Por Nelson Encarnación
Por años en nuestra comunidad política en Nueva York ha sobresalido la suma de toda la chismografía dentro de los partidos dominicanos que activan allí, donde la armonía nunca ha sido una prenda que adorne a una buena parte de sus dirigentes.
Y hablo de todos los partidos, no solo de los principales, aunque estos, por la misma condición de mayoritarios, generan los mayores ruidos.
El Partido Revolucionario Moderno (PRM) ha podido completar, sin mayores tropiezos, su proceso interno de renovación de directivas a nivel nacional y en seccionales del exterior, excepto en Nueva York, donde sus dirigentes se atrincheraron en posiciones intransigentes.
En última instancia, el presidente de esa formación, José Ignacio Paliza, agobiado por las rebatiñas, viajó a la urbe con el designio de ponerle fin a la confrontación, la que, aparentemente, quedó zanjada mediante un “acuerdo” que consistía en la designación, mediante un supuesto consenso, de Yulín Mateo como presidente de la seccional, y Johanna Miranda como secretaria general. Mateo representa la corriente del actual presidente, Neftalí Fuerte, aspirante a seguir en la posición, y Miranda es la esposa de Alejandro Rodríguez (Tontón), el contendiente de Fuerte.
Sin embargo, el acuerdo con Paliza parece que fue suscrito en papel mojado, pues el dirigente político y ministro no bien había llegado a Filadelfia otro foco de divergencias en el PRM cuando ya el arreglo había sido pateado.
¿DÓNDE RADICA LA DIFICULTAD PARA IMPLEMENTAR EL ACUERDO AUSPICIADO POR PALIZA?
Mis informantes me aseguran que, si bien los designados fueron aparentemente aceptados, en realidad no ha sido así, ya que en el caso de Mateo, representante del PRM ante la Junta Central Electoral en Nueva York, lo ven como un dirigente muy beligerante y confrontador hasta con sus propios compañeros, además de que no le atribuyen el liderazgo político-comunitario indispensable. Y en cuanto a la señora Miranda, conforme esas mismas fuentes, también es de difícil tratamiento hacia sus compañeros del PRM.
Ambas situaciones mantienen activa la caldera grupal del partido de Gobierno, que de por sí tiene otras dificultades para conectar con los electores más de 500,000 según proyectan las inscripciones debido a que los tres diputados de Ultramar que representan esa comunidad tienen pocas cosas para presentarles a quienes votaron por ellos.
Ante esta última realidad, lo menos que deberían hacer los dirigentes del PRM es armonizar sus intereses en aras de alcanzar sus objetivos electorales, máxime los dos partidos de oposición Fuerza del Pueblo y PLD proyectan a figuras populares en la comunidad como posibles candidatos a diputados. ¿Tendrá Paliza que volver a armonizar esa olla de grillos para que Abinader vuelva a ganar en Nueva York?