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Coronavirus en América: todo lo que necesitas saber

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En este resumen que se actualiza diariamente podrás encontrar los enlaces a los artículos esenciales que hemos publicado sobre el brote de Covid-19 en la región y las principales noticias por país

Los países de Latinoamérica, una región donde el brote global de Covid-19 llegó casi dos meses después de que China confirmara la existencia del nuevo coronavirus (el primer caso positivo se registró en Brasil el 26 de febrero), se encuentran en distintas fases de evolución del contagio, y han ido implementando distintas medidas para reducir el impacto del virus en sus sistemas de salud y en sus economías. El flujo de noticias es vertiginoso, cambia todos los días y puede resultar abrumador navegar la información. Por eso decidimos reunir los enlaces a los artículos esenciales que hemos publicado sobre el coronavirus y a las últimas noticias por país, para que puedas encontrar fácilmente lo que buscas. El resumen se irá actualizando para poder reflejar los cambios en el panorama regional.

¿Quieres saber lo más relevante que está ocurriendo ahora? Puedes empezar por Coronavirus en América: última hora, un informe en vivo que se actualiza varias veces por día con las principales novedades de la crisis en el continente.

El virus y su evolución:

Situación por región y por país:

A continuación podrás encontrar una breve síntesis de las principales medidas implementadas en los países más afectados del continente, su situación actual y un enlace a las últimas noticias. Para los números de casos positivos y de muertes se utilizan como referencia los datos en tiempo real del mapa del Centro de Recursos de Coronavirus de la Universidad Johns Hopkins, a menos que exista información oficial de último momento suministrada por los Gobiernos.

AMÉRICA DEL NORTE

♦ México. El país entró oficialmente en la fase 2 de contagio el 23 de marzo, ya tiene 1.378 casos positivos 37 muertes por coronavirus. El Gobierno de Andrés Manuel López Obrador anunció un programa para movilizar a los militares en situaciones de desastre, anticipó las vacaciones escolares, recomendó suspender actividades no esenciales y postergar eventos multitudinarios, pero no ha cerrado los aeropuertos ni ha tomado medidas más drásticas por temor al impacto económico. Su actitud como líder del segundo país más poblado de América Latina ha generado críticas, pero la postura oficial es que siguen un modelo basado en evidencia científica y la OMS ha respaldado la estrategia del Gobierno. A fines de marzo, el Ejecutivo dio un giro drástico y comenzó una campaña a favor del confinamiento, pero sin volverlo obligatorio todavía. El cambio culminó el 30 de marzo con la declaración de emergencia sanitaria y la extensión de la suspensión de actividades no esenciales hasta el 30 de abril, aunque se descartó el toque de queda. El peso mexicano encabeza la lista de monedas más depreciadas a raíz de la pandemia. [Ver las últimas noticias sobre México]

♦ Estados Unidos. Con más de 210.000 casos positivos registrados (y más de 4.800 muertes), Estados Unidos se ha convertido en el epicentro mundial de la pandemia. El brote comenzó en el país a fines de febrero y, varios días después, tras minimizar el problema, el Gobierno de Donald Trump decidió suspender los vuelos desde Europa, acordó con México y con Canadá restringir el tránsito fronterizo y activó una ley de 1950 que permite al Gobierno firmar contratos y efectuar pedidos para la defensa nacional, pero el comportamiento de Trump fue errático y tardío, aunque ahora intenta perfilarse como un presidente en tiempos de guerra. Anthony Fauci, el epidemiólogo que lidera la estrategia contra el coronavirus en el país, ha dicho que Estados Unidos acabará registrando “millones de casos» y “entre 100.000 y 200.000 muertes”. Trump se retractó el domingo de su deseo de relajar el confinamiento para mediados de abril y anunció que todos los estadounidenses deben continuar en sus casas, evitar viajes innecesarios, yendo a sus trabajos o reuniéndose en grupos de más de 10 personas durante otro mes. El Senado y la Casa Blanca pactaron un plan de rescate económico por más de dos billones de dólares para empresas y ciudadanos afectados por la crisis. [Ver las últimas noticias sobre Estados Unidos]

CENTROAMÉRICA

Los países centroamericanos han reaccionado de manera muy diferente a la pandemia. Tal vez los dos extremos de esta región sean El Salvador y Nicaragua: a mediados de marzo, el mismo día que la Asamblea Legislativa de El Salvador le aprobaba al Gobierno una declaración de emergencia y una ley que suspendía los derechos al libre tránsito y a reunirse pacíficamente para controlar la pandemia, el gobierno de Nicaragua hacía una marcha con empleados públicos y simpatizantes bautizada como “Amor en tiempos del Covid 19”, y anunciaba que no cerraría fronteras ni suspendería actividades y daba la bienvenida al turismo.

