Conecta con nosotros

Opinión

Del círculo vicioso al círculo virtuoso: la hora del pueblo ha llegado

Published

on

Por Isaías Ramos

En nuestro país, la pobreza no es solo una consecuencia económica: es el resultado político de un sistema estructurado para excluir, saquear y concentrar el poder. Hemos vivido por décadas atrapados en un círculo vicioso de instituciones políticas y económicas extractivas, donde quienes se enriquecen lo hacen a costa del sudor, la dignidad y el futuro del pueblo dominicano.

Este Estado no es verdaderamente democrático ni pluralista: es un Estado corporativo, partidista, clientelar y de privilegios, sostenido por instituciones diseñadas para perpetuar a una élite en el poder. Los partidos políticos —sin distinción de color— se han convertido en empresas familiares disfrazadas de representación. Controlan el Congreso, los tribunales, las licitaciones, los medios y hasta los sindicatos. No rinden cuentas, pero devoran miles de millones del erario. No representan al pueblo, pero legislan en su nombre.

Y cuando el pueblo exige justicia, le dan miseria. Cuando pide oportunidades, le entregan migajas. Y cuando levanta la voz, lo etiquetan, lo excluyen o lo compran.

El problema es más profundo: los sectores estratégicos de la nación han sido entregados al capital privado, mediante estructuras legales que disfrazan el saqueo como desarrollo.

Se han privatizado servicios esenciales —electricidad, puertos, aeropuertos, hospitales y seguridad social— convirtiendo derechos fundamentales en negocios millonarios para élites empresariales y actores políticos.

La energía, la minería que arrasa montañas y ríos, los aeropuertos entregados bajo contratos oscuros, y la seguridad social, con más de dos décadas beneficiando a las AFP y ARS sin garantizar salud ni pensiones dignas: todos son parte del mismo modelo extractivo, encubierto bajo términos técnicos como “alianzas público-privadas”, “fideicomisos públicos” y “concesiones”.

No modernizan la patria: la hipotecan.
Son mecanismos legalizados para robar a la nación, garantizar ganancias privadas con riesgo público y robarle el futuro a generaciones aún no nacidas, endeudándolas sin fin y sin justicia.

Es un saqueo con firma, toga y discurso tecnocrático. Y mientras tanto, el pueblo sobrevive, paga y calla.

En este sistema, el poder no está limitado por la voluntad popular, sino blindado por pactos de impunidad. Las instituciones políticas dominicanas protegen a quienes detentan el poder. En vez de frenar la corrupción, la facilitan. En vez de garantizar justicia, la neutralizan. En vez de promover el pluralismo, lo sabotean.

Y mientras más poder acumulan, más feroz es su lucha por conservarlo. Porque en este régimen, el poder no es un medio para servir al pueblo: es el botín más codiciado. Da acceso a contratos, medios, presupuesto e impunidad.

Por eso los partidos se matan por el poder, pero nunca se enfrentan entre sí para desmontar el sistema. Porque todos, aunque se disfracen de cambio o se “reinventen”, son parte del mismo engranaje.

Sin embargo, la historia no está cerrada. La sentencia del Tribunal Constitucional TC/0788/24, que reconoce el derecho pleno a las candidaturas independientes, ha roto el cerrojo de la partidocracia y ha devuelto al pueblo una herramienta que le habían robado: su soberanía.

Las candidaturas independientes no son una utopía ni un lujo electoral. Son una realidad. Representan la única vía legítima y pacífica para que ciudadanos honestos, sin compromisos con mafias políticas ni grupos empresariales, sirvan a su país sin ser esclavos del sistema.

Y más aún: son el único camino para reconstruir, desde abajo, un verdadero Estado Social y Democrático de Derecho, como manda nuestra Constitución. Un Estado donde el poder sirva a la vida, no a la avaricia. Donde la ley defienda al pueblo, no lo oprima. Donde el trabajo se traduzca en dignidad y el futuro deje de ser una sentencia para convertirse en promesa.

