoy nos vemos sumergidos en un ambiente cada vez más violento, hostil y desigual entre los que “tienen” y los que “no tienen”. La insaciable codicia de esta élite ha agrandado la brecha entre ricos y pobres, dando vida a una clase baja que subsiste en la miseria, despojada de servicios esenciales y de su propia dignidad, mientras una pequeña élite se baña en opulencia.
Esta dolorosa realidad es el fruto de gobernantes que, carentes de conciencia social, han elegido favorecer el capital y oprimir al pueblo. Con una crueldad perversa, han hipotecado el futuro de nuestros hijos y nietos para incrementar sus fortunas y las de sus allegados, sacrificando la salud, la educación, las pensiones de nuestros trabajadores y nuestro medio ambiente en el altar del “crecimiento económico”. Han disfrazado la explotación y opresión de la mano de obra con sueldos de miseria como “competitividad”, convirtiéndola en un reclamo para “inversiones”, una forma moderna de vender esclavitud.
El neoliberalismo salvaje ha intensificado estas atrocidades, promoviendo una visión del mundo donde el crecimiento se sustenta en la pérdida de la dignidad humana, dando vida a una sociedad donde el dinero es un “Dios” amoral, donde la riqueza se acumula en pocas manos, ignorando las necesidades de la mayoría. Han transformado nuestras naciones en desiertos sociales, donde el éxito se esconde tras altas vallas y guardianes armados.
La realidad de países vecinos, nos muestra el devastador final de modelos económicos que, prometiendo prosperidad, solo traen destrucción y abandono. Si seguimos este camino, nuestro destino no será diferente.
En el Frente Cívico y Social creemos que, en este panorama desolador, es la ciudadanía quien tiene el poder y la responsabilidad de forjar un nuevo destino. Es crucial exigir integridad y transparencia, revaluar el camino que estamos construyendo y rectificar nuestro rumbo. Reconstruir una sociedad más justa, equitativa y moral es una misión compartida, y el momento de actuar es ahora.
El verdadero progreso no se mide por indicadores económicos, sino por la calidad de vida de nuestras gentes, el bienestar colectivo y la preservación de nuestros valores y principios. Buscar el crecimiento económico no debe ser un fin en sí mismo, sino el medio para edificar una sociedad más justa y equitativa.
En el FCS, sabemos que acostumbrarnos a vivir entre el desierto moral y el progreso vacío podría empujarnos a un abismo sin retorno. Es hora de construir el camino hacia un futuro en el que el éxito se mida no por la riqueza de unos pocos, sino por el bienestar de todos, por la preservación de nuestra humanidad y nuestros recursos naturales, y por el legado que dejemos a las futuras generaciones. Es hora de reflexionar y actuar para construir el futuro que soñamos, un futuro donde el progreso y los valores morales y sociales florezcan en armonía.
¡Despierta, RD!
Opinión
El Estatuto de Roma y la Cooperación de los Estados
Published
3 días agoon
septiembre 27, 2023Por Rommel Santos Díaz
El artículo 86, de la parte 9 del Estatuto de Roma estipula que todos los Estados deberán cooperar plenamente con la Corte Penal Internacional en relación con la investigación y el enjuiciamiento de crímenes de su competencia.
La palabra ¨cooperar plenamente¨ fueron escogidas cuidadosamente por los redactores del Estatuto de Roma, para enfatizar el papel importante que tienen los Estados en el funcionamiento efectivo y eficiente de la Corte.
El artículo 86 del Estatuto de Roma también prevé que los Estados Partes deberán cooperar plenamente ¨de conformidad con lo dispuesto en el Estatuto. Por consiguiente, toda previsión del Estatuto que requiera la participación de un Estado deberá interpretarse como cooperación plena, salvo que se especifique lo contrario.
El mismo artículo 86 estipula que los Estados Partes deberán ¨asegurar que en el derecho interno existan procedimientos aplicables a todas las formas de cooperación especificadas en esta parte del Estatuto de Roma.
En otros términos, se prevé que los Estados utilicen sus leyes nacionales para establecer todos los procedimientos necesarios que les posibiliten asistir a la Corte Penal Internacional. Todos estos procedimientos deberán permitir a los órganos estatales responder tan rápido como sea posible a los requerimientos de la Corte.
Los Estados deben de considerar que si no cumplen con un requerimiento de la cooperación de la Corte Penal Internacional, en contravención a los dispuesto en el Estatuto, impidiéndole ejercer sus funciones y atribuciones de conformidad con el Estatuto, la Corte podrá hacer una constatación en ese sentido y remitir la cuestión a la Asamblea de los Estados Partes o, al Consejo de Seguridad, si este le hubiese remitido el asunto.
El Estatuto de Roma no prevé específicamente ninguna sanción. Sin embargo, un Estado Parte que se niegue a dar curso a una solicitud de cooperación formulada por la Corte, estará incumpliendo con sus obligaciones al tratado en la mayoría de los casos, y podría haber consecuencias políticas perjudiciales contra ese Estado.
Todo lo planteado anteriormente tiene un impacto directo en cuanto a la competencia de la Corte Penal Internacional, en tanto el artículo 12 del Estatuto de Roma establece que un Estado, al aceptar ser parte del Estatuto, se adhiere por ende a la jurisdicción de la Corte respecto a los crímenes estipulados en el articulo 5 (genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y crimen de agresión). Esto significa que una vez que un Estado se convierte en Estado Parte, éste acepta automáticamente la competencia de la Corte, a partir del día en que entre en vigor el Estatuto.
Cabe destacar que los Estados que no sean parte del Estatuto de Roma también podrán aceptar la competencia de la Corte respecto a un crimen en particular, por medio de una declaración de conformidad con el artículo 12.
Finalmente, los Estados que no sean parte deberán cooperar plenamente una vez que acuerden asistir a la Corte Penal Internacional en una investigación en particular. Si incumplen el acuerdo especial realizado con la Corte, esta podrá informar a la Asamblea de los Estados Partes o al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, según sea el caso.