Una semana después, el presidente salvadoreño Nayib Bukele decretaba cuarentena obligatoria en todo el territorio y Nicaragua registraba ya sus primeros casos positivos. El país más afectado de la región es Panamá, que tiene actualmente 1.317 casos y 32 muertos, seguido por Costa Rica, que registra a la fecha 375 casos y dos muertos. Costa Rica tiene un sistema sanitario del que siempre se ha enorgullecido, pero el impacto de la crisis en el turismo, una de sus principales fuentes de ingresos, preocupa al gobierno, que ha propuesto un recorte al gasto público y un “impuesto solidario” a los salarios más altos para socorrer a las familias más golpeadas por la crisis. [Ver las últimas noticias sobre Centroamérica]

CARIBE

República Dominicana cuenta ya más de 1.380 contagios de Covid-19, más que ningún otro país de la región Caribe, y 60 fallecidos a causa del virus. Desde la semana pasada, el país vive en toque de queda. Y este viernes, el presidente Danilo Medina endureció las condiciones de la restricción: nadie podrá salir a la calle desde las 5 de la tarde hasta las 6 de la mañana, por lo menos hasta el 3 de abril. En Cuba, el Gobierno puso en cuarentena a los más de 30.000 turistas que quedaban en la isla. Suspendió excursiones y actividades y trasladó a hoteles a los visitantes que se hospedaban en casas particulares. La isla cuenta 212 contagios y seis muertos. [Ver las últimas noticias sobre Cuba]

Puerto Rico vive en semicuarentena desde hace casi ya diez días. La gobernadora Wanda Váquez ordenó el cierre de la mayoría de locales comerciales, menos supermercados, farmacias, restaurantes que sirvan a domicilio, gasolineras y bancos. También hay toque de queda desde las 9 de la noche. La isla cuenta 286 contagios de Covid-19 y 12 muertos.

AMÉRICA DEL SUR

♦ Argentina. El Gobierno de Alberto Fernández decretó una cuarentena total hasta el 31 de marzo. Los ciudadanos solo pueden salir de sus casas para comprar alimentos y medicamentos. Como en Italia, España o Francia, los transeúntes deberán justificar su presencia en espacios públicos. El Gobierno anunció una extensión de la ayuda social a 3,6 millones de trabajadores informales que han perdido su único ingreso por la cuarentena y un plan para repatriar ciudadanos varados en otros países que ha debido suspender por temor a contagios masivos. El país ha registrado 1113 casos positivos a la fecha y 34 muertes. [Ver las últimas noticias sobre Argentina].

♦ Colombia. El Gobierno de Iván Duque ha cerrado sus fronteras marítimas, terrestres y fluviales, prohibió el ingreso de extranjeros y nacionales que vengan desde el exterior a partir del 23 de marzo y canceló todos los vuelos internacionales por un mes. Después de declarar el estado de emergencia con medidas como el confinamiento para mayores de 70 años y tras una puja política con el Gobierno de Bogotá, Duque decidió decretar cuarentena para toda la población desde el martes 24 de marzo y por 19 días. Colombia tiene actualmente 1065 casos positivos de Covid-19 y 17 muertos. [Ver las últimas noticias sobre Colombia]

♦ Chile. Convencido de que las instrucciones de aislamiento social no se estaban cumpliendo, el Gobierno chileno decretó el domingo 22 de marzo toque de queda en todo el territorio desde las 10 de la noche a las 5 de la mañana. El país se encuentra en estado de excepción de catástrofe decretado a mediados de marzo, ha suspendido sus clases y cerrado centros comerciales y locales de recreación, pero no ha dictado aún cuarentena obligatoria a nivel nacional como lo han hecho otros países de la región con menos casos. Chile tiene actualmente 3.404 contagios, 18 muertos y la curva de crecimiento de casos se ha acelerado en los últimos días. [Ver las últimas noticias sobre Chile]

