Por Víctor Víctor
Fundamentalismo, purismo, provocación y un poco de chantaje han servido para enjuiciar y crucificar a mi amigo y economista Hecmilio Galván, a quien un variopinto de perredeístas raros, leonelistas, algunos izquierdista tradicionales y snobistas le critican, ‘por el temor’ de aceptar un trabajo en dependencia del gobierno.
También coinciden en la guerrita contra Galván provocadores profesionales, reconocidos anti-izquierdistas, neo-derechistas y un coro de confusas emociones prohijadas por miembros de algunas ONGs.
Todas las críticas con factura superficial, pobreza de análisis y sonoros lloros que fabrican una letanía de consabidas acusaciones ‘por sospechas’ contra el Coordinador General de La Multitud, el movimiento de jóvenes políticos y activos que organiza o participa en luchas sociales.
Hecmilio trabaja ahora en un programa adscrito al Plan “Quisqueya Sin Miseria”, que maneja el tema de alfabetización y donde desarrollará iniciativas económicas populares. Y no es la primera vez que trabaja en dependencia gubernamental. Del 2008 al 2011 trabajó en CONALECHE, de donde fue cancelado por sus denuncias contra el llamado “cartel agropecuario” que patrocinaba el régimen leonelista.
El Plan “Quisqueya Sin Miseria” lo dirige el prestigioso doctor Pedro Luis Castellanos, en él convergen reputados técnicos y gente muy honrada que ha sabido devolver con esmero y trabajo lo que la sociedad le paga.
Doy fe que en todas las actividades que he compartido con Hecmilio, académicas y políticas, he conocido a un joven decidido y claro en sus ideas.
Consecuente y sin temor a ‘ensuciarse los piés’ para obtener el fruto de sus ideas solidarias para la gente sencilla del pueblo. He visto como el tiempo y las luchas le hicieron crecer y pulieron defectos y afinaron dones. He sido testigo de sus negativas a ofertas personales y mal intencionadas.
¿Cuál es el miedo de trabajar en oficinas estatales? ¿A qué le temen? ¿Por qué tanto prejuicio con Galvan? ¿Sembrando dudas intencionalmente? Qué importa que le haya nombrado el presidente si mantiene el recurso de la crítica y autocrítica. ¿Acaso lo sienten tan poco sólido en su convencimiento político que se rendirá ante lo mal hecho?
Lo que no deben hacer sus reales compañeros es abandonar a Galván en su nueva actividad. Entonces ¿por qué enjuiciar y condenar a priori a Hecmilio, en quien creo y se que actuará tal como lo ha hecho siempre? Vuelvo y pregunto ¿A qué le temen?
Galván está proba’o, ha sido trabajador estatal sin corromperse, y muchos de quienes le critican hoy no han pasado ese examen. Mirar tan por encima el hecho es herir a los movimientos de jóvenes decididos a crear una nueva cultura política.
El miedo es torpeza que ayuda al enemigo que conspira contra lo nuevo, potente y seguro. No es la decisión de trabajar en dependencia estatal donde está el mal, el daño es formar parte del coro criticón y prejuicioso creado e incentivado por peledeistas-leonelistas, perredeístas-raros, izquierdistas-snobistas y provocadores profesionales.