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Medio ambiente

El pueblo chileno que vive tres meses en la oscuridad

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ANTARTIDA. En medio del helado desierto antártico titilan las tibias luces de dos decenas de módulos que conforman Villa Las Estrellas, el pueblo chileno situado a 62 grados de latitud sur, en pleno continente blanco.

Los más de 80 habitantes de esta localidad, ubicada en la isla Rey Jorge, deben soportar casi tres meses de oscuridad total, temperaturas de menos 30 grados y vientos de hasta 200 kilómetros por hora.

“Cuando llegué me daba miedo salir de casa. El viento me parecía tan fuerte que creía que iba a salir volando”, dice a Efe Bruno Palavecino, uno de los diez niños que habitan en esta planicie blanca y desolada.

Bruno tiene seis años y llegó a la Antártida el pasado noviembre junto a su familia después de que su padre, un oficial de la Fuerza Aérea de Chile (FACH), fuera destinado a la base antártica Presidente Eduardo Frei Montalva, que está muy cerca del pueblo.

Al pequeño y su familia les espera una experiencia única y desafiante: vivir dos años de aislamiento en un mundo helado que permanece en un perpetuo invierno.

Además de un gimnasio climatizado, una oficina bancaria, un hospital, una escuela y una oficina de correos, este terreno yermo está colonizado por extensas colonias de pingüinos, focas y lobos marinos, los únicos seres que habitan esas soledades.

El pueblo fue fundado en 1984, en plena dictadura militar, cuando Augusto Pinochet quería consolidar su presencia en un territorio que autodenominó la “Antártida Chilena”. Desde entonces, familias con niños pequeños se trasladan hasta estas latitudes para vivir en la zona con el clima más extremo del planeta.

Chile y Argentina son los dos únicos países que han apostado por asentar grupos familiares en la Antártida. El resto de los 24 estados con bases en el continente blanco se limitan a alojar investigadores y militares.

“La vida en familia en la Antártida es muy tranquila y agradable porque pasamos mucho más tiempo juntos que antes”, explica a Efe la periodista Macarena Villareal, madre de dos hijos de seis y dos años.

Ella y su esposo, oficial de la FACH, decidieron emprender este desafío el año pasado motivados por el incentivo económico de este trabajo y para afianzar los vínculos familiares.

Desde el cálido comedor de la casa, instalada en un robusto módulo de color pastel de 70 metros cuadrados, Villarreal asegura que esta etapa de ‘vida antártica’ ayudará a los niños a ser “más contemplativos” y tener un contacto “más intenso con la naturaleza”, algo difícil de conseguir en el frenético Santiago.

Antes de salir de casa, Villarreal y su marido consultan la previsión meteorológica en un grupo de WhatsApp que han creado los habitantes del pueblo, además de llevarse el walkie-talkie que conecta con la centralita de comunicaciones de la base.

“La prioridad es la seguridad de los habitantes. Si hay ventisca se prohíben los desplazamientos, porque se reduce mucho la visibilidad y uno se podría perder en cualquier momento”, señala a Efe el comandante de la base, Sergio Cubillos.

Quienes se trasladan al continente deben pasar unos exhaustivos exámenes médicos, que incluyen la extracción del apéndice en mayores de seis años y diversas pruebas psicológicas.

El objetivo es minimizar las posibilidades de tener que evacuar a alguien, pues aunque el enclave cuente con una pista de aterrizaje, en muchos casos las extremas condiciones climáticas pueden imposibilitar el despegue inmediato.

“Debemos estar preparados para mantener a una persona con vida dos o tres días, el tiempo que tarda un avión en salir de aquí”, precisó el comandante.

Durante los meses de invierno el pueblo queda cubierto por un manto blanco de tres metros y las horas de luz se reducen hasta convertirse en unos minutos de crepúsculo, en el que las primeras albas matinales se confunden con las últimas luces del atardecer.

“Es entonces cuando debemos estar atentos a los ánimos de los compañeros, pues hay quien empieza a caer en una especie de depresión que aquí bautizamos como ‘mal de invierno’ o ‘cerebro nevado’”, relata Cubillos.

Pero el furioso invierno no asusta a todo el mundo; de hecho hay vecinos que esperan con ansia que lleguen esos meses en que la oscuridad se posa sobre esa inmensidad blanca.

“Tengo ganas de que llegue el invierno y caiga la nieve. Lo que más me gusta de vivir aquí es que es como una terapia de desconexión”, cuenta a Efe Christian Sáez, el encargado de la única sucursal bancaria de Villa Las Estrellas, quien llegó en diciembre.

También los más pequeños, como Sofía Castro, anhelan los primeros copos de nieve para “hacer muñecos”. Mientras, se conforman con jugar al escondite con sus compañeros en el gimnasio climatizado.

Los diez niños corretean por la instalación como si se tratara del patio de una escuela cualquiera, ajenos a su posición en los mapas e indiferentes al milagro que constituye llevar la cotidianeidad familiar hasta la inhóspita Antártida.EFE

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Medio ambiente

Los países deben acelerar medidas si quieren cumplir con el Acuerdo de París

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GINEBRA. Los gobiernos deben acelerar urgentemente sus medidas a corto y largo plazo si quieren cumplir los objetivos del Acuerdo de París para luchar contra el cambio climático, advirtió el martes el Programa de la ONU para el Medioambiente (PNUMA) en un informe. Para el PNUMA, “la diferencia entre las reducciones necesarias y los compromisos nacionales hechos en París es alarmante”.