♦ Brasil. El Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro decretó el estado de calamidad pública después de la primera muerte por coronavirus para poder ampliar el déficit público, pero el mismo presidente llegó a tachar de “histeria” a la pandemia. Es el país con mayor cantidad de casos confirmados de Covid-19 en América Latina: 7011 personas infectadas y 250 muertes. Aunque no se han decretado medidas de confinamiento obligatorias, el Ministerio de Sanidad del país recomienda medidas de distanciamiento social, pero el mismo Bolsonaro ha criticado las medidas drásticas que han tomado gobernadores y alcaldes, diciendo que quieren “arruinar” al país. Ahora se teme que el pico del contagio por coronavirus coincida con el crecimiento de casos de dengue e influenza que suele ocurrir en otoño-invierno. La magnitud de la crisis amenaza incluso el cargo del propio Bolsonaro. El Ejército ha comenzado a reunirse para preparar hipotéticos escenarios tras la destitución del presidente. [Ver las últimas noticias sobre Brasil]

♦ Venezuela. El presidente Nicolás Maduro ordenó la cuarentena total del país al mismo tiempo que Colombia cerraba su frontera. El impacto de la pandemia en el sector petrolero, el único que todavía sustenta la precaria economía del país, limita el margen de acción de sus autoridades para hacer frente a esta crisis. La cuarentena incluye la suspensión de las actividades laborales, excepto la distribución de alimentos, servicios básicos, transporte y centros de salud, con controles de las Fuerzas Armadas. La inestabilidad política de Venezuela ha provocado que el FMI se haya negado a conceder un crédito de 5.000 millones de dólares al Gobierno de Maduro. Hasta la fecha, el país sudamericano registra 144 casos y tres muertos. [Ver las últimas noticias sobre Venezuela]

♦ Perú. El Gobierno peruano fue uno de los primeros en el continente en actuar de manera directa y aplicar medidas para reducir al máximo el impacto de la pandemia en su población. A mediados de marzo, el presidente Martín Vizcarra decretó una cuarentena general y el cierre de las fronteras por 15 días. Luego anunció la compra de 1,4 millones de pruebas para testear a la población, la conversión de la Villa Panamericana —una serie de edificios construidos para albergar deportistas— en un hospital de emergencia con 3.000 camas y el reemplazo de su ministra de Salud por un especialista en salud pública. Recientemente, el Gobierno prolongó el estado de emergencia por dos semanas más. El país tiene actualmente 1.323 casos positivos y 47 muertos. [Ver las últimas noticias sobre Perú]

♦ Ecuador. En poco tiempo, Ecuador se convirtió en uno de los países más afectados por el brote de Covid-19 en América Latina. La rápida expansión del contagio en el territorio (ya tiene más de 2.758 casos positivos y 98 muertes) forzó al país a decretar estado de excepción, imponer toque de queda y suspender el trabajo presencial tanto en el ámbito público como el privado, pero la caída de los precios del petróleo y el freno de la actividad causados por la pandemia ha empujado la economía ecuatoriana al límite. El último fin de semana, en medio de la crisis sanitaria, la ministra de Salud del país renunció a su cargo aduciendo falta de presupuesto para enfrentar el brote de coronavirus. En la provincia de Guayaquil, epicentro de contagio, se acumulan las denuncias ciudadanas sobre fallecimiento de familiares que llevan días esperando a ser recogidos en su casas. [Ver las últimas noticias sobre Ecuador]

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Las heridas y los interrogantes que siguen abiertos tras 40 años de la toma del Palacio de Justicia

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El operativo de la extinta guerrilla del M-19 y la reacción militar, en pleno centro de Bogotá, dejaron un centenar de muertos, una docena de desaparecidos y una cúpula judicial masacrada

Bogotá.-“Por favor, que nos ayuden, que cese el fuego. La situación es dramática.(…) Divulgue a la opinión pública eso, para que el presidente dé la orden”, suplicó Alfonso Reyes Echandía, presidente de la Corte Suprema de Justicia de Colombia, en Radio Todelar. Era la tarde del 6 de noviembre de 1985 y la sede de la cúpula de la rama judicial de su país, el Palacio de Justicia de Bogotá, era un campo de guerra. 35 guerrilleros del M-19, un grupo de origen urbano y dado a los golpes mediáticos, había entrado a sangre y fuego con la bandera de obligar a los magistrados a hacer un “juicio” al presidente Belisario Betancur, a quien acusaban de haberlos traicionado en una negociación de paz que ya estaba abocada al fracaso. La reacción, que el mandatario dejó en manos de los militares, fue incluso más sangrienta. El edificio terminó calcinado, 11 de los 25 magistrados de la Corte Suprema fueron asesinados, miles de expedientes de todo tipo se perdieron.

