Opinión
De vuelta al «capitalismo salvaje»
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6 años agoon
Por Miguel Guerrero
Seis décadas después del triunfo de una revolución supuesta a mejorar la vida de los cubanos y ponerle coto a la corrupción existente entonces, Cuba regresó a comienzos del 2015 a los peores días de lo que llegó a llamar “capitalismo salvaje” con una ley de inversión extranjera que incrementa los incentivos y las garantías al capital foráneo que ya poseía desde 1995. La legislación le permite a los inversionistas repatriar utilidades a un nivel que difícilmente se les permita en otros países con economía de mercado, como la República Dominicana.
El gobierno de los Castro dijo en su momento que el objetivo de la medida era poner a Cuba en condiciones de impulsar su economía y expandir su comercio exterior, lo que significa una admisión del penoso fracaso de cuantos experimentos se hicieran a lo largo de los 55 años anteriores de gobierno comunista para superar la situación de escasez y pobreza con la que la llamada revolución ha condenado la suerte de los cubanos. Los privilegios que esta ley de inversión otorga a los extranjeros no se extienden a los cubanos. La iniciativa creó una institución estatal para regular y controlar la contratación de personal nativo en las empresas foráneas que fija las categorías y salarios del personal contratado. El gobierno les cobra directamente a las compañías el salario de los nativos en dólares y euros y luego les paga en pesos cubanos. El Estado se queda con la diferencia.
Esta ley pulveriza toda la esencia original de la revolución, que en sus inicios anuló la propiedad privada, confiscó los grandes capitales, expropió las empresas extranjeras e hizo de la actividad económica un derecho exclusivo del Estado, dejando a los cubanos sin la posibilidad de regir su propio destino y decidir por cuenta propia. La Cuba de hoy es una rémora de la peor etapa del capitalismo, felizmente superado. Toda una revolución para llegar a tan triste final.
Por Isaías Ramos
Hay épocas en la vida de un pueblo en las que tolerar el abuso y la indiferencia se convierte en una forma silenciosa de autodestrucción. Tolerar el abuso es normalizarlo.
En esos momentos, la historia se vuelve espejo y advertencia: cada generación decide si honra su pasado o lo traiciona. La República Dominicana, nación nacida del sacrificio y la visión de quienes pusieron la patria por encima de sus vidas, enfrenta hoy una crisis moral que amenaza los cimientos de su identidad.
Durante las últimas décadas, una élite política y económica ha cultivado una insensibilidad inquietante ante el hambre, la miseria y el sufrimiento del pueblo, mientras sus lujos y excesos contrastan con la lucha diaria de millones de dominicanos que sobreviven entre salarios precarios, servicios públicos debilitados y promesas que no se cumplen.
Esa élite, escoltada por oportunistas de turno, parece dispuesta a conducir al país al deterioro antes que renunciar a su avaricia o asumir la responsabilidad de sus actos. Su respuesta ante el llamado a rectificar es la burla; su reacción ante la crítica, el desprecio. Duarte lo dijo con precisión: “Sed justos lo primero, si queréis ser felices; y sed unidos.”
Cada aniversario de la Constitución se ha convertido en un doloroso espectáculo. Funcionarios que deberían ser guardianes de la legalidad celebran la Carta Magna mientras la ignoran, como si la ley fuera un adorno y no la columna vertebral de la República.
Sánchez murió fusilado defendiendo la legalidad; Duarte murió pobre defendiendo la dignidad; Mella murió joven defendiendo la libertad. Y, sin embargo, hay quienes se pasean como dueños de un país que no les pertenece, creyéndose inmunes al juicio ciudadano y a las consecuencias de la historia.
Lo que vivimos no es sólo una crisis económica o política. Es una crisis de sentido, una degradación profunda del alma colectiva. La corrupción normalizada, la impunidad y el desprecio por la verdad han erosionado la fibra ética de la nación.
Luperón lo expresó con contundencia: “No hay patria donde no hay civismo.” El ejemplo de los que mandan educa; y cuando educa en la arrogancia impune, siembra desorden.
Pero este país nació de una visión moral. Nació para ser una república libre, una sociedad justa, una patria donde la dignidad humana sea sagrada. Los padres de la patria no buscaron privilegios: buscaron redención nacional.