Este es el momento de pasar del círculo vicioso del privilegio, al círculo virtuoso del bienestar compartido.
De instituciones al servicio del saqueo, a instituciones al servicio de la vida.
De la impunidad garantizada, al imperio de la ley.
De una economía que beneficia a diez, a una que dignifique a diez millones.

Y ya está sucediendo.
El despertar ha comenzado y avanza a pasos agigantados por todo el país.
Cada vez más dominicanos se están organizando, formando y uniendo a la única vía legítima, pacífica y constitucional para rescatar la nación: las candidaturas independientes y la plataforma del Frente Cívico y Social (FCS).

Lo que falta no es coraje: es coordinación.
Lo que falta no es pueblo: es un propósito común.
Y ya lo tenemos: hacer realidad nuestra Constitución vigente.

Construir, desde abajo, el Estado Social y Democrático de Derecho que nos prometieron y nos han negado.
Un país donde reine el orden, la justicia y la igualdad de oportunidades para todos, no solo para una minoría privilegiada.

Pero cuidado. No basta con despertar. Hay que tomar partido. La historia nos recuerda que incluso cuando surge un libertador con fuerza para derribar al opresor, el propio pueblo —por miedo o comodidad— puede traicionarlo y entregarlo.

Hoy, las candidaturas independientes son el Sansón del pueblo dominicano. No nacieron del sistema, no obedecen a mafias ni se doblegan ante los privilegios. Son la única posibilidad real, legítima y constitucional de romper las cadenas del saqueo institucional.

Pero si el pueblo no se une —si prefiere seguir atado al yugo partidista— podría repetir el error de entregar a su Sansón, atarlo con sogas nuevas y condenarse a más décadas de miseria.

No traicionemos nuestra única oportunidad.
No entreguemos la fuerza que puede liberarnos.

El Frente Cívico y Social no nació para pactar con los opresores.
Nació para refundar la patria con los principios y valores que le dieron su origen, y devolverle el poder a quienes siempre debió pertenecerle: al pueblo dominicano.

¡Despierta,RD!

 

Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Opinión

La CIA, Mockingbird y los periodistas

Published

on

(I)

Por Oscar López Reyes

Desde 1950, tres años a posteriori de su creación -1947- la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos comenzó a instrumentalizar a periodistas para manipular y moldear a la opinión pública mundial, en una abominable labor de zapa, en el cenit geopolítico de la Guerra Fría entre dos superpotencias imperiales. Su proyecto primigenio, y el más escalofriante, ha sido la encubierta Operación Mockingbird, mediante la cual se ocultaron y tergiversaron informaciones para influir a favor de los designios norteamericanos, y desde 2019 ejecuta a gran escala una campaña de reclutamiento para difundir noticias y entretenimiento en redes sociales y plataformas streaming.

En estos 78 años, la CIA ha invertido miles de millones de dólares en el enlistamiento de periodistas anti-éticos y anti-democráticos y en infiltración en medios de comunicación para divulgar programas propagandísticos, engendrando el descrédito y la desconfianza ciudadana, así como la animadversión de adversarios en guerras.

La operación Mockingbird, que inicialmente consistió en escuchas telefónicas periodísticas sin orden judicial, fue llevada a cabo por la CIA para identificar fuentes de filtraciones de datos de alta inteligencia. Principió grabando conversaciones privadas de Hanson Baldwin, reportero de seguridad nacional del New York Times, entre el 12 de marzo y el 15 de junio de 1963, desde el Despacho Oval de la Casa Blanca.

Las grabaciones fueron por iniciativa del presidente de Estados Unidos, Jhon F. Kennedy, luego que se incomodara por un reportaje de primera plana publicado por Baldwin (ganador del Premio Pulitzer en 1943 por su cobertura de la Segunda Guerra Mundial) en la edición del 26 de julio de 1962 del New York Times en el que, amparado en una información clasificada, revelaba el número de misiles nucleares en el arsenal estadounidense. A su vez, comparaba esos depósitos atómicos de Estados Unidos con los de la Unión Soviética, y el afán de esta última superpotencia por resguardar sus emplazamientos de misiles balísticos intercontinentales.

