Editorial

Amable no es tan amable

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Amable Aristy Castro era, antes de convertirse un buen día en potentado, mensajero del Banco Popular, nada parecido a un heredero de fortuna.

De esa humilde condición, Amable pasó a formar filas en el Partido Reformista, donde se ascendía por cualquier vía, incluso la delictiva.

Joaquín Balaguer, maestro en el oscuro arte de corromper, le permitió el ascenso hasta llegar a su meta más ansiada, dirigir de por vida la Liga Municipal Dominicana.

Mientras tanto, insistentes rumores lo ligan fuertemente al tráfico humano hacia Puerto Rico y hasta en el de drogas pero nadie se ha atrevido a someterlo y ni siquiera investigarlo.

De buenas a primeras, Amable Aristy Castro surgió como un oligarca en Higuey: estaciones de gasolina, un costoso helicóptero, negocios de autos y casi toda actividad importante de toda la provincia pasaron a manos de este antiguo empleado bancario de la más humilde condición.

El ha dicho que la virgen de la Altagracia lo protege, extendiendo una línea de defensa para que sectores de la iglesia católica le tiren la toalla ya que él les ha dado mucho dinero por su silencio, lo cual es indesmentible.

Amable terminó con una riqueza que hasta Trujillo envidiaría, con todo y haberse apoderado del país entero.

Cómo surgió todo ésto y cómo creció un hombre que no heredaba ni un centavo?

Por vía de la tolerancia de la corrupción sobre todo de la “clase” política que tenemos que sin pudor alguno, se la pasó negociando con Amable, un hombre capaz de renunciar a la condición de senador de la República en varias ocasiones, pues consideraba que, dada su inmensa fortuna, no la necesitaba.

A este hombre le hicieron una auditoria cuyos resultados en la LMD espantan: Ahí hay de todo en materia de corrupción, malversación, gastos excesivos y sin embargo, Leonel Fernández quería negociar con él para que lo apoyara políticamente.

La condición de político dominicano es la misma que cualquier descarado.

Es más, para ser político aquí, primero hay que ser un descarado confiable al sistema.

La liga fue todo para él, su fuente de ingresos más altos, su finca, su medio particular para hacerse de uno dinero sin dar un golpe y para toda la vida.

Amable Aristy Castro merece ser enjuiciado imparcialmente pero con sentido de justicia verdadera, no politizada ni colocándolo como víctima, que es lo que él desea ahora.

Los políticos no son perdonavidas y quien lo defienda es su cómplice.

No hay otra explicación.

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