“Los objetivos nacionales que forman la base del Acuerdo de París solo cubren aproximadamente un tercio de las reducciones de emisiones necesarias” para cumplir el objetivo de mantener la temperatura media mundial por debajo de dos grados Celsius respecto a los niveles industriales a finales de siglo”, dice el PNUMA.

En el Acuerdo de París, las naciones se han comprometido además a hacer todos los esfuerzos necesarios para no rebasar los 1,5 grados.

El PNUMA advierte que, en el escenario actual, incluso con la plena implementación de los objetivos nacionales determinados y los condicionales, la temperatura probablemente aumentará al menos en 3 grados Celsius en 2100, lo que significa que los gobiernos deben hacer promesas más fuertes cuando éstas se revisarán en 2020.

La agencia de la ONU indica además que con la anunciada salida de EEUU del Acuerdo de París, que se producirá no antes de noviembre de 2020, la situación será incluso más desalentadora.

El PNUMA hace sonar la voz de alarma una semana antes del inicio de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP23) que se celebrará del 6 al 17 de en noviembre en la ciudad alemana de Bonn.

El informe del PNUMA determina que las actuales promesas de reducción de gases de efecto invernadero implican que las emisiones se situarán en 2030 probablemente en entre 11 y 13,5 gigatoneladas de CO2 equivalente por encima del nivel requerido para mantener el calentamiento global por debajo de dos grados centígrados.

A su vez, para alcanzar la meta de 1,5 grados centígrados haría falta reducir entre 16 y 19 gigatoneladas de CO2 equivalente.

Las emisiones de CO2 han permanecido estables desde 2014, pero otros gases de efecto invernadero como el metano aumentan aún y un acelerón en el crecimiento económico global podría generar una tendencia al alza del dióxido de carbono, advierte la agencia.

El PNUMA indica que los países más industrializados y emergentes del G20 colectivamente están en camino de cumplir sus promesas de Cancún para 2020, pero no son un punto de partida suficientemente ambicioso como para lograr los objetivos de París.

“Un año después de que entrara en vigor el Acuerdo de París, todavía nos encontramos en una situación en la que no estamos haciendo lo suficiente para salvar cientos de millones de personas de un futuro miserable”, lamentó el máximo responsable de esta agencia de la ONU, Erik Solheim.

“Esto es inaceptable”, añadió el noruego, mientras que el ministro costarricense de Ambiente y Energía, Edgar Gutiérrez, presidente en 2017 de la Asamblea de la ONU para el Medioambiente, dijo: “El Acuerdo de París impulsó la acción por el clima, pero este impulso claramente está flaqueando”.

“Nos enfrentamos a la elección de aumentar nuestra ambición o sufrir las consecuencias”, enfatizó.

El PNUMA recomienda que los gobiernos -al revisar al alza sus contribuciones-, el sector privado, las ciudades y otros actores pongan en marcha urgentemente medidas para intensificar y acelerar las reducciones de las emisiones.

La agencia indica que con inversiones en tecnología en la agricultura, los edificios, la energía, la silvicultura, la industria y el transporte -con un coste de menos de 100 dólares (86 euros) por tonelada de dióxido de carbono evitada- se podría ahorrar hasta 36 gigatoneladas de CO2 equivalente al año hasta 2030.

Mucho potencial -22 gigatoneladas- puede proceder de inversiones en energía solar y eólica, electrodomésticos y coches más eficientes, la repoblación forestal y el fin de la deforestación.

Solo con estos ahorros en emisiones el mundo podría estar bien encaminado hacia el objetivo de no rebasar los 2 grados centígrados en la temperatura global y dejar la puerta abierta a la posibilidad de alcanzar también el de los 1,5 grados, considera el PNUMA.

La agencia medioambiental de la ONU también pide evitar nuevas plantas que funcionan con carbón y aboga por una eliminación acelerada por fases de fábricas existentes.

Por otra parte recuerda que las cien empresas cotizadas más contaminantes del mundo representan una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que demuestra el margen que hay para “una ambición mayor” en este sector.

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Medio ambiente

Experto en economía verde: “Cambio climático es una lucha por supervivencia”

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EFE

ARGENTINA. El reto del cambio climático es “una lucha por nuestra propia supervivencia”, dijo en una entrevista con Efe el experto en sostenibilidad Jorge Brown, que en octubre participará en la ciudad argentina de Córdoba en el encuentro “Economía Verde 2017” junto a personalidades como Barack Obama.

Tras más de quince años asesorando a empresas y organismos, aseguró que ha aprendido que el desarrollo sostenible “no está peleado con el crecimiento económico” y que “hay muchísimos mitos que tenemos que derribar”, como que las energías renovables solo se las pueden permitir los países ricos o que estos “imponen” estas tecnologías, supuestamente más caras, a los países pobres.

