Por Narciso Isa Conde
La dictadura constitucional -más aun cuando es morada, corrupta y corruptora- tiene sus reglas. Ella, para ser efectiva, exige controlar el Poder Ejecutivo para ejercerlo cual monarca, tutelar el Senado, la Cámara de Diputados; y extender su control al Consejo de la Magistratura-CNM para dominar Cámara de Cuentas-CC, Tribunal Supremo Electoral-TSE, Junta Central Electoral-JCE, Altas Cortes y Poder Judicial.
Eso opera cruzado por el asalto a los órganos del partido-Estado-corporación de la corrupción, que a su vez secuestra la mayor parte del sistema de partidos carcomidos por la corrupción y protegidos por la impunidad; cruzado también por su asociación delictiva con cúpulas empresariales, militares y corporaciones transnacionales.
No sé quien duda que Danilo es Poder Ejecutivo y lo ejerce como monarca. Tampoco sé si es posible ignorar u obviar, que desde allí logró entronizar el danilismo en el cogollo del partido-corporación morado, en ambas cámaras legislativas y en el Consejo Nacional de la Magistratura; así como darle preeminencia a su nutrida CxA y a sus alianzas económicas, políticas y militares en todos los escenarios posibles.
Eso se lo permite la nefasta Constitución del 2010, que sirvió antes al poder casi absoluto de Leonel Fernández y ahora sirve a Danilo Medina, otro miembro de la familia real morada que traicionó los ideales y el ejemplo de Bosch y se abrazó a la perversidad de Balaguer.
Yo no tengo dudas respecto a esa realidad por lo que nunca he vacilado en denunciar que la restructuración de las llamadas altas cortes y de todos esos mecanismos estatales no pasaría de ser un desplazamiento del control ejercido por Leonel a un incremento del poder de Danilo en el seno de esas entidades.
La nueva JCE es de Danilo. La Cámara de Cuentas ni hablar, y no ha pasado nada diferente ni en las variaciones acaecidas en la SCJ ni en la reconstitución del TSE, cuya composición se decidió en un CNM donde Danilo contó con 6 votos incondicionales contra 2 de la oposición social-pendeja. Todo se reduce a un cambio de dueño que favorece al ahora mayor accionista de la putrefacta Corporación Morada.
Puede provocar cierto gusto colectivo el hecho de una gran parte de los rostros desacreditados no aparezcan en las nóminas privilegiadas de esas entidades, por la alegría relativa que genera su caída y su desgracia aleccionadora. Pero en verdad, comparado con lo implica que el nuevo monarca lo controle todo, eso resulta una nimiedad, algo intrascendente.
No olvidemos que lo que está en cuestión es una relación poder, con la ventaja para el pueblo verdemente indignado, de que si bien Danilo avanzó al interior del poder corrompido, él, la cúpula del PLD y sus aliados nunca se han visto tan bajitos, deteriorados e impugnados en nuestra sociedad.
Con la expansión de las movilizaciones verdes se están desarrollando las fuerzas que posibiliten bajarlos y trancarlos. Las fuerzas llamadas a barrer el sistema de corrupción e impunidad junto las instituciones y personeros que le sirven. Las fuerzas de un poder constituyente que reemplace un poder constituido degradado hasta lo insoportable e insostenible. ¡ESTÁN TEMBLANDO!