Por Narciso Isa Conde
En el contexto del actual sistema capitalista mundial, después de tres décadas de imposición de la estrategia neoliberal del gran capital transnacional y local en este escenario, no es difícil apreciar a grandes rasgos lo acontecido en nuestra sociedad:
1) La burguesía transnacional es cada vez más determinante en el país y en toda la isla, ahora con mayor predominio de su vertiente financiera-especulativa (la deuda externa de RD representa la mitad del PBI y compromete el 40% del Presupuesto Nacional) y de su vertiente minero- energética y de apropiación del territorio (el país está casi totalmente concesionado: para extracción de riquezas naturales, toma de fuentes de agua y de biodiversidad, ocupación de terrenos con vocación turísticas, bosques, valiosas zonas urbanas, infraestructuras viales…)
2) La acumulación y reacumulación, el reordenamiento del proceso de apropiación y concentración capitalista por esa vía, ha contado con la complicidad y la asociación de importantes facciones de la gran burguesía dependiente y de la partidocracia, que bajo la protección del Estado corrompido y la impunidad que éste auspicia, han generado procesos de enriquecimiento privado en gran escala y a gran velocidad, los que se suman y entrecruzan con los fabulosos narco-negocios y las tratativas dolosas de los grandes carteles privados de la construcción.
Así, la burguesía transnacional ha incrementado su control sobre el territorio nacional y sobre la dinámica económica del país, empobreciendo brutalmente la sociedad de los/as de abajo y creando desigualdades escandalosas.
La gran burguesía dependiente, sus grupos y familias tradicionales, han ampliado su fortuna en forma espectacular.
La parte superior de la partidocracia y de la llamada “clase política”, se ha convertido en una facción neo-capitalista asociada parcialmente a sectores de la gran burguesía privada, pero con fuerza propia y grandes atesoramientos aquí y en el exterior. En ese orden son evidentes las mayores ventajas obtenidas dentro de ese latrocinio por la cúpula del PLD y dentro de ella por el sector leonelista, sin descargar del pillaje y la rapiña a las elites del PRSC, del PRD y grupos satélites.
Las formas y vertientes de acumulación, los métodos empleados, las operaciones realizadas y los medios de que disponen, le imprimen a esos sectores dominantes y al modelo que auspician ciertas particularidades cada vez más potenciadas. La impronta delictiva que los ha llevado a imponer sus intereses y operaciones por encima de toda normativa formal-legal, o a acomodar la Constitución y las leyes a sus ambiciones, los ha convertido definitivamente en una variante de la lumpen dominación capitalista, mezcla de facciones del lumpen imperialismo, la lumpen burguesía dependiente y la lumpen burocracia civil y militar del país.
Es preciso destacar que en el ejercicio de la gestión de Estado de las últimas dos décadas, ha sobresalido en esa prácticas de acumulación capitalista el grupo de poder conformado por Leonel Fernández al interior del Estado, del partido y del capitalismo privado, hasta conformar una verdadera corporación político-económica; aprovechando en forma aventajada la progresiva conversión del PLD en un partido-estado con fuertes rasgos autoritarios y centralistas y fuertes dotes empresariales.
Esa condición fue a la vez aprovechada óptimamente para fraguar un régimen político muy peculiar.