Una de las principales ventajas de las energías limpias es que fomentan el desarrollo regional, un “problema clarísimo” en Argentina y Latinoamérica, aseguró Brown, consejero delegado de la Fundación Advanced Leadership (FAL) y excoordinador general en España de “The Climate Reality”, la organización de lucha contra el cambio climático creada por el exvicepresidente estadounidense Al Gore.

“Al ser completamente independientes, permitirán que muchas zonas no se queden despobladas, que mucha gente se pueda quedar en sus lugares de origen”, explicó el experto, que ve en la economía verde una manera de que Latinoamérica, tradicionalmente exportadora de recursos naturales, aproveche un “factor absolutamente clave” que no se puede comercializar: el sol y el viento.

Otro de los “mitos” contra los que cargó es el de la visión “romántica” del cambio climático, como “que ya no se van a poder ver más los glaciares”; y alertó de que “hay efectos perversos, que están provocando migraciones, hambrunas y los huracanes en EE.UU.”.

Para el analista, el calentamiento global es “un debate terminado por completo”, ya que el 99 % de los países está tomando medidas para corregir este daño e ir hacia una “economía más sostenible”, y no duda de que el mundo va hacia una economía más limpia: “Ya no es cuestión de si va: tiene que ir. Ahora lo que estamos debatiendo es a qué velocidad”.

“La diferencia va a ser de velocidad, no de dirección”, insistió Brown y añadió que la decisión del presidente de EE.UU., Donald Trump, de abandonar el Acuerdo de París es “una piedra en el camino que solo va a ralentizar” la lucha contra el calentamiento global, una “lucha por nuestra propia supervivencia”.

El mexicano opinó que la medida de Trump fue “incluso positiva”, al “potenciar el compromiso a nivel mundial” del resto de países que lo suscribieron, y se mostró seguro de que EE.UU. “dará marcha atrás”, “particularmente si quiere seguir siendo el líder económico mundial”.

Sobre Argentina, Brown afirmó que se encuentra en “un momento crucial”, porque “después de doce años de una economía más proteccionista” está “volviendo a abrir su modelo productivo, se está abriendo hacia el capital extranjero, tomando decisiones estratégicas sobre hacia dónde quiere ir”.

“Es la decisión correcta no solo en términos éticos y morales, sino también económicos”, señaló Brown, que intervendrá en “Economía Verde 2017”, que se celebrará los próximos 5 y 6 de octubre y contará con la participación especial del expresidente de Estados Unidos Barack Obama.

En el evento, 300 personas serán formadas “para que pongan en marcha la conciencia social” hacia un cambio en el modelo productivo, declaró el directivo de FAL, la organizadora del acto junto a la provincia de Córdoba, en el centro del país.

Los seleccionados para la que pretende ser “la red de

sostenibilidad más grande de América Latina” escucharán, entre otros, a 3 premios Nobel de Economía, y a cambio tendrán que impartir en los próximos doce meses diez charlas públicas.

“Los cambios reales se dan de abajo hacia arriba y mediante la participación ciudadana”, argumentó acerca del acto Jorge Brown.

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Medio ambiente

El ser humano produjo 8,300 millones de toneladas de plástico hasta 2015, establece estudio

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EFE

WASHINGTON. El ser humano produjo 8,300 millones de toneladas de plástico hasta el año 2015, y la mayor parte ha ido a parar a vertederos o al medioambiente, según un estudio publicado hoy por la revista especializada Science Advances.

La investigación, dirigida por un equipo de científicos de la Universidad de Georgia, la Universidad de California en Santa Bárbara y la Asociación de Educación del Mar, analizó la producción histórica de plásticos en todo el mundo, su uso y su destino.

Desde 1950, cuando empezó la producción a gran escala de materiales sintéticos, a 2015, los seres humanos habían generado 8,300 millones de toneladas de plástico, equivalentes al peso de 822,000 Torres Eiffel, 25, 000 edificios Empire State, 1,000 millones de elefantes u 80 millones de ballenas azul.

De esta cifra, 6,300 millones se habían convertido en residuos y de estos, sólo el 9% fue reciclado, el 12% fue incinerado y el 79% restante se acumuló en vertederos o en el medio ambiente.

Si las tendencias actuales continúan, alrededor de 12,000 millones de toneladas de residuos plásticos estarán en vertederos o en la naturaleza en 2050.

“La mayoría de los plásticos no se biodegradan de forma significativa, por lo que los residuos de plástico que los humanos han generado podrían estar con nosotros durante cientos o incluso miles de años”, aseguró Jenna Jambeck, una de las autoras del estudio y profesora de ingeniería de la Universidad de Georgia.

“Nuestras estimaciones -añadió- subrayan la necesidad de pensar críticamente sobre los materiales que usamos y nuestras prácticas de gestión de residuos”.

La producción mundial de plásticos, utilizada en su mayor parte para productos desechables, aumentó de 2 millones de toneladas en 1950 a más de 400 millones de toneladas en 2015, y superó así la mayoría de los demás materiales fabricados por el hombre.

De todo esa cantidad, aproximadamente la mitad se produjo en los últimos 13 años.

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