Este no es un llamado a la confrontación ni al odio ni a la división. Es un llamado a despertar. Convoca a todos —también a quienes sirven con honestidad— porque la patria necesita suma, no excusas.
Hoy, más que nunca, debemos recuperar la conciencia moral que movió a los fundadores, recordar que ningún poder es eterno y que ninguna injusticia prevalece cuando un pueblo abre los ojos. Defender la Constitución no con discursos vacíos, sino con acciones.
Acción cívica, aquí y ahora: Infórmate. Exige. Participa. Cada gesto cuenta; cada voz recta fortalece la República.
Duarte habló sin rodeos: “Vivir sin patria es lo mismo que vivir sin honor.” Y hoy añadimos: vivir sin conciencia es dejar la patria en manos de quienes desangran la dignidad de la República. La República Dominicana no está perdida. La patria está herida, pero no vencida; espera que sus hijos tengan el valor de salvarla con la fuerza de la ley y la altura del ejemplo.
Un país vale lo que vale la dignidad de su pueblo. Este pueblo —trabajador, creyente, noble y resistente— merece un futuro que honre su historia. La patria no está perdida si cada uno da un paso hoy. En el Frente Cívico y Social trabajamos día a día para elevar la conciencia moral y patriótica de nuestra nación, convencidos de que la restauración de la dignidad nacional es una tarea colectiva y urgente.Si la dignidad despierta, despierta la República.
Despierta, RD
Por Oscar López Reyes
El Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) ha estado galopando bajo un ruido ensordecedor, como aquel que se escucha cuando los vagones cruzan sobre los rieles de acero de un sistema ferroviario. Un nuevo presidente (2025-2027), el profesor Luis Pérez Novas, ha aceptado la apuesta de tirarse encima un pesado equipaje en un viaje que, para arribar a buen puerto, urge la eficiencia, la fiabilidad y la rentabilidad.
El CDP yace en la camilla del moribundo. Echarse a un lado en esta circunstancia, para que la locomotora de combustibles fósiles lo aplaste y triture, agravará todos los sistemas de señalización, un obstáculo rodante para vadear puentes y túneles. Al asumir el cargo, a los presidentes se les conceden 100 días para ver qué pasará por las estaciones. El buen juicio recomienda que coadyuvemos en el diseño de un enfoque holístico, para que haya una prueba de mutación o, por lo menos, una mejora tangible.
Tenemos que ayudar a superar los lastres pretéritos, que nos han estado socavando. Para finiquitarlos, se precisa conocerlos, y transitar sobre ellos en la autocrítica sin sectarismo grupal. Estos son ellos:
Primero: Apuro ético-moral
1.- Ausencia de educación ético-profesional y de sanción acogiéndose al Código de Ética.
2.- Pérdida de autoridad del CDP.
3.- Disminución del activismo gremial y la movilización socio-comunitaria y profesional.
Segundo: Incapacidad gerencial
1.- No ha sido lograda ninguna conquista de trascendencia en el CDP en últimas décadas.
2.- Mostrada incompetencia para cobrar el 0.5 de la publicidad insertada por los medios de comunicación.
3.- Incapacidad para dar seguimiento a viejos proyectos y poner en marcha otros, con base en la planificación estratégica.
Tercero: Ausencia de liderazgo motivador
1.- Postura conservadora e individualista de periodistas con vasta experiencia profesional y gerencial, porque rehúyen al sacrificio y a las injurias y desconsideraciones de colegas en la competición electoral.
2.- Permanencia de la misma cúpula en la dirección del CDP, que se exhibe anquilosada y desgastada.
3.- El tradicional liderazgo idealista y revolucionario ha sido diezmado por el cruce del tiempo y por su desaparición física, junto con la reducción del dinamismo socio-gremial. No ha emergido una robusta generación de jóvenes con un liderazgo carismático y transformacional, en virtud de que la inmensa mayoría de los egresados universitarios en comunicación social piensa primero en la faceta monetaria, orillada en el activismo de las redes sociales y el lenguaje de la viralidad. Este fenómeno refleja una desconexión del CDP con los nuevos valores de la comunicación.
Cuarto: Crisis de imagen y credibilidad
1.- Bajísima asistencia a actividades institucionales y a las votaciones electorales. En las elecciones celebradas el viernes 29 de agosto de 2025, apenas sufragó el 27% de la membresía del CDP.
2.- Imperceptible nivel de pago de las cuotas mensuales de los miembros del CDP.
