Opinión

Santiago: Una Ciudad Bombardeada.

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Por José Cabral

EN OTRO ANGULO

Recorrer las calles de Santiago angustia a cualquiera de su ciudadano que la adore, ya que el deterioro que se observa da deseo de llorar.

Pero  peor imagen proyecta Santiago cuando se observa desde el techo de cualquier edificio, en virtud de que da la impresión de ser una ciudad bombardeada con armas de alto calibre.

Ciertamente Santiago ha sido víctima del veneno de sus autoridades que sólo saben crear fórmulas para enriquecerse sin ningún tipo de miramiento.

Santiago, la otrora ciudad más limpia del país, cuya condición siempre fue reconocida por nacionales y extranjeros, hoy muere lentamente ante la mirada confundida de todos los que han contribuido con el triunfo de las autoridades municipales de las últimas décadas.

Santiago hoy se cae a pedazos, sucia hasta más no poder, y bombardeada por los ruidos, la basura, los males olores, el abandono, la pobreza, la marginación, el desempleo, la exclusión social, la corrupción, pública y privada, el fraude, la delincuencia, la violencia, el narcotráfico y sobre todo por la ambición de dinero de los políticos irracionales.

Caminar por las calles Del Sol, 30 de Marzo y Restauración permite evaluar hasta dónde lo que queda de Santiago es prácticamente un cascaron, donde cualquier munícipe que no iba a ella durante muchos años termina definitivamente frustrado.

En contraste con ese Santiago hecho pedazos se puede observar un notable crecimiento comercial que parece más bien motorizado por una serie de extranjeros que han llegado a ella para desplazar a muchos comerciantes tradicionales de la ciudad corazón.

Los rostros de los que caminan por sus calles también se ven con tanto deterioro físico como su entorno,  edificios y otros elementos  que bordean al otrora Santiago Dormilón.

Santiago es como la persona humana languideciente que sólo necesita un poquito tiempo para morir, para desaparecer del escenario de aquellas ciudades que se proyectan saludables y bien cuidadas

Puede verse en Santiago una Catedral remozada, casi completamente cercada, como si se tratara de una fórmula para focalizar a sus feligreses en las palabras de Dios y para que los devotos se acojan a un protocolo  más estricto cuando asistan a los actos religiosos que allí se celebran.

Santiago es una especie de instrumento para que muera de una vez y para siempre la llamada cultura del regreso que caracteriza a muchos que se han ido por razones socio- económicas, pero que mantienen el anhelo de algún día volver.

Santiago se nos muere en nuestros brazos llenos de impotencia y muchas veces de indiferencia, negligencia e irresponsabilidad.

El futuro no es muy prometedor para una ciudad como Santiago que cuenta con un alcalde como Gilberto Serulle que sólo proyecta prisa, irracionalidad y tolerancia con lo mal hecho.

No perdamos a Santiago para siempre y apelemos a nuestros poderes ciudadanos para reclamar de sus autoridades mayor sensibilidad  por nuestra patria chica.

Santiago ya no es Santiago, la Ciudad Corazón.

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