En una larga historia de violencia política como la colombiana, los hechos del Palacio siguen especialmente vigentes. Incluso más que otros episodios más mortíferos y más recientes. En 1989, por ejemplo, el narcotraficante Pablo Escobar hizo estallar un avión que despegaba de Bogotá a Cali, y dejó 110 muertos. En 2000, paramilitares asolaron el corregimiento de El Salado, en la región Caribe, y dejaron más de 100 personas muertas, según la Fiscalía. Y en 2002, la guerrilla de las FARC atacó la iglesia del pueblo de Bojayá, en el Chocó, y asesinaron a por lo menos 74 civiles. Las circunstancias, por el lugar del ataque, la importancia política de las víctimas o la visibilidad de lo ocurrido, marcan la diferencia. Y por eso un episodio que en Colombia se ha denominado “holocausto” ha ocupado una atención en el periodismo o en las artes, solo comparable el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948, y el posterior Bogotazo.

Además, la rama judicial ha sentido el ataque como un dolor permanente. Los magistrados asesinados eran colegas, profesores, jefes e incluso familiares de muchos abogados de las siguientes generaciones, y su muerte dejó una impronta que aún hoy lamente la justicia.

Además de esa herida abierta, el debate por la toma y la retoma es tan vigente y pugnaz que de él participa el presidente Gustavo Petro, quien fue miembro del mismo M-19 y, si bien no participó en la toma, ha defendido un relato que reduce la responsabilidad de sus antiguos camaradas. Es tan sensible el asunto que recientemente una juez ordenó eliminar un diálogo de una película sobre el Palacio; es tan vigente que este miércoles el expresidente Álvaro Uribe Vélez ha propuesto una nueva norma “que a los militares que participaron en el rescate del Palacio de Justicia, condenados o todavía en investigación o juicio, les conceda todos los beneficios equivalentes a una sentencia absolutoria”.

La actualidad de lo ocurrido hace cuatro décadas pasa por las preguntas sin respuesta. Una de ellas tiene que ver con la protección de los magistrados. Pese a que se había develado un plan de la guerrilla para atacar el Palacio, una noticia que había llenado titulares de prensa, y a que varios magistrados habían recibido amenazas de muerte, la seguridad del Palacio había sido reducida el 5 de noviembre. “Yo quisiera tener la respuesta a la pregunta de quién dio esa orden”, dice Ángela María Buitrago, exministra de Justicia y quien como fiscal lideró la investigación penal por las desapariciones forzadas de una decena de personas, en manos de militares.

Ceremonia de entrega de los restos mortales de Gloria Isabel Anzola, una de las víctimas femeninas del asalto, en Bogotá, el 10 de diciembre de 2019.Juancho Torres (Anadolu Agency via Getty Images)

Otra pregunta sin respuesta clara son los motivos del ataque. El M-19 emitió una proclama desde el Palacio sobre la que llamó Operación Antonio Nariño por los Derechos del Hombre. “Convocamos al juzgamiento público de unas minorías apátridas que han hecho fraude a los anhelos de paz y traicionando las exigencias de progreso y de justicia social a la nación entera”, dice en una de sus frases centrales, para luego exigir a los principales medios de comunicación la difusión del proceso que soñaban. “Señores magistrados: tienen ustedes la gran oportunidad, de cara al país, y en su condición de gran reserva moral de la República, de presidir un juicio memorable”, se lee más adelante.

