Opinión

Cartas desde Denver: los entresijos de la nostalgia

Published

on


Notice: Undefined variable: post in /home/larepublica/public_html/wp-content/themes/zox-news/amp-single.php on line 116

Notice: Trying to get property 'ID' of non-object in /home/larepublica/public_html/wp-content/themes/zox-news/amp-single.php on line 116

Por Franklin Gutiérrez

Desde la aparición del internet y de las herramientas que facilitan su uso y expansión, pocas personas escriben cartas formales. La misiva cuidadosamente elaborada ha sido sustituida por el mensaje de texto el cual, por la premura de su escritura, casi siempre resulta ser un documento malogrado ortográfica y semánticamente.

Sin embargo, Ligia Minaya, conocida por sus cuentos y novelas carentes de tabúes sexuales, desoye a quienes alientan la extinción del género epistolar y nos entrega un volumen compuesto por treinta cartas con temática plural, titulado Cartas desde Denver. Sus destinatarios son amigos, familiares, escritores, políticos y religiosos.

Eso sí, su primera advertencia es: “Estas cartas no tienen pretensiones literarias”, y lo reitera. Advertencia dual, digo yo. Primero, porque le sirve a la autora para embotar las flechas punzantes de los oficiantes de la crítica literaria y, segundo, porque me libera de la engorrosa y comprometedora tarea de adjudicarle valor literario a esta producción suya. Pero hay astucia en dicha advertencia, pues Ligia sabe muy bien que para desnudarse con propiedad ante el lector es fundamental despojar el lenguaje de cualquier vestimenta que lo enturbie, y situar las ideas en el tiempo y el espacio apropiado. Y ella logra ambas cosas satisfactoriamente

Además de lenguaje sencillo e ideas precisas, Carta desde Denver es, en el más extenso e intenso sentido del vocablo, una radiografía del desarraigo, de la soledad que estimula la memoria evocando el ayer y exacerbando la nostalgia. Es un epistolario donde confluyen la añoranza por la patria dejada atrás, el pasado irrecuperable y los conflictos existenciales propios del emigrante recién llegado a cualquier país.

Desde la primera carta la emisora describe la sociedad norteamericana como un monstruo desalmado y deshumanizado empeñado en arrebatarle una dominicanidad cuya erección le ha costado seis décadas de trabajo intenso y de entrega patriótica. La deshumanización señalada por Ligia Minaya en Cartas desde Denver es misma descrita en 1918 por su compatriota Manuel Florentino Cestero, en su obra Estados Unidos por dentro.

“Los gringos son sosos, desalmados y extraños. Si a ellos les interesa gozar la vida a plenitud tienen que dominicanizarse”, sentencia Ligia en algunas de sus cartas, Pero su propuesta es utópica. Los gringos jamás serán semejantes a los dominicanos, un espacio abismal lo separa del latino y del caribeño. Ellos no dilapidan el tiempo en abrazos efusivos, mucho menos tomándose un “pote de romo” en una esquina con una manada de amigos. No buscan excusas baladíes para un lunes o marte cualquiera inventar un sancocho o armar una partida de dominó debajo de un almendro, tampoco faltan al trabajo cuando llueve. De ahí que a muchos emigrantes les cueste tanto entenderlos y asimilarse a ellos.

¡Cuánta nostalgia y melancolía entrega Ligia en esas páginas! La ausencia de la figura paterna durante niñez, la bailarina folclórica que jamás pudo ser, la mendicidad de los personajes populares de su Moca natal y el canturreo mañanero de las pregoneras de frutas.“Todo ese sabor criollo se desvanece cuando los gringos convierten al emigrante en un número de seguro social”, dice compungida. Y es justa su queja, porque es frustrante para cualquier ser humano entregarse físicamente a un país extraño hasta volverse un escupitajo, cuando su alma y sus pensamientos siguen prendidos al terruño natal.

Ocasionalmente la remitente de Cartas desde Denver apunta sus dardos hacia los políticos dominicanos del pasado y del presente por faltarle temple para erradicar la deficiencia del sistema educativo, la mediocridad de los servicios de salud y el problema de la electrificación, males que descalabran y empobrecen a la sociedad dominicana.

Pero no todo es llanto y desacierto en Cartas desde Denver. Porque desde lejos, tanto Ligia como millares de paisanos suyos radicados en los Estados Unidos y otros puntos del planeta, pueden apreciar mejor los vaivenes dela Patria, convertirse en celosos vigilantes de los desaciertos de sus gobernantes, amar con mayor intensidad a sus seres queridos y dejar de mendigarle servicios básicos y buena calidad de vida a quienes han secuestrado a la República Dominicana, convirtiéndola en su propiedad privada.

Sin ánimo de contrariarla, Ligia es una mujer suertuda y agraciada. Imagínese, lector mío, a un emigrante económico llegado tres o cuatro décadas antes que ella, sin tarjeta verde, sin un lugar donde guarecerse, sin seres queridos prestos a mimarlo y pasearlo por museos y parques gringos, con grandes deudas por solventar en su país de origen y el resto de la familia esperando sus remesas. En fin, sin nada para echar hacia delante, ni nadie para empujarlo. Invito a Ligia, pues, a disfrutar a plenitud esa extensa vacaciones que en su edad otoñal le ha regalado la vida.

Click to comment

Edificio La República: Restauración No. 138, cuarta planta, Santiago, República Dominicana. Teléfono: 809-247-3606. Fax: 809-581-0030.
www.larepublicaonline.com  / Email: periodico@larepublicaonline.com
Copyright © 2021 Blue National Group