Opinión
Decadencia del capitalismo neo-liberal y alternativa
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5 años agoon
Por Narciso Isa Conde
El producto de la restructuración neoliberal del capitalismo keynesiano, impuesto a partir de los años 70, está desde hace algunos años atravesando por una especie de crisis senil, demandando al mismo tiempo alternativas a los modelos establecidos. Lo acontecido recientemente en Chile marca un hito en esa dirección.
La oleada de cambios iniciada a principio del siglo XXI en Nuestra América en gran medida ha respondido a esa realidad, abriendo paso a una compleja dialéctica entre reformas y contra-reformas, avances y retrocesos, revolución y contra-revolución en las que las opciones alternativas reformistas, progresistas y transformadoras, que no han logrado superar el capitalismo dependiente en crisis han mostrado sus límites para lograr alternativas estables y superadoras de la regresión neoliberal.
- El “ciclo progresista” exhibe sus límites y vulnerabilidades.
Los nuevos modelos con impulsos keynesianos o neo-keynesiado, o los modelos que combinan la herencia neoliberal en tanto al tema mercado, privatizaciones y patrones ideológico-culturales con políticas de retribución de ingresos y ciertos cambios estructurales, incluso los que afirmando soberanía han impulsado limitadas reformas socializantes y nuevos procesos constituyente, han evidenciado su vulnerabilidad frente al contra-ataque imperialista asociado a las poderosas facciones del capitalismo neo-liberalizado y gansterizado.
No han sido pocos los retrocesos y amenazas de retrocesos, independientemente de que tampoco estos han logrado consolidarse y bloquear una fuerte tendencia no solo a la inestabilidad, sino también a la ingobernabilidad y a nuevas derrotas.
Si en verdad es imposible –y lo es- separar al capitalismo de estos tiempos de su fase neoliberal, todo parece indicar que no hay manera de separar la alternativa superadora del dominio del capital globalizado de la reformulación e implantación del proyecto socialista que amerita lo que tiene todas las características de una enfermedad crónica-terminal del sistema dominante.
- Transición alternativa.
Como se trata de un proceso de ruptura y creación, por demás sumamente difícil y complejo, se requiere de una transición que posibilites que lo viejo termine de morir y lo nuevo de crecer. Lo viejo es un capitalismo que se ha tornado tan destructivo como para hacer inviable la vida del planeta y de la sociedad humana y lo nuevo es un proyecto que le ponga fin a este sistema decadente, al tiempo de superar las causas estructurales que provocaron el colapso del producto de las revoluciones anticapitalistas, de orientación socialista, del Siglo XX.
El tránsito del capitalismo neoliberal al nuevo socialismo exige, por tanto, establecer una clara diferenciación entre el camino a recorrer y las metas a alcanzar, entre el socialismo a que aspiramos, que debe acopiar toda la experiencia histórica, y la transición necesaria hacia ellas.
Porque ciertamente una cosa es el tránsito al socialismo y otra el socialismo como modo de producción y distribución consolidado, sistema político e instituciones de profundo calado social, cultura colectiva solidaria y salto cualitativo en la transformación de los seres humanos.
El tránsito es el proceso que conduce a esa meta y se diferencia de ella en que contiene no pocos elementos del pasado capitalista y pre-capitalista, especialmente en los países de capitalismo medio o bajo, o de capitalismo dependiente y tardío, como le llaman algunos autores.
Una cosa trae a la otra: permite avanzar progresivamente en una determinada dirección.
La socialización de la economía, la democratización y extinción paulatina el poder estatal, la generalización de la cultura solidaria, los cambios necesarios en la conciencia individual y colectiva, no pueden darse en actos instantáneos o de corta duración. Es más bien una orientación y una práctica transformadora de mediano y largo plazo.
Y esto es una verdad mayor en el caso de países de capitalismo dependiente, sometido durante años, por demás, a la recolonización neoliberal y a sus efectos; acompañada muchas veces de fuertes o débiles herencias pre-capitalistas y de serias precariedades en todos los órdenes.
Se trata no solo de un proceso transformador, cuya velocidad, profundidad y extensión, varía por países en función de los obstáculos a vencer, de las trabas a superar y de la correlación entre las fuerzas del cambio revolucionario y las fuerzas contrarrevolucionarias internas y externas; si no también de un proceso multifacético e integral.
El capitalismo en general, y el latinoamericano-caribeño por igual, no es solo un modo de producción, sino sobre todo un sistema de dominación integral, que incluye otras esferas de la economía e importantes vertientes sociales, jurídicas-políticas, institucionales, militares, ideológicas, culturales…
Si en la economía es inviable una socialización instantánea, también lo es en los demás aspectos de la vida en sociedad.
Las cambios de una formación económica-social, política y cultural a otra, de un sistema a otro, enfrentan altos grados y variadas formas de resistencia, requieren de transformaciones profundas, exigen procesos y niveles de conciencia revolucionaria, demandan nuevas formas organizativas, nuevos métodos de gestión y participación, nuevas bases constitucionales, nuevas leyes, cambio de mentalidad…que tardan en lograrse. Y esto se complejiza en la periferia dependiente tratándose de un sistema mundializado en alta intensidad como lo es el capitalismo actual.
- Denominar el tránsito revolucionario por su nombre.
Por eso, cuando nos referimos a las alternativas al capitalismo, procede hablar del tránsito hacia una sociedad post-capitalista, que históricamente ha sido conocida como sociedad socialista o socialismo.
Tránsito o transición al socialismo es la frase clave para reflejar en la denominación del periodo transformador el carácter procesal de los cambios anti-capitalistas, evitando así etiquetar con el nombre de socialismo lo que es un proceso hacia él, cargado de herencias, trabas y limitaciones a superar.
Esto, además, descarta mitificar la realidad y cargarle al socialismo los problemas y limitaciones del difícil y complejo tránsito hacia él.
Por eso no es saludable ponerle el rótulo “república socialista” al país, o al conjunto de países, que inicien una transición de ese tipo, obviando el hecho de que sigue pendientes importantes transformaciones necesarias para llegar a esa meta enfrentando las dificultades que ellas representan; esto sin dejar a un lado realidades, creaciones colectivas y modalidades imposible de pre-determinar m{as allá de ciertas predicciones también cambiante en vista que solo la práctica es el criterio de la verdad
En Nuestra América está bastante claro, que vistos siempre en forma dinámica los hechos acaecidos en tiempos reciente, el punto de partida de la transición al socialismo consiste en desmantelar el modelo neoliberal impuesto y avanzar hacia una sociedad pos-neoliberal, socializando progresivamente, primero parcialmente y luego completamente, determinadas vertientes estratégicas, tanto en lo económico y social como en lo político y lo cultural, evitando una larga coexistencia, como ha sucedido, con los agentes políticos, económicos y culturales del gran capital.
La única forma de reducir la fuerza de la contra-reforma y de la contra-revolución, es socializando el poder, la propiedad, la economía y las luchas en forma persistente y progresiva, acompañado ese proceso de la politización del pueblo, y especialmente del bloque proletario-popular, en torno a las ideas y a las prácticas socialistas-comunistas.
Y vale concluir que ese proceso no asunto de países y pueblos aislados, sino de la continentalización e internacionalización de la luchas y las alternativas imprescindible para abolir el dominio global del capital y sus instrumentos de dominación.
Es, por tanto, suma ascendente de nuevas revoluciones populares nacionales.
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.