Opinión
Santiago: Una Ciudad Bombardeada.
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11 años agoon
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José CabralPor José Cabral
EN OTRO ANGULO
Recorrer las calles de Santiago angustia a cualquiera de su ciudadano que la adore, ya que el deterioro que se observa da deseo de llorar.
Pero peor imagen proyecta Santiago cuando se observa desde el techo de cualquier edificio, en virtud de que da la impresión de ser una ciudad bombardeada con armas de alto calibre.
Ciertamente Santiago ha sido víctima del veneno de sus autoridades que sólo saben crear fórmulas para enriquecerse sin ningún tipo de miramiento.
Santiago, la otrora ciudad más limpia del país, cuya condición siempre fue reconocida por nacionales y extranjeros, hoy muere lentamente ante la mirada confundida de todos los que han contribuido con el triunfo de las autoridades municipales de las últimas décadas.
Santiago hoy se cae a pedazos, sucia hasta más no poder, y bombardeada por los ruidos, la basura, los males olores, el abandono, la pobreza, la marginación, el desempleo, la exclusión social, la corrupción, pública y privada, el fraude, la delincuencia, la violencia, el narcotráfico y sobre todo por la ambición de dinero de los políticos irracionales.
Caminar por las calles Del Sol, 30 de Marzo y Restauración permite evaluar hasta dónde lo que queda de Santiago es prácticamente un cascaron, donde cualquier munícipe que no iba a ella durante muchos años termina definitivamente frustrado.
En contraste con ese Santiago hecho pedazos se puede observar un notable crecimiento comercial que parece más bien motorizado por una serie de extranjeros que han llegado a ella para desplazar a muchos comerciantes tradicionales de la ciudad corazón.
Los rostros de los que caminan por sus calles también se ven con tanto deterioro físico como su entorno, edificios y otros elementos que bordean al otrora Santiago Dormilón.
Santiago es como la persona humana languideciente que sólo necesita un poquito tiempo para morir, para desaparecer del escenario de aquellas ciudades que se proyectan saludables y bien cuidadas
Puede verse en Santiago una Catedral remozada, casi completamente cercada, como si se tratara de una fórmula para focalizar a sus feligreses en las palabras de Dios y para que los devotos se acojan a un protocolo más estricto cuando asistan a los actos religiosos que allí se celebran.
Santiago es una especie de instrumento para que muera de una vez y para siempre la llamada cultura del regreso que caracteriza a muchos que se han ido por razones socio- económicas, pero que mantienen el anhelo de algún día volver.
Santiago se nos muere en nuestros brazos llenos de impotencia y muchas veces de indiferencia, negligencia e irresponsabilidad.
El futuro no es muy prometedor para una ciudad como Santiago que cuenta con un alcalde como Gilberto Serulle que sólo proyecta prisa, irracionalidad y tolerancia con lo mal hecho.
No perdamos a Santiago para siempre y apelemos a nuestros poderes ciudadanos para reclamar de sus autoridades mayor sensibilidad por nuestra patria chica.
Santiago ya no es Santiago, la Ciudad Corazón.
Opinión
Cuando el conocimiento y el intelecto se diluyen en el estiércol.
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1 día agoon
septiembre 27, 2023Por Edgard Paniagua Miguel
Por Isaías Ramos
Nuestro pueblo dominicano se encuentra navegando por un mar de confusiones, atrapado entre el anhelo de “progreso económico” y el imperativo de la integridad moral y social. Mientras la élite política pinta un cuadro de un futuro próspero, nuestros corazones nos dicen que estamos perdiendo nuestros valores y principios fundamentales, aquellos que dan vida a una sociedad justa y equitativa.
El sueño del progreso económico se ha desvanecido en un desierto moral. Soñábamos con una patria donde la justicia y la tranquilidad fueran el pan de cada día, pero hoy nos vemos sumergidos en un ambiente cada vez más violento, hostil y desigual entre los que “tienen” y los que “no tienen”. La insaciable codicia de esta élite ha agrandado la brecha entre ricos y pobres, dando vida a una clase baja que subsiste en la miseria, despojada de servicios esenciales y de su propia dignidad, mientras una pequeña élite se baña en opulencia.
Esta dolorosa realidad es el fruto de gobernantes que, carentes de conciencia social, han elegido favorecer el capital y oprimir al pueblo. Con una crueldad perversa, han hipotecado el futuro de nuestros hijos y nietos para incrementar sus fortunas y las de sus allegados, sacrificando la salud, la educación, las pensiones de nuestros trabajadores y nuestro medio ambiente en el altar del “crecimiento económico”. Han disfrazado la explotación y opresión de la mano de obra con sueldos de miseria como “competitividad”, convirtiéndola en un reclamo para “inversiones”, una forma moderna de vender esclavitud.
