Opinión

¿Corrupción = Expresión cultural?

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El tres es un número encallado en nuestra expresión cultural, utilizado para darle forma a la dominicanidad.

Tres padres de la Patria. Una bandera de tres colores: blanco, azul y rojo, que con gotas de sudor, de llanto y de sangre fueron derramadas y sumadas para la Constitución de nuestra identidad nacional.

Mientras que el isleño de La Isabela (quien recibió influencias de tres etnias: la taína, la española y la africana) se acostumbraba a la idea de ser llamado dominicano, caminó por trechos de tierra o empedrados, ensilló a los mulos y afiló las espuelas de los gallos.

Valiente y despreocupado el quisqueyano buscó con cuidado las pequeñas piezas que le formaran. Con su música típica, su sazón característico y coloridas fiestas carnavalescas se divide y organiza en tres zonas con sus respectivas provincias, municipios, parajes, secciones y barrios.

El cibaeño enamora´o y exigente recopiló de la Zona Norte y de su forma de hablar una rima cómica al ser cortés: Poi´ favoi´. Un caballero en la cima del Monumento mirando hacia la iglesia de la Altagracia, hacia las Carreras o hacia la Capitai´.

El sureño que se protege de las guasábaras con el misterio del Polo Magnético, las Dunas y los terrenos de arena fina y cuarzo. El suroesteño se baña con aguas azufradas y respira hondo el olor fresco del lado de los manglares y de las resinas que se convierten en ámbar para perdonar a San Cristóbal por haber parido al Tirano.

Los del Este promovieron de repente su fortaleza y atractivo turístico, aportando peloteros, azúcar prieta y religiosidad. El suresteño se refugia en los campos de béisbol para tratar de olvidar las ilusiones y los amores perdidos en el ingenio.

Al encuentro de estos tres puntos cardinales el dominicano logra un sancocho con arroz blanco y aguacate en su punto, salpicado con agrio de naranja o picante, al gusto.

Como expresión cultural: Algarabía, risas estridentes, talento, hambre e ignorancia, gestos heróicos, históricos y lamentables, épocas dictatoriales y grandes caudillos, rituales religiosos y de buen corazón.

Les invito entonces a que hagamos un recorrido de igual forma: tripartita.

El primer recorrido desde el río Masacre hasta la Boca de Yuma.

Tomaremos café en Dajabón y desayunaremos batata, yuca y guineítos, con leche de vaca, jugo de chinola o morirsoñando en San José de las Matas; o podría ser mangú con huevo frito, salami y jugo de lechosa en San Juan.

Haremos una parada para refrescarnos en la confluencia del río Yaque y del Ámina, o en la Ventana del Inoa.

De comida, chivo picante y arroz liniero con habichuelas. Limoncillos de postre o dulce de leche con café y un juguito de naranjas de Bonao y un par de vejigazos veganos.

Hablaremos inglés y rezaremos el rosario en la Bahía de Samaná.

Tomaremos fotos en las Caritas taínas, vecinas del Lago Enriquillo.

Veremos caer la tarde sobre el Puerto Sans Soici o en el Faro a Colón.

Terminaremos este largo primer recorrido con olor a cañaverales, durmiendo en Higüey para encender una vela en la Basílica por nuestro destino nacional.

 

El segundo recorrido lo haremos en una pista de baile.

El mismo despliegue que hacemos al bailar ante el repiqueteo de la tambora, la güira, el acordeón, el trombón y las trompetas.

Bailar como lo hace la bailarina de merengue típico al ondear la falda tricolor de su vestido al compás de Compadre Pedro Juan, Juana Mecho, Arroyito cristalino, Carmela linda, Pena, y otras.

Lo que nos hace llegar al tercer recorrido. Para el cual solicito su valiosa ayuda para el esclarecimiento de mi confusión.

Los funcionarios públicos se pasean por el poder de manera empírica en su primer año con buenos planes e intenciones, el segundo y tercer año olvidan hasta su apariencia original,  cambian sus domicilios, clase social y medio de transporte, piensan en dólares y en euros, lo compran todo con dinero ajeno y aquel capital que no logran utilizar lo desaparecen como acto de magia del Circo del Sol.

El último y cuarto año esos mismos funcionarios siguen siendo malabaristas que construyen ilusiones para que no se vean los hilos de robo y tendencias corruptas que los sostienen.

¿Formará entonces parte de la expresión cultural dominicana la corrupción en la administración pública?

¿La amnesia histórica del pueblo dominicano? ¿O es que no tenemos memoria?

¿Es que apoyar a los funcionarios corruptos y a sus programitas de caridad para limpiar sus nombres forma parte de nuestra expresión cultural?

 

 

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