Por Rosario Espinal
Los inmigrantes dominicanos no solo envían remesas, también llegan con maletas cargadas, sobre todo en época navideña, y con los bolsillos dispuestos a auxiliar a los allegados o a gastar en su terruño.
Las cifras oficiales del Banco Central de la República Dominicana muestran que en el 2021 el país recibió 10,402.5 millones de dólares en remesas familiares, en el 2022 fueron 9,856.5 millones y el 2023 va camino a 10,000 millones. Y que conste, es más dinero porque hay transacciones informales en dólares que no captan los radares del Banco Central.
Las remesas familiares representan pues la mayor fuente de divisas para el país, aunque en la República Dominicana nadie movió un dedo en el mercado laboral para generar esos ingresos. Llegaron gracias a la solidaridad familiar de miles de dominicanos que han emigrado al extranjero, sobre todo a los Estados Unidos. De ahí proviene aproximadamente el 85% de las remesas.
Una corriente de opinión enfatiza la consecuencia negativa de las remesas familiares, argumentado que la población receptora se acostumbra a no trabajar o a hacer pocos esfuerzos laborales. Otra enfatiza el mayor bienestar y la movilidad social de las familias que reciben remesas, y la mayor disponibilidad de divisas en la economía nacional.
El mayor flujo de divisas en los últimos años se ha debido a un factor coyuntural y otro estructural. El coyuntural fue la pandemia que llevó en Estados Unidos a la distribución de subsidios, y una parte de los recursos que recibieron los inmigrantes dominicanos los enviaron a sus familiares. El estructural es el incremento constante de la migración dominicana.
Aunque el Gobierno dominicano no lleva estadísticas precisas sobre la cantidad de dominicanos que emigran, la República Dominicana se encuentra entre los principales países del mundo que reciben visas de inmigrantes de Estados Unidos con relación a su población. Eso ilustra la magnitud.
¿Por qué tanta migración dominicana? Hace 60 años se inició el fuerte proceso migratorio de dominicanos hacia los Estados Unidos porque, durante la intervención militar de 1965, Estados Unidos aumentó la cantidad de visas de inmigrante que otorgaba a dominicanos.
Ese mismo año, Estados Unidos cambió su Ley de Migración para favorecer la reunificación familiar. O sea que, cada dominicano o dominicana que emigraba con visa de residencia tenía la opción de pedir sus familiares inmediatos. Esto ha generado una espiral migratoria sin precedentes en las últimas décadas que aún no se detiene, y difícilmente se detendrá en el futuro previsible.
Los inmigrantes dominicanos no solo envían remesas, también llegan con maletas cargadas, sobre todo en época navideña, y con los bolsillos dispuestos a auxiliar a los allegados o a gastar en su terruño.
Para la República Dominicana, la migración de dominicanos ha sido una tabla de salvación económica: 1) son el verdadero seguro social para muchas familias, ya sea por las remesas regulares o las ayudas en momentos de emergencias; 2) gastan cuando vienen al país a vacacionar; y 3) aportan divisas que la economía dominicana necesita.
Para entender el alto nivel de crecimiento económico dominicano de las últimas décadas y el crecimiento de la clase media hay que tomar en cuenta la contribución que hacen los inmigrantes, a veces minimizados, discriminados o estigmatizados.