Pero la sombra del narcotráfico ha planeado sobre lo ocurrido desde 1985, pues los guerrilleros coincidían en una demanda de los narcotraficantes. “Mediante un impopular escandaloso Tratado de Extradición, se entrega nuestra juricidad –la más creciente y novedosa de todas las entregas–, que es golpe mortal contra la soberanía nacional», se lee en la misma proclama. Aunque, sobre todo personas cercanas a Pablo Escobar han dicho que el capo pagó a la guerrilla por el ataque, intentando evitar que la Corte Suprema avalara ese tratado, al que se oponían a sangre y fuego. Quien fuera al lugarteniente, Jhon Jairo Velásquez, Popeye, es una de esas fuentes; otras han sido Virginia Vallejo, amante del narco, o el jefe paramilitar Carlos Castaño. La pregunta sigue en el aire, pues no hay pruebas ni es claro que una atrocidad de ese tipo tuviera el efecto esperado. Lo más cercano a una respuesta, de acuerdo con una Comisión de la Verdad conformada por las altas cortes en 2005 para esclarecer los hechos del Palacio, es señalar esta como una hipótesis probable. “Todo indica, entonces, que hubo conexión del M-19 con el Cartel de Medellín para el asalto al Palacio de Justicia”, se lee en su informe final.

Un tercer interrogante es hasta dónde los militares asumieron el poder real durante esas horas. El entonces ministro de Justicia, el político liberal Enrique Parejo, argumentó que se dio un vacío de poder, en el que fueron los generales quienes decidieron qué hacer. Pero su entonces colega de Gobierno, Jaime Castro, publicó un libro dedicado a argumentar que no hubo tal, y que la decisión de responder con la fuerza vino de Betancur y su Gobierno, que temía que darle juego a los guerrilleros hubiera llevado a que estos lograran un levantamiento popular y se tomaran el poder.

El cuarto interrogante gira alrededor de la responsabilidad por cada asesinato, cada desaparición, cada decisión en las más de 27 horas de combates e incendios. Investigadores, periodistas e interesados se han topado con todo tipo de problemas para encontrar pruebas suficientes de lo ocurrido. En algunos casos, los testigos dan versiones encontradas; en otros, los testigos han muerto -esos días, o en las cuatro décadas que han pasado-; en unos más, la falta de pruebas de balística o la manipulación del Palacio por policías y militares antes de que llegaran los funcionarios judiciales impide tener las suficientes pruebas técnicas.

Quizás la más significativa de las preguntas sin respuesta, que va de lo judicial a lo político, es si los militares sabían que el M-19 iba a hacer el ataque y lo permitieron, para así poder golpear con fuerza al M-19 en lo que algunos han llamado “operación ratonera”. Aunque los generales lo han negado de forma reiterada, los tres magistrados que lideraron entre 2005 y 2010 una comisión para investigar los hechos, le dan crédito a la ida. “La Comisión de la Verdad considera esta hipótesis como una de las más probables”, se lee en su informe final. Jorge Aníbal Gómez, José Roberto Herrera y Nilson Pinilla señalan que el Ejército estaba “vejado en su dignidad” y “herido en su amor propio” por acciones pasadas de una guerrilla especialmente mediática. Otros han adicionado que los militares estaban molestos con el presidente, que había adelantado diálogos de paz sin consultarles y contra su opinión.

Lo más complejo, según la exministra Buitrago, es que las respuestas a esas preguntas han variado, dejando un legado de desconfianza y poca credibilidad, como cuando los militares negaron conocer el plan del M-19. Y eso mantiene vivas y abiertas las heridas.

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Virginia Laparra, exfiscal guatemalteca: “Fui a la cárcel por una persecución política contra mí”

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Detenida en 2022 tras denunciar corrupción judicial, vive ahora en el exilio y denuncia una estrategia sistemática para silenciar a quienes luchan contra la impunidad

Virginia Laparra (Quetzaltenango, Guatemala, 45 años) luchó durante años contra la corrupción en su país. Miembro de la Fiscalía Especial contra la impunidad, una institución auspiciada por Naciones Unidas para investigar las redes corruptas en las altas esferas del poder, fue detenida en 2022 por denunciar a un juez que había filtrado información confidencial. La acusación le valió una condena de cuatro años de cárcel, de la que cumplió casi la mitad, en un proceso que Amnistía Internacional calificó de represalia política y que finalmente la empujó al exilio. “La experiencia en la cárcel es ensordecedora e inaguantable” e “iban a hacer todo lo posible para no dejarme salir jamás”, afirma durante una reciente entrevista en Madrid, en el marco de un viaje a Reino Unido para recoger el Sir Henry Brooke Award, un reconocimiento internacional a su labor como defensora de derechos humanos.

Pregunta. Desde el año 2000, decenas de funcionarios del Poder Judicial se han exiliado de Guatemala. ¿Existe una persecución política contra los juristas?

