Opinión
El Sistema se Burla de la Nación.
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1 año agoon
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Isaías RamosPor Isaías Ramos
Bajo el abrumador sol de nuestra historia dominicana, se proyecta la sombra de una democracia simulada que va dejando cicatrices de devastación y desesperanza. Los supuestos guardianes del pueblo, elegidos para proteger nuestros intereses y derechos, se han transformado en malversadores del bien común. Saquean nuestros recursos naturales y económicos, y son artífices de una deuda pública abrumadora y vergonzosa cuya estela de destrucción puede tardar generaciones en disiparse.
Lo que se nos promete como interés social se deforma rápidamente en un beneficio privado. Instituciones como la Administradora de Fondos de Pensiones (AFP) y la Administración de Riesgos de Salud (ARS) se han convertido en armas de saqueo y opresión para aquellos que salen de sol a sol a ganarse el sustento diario y buscar un porvenir más seguro. Nuestro patrimonio público, construido con el sudor y la laboriosidad de nuestro pueblo, se disipa en las manos de administradores negligentes, imprudentes y deshonestos.
Estos transgresores del bien común, custodios de las instituciones democráticas, han secuestrado su esencia. Transforman los servicios públicos en conductos para drenar nuestros recursos en beneficio propio, dejando sin atender los problemas domésticos que asedian al pueblo. Su apática indiferencia ante nuestro grito de auxilio es una espada que atraviesa el corazón de nuestra nación.
Vemos cómo un pacto de impunidad se ha consolidado entre los corruptos. La Cámara de Cuentas permanece como una farsa y el velo oscuro que encubre la corrupción y los delitos de estos dirigentes sigue intacto. Como una gallina desplumada, la nación dominicana está siendo despojada de su dignidad y sus fronteras, abiertas para la invasión sutil de nuestros vecinos, fruto de la complicidad de nuestros traidores que desoyen sus deberes de respetar y hacer respetar las leyes y nuestra constitución.
Bajo el disfraz de la democracia, se ha instaurado un régimen clientelista que engendra pobreza moral, espiritual y económica, convirtiéndonos en dependientes de sus migajas. Este sistema, podrido hasta su núcleo, compra nuestra dignidad por las sobras de su mesa lujosa y desbordante.
Es un sistema pervertido que ha saqueado el presente y el futuro de nuestra juventud y nuestros niños, dejándonos «sin pito y sin flauta». Se han levantado bajo una plutocracia, mientras el pueblo dominicano padece penurias.
Nuestra única vía de escape es el empoderamiento y la lucha por un cambio real. Es hora de sacrificarnos, de levantarnos contra esta opresión y tomar las riendas de nuestro destino. No permitamos que nuestra irresponsabilidad, indiferencia y conformismo nos esclavicen bajo una dictadura sutil pero firme. Es preferible luchar ahora antes que vivir eternamente arrodillado ante el opresor.
Hagamos frente a esta situación ahora que aún se puede, mañana podría ser demasiado tarde. Empoderémonos para construir el país que soñamos: una nación de orden, justicia e igualdad de oportunidades.
El Frente Cívico y Social comprende que para transformar nuestra nación, no podemos seguir haciendo lo mismo, y mucho menos apoyando a los responsables de esta debacle.
En el FCS creemos que en esta oportunidad electoral del 2024 que tiene el pueblo dominicano para expresar su voluntad, no puede haber concesiones, ni media tinta. De continuar bajo este esquema que promueve y practica este sistema, corremos el riesgo de terminar como otras naciones vecinas, que llevan siglos y décadas arrodilladas ante sus opresores.
La corrupción es un cáncer que se extiende desde la raíz hasta las ramas de nuestra sociedad. No hay remedio ni parche que permita una cura: la única solución es cortar y replantar, para que algo nuevo y diferente pueda florecer. La inacción es el camino hacia un sufrimiento interminable. Nuestra única opción es extirpar de raíz este cáncer que amenaza a toda la nación.
Despertemos de este letargo y marquemos el comienzo de un nuevo amanecer para la República Dominicana. Unamos esfuerzos para lograr una transformación verdadera antes de ser sumergidos en un océano de desesperación e injusticia. El sistema político se burla de la nación mientras el sufrimiento, la inseguridad y el dolor son los eternos compañeros de la población. La democracia nos está llamando, su grito silente espera nuestra respuesta. Es el momento de despertar nuestro civismo para defender nuestra soberanía, edificar la nación y fortalecer la patria.
¡Despierta, RD!
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.