Por Rosario Espinal
La diferencia fundamental entre Leonel Fernández y Danilo Medina es de estilo presidencial, pero el estilo incide en las emotividades políticas, y parcialmente, en las políticas públicas.
En Leonel Fernández predominó el estilo argumentativo-impositivo, mediante el cual el político asume que a través del argumento puede convencer e imponer su agenda. En Danilo Medina predomina la practicidad.
El estilo argumentativo-impositivo fue políticamente rentable en sociedades iletradas y rurales, y todavía persiste en algunas sociedades de alta pobreza como República Dominicana. Pero en el mundo actual, aún en sociedades pobres, se hace cada vez más difícil gobernar por imposición, ya que la clase media ha aumentado y la globalización de la comunicación ha desencadenado múltiples formas de aprendizaje y criticidad.
A Leonel Fernández le tocó ser el primer presidente en el ocaso de los tres grandes caudillos de la política dominicana post-trujillista. Joaquín Balaguer, Juan Bosch y José F. Peña Gómez utilizaron en diversas modalidades el estilo argumentativo, y Fernández pudo insertarse con facilidad en esa tradición por su formación política y capacidad de oratoria.
Balaguer utilizó el estilo argumentativo de manera despiadada, para justificar incluso lo peor. Bosch gobernó poquísimo, por lo cual, su estilo argumentativo tomó la modalidad profesoral. Peña Gómez nunca llegó a la presidencia y utilizó el estilo argumentativo para movilizar las masas.
Leonel Fernández sedimentó su estilo argumentativo desde el poder. En los inicios, su verbo era ventajoso porque lo vinculaba a la tradición del caudillismo ilustrado dominicano. Con el tiempo, sin embargo, fue perdiendo fuerza porque los argumentos se utilizaban para rechazar o desestimar importantes demandas sociales.
Un caso paradigmático fue la lucha por el 4% del PIB para la educación. Fernández malgastó mucho capital político para oponerse, argumentando que lo necesario era la calidad no la cantidad. Nadie cuestionaba la necesidad de mejorar la calidad, pero también había que aumentar la cantidad.
De 2004 a 2012, Fernández perdió la oportunidad de aprobar un presupuesto con el 4% para la educación como lo consignaba la Ley General de Educación desde 1997, y también la oportunidad de establecer un vínculo de credibilidad con los sectores sociales que luchaban por el 4%.
Leonel Fernández utilizó también el estilo argumentativo para colocarse explícitamente por encima de los demás, incluidos los políticos de la oposición, al repetir que no sabían conceptualizar.
Danilo Medina, estratega consumado y de verbo limitado, escogió un estilo presidencial de practicidad.
Ante los grandes problemas nacionales, Medina consulta, escucha, espera, y luego, cuando todo el país aguarda una respuesta presidencial porque el debate se agota, toma una medida. Así sus decisiones aparecen más consensuadas que impuestas, y eso tiende a satisfacer a la mayoría, incluso a algunos que no estén de acuerdo con el contenido de la medida.
Las visitas sorpresas han encajado perfectamente con ese estilo. El Presidente convoca una comunidad, escucha, y luego toma medidas en función de las solicitudes o necesidades sentidas.
La credibilidad política de Medina también se ha solidificado al cumplir algunas promesas de campaña. Por ejemplo, Medina pactó que establecería el 4% para la educación en el Presupuesto Nacional de 2013 y así lo hizo.
Esto no significa que muchos de los problemas del país se han resuelto, pero el estilo presidencial ha incidido en el alto nivel de aprobación que registra Medina en las encuestas. La gente lo ve cercano y envuelto, afable y respetuoso, aunque todavía falte mucho por corregir de lo que está mal y mucho por hacer de lo que nunca se ha hecho. Aquí está el reto de los próximos dos años.