A seguidas, la CIA también intervino los teléfonos residenciales de los columnistas Robert S. Allen y Paul Scott (The Allen-Scott Report, publicada en unos 300 periódicos), tras estos dar a conocer secretos clasificados de Estados Unidos. Más adelante, el Buró Federal de Investigaciones (FBI) se incorporó a las averiguaciones y vigilancia para detectar quienes desde los organismos de inteligencia estaban infiltrando informaciones a la prensa. También produjo la intercepción telefónica a la periodista de Newsweek, Lloyd Nornam, y el secretario de Estado Dean Rusk presionó para que CBS News no difundiera un reportaje del periodista Daniel Schorr sobre el espectacular escape de ciudadanos de Alemania Oriental a través de un túnel bajo el Muro de Berlín.

Por intermedio del proyecto Mockingbird -según variadas fuentes- para divulgar propaganda proestadounidense y truquear a la opinión pública contra la influencia comunista, aceptaron ser asalariados de la CIA cientos de periodistas de The New York Times, The Washington Post, Newsweek, ABC, CBS, NBC, la revista Time, Louisville Courier Jounal, Copley News Service, la agencia internacional Reuters y otros medios de América Latina, Europa y otras regiones.

Los objetivos bien definidos de la contratación a sueldo de la red de periodistas, publicaciones, televisoras y emisoras tengo que segmentarlos en siete:

1.- Difundir relatos preescritos por la CIA, para tratar de cambiar la percepción global sobre situaciones y personas, siempre favorables a Estados Unidos.

2.- Controlar la política editorial de medios comunicativos, a través de altos ejecutivos y editores, en una novedosa interacción subrepticia gobierno-prensa.

3.- Ocultar informaciones perjudiciales o desfavorables a Estados Unidos, en una intromisión estatal sin precedentes.

4.- Inclinar la balanza para conveniencia estratégica de Estados Unidos en coberturas informativas, artículos de opinión, editoriales y otros géneros periodísticos.

5.- Contrarrestar la propaganda e influencia de la Unión Soviética, con mecanismos sofisticados de persuasión pública.

6.- Suministrar datos de inteligencia, en una típica tarea de espionaje.

7.- Detectar a agentes o empleados de organismos de inteligencia que confidencialmente suministraban informaciones a periodistas.

……………………………………………………..

El autor: Redactor principal del Código de Ética del Periodista Dominicano y autor exclusivo del libro “La Ética en el Periodismo. Los cinco factores que interactúan en la deontología profesional”.

 

Continue Reading

Opinión

Cuando el privilegio pesa más que el salario

Published

on

Por Isaías Ramos

En el artículo anterior, “Cuando trabajar no alcanza”, mostramos lo esencial: en nuestro país hay trabajadores a tiempo completo que, aun cumpliendo con todo, no alcanzan el costo de la canasta básica. Hoy toca cerrar el círculo con una pregunta inevitable: si el Estado asegura que no tiene margen para indexar el ISR ni para acercar los salarios a la canasta, ¿cómo sí lo tiene para blindar exenciones y subsidios que ya rondan el medio billón de pesos al año?

La comparación es contundente: alrededor de RD$19 mil millones para cumplir la indexación —lo mínimo para que la inflación no se coma el salario por la vía del impuesto— frente a más de RD$500 mil millones en gasto tributario y subsidios no focalizados. Esa diferencia no es técnica; es moral. Es un impuesto silencioso al trabajo para sostener privilegios que casi nunca rinden cuentas.

No hablamos de milagros, sino de coherencia constitucional.

Primero derechos; después privilegios.

La indexación es justicia básica; que el salario cubra la canasta es dignidad mínima. Cuando eso no ocurre, todo lo demás se convierte en una transferencia regresiva: recursos públicos arriba y salarios de subsistencia abajo.