3.- Un alto porcentaje de egresados de las escuelas de comunicación social no ingresa a la organización, señalando que no le aporta ningún beneficio, e integrantes de la vieja guardia solo recuerdan al CDP cuando sufren persecución, agresión o apresamiento, o para solicitar auxilio por enfermedad y pensión.
Cinco: Casa Nacional del Periodista
1.- Deterioro físico muy pronunciado de la Casa Nacional de Periodistas. Se cae a pedazos.
2.- El local ha sido hipotecado parcial e ilegalmente.
3.- Los miembros del CDP no se animan a celebrar cumpleaños, bodas ni otras actividades en sus instalaciones, porque no tiene una buena imagen de marca.
Respuestas con las valijas sobre los trenes de las vías férreas:
1.- Imperiosidad de renovación en el cambio intergeneracional, comenzando con la modificación de la Ley 10-91, que creó al Colegio Dominicano de Periodistas (CDP).
2.- Forjar y proyectar a una nueva generación gremial, con la renuncia aspiracional de la vieja cúpula.
3.- Lograr el ingreso al CDP del mayor número de egresados de las escuelas universitarias de comunicación social.
4.- Establecer una alianza con el sector empresarial mediático en todas las áreas.
5.- Dar apertura a una Escuela de Formación Gremial.
Juzgue usted…
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Autor: Expresidente Instituto de Previsión y Protección del Periodista (IPPP), del Tribunal Disciplinario (dos veces) y del Comité Ejecutivo del CDP.
Opinión
Reforma de las Naciones Unidas: perspectivas (1 de 2)
Published
2 días agoon
noviembre 13, 2025Por Rommel Santos Díaz
Uno de los procesos más difíciles, y a la vez necesarios , es impulsar un profundo sistema de reforma de las Naciones Unidas. Hasta ahora es muy poco lo que se ha podido hacer debido a que las disposiciones de la Carta establecen que cualquier proceso de reforma debe contar con la aprobación de las 2-3 parte partes de los miembros de las Naciones Unidas, asi como el voto afirmativo de los miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
La primera crítica que se hace se refiere al estado actual del Consejo de Seguridad, y especialmente al derecho de voto permanente y veto que tienen Estados Unidos, Rusia, Francia, China y Reino Unido. En varias ocasiones la Naciones Unidas ha dejado de actuar con rapidez debido a que algunos de estos países no está dispuesto a apoyar una medida determinada.
A pesar de que las propuestas de cambio son muchas, una que debe ser descartada es la posibilidad de que se suprima el derecho de veto puesto que ello requeriría de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad accedieron a ceder su privilegio.
La única posibilidad de modificar la actual estructura de dicho órgano es ampliar el número de miembros permanentes y no permanentes. Sobre esto, existen dos propuestas principales (i) que Alemania y Japón se conviertan en miembros permanentes del Consejo de Seguridad, o (ii) que se cree un puesto permanente para cada una de las tres regiones que no están representadas , a saber, América Latina y el Caribe, África y Asia. De esta forma las regiones podrían ser miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a veto.
Dentro de los otros cambios que se están debatiendo, destaca el de dar un mayor poder al Presidente de la Asamblea General , para que tenga un mayor nivel de incidencia en la agenda de las Naciones Unidas, así como una mayor capacidad para proponer acciones que el Consejo deberá tomar en cuenta.
Gran parte de estas propuestas se encuentran en la Resolución 58-126 sobre Revitalización del trabajo de la Asamblea General, incluyendo la cooperación y coordinación entre la Asamblea General y el Consejo de Seguridad , así como el papel del Presidente de la Asamblea General.
Otro cambio, se refiere a la creación de una fuerza militar permanente de Cascos Azules, con la capacidad de tomar acciones de manera inmediata. Para agilizar su proceso, se viene discutiendo la posibilidad de que, bajo ciertas circunstancias, la Asamblea General pueda autorizar el accionar de estas fuerzas.
Cabe destacar que dentro de este debate, se ha venido trabajando en propuestas para una mayor participación de transnacionales y de organismos de la sociedad civil. Con relación a las transnacionales, y de acuerdo con la Declaración del Milenio, se pretende involucrar a las empresas para que participen activamente en la implementación de ciertos programas sociales de la ONU.
rommelsantosdiaz@gmail.com
