El Estado dominicano siempre ha acumulado grandes deudas sociales como consecuencia de las políticas económicas fundamentadas en la corrupción administrativa de los diferentes gobiernos que hemos tenido durante toda nuestra vida republicana.
Una expresión contundente de esa equivocada política económica ha sido el alto gasto público del Gobierno, cuya mayor focalización es en la nómina de las instituciones oficiales.
De manera, que los gobiernos que hemos padecido han manejado los recursos públicos como si no les importaran las grandes carencias de la población.
Ahora resulta que la economía nacional no sólo será deficitaria por las razones expuestas más arriba, sino también como consecuencia del impacto del coronavirus en la producción nacional y en consecuencia en la democracia.
Es innegable que el coronavirus ya le ha dado duro a toda la vida nacional, incluida la tranquilidad de la gente y para colmo podría imposibilitar que un derecho tan importante de la democracia, como es el de elegir y ser elegible, parece que también será afectado.
Son dos cuestiones vitales para que una sociedad civilizada pueda rápidamente levantar cabeza, para decirlo de alguna manera, pero el reto de que las elecciones puedan ser celebradas, dado que la democracia está tan sentida que ese podría constituirse en un golpe mortal para ella, sobre todo por lo que se derivaría de una posposición, que hasta pensarlo hace daño.
El coronavirus apenas comienza su recorrido por el territorio nacional, cuyas secuelas parece que será muy dolorosa, no sólo en lo que respecta a los daños a la economía, sino también en lo que más importa, como es la pérdida de vidas humanas.
Naturalmente, todo lo que se pueda decir en este momento cae en el campo de la especulación en torno al impacto de la enfermedad en la sociedad en lo que respecta a la generación de muertes, pero no así de los estragos que ya sufre la economía y la tranquilidad social.
La recuperación de la democracia de esta estocada dada por el coronavirus podría ser larga y tormentosa, sobre todo si se parte de la vocación antidemocrática de sectores de la vida nacional, que se retroalimentan con la herencia histórica-cultural del pueblo dominicano que ha vivido de dictaduras en dictaduras durante toda su vida republicana.
Todo el mundo sabe que hay sectores en la sociedad dominicana que siempre apuestan a bañarse en aguas sucias o en ríos revueltos, cuyas enseñanzas son muy aplicables a la circunstancia que hoy vive el país.
El dominicano debe seguir al pie de la letra los mandatos del Gobierno para ver que tan rápido salimos de este mal momento, porque la cuarentena es la única garantía de que haya menos contagio y menos muertes y la superación de las consecuencias de una pandemia que podría ser inolvidable por los daños que puede causar.
No hay otro manera de ver las cosas.