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Opinión

Gonzalo Vargas Llosa

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Por Juan Bolívar Díaz

JUAN-BOLIVAR-DIAZ-2-300x199111-e1372603134555El discurso de odio y exclusión que ha proliferado en el país en el último año se ha concentrado en este hombre de tanta gentileza y suavidad, que parece un dechado de fuerzas espirituales que se prodigan a su alrededor con la firmeza de quien es consciente de encarnar un papel de humanidad, aunque con la voz peruana que no suele pasar del medio tono.

Los que lo hemos tratado durante los casi cinco años en el país como representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) hemos encontrado en Gonzalo Vargas Llosa un ser humano elegante, que conjuga las dotes del diplomático con la convicción de quien tiene una misión que trasciende el empleo para ganarse la vida.

Pero Gonzalo fue escogido como chivo expiatorio del radical rechazo universal al genocidio civil que inició en el 2007 la Junta Central Electoral y que pretendió revestir de legitimidad la sentencia 168 del Tribunal Constitucional en perjuicio de decenas de miles de dominicanos de ascendencia extranjera, en su mayoría haitianos. A él le han cobrado el vigoroso artículo con que su padre, el laureado escritor Mario Vargas Llosa, rechazó el genocidio civil dominicano.

El ACNUR, como todos los organismos internacionales, ya de las Naciones Unidas como de la Organización de Estados Americanos, al igual que la inmensa gama de organizaciones internacionales no gubernamentales, ha defendido vigorosamente a una extensa población colocada en situación de apatridia, excluida en su propia tierra, condenada de vivir una especie de apartheid.

Nada de lo que hizo o dijo Vargas Llosa rebasó los límites de la prudencia y contó siempre con la aprobación de sus superiores jerárquicos, pero los grupos que han saturado de odio el medio ambiente de la isla le han querido cobrar el generalizado rechazo internacional, sin el cual el genocidio civil hubiese quedado como hecho cumplido, sin el remedio limitado de la Ley 169-14, que algunos todavía resisten.

La ignorancia de la historia del ACNUR llevó el fanatismo al extremo de pedir la declaración de “no grato” o la expulsión de Gonzalo Vargas Llosa, incluyendo resoluciones de la Cámara de Diputados y de del Concejo de Regidores del Ayuntamiento del Distrito Nacional. Han sido acciones irreflexivas que en nada ayudan a mejorar la imagen internacional del país en materia de derechos humanos. Porque esa institución solo ha sido no grata para tiranías y dictaduras, donde ha salvado miles de vidas y protegido el derecho a la libertad.

Gonzalo debería ser desagraviado por el Gobierno del presidente Danilo Medina, como ya lo fue por unos sesenta amigos que le ofrecieron una cena de despedida esta semana, y lo que también están haciendo embajadas y organismos internacionales que reconocen su entereza y dedicación.

El discurso de Roberto Alvarez en la despedida expresó el profundo aprecio de sus amigos dominicanos, tras dar cuenta de las delicadas tareas cumplidas por este ilustre peruano antes de llegar al país, en escenarios tan complejos como la guerra de Bosnia, Libia, Afganistán, Pakistán, Sudán e Indonesia.

Gonzalo respondió con elegancia expresando admiración por “los valores que verdaderamente caracterizan al dominicano y a la dominicana, por los que “quieren tender puentes de entendimiento con sus vecinos y hermanos haitianos, y no levantar muros fronterizos de la discordia”. Para terminar planteando que “donde sea que me lleve el ACNUR en los próximos 15 años antes de jubilarme, cada vez que me encuentre en una situación muy difícil, donde hasta puede que llegue a dudar de mi vocación, buscaré nuevamente inspiración y motivación en el recuerdo de esos dominicanos solidarios con las víctimas del terremoto de Haití, en la lucha valiente de Juliana Deguis Pierre y en el coraje ejemplar de todos los aquí presentes”.

Artículo publicado originalmente en el periódico Hoy.

 

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Opinión

La verdad se comprueba con los hechos.

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Por Elba García Hernández

En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.

Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.

Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.

En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.

Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.

Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.

Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.

Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.

Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.

En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia  deja mucho que desear.

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Opinión

No es resentimiento ni frustración.

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Por José Cabral

El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.

Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.

El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.

En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.

En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.

El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.

Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.

En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.

Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.

Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.

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Opinión

El impresionante resbalón del Escogido

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Por Nelson Encarnación

Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.

Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.

Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.

Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.

No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.

Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.

¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.

¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.

Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.

¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.

Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.

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