La supuesta víctima de una denunciada violación sexual, alegadamente cometida por el suspendido director del Instituto Agrario Dominicano (AID), Leonardo Faña, ha decidido retirar la denuncia para, según ha dicho, gozar de una cierta tranquilidad.
La decisión no parece que haya sido la mejor, porque ante la narración de lo ocurrido son muy pocos los que dudan que los hechos no hayan acontecido, sobre todo cuando la denuncia de agresión sexual proviene de una funcionaria pública que fue nombrada por el mismo inculpado, lo cual supone un cierto agradecimiento de ella hacia él.
El desistimiento en si mismo lo que hace es crear mayor confusión y aumentar los daños en contra de la víctima y también del supuesto agresor, porque entonces no son pocos los que deducen que en el caso ha intervenido algún tipo de paga para dejar sin efecto la denuncia.
Aunque sea o no así, lo cierto es que la denunciante debió valorar a la hora de tomar esa decisión en virtud de que ya hay daños para ambas partes, porque el nombre de ese funcionario público ha quedado de todos modos muy mancillado y si bien se busca con el desistimiento que las cosas se queden a ese nivel, el Código Procesal Penal manda la continuación de la investigación por parte del Ministerio Público, como exactamente ha ocurrido.
En realidad, es inverosímil que una persona tome la decisión de denunciar un crimen de esa envergadura y luego decida retirar la acusación, a menos que no haya intervenido alguna paga, lo cual podría devenir por parte del supuesto victimario en una demanda en daños y perjuicios.
Naturalmente, ella está en su derecho de retirar la denuncia, porque también se entiende lo que la víctima ha alegado de que quiere paz entre los suyos, pero parece que ella no sabe que el proceso sigue su curso y que los resultados tendrán que arrojar la verdad de lo ocurrido y que además tendrán que publicarse por los medios de comunicación social.
El desistimiento no implica que los hechos no ocurrieron e incluso la víctima no ha dicho que la historia fue inventada ni nada parecido, lo cual quiere decir que aun con la decisión tomada, la Procuraduría de la Corte de Apelación del Distrito Nacional tendrá que establecer la verdad de los hechos.
De manera, que si lo que la víctima buscaba con el desistimiento es tener tranquilidad porque el caso no se ventilaría en los medios de comunicación, está muy equivocada, porque el Ministerio Público independientemente del retiro de la denuncia tiene que seguir con el curso de la investigación porque ya tomó un carácter público.
Es importante dejar sentado que si es verdad que los hechos ocurrieron como fueron narrados por la supuesta víctima de agresión sexual, la sanción para el responsable no van a disminuir por el desistimiento, sino que podría agregarse otro elemento, que es la negociación, es decir, que para que se retirara la denuncia intervino algún tipo de acuerdo monetario, naturalmente ello también tendría que ser probado jurídicamente, aunque en el imaginario popular ya esto ha ocurrido, lo cual empeora la situación del imputado en el presente caso, ya que es otro ilícito penal.
Por esta razón, el desistimiento, aunque parezca una solución, en realidad se trata de una arma de doble filo si se parte del hecho de que en el país se ha producido lo que se ha dado en llamar la independencia del Ministerio Público y en virtud de que la Procuraduría de la Corte de Apelación del Distrito Nacional está obligada a acogerse al mandato de la ley y si se comprueba que los hechos realmente ocurrieron, entonces el caso podría derivar en una sanción penal luego de demostrarse en el tribunal, pero igual podría ocurrir si la denuncia se trata de un invento, porque de ser así la victima pasa a ser la victimaria y lo contrario, con lo cual le causa un gran daño al ahora imputado y a la sociedad.
El desistimiento en favor del supuesto abusador permite que éste siga en sus andanzas sin recibir el castillo que establecen las leyes.
Sólo hay que esperar que salga a la superficie la verdad de lo ocurrido, pero de cualquier modo que se vea el retiro de la denuncia constituye una arma de doble filo para la supuesta víctima y también para el victimario, ya que ninguno de ellos se beneficia con la decisión tomada, porque parece haberse agregado la figura de la negociación en la imaginación de la gente en la que siempre está presente la mercancía llamada dinero, lo cual daña mucho la dignidad de ambos involucrados.