P. Usted se exilió tras pasar dos años en la cárcel. ¿Cómo la detuvieron?

R. Tenía que viajar a Ciudad de Guatemala desde Quetzaltenango para una audiencia. Salí temprano de la oficina, pero me encontré con una escena propia de la captura de un narcotraficante: patrullas cruzadas, militares con armas largas y pasamontañas. Me estaban esperando y me dijeron que había una orden de detención contra mí.

P. ¿De qué la acusaban?

R. De haber denunciado administrativamente actos de corrupción cometidos por el juez Lesther Castellanos, que resultó ser efectivamente corrupto. Denunciar administrativamente a un juez no puede ser considerado un delito. Y lo hice, en 2017, porque había filtrado información confidencial de un caso de corrupción ya cerrado.

P. En su primera condena, a cuatro años de cárcel, Amnistía Internacional la consideró una prisionera de conciencia.

R. Fui a la cárcel por una persecución política contra mí, no por una causa jurídica. El fin era mandar un mensaje: que luchar contra la corrupción de alto nivel tiene consecuencias. Yo sabía que podía terminar en prisión, porque desde 2018 y hasta mi detención, sufrí años de hostigamiento constante con campañas de difamación contra mí y mensajes amenazantes en redes promovidos por el juez y la Fundación Contra el Terrorismo.

P. ¿Quiénes forman esta fundación?

R. La crearon militares con el fin de defender a personas acusadas de delitos de lesa humanidad, como al [exdictador Efraín] Ríos Montt.

P. ¿Qué ocurrió tras su detención?

R. Me llevaron a la capital [Ciudad de Guatemala] para mi audiencia [ante el juez] en una patrulla durante la madrugada. En el camino, uno de los agentes me dijo: “No sabemos si va a salir viva de ahí”. Más que amenaza, fue una advertencia de lo que sabían que podía pasarme en el sistema penitenciario. Me aconsejaron que hablara lo menos posible. Yo era la quinta de cinco fiscales que capturaron aquel mes. Pero mientras mis compañeras esperaron a su comparecencia ante el juez en un lugar habitual de detenciones, a mí me llevaron a una carceleta.

P. ¿Qué es exactamente?

R. Es donde llevan a los presos peligrosos y es como una jaula en la que no tienes ni espacio para pararte, porque hay demasiadas personas privadas de libertad. Me mantuvieron toda una noche y, cada vez que intentaba conciliar el sueño en el piso, me levantaban y me despabilaban. Después me ingresaron en la Cárcel Militar Mariscal Zavala y, tras unos días, con mis cuatro compañeras.

La exfiscal guatemalteca Virginia Laparra, en la sede de Madrid de Amnistía Internacional.
Álvaro García

P. Estuvo presa casi dos años.

R. Fui la primera de mis compañeras en recibir la condena y la última en salir. Pero todas nosotras nos negamos a aceptar los cargos que nos imputaban.

La experiencia en la cárcel es ensordecedora e inaguantable.

P. ¿Otras personas sí los aceptaron?

R. Sí, eran obligados a aceptar los cargos a cambio de dejarlos en libertad. Les decían que si no lo hacían terminarían como yo. Y no los juzgo, porque la experiencia en la cárcel es ensordecedora e inaguantable.

P. ¿Cómo le afectó?

R. En todos los sentidos. Si con el trato tan cruel que recibí en prisión yo no estoy muerta o [el periodista] José Rubén Zamora no está muerto es porque nos hemos aferrado a algún impulso para seguir viviendo. En mi caso, sobreviví porque mis hijas me hacían prometerles, cada que venían, que seguiría allí la próxima vez que pudieran regresar.

P. Pero su salud se deterioró.

R. Sí, fue degenerando considerablemente. El primer año me negaron totalmente la asistencia médica, y cuando por fin logré que me llevaran al hospital, tuvieron que operarme y quitarme la matriz. Después, me tuvieron que hacer otras cuatro operaciones de emergencia. No me dieron ni la posibilidad de recuperarme, porque tras la operación, me mandaban a la prisión. Pero, además, la estancia en prisión te afecta mucho emocionalmente cuando eres madre y no puedes seguir cuidando a tus hijos.