Lo vemos en historias como la de Marta, cajera en una tienda que abre seis días a la semana. Gana el salario mínimo del tramo superior y aun así no le alcanza para transporte, alimentos y educación básica de sus hijos. Todos conocemos una Marta. Su caso no es la excepción; es el reflejo de un modelo.

Reconocemos, sin ambigüedades, que ciertos sectores han traído inversión y empleo. Pero en un Estado Social y Democrático de Derecho, la prioridad no se discute: derechos primero, incentivos después. Si un sector recibe exenciones millonarias durante décadas, la contrapartida mínima es un salario mediano por encima de la canasta y una reducción verificable de la informalidad. Y si los beneficios se justifican por su aporte, ese aporte debe comprobarse con datos públicos.

Las preguntas son simples, y las respuestas deberían serlo también:

  • ¿Cuál es su salario mediano y qué parte de la canasta cubre?
  • ¿Cuál es su aporte fiscal neto, descontadas exenciones y transferencias?
  • ¿Qué metas salariales y de formalización han cumplido —auditadas y con plazos—?

Si esas respuestas no existen, la falla no está en quien critica, sino en un modelo que evita mirarse al espejo.

Cuando miramos la región, el panorama se vuelve más claro y más crudo. Llevamos décadas creciendo alrededor de 5 % anual, más del doble del promedio latinoamericano. Sin embargo, datos del Banco Mundial muestran que menos de 2 % de los dominicanos ascendió de grupo de ingreso en una década, frente a un 41 % regional. Es una de las movilidades más bajas de América Latina: un motor económico de alta potencia montado sobre una carrocería social demasiado frágil.

A eso se suma un mercado laboral con alrededor de 55 % de informalidad, superando un promedio regional que ya bordea la mitad. Millones de personas trabajan sin contrato, sin protección y sin capacidad de negociación. Mientras tanto, el salario mínimo formal del sector privado no sectorizado —según el tamaño de la empresa— oscila hoy entre unos RD$16,000 en las microempresas y cerca de RD$28,000 en las grandes, y ni siquiera en su tramo superior alcanza el costo de la canasta familiar nacional, que ronda los RD$47,500, ni la canasta del quintil 1, situada en torno a RD$28,400. La mayoría de los trabajadores informales ni siquiera se acerca a esos montos.

Ahí está el nudo del modelo: un PIB que corre por delante del promedio regional, con salarios más bajos, más informalidad y menor movilidad que casi todos. Ahí es donde la retórica del “milagro” deja de coincidir con lo que millones viven cada día: jornadas largas, ingresos insuficientes y un crecimiento que no se traduce en dignidad.

Y, mientras tanto, la indexación —que solo evita que el impuesto castigue el salario— se presenta como inalcanzable. No lo es. Lo inalcanzable es pretender estabilidad congelando la protección del trabajador mientras se blindan privilegios que nadie revisa con lupa desde hace décadas. Eso no es estabilidad; es un subsidio a la precariedad.

La discusión no es “si hay dinero”, sino de dónde es justo que salga.

¿De quienes ya no pueden más, o de exenciones que llevan medio siglo sin evaluación seria?

¿De la nómina de la clase trabajadora, o de regímenes especiales convertidos en vacas sagradas?

En el Frente Cívico y Social entendemos que la guía es simple y está escrita en la Constitución. El artículo 62 establece, entre otras cosas, que es finalidad esencial del Estado fomentar el empleo digno y remunerado y, en su numeral 9, consagra el derecho a un salario justo y suficiente para vivir con dignidad. No es poesía; es mandato. Si el salario mediano de un sector no cubre la canasta, ese sector no cumple con la dignidad mínima. Y si además recibe exenciones, la obligación de rendir cuentas es aún mayor.