El neoliberalismo salvaje ha intensificado estas atrocidades, promoviendo una visión del mundo donde el crecimiento se sustenta en la pérdida de la dignidad humana, dando vida a una sociedad donde el dinero es un “Dios” amoral, donde la riqueza se acumula en pocas manos, ignorando las necesidades de la mayoría. Han transformado nuestras naciones en desiertos sociales, donde el éxito se esconde tras altas vallas y guardianes armados.
La realidad de países vecinos, nos muestra el devastador final de modelos económicos que, prometiendo prosperidad, solo traen destrucción y abandono. Si seguimos este camino, nuestro destino no será diferente.
En el Frente Cívico y Social creemos que, en este panorama desolador, es la ciudadanía quien tiene el poder y la responsabilidad de forjar un nuevo destino. Es crucial exigir integridad y transparencia, revaluar el camino que estamos construyendo y rectificar nuestro rumbo. Reconstruir una sociedad más justa, equitativa y moral es una misión compartida, y el momento de actuar es ahora.
El verdadero progreso no se mide por indicadores económicos, sino por la calidad de vida de nuestras gentes, el bienestar colectivo y la preservación de nuestros valores y principios. Buscar el crecimiento económico no debe ser un fin en sí mismo, sino el medio para edificar una sociedad más justa y equitativa.
En el FCS, sabemos que acostumbrarnos a vivir entre el desierto moral y el progreso vacío podría empujarnos a un abismo sin retorno. Es hora de construir el camino hacia un futuro en el que el éxito se mida no por la riqueza de unos pocos, sino por el bienestar de todos, por la preservación de nuestra humanidad y nuestros recursos naturales, y por el legado que dejemos a las futuras generaciones. Es hora de reflexionar y actuar para construir el futuro que soñamos, un futuro donde el progreso y los valores morales y sociales florezcan en armonía.
¡Despierta, RD!
Opinión
El Estatuto de Roma y la Cooperación de los Estados
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1 día agoon
septiembre 27, 2023Por Rommel Santos Díaz
El artículo 86, de la parte 9 del Estatuto de Roma estipula que todos los Estados deberán cooperar plenamente con la Corte Penal Internacional en relación con la investigación y el enjuiciamiento de crímenes de su competencia.
La palabra ¨cooperar plenamente¨ fueron escogidas cuidadosamente por los redactores del Estatuto de Roma, para enfatizar el papel importante que tienen los Estados en el funcionamiento efectivo y eficiente de la Corte.
El artículo 86 del Estatuto de Roma también prevé que los Estados Partes deberán cooperar plenamente ¨de conformidad con lo dispuesto en el Estatuto. Por consiguiente, toda previsión del Estatuto que requiera la participación de un Estado deberá interpretarse como cooperación plena, salvo que se especifique lo contrario.
El mismo artículo 86 estipula que los Estados Partes deberán ¨asegurar que en el derecho interno existan procedimientos aplicables a todas las formas de cooperación especificadas en esta parte del Estatuto de Roma.
En otros términos, se prevé que los Estados utilicen sus leyes nacionales para establecer todos los procedimientos necesarios que les posibiliten asistir a la Corte Penal Internacional. Todos estos procedimientos deberán permitir a los órganos estatales responder tan rápido como sea posible a los requerimientos de la Corte.
Los Estados deben de considerar que si no cumplen con un requerimiento de la cooperación de la Corte Penal Internacional, en contravención a los dispuesto en el Estatuto, impidiéndole ejercer sus funciones y atribuciones de conformidad con el Estatuto, la Corte podrá hacer una constatación en ese sentido y remitir la cuestión a la Asamblea de los Estados Partes o, al Consejo de Seguridad, si este le hubiese remitido el asunto.
El Estatuto de Roma no prevé específicamente ninguna sanción. Sin embargo, un Estado Parte que se niegue a dar curso a una solicitud de cooperación formulada por la Corte, estará incumpliendo con sus obligaciones al tratado en la mayoría de los casos, y podría haber consecuencias políticas perjudiciales contra ese Estado.
Todo lo planteado anteriormente tiene un impacto directo en cuanto a la competencia de la Corte Penal Internacional, en tanto el artículo 12 del Estatuto de Roma establece que un Estado, al aceptar ser parte del Estatuto, se adhiere por ende a la jurisdicción de la Corte respecto a los crímenes estipulados en el articulo 5 (genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y crimen de agresión). Esto significa que una vez que un Estado se convierte en Estado Parte, éste acepta automáticamente la competencia de la Corte, a partir del día en que entre en vigor el Estatuto.
Cabe destacar que los Estados que no sean parte del Estatuto de Roma también podrán aceptar la competencia de la Corte respecto a un crimen en particular, por medio de una declaración de conformidad con el artículo 12.
Finalmente, los Estados que no sean parte deberán cooperar plenamente una vez que acuerden asistir a la Corte Penal Internacional en una investigación en particular. Si incumplen el acuerdo especial realizado con la Corte, esta podrá informar a la Asamblea de los Estados Partes o al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, según sea el caso.