Oriente Medio, América Latina y el Caribe son las regiones donde más abunda este tipo de trabajo
La OIT estima que la falta de protección legal aumenta la vulnerabilidad de los trabajadores domésticos, por lo que con frecuencia reciben salarios inferiores a otros trabajadores que desempeñan ocupaciones similares y trabajan las mismas horas.
GINEBRA, Suiza, (EFE).- Al menos 52 millones de personas (el 83% mujeres) trabajan en el mundo como empleados domésticos, según las cifras del primer estudio de este tipo realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y difundido hoy.
Estos trabajadores representan 7.5 % del empleo asalariado de las mujeres en el mundo, y un porcentaje mucho mayor en regiones como Oriente Medio (31.8 %), América Latina y el Caribe (26.6%) y Asia Pacífico (11.8 %).
En Asia Pacífico hay 21.4 millones de trabajadores domésticos, en América Latina y el Caribe 19.6 millones, en África 5.2 millones, en los países avanzados 3.6 millones y en Oriente Medio 2.1 millones.
En su informe, la OIT destaca que entre mediados de la década de 1990 y 2010 unos 19 millones de personas se sumaron a este sector, muchos de los cuales fueron emigrantes en búsqueda de trabajo.
La OIT indica que «es probable que las cifras incluidas en el informe subestimen los números reales de los trabajadores domésticos, que en realidad podrían ser decenas de millones más».
Además, la cifra de 52 millones excluye a los niños trabajadores domésticos menores de 15 años, que no están comprendidos en las encuestas utilizadas por el informe y que un estudio de la OIT fechado en 2008 cifró en al menos 7,4 millones.
El informe, titulado «Trabajadores domésticos en el mundo», se publica tras la adopción en junio de 2011 de un nuevo Convenio y Recomendación de la OIT sobre Trabajo Doméstico, que tiene como objetivo garantizar condiciones de trabajo y remuneración decente para los trabajadores domésticos en todo el mundo. Este Convenio sólo ha sido ratificado hasta la fecha por tres países: Uruguay, Filipinas y Mauricio.
Pero otros 13, están llevando a cabo reformas en su legislación para mejorar la seguridad jurídica de este tipo de trabajadores: Austria, Bahrein, Brasil, Chile, España, India, Indonesia, Namibia, Paraguay, Singapur, Tailandia, Vietnam y Zambia.
La OIT estima que solo el 10 % de todos los trabajadores domésticos están cubiertos por la legislación del trabajo nacional en la misma medida que otros trabajadores, y que más del 25 % están completamente excluidos de la legislación laboral.
La OIT destaca que la falta de protección legal aumenta la vulnerabilidad de los trabajadores domésticos, por lo que con frecuencia reciben salarios inferiores a otros trabajadores que desempeñan ocupaciones similares y trabajan las mismas horas. La subdirectora general de la OIT, Sandra Polaski destacó en rueda de prensa que más allá de la normativa, la educación es esencial.
«La educación es clave para lograr la implementación efectiva de las leyes. La educación de los empleadores, de que sean conscientes de sus obligaciones, y de los empleados de que conozcan y reivindiquen sus derechos».
En el caso de los trabajadores domésticos migrantes, el informe indica que su falta de conocimiento del idioma y de las leyes locales los hace especialmente vulnerables a prácticas abusivas como la violencia física y sexual, el abuso psicológico, el impago de salarios, la esclavitud por deudas y las malas condiciones de vida y de trabajo.
Más de la mitad de los trabajadores domésticos no tiene límites de horario en el marco de las legislaciones nacionales, cerca del 45% no tiene derecho a períodos de descanso semanales y poco más de la mitad tiene derecho a un salario mínimo.
El informe cita el caso de los empleados domésticos en Malasia, que trabajan de promedio 66 horas semanales, y en Catar, Namibia, Tanzania y Arabia Saudí, donde trabajan entre 60 y 65 horas.
Polaski, denunció que a estos trabajadores «se les exige que trabajen más horas que los otros trabajadores» y que «en muchos países no disfrutan del mismo derecho al descanso semanal que otros trabajadores».
«Junto a la falta de derechos, la dependencia extrema de un empleador y la naturaleza aislada y desprotegida del trabajo doméstico pueden hacerlos vulnerables a la explotación y el abuso», agregó Polaski en la presentación del informe en Ginebra.