Y porque no hay dignidad sin desarrollo, no olvidemos lo esencial: salario digno es demanda interna, productividad futura y estabilidad social. Con sueldos de miseria no se construye un mercado interno robusto, no se fortalece el capital humano, no hay escalera de movilidad. Lo que se “ahorra” hoy en salarios bajos se paga mañana en menor crecimiento y mayor conflictividad.

En una frase: un país que se respeta no pone el privilegio por encima del salario, ni el incentivo por encima de la dignidad. Cuando la política honra esa jerarquía, la estadística deja de ser consuelo y se convierte en vida vivible.

Despierta RD

Continue Reading

Opinión

La Corte Penal Internacional y los Tribunales Penales Internacionales  (1 de 2)

Published

on

Por Rommel Santos Díaz

A diferencia de la Corte Penal Internacional, cuyo estatuto es el resultado de varios años de debates y de la Conferencia de Plenipotenciarios, los tribunales Ad –Hoc para la Ex Yugoslavia  y Ruanda  son la expresión de una respuesta a dos situaciones específicas caracterizadas por la comisión de atrocidades en el territorio de estos países.

Fue precisamente la gravedad de las circunstancias lo que obligó al Consejo de Seguridad a ejercer las atribuciones que le confiere el  Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas para crear las jurisdicciones penales Ad – Hoc para la Ex Yugoslavia ( Resolución  827 de 1993) y para Ruanda (Resolución 955 de 1994)

En estos casos, ambos tribunales tienen virtualmente estatutos idénticos y también compartieron algunas instituciones comunes, como  por ejemplo el Fiscal, dado que a partir del 15 de septiembre del 2003, el Consejo de Seguridad designo a Hassan Bubacar Jallow como Fiscal del  Tribunal Penal Internacional  para Ruanda.

La Fiscal Carla Del Ponte ejerce su competencia exclusivamente en relación al Tribunal Penal Internacional  para la Ex Yugoslavia. Las características comunes entre ambos tribunales han tenido como consecuencia, al menos en el ámbito teórico, la economía y uniformidad en el ámbito fiscal  hasta el año 2003 así como en el desarrollo de una línea jurisprudencial sólida y constante en el análisis de sus respectivos casos.

De esta forma la creación de dichos tribunales Ad-Hoc constituye un desarrollo sin precedentes a favor de la implementación de las normas sobre derechos humanos que a su vez ha favorecido una dinámica positiva en el proceso de creación de un sistema de justicia penal internacional  que se concreta casi una década después con el inicio de las funciones  de la Corte Penal Internacional.

Por su lado el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda fueron creados por resoluciones del Consejo de Seguridad en virtud de las cuales son considerados como órganos judiciales subsidiarios del mismo.

Se ha establecido que aun cuando fueron creados por el Consejo de Seguridad, el cual no es un órgano judicial, esto no afecta la validez del acto jurídico de creación puesto que ambos son el reflejo del ejercicio del mandato del principal órgano de las Naciones Unidas  para mantener la seguridad y la paz internacional.

Esta línea de razonamiento concuerda con la establecida por la Corte Internacional de Justicia en su Opinión Consultiva sobre los efectos de las compensaciones concedidas por el tribunal administrativo de las Naciones Unidas de 1954.

Por tanto, mientras la Corte Penal Internacional es un tribunal internacional independiente, el Tribunal Penal Internacional para la Ex Yugoslavia y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda son órganos judiciales subsidiarios del Consejo de Seguridad Conforme al Artículo 2 del Estatuto de Roma, la Corte Penal Internacional mantiene relaciones de cooperación con el sistema de de las Naciones Unidas, pero ello no afecta su  independencia con respecto a dicha organización internacional.

Rommelsantosdiaz@gmail.com

Continue Reading

Edificio La República: Restauración No. 138, cuarta planta, Santiago, República Dominicana. Teléfono: 809-247-3606. Fax: 809-581-0030.
www.larepublicaonline.com  / Email: periodico@larepublicaonline.com
Copyright © 2021 Blue National Group