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Opinión

Décadas Perdidas: ¡Vamos por el Sueño de Nuestros Libertadores!

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Por Isaías Ramos

Si los gobernantes de las últimas décadas hubieran contado con una sólida conciencia social, moral y patriótica, y una personalidad firme, hoy tendríamos una nación desarrollada. Imaginemos que en lugar de privatizar las empresas públicas, las hubieran saneado y preparado para formar parte de un holding con acceso al mercado de valores, permitiendo que fueran capitalizadas por sus verdaderos dueños: el pueblo. Cuántos beneficios y empleos se habrían generado.

Imaginemos que contratos leoninos, como el de Congentrix, que causó pérdidas de más de mil millones de dólares, o el peaje sombra de más de dos mil millones, no hubieran existido. Cuánto dinero se habría ahorrado la nación.

La crisis financiera de 2003, responsable de uno de los déficits fiscales históricos que traspasó ese saqueo financiero del sector  privado al pueblo, mientras los responsables continúan sus vidas de opulencia y riqueza sin remordimientos ni consecuencias. Imaginemos un contrato de Barrick Gold bien negociado, donde la inversión real no hubiera sido pagada por el pueblo y este leonino contrato, en lugar de ser 97% para ellos y 3% para el pueblo, hubiera sido justo: 30% para ellos y 70% para el pueblo. Cuántas reservas internacionales tendríamos hoy.

Qué hubiera pasado si, en lugar de implementar un sistema económico deshumanizante e injusto,  y en vez de subsidiar el “consumo” se hubiera subsidiado la producción del sector agropecuario e industrial generadora de empleo y riqueza. Qué hubiera pasado si en lugar de mantener una política de déficit fiscal, se hubiera implementado una política de superávit fiscal y endeudamiento solo para inversión de capital productivo y de beneficio colectivo.

Qué sería si se hubieran dedicado a cumplir con la ley de educación y formar ciudadanos en principios y valores para crear un capital humano valioso en toda su integridad. Qué sería de nuestra patria si el régimen de seguridad social se hubiera diseñado para beneficio del pueblo trabajador y no de una élite financiera.

Qué país seríamos hoy si, en lugar de pervertir y vulgarizar a la sociedad, hubieran actuado como entes dedicados a contener la maldad y promover buenos hábitos de salud y comportamiento cívico. En cambio, abandonaron la salud mental, física y espiritual de la población, dejándola en manos de lobos buscadores de almas a quien devorar.

Qué sería de nuestro país si la enorme crisis sanitaria que surgió en 2020 hubiera sido utilizada como la gran oportunidad para realizar los cambios y transformaciones que requería la nación. Con una promoción sin precedentes educando, concientizando, disciplinando y creando hábitos y buenas costumbres, formando buenos ciudadanos usando todos los medios de comunicación social a los que tiene acceso el Estado. De haber volcado los recursos financieros, técnicos y administrativos al campo dominicano para relanzar la agropecuaria del país e impulsar la construcción de miles de hogares confortables, especialmente para aquellos que en pleno siglo 21 sobreviven en condiciones no aptas para la dignidad humana. ¿Qué sería hoy de nuestra patria si, en vez de ser gobernados por hombres sin juicio y sin corazón, hubiésemos sido liderados por personas temerosas de Dios, llenas de amor por la patria y deseosas de defender la libertad financiera, social y política del país? Si en las últimas décadas, líderes con sabiduría, principios, valores y propósitos nos hubiesen guiado, hoy, sin duda, viviríamos en una nación rica y próspera para todos sus ciudadanos.

El Frente Cívico y Social tiene la visión de un país que se aleje del sistema económico neoliberal y se encamine hacia un capitalismo coordinado y libre de impunidad. Imaginamos una nación donde podamos vivir el sueño que nuestros libertadores concibieron: un país justo, ordenado y con igualdad de derechos y oportunidades para todos.

En esta nación soñada, la educación sería accesible y de calidad, permitiendo a todos desarrollarse plenamente y contribuir al progreso del país. La atención médica sería garantizada, y todos tendrían un techo digno y un sustento seguro. Los recursos naturales y la riqueza del país serían distribuidos equitativamente, invirtiéndose en el bienestar y desarrollo de todos los ciudadanos.

La corrupción y la impunidad no tendrían cabida en este país. Todos los funcionarios públicos actuarían con integridad y transparencia, velando por el interés general. Se promovería el respeto y la protección al medio ambiente, garantizando un futuro sostenible para las próximas generaciones.

En el FCS trabajamos para alcanzar la oportunidad de construir este país soñado por nuestros libertadores, un país en el que cada ciudadano tenga la oportunidad de vivir una vida digna, justa y plena. Juntos, podemos caminar hacia un futuro más próspero y equitativo para todos.

¡Despierta, República Dominicana!

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Opinión

La verdad se comprueba con los hechos.

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Por Elba García Hernández

En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.

Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.

Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.

En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.

Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.

Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.

Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.

Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.

Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.

En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia  deja mucho que desear.

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Opinión

No es resentimiento ni frustración.

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Por José Cabral

El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.

Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.

El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.

En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.

En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.

El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.

Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.

En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.

Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.

Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.

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Opinión

El impresionante resbalón del Escogido

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Por Nelson Encarnación

Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.

Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.

Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.

Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.

No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.

Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.

¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.

¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.

Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.

¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.

Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.

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