Nadie se exilia voluntariamente. Es lo último que te queda para poder defender tu vida

P. Otras cuatro mujeres fueron encarceladas con usted. ¿Había un ataque concreto contra las mujeres?

R. Es evidente, porque nosotras éramos más fáciles de encontrar. Tres teníamos hijos menores de edad y otra compañera estaba a cargo de sus papás. Nuestro rol familiar hacía más probable que no nos escondiéramos. Pero, además, nos fotografiaban en las audiencias y difundían nuestras imágenes en redes para difamarnos.

P. ¿En qué momento decidió exiliarse?

R. Tras salir bajo arresto domiciliario, me dediqué a litigar el segundo proceso abierto en mi contra. Me condenaron de nuevo en junio de 2024 a cinco años de prisión y tenían al menos otros cinco procesos abiertos contra mí en el Ministerio Público. Era evidente que en la próxima audiencia judicial iban a ordenar mi detención y que iban a hacer todo lo posible para no dejarme salir jamás.

P. ¿Cómo pudo salir?

R. Estaba en arresto domiciliario y no podía salir del país, pero lo hice. Tuve que dejar a mis hijas y ahora no puedo regresar a mi país. Nadie se exilia voluntariamente. Es lo último que te queda para poder defender tu vida.

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La ONU alerta de «hambre récord» en Haití y asegura que las necesidades se disparan

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EFE

Proyecta que hasta junio próximo una cifra récord de 5.7 millones de personas, más de la mitad de la población, experimentarán inseguridad alimentaria aguda

Puerto Príncipe.-El Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas alertó este jueves de que la escalada de violencia, los desplazamientos, la inestabilidad económica y las interrupciones en la producción local de alimentos están provocando un «hambre récord» en Haití, con millones de personas en riesgo, lo que hace que las necesidades se disparen.

Según un comunicado de esta agencia de la ONU, el último informe de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (IPC en sus siglas en inglés) proyecta que hasta junio próximo una cifra récord de 5.7 millones de personas, más de la mitad de la población, experimentarán inseguridad alimentaria aguda.

De ellas, se prevé que poco más de dos millones afronte hambre en nivel de emergencia y que 8,400 personas encaren el nivel de catástrofe, el más crítico de inseguridad alimentaria con escasez extrema de alimentos, desnutrición aguda grave y riesgo de inanición.

Ante esta situación, el PMA y sus socios han extendido de forma significativa sus operaciones en Haití, alcanzando a más de 1.3 millones de personas en lo que va de año, de ellas un millón en marzo, lo que supone una cifra récord de ciudadanos asistidos en un solo mes, pero, advirtió la organización, «las necesidades superan los recursos disponibles».

Este 2025 esta agencia de Naciones Unidas ya ha suministrado 740,000 comidas calientes a más de 112,000 personas recientemente desplazadas, así como dinero en efectivo para alimentos y apoyo para prevenir la desnutrición infantil, además de haber conseguido acceder a zonas controladas por los grupos armados y entregar alimentos esenciales a comunidades de difícil acceso en Croix-des-Bouquets, Cité Soleil, Lower Delmas y La Saline.

«En este momento, luchamos para contener el hambre. Sin los inmensos esfuerzos que ya se están realizando, la situación sería mucho peor», dijo la directora de País del PMA en Haití, Wanja Kaaria.

Violencia extrema

«Para seguir el ritmo de la creciente crisis, hacemos un llamamiento a la comunidad internacional para que brinde apoyo urgente; sobre todo, el país necesita paz», agregó Kaaria, quien afirmó que el PMA necesita urgentemente 53.7 millones de dólares para continuar sus operaciones vitales en Haití durante los próximos seis meses.

Haití vive una crisis multidimensional y una violencia extrema, en especial en la zona metropolitana de Puerto Príncipe, en un 85 % bajo control de las bandas armadas.

La Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MSSM), liderada por Kenia y con el aval de la ONU, no ha conseguido resultados tangibles frente a esta violencia, que ha obligado a más de un millón de personas a abandonar sus hogares y convertirse en desplazadas.

  • En 2024 la violencia causó en Haití al menos 5,626 muertos (un millar más que el año anterior), 2,213 heridos y 1,494 secuestrados, según datos verificados por la ONU.

A finales de marzo pasado, el alto comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, informó de que al menos 4,239 personas fueron asesinadas y 1,356 heridas en Haití entre julio y febrero pasados con armas que llegan ilegalmente del extranjero, pese al embargo de armamento impuesto por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

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