Por Narciso Isa Conde
En este país la partidocracia, la clase dominante, sus medios de comunicación, sus intelectuales, sus funcionarios, su sistema educativo, sus jefes militares y policiales… se las pasan hablando de de Haití como país “invasor”, identificando migrar con “invadir”; obviando de paso, que si esa fuera la vara para medir tal fenómeno económico-social, los/as dominicanos/as estaríamos invadiendo New York, Boston, Puerto Rico, Madrid, con expectativa de conquistar Alaska.
Vale la ironía como réplica al hecho de que cada día desde el poder constituido nos predican que un Estado que ellos califican de “fallido”, sin ejército, intervenido, con una policía fabricada por EEUU y un pueblo dramáticamente empobrecido, nos sigue “invadiendo”; librando así de culpas a las potencias coloniales y al imperialismo moderno que han aplastado su soberanía y la nuestra.
El Caribe y la isla al revés. La mentira presentada con traje de verdad. Y como no hay armas ni ejército de por medio, se las han ingeniado para inventar una “invasión pacífica” ficticia a cargo de un pueblo negro estigmatizado, que procura ahogar una soberanía inexistente; previamente diezmada por hordas coloniales y neocoloniales reales, encargadas de imponer la “supremacía blanca” a los compases de intervenciones, esclavitud y semiesclavitud, incluida la esclavitud asalariada en sus más crueles modalidades, en ambas parte de la isla.
Tan espectacular y perversa mentira, que repetida millones de veces ha logrado engañar una parte de la sociedad dominicana, brota de otra invención calumniosa con estatus de canallada y poder contaminante: la llamada “invasión haitiana” de 1822 a una República Dominicana entonces inexistente.
Una construcción ideológica, que brotó hace 182 años de la colonialidad racista, cuando en 1804 los esclavos/as negros/as de la parte Occidental de esta isla maravillosa, con apoyo en armas del Libertador Simón Bolívar, proclamaron la primera independencia en Nuestra América, fundaron la República de Haití, derrotaron el yugo francés, abolieron la esclavitud, cristalizaron una revolución social anticolonial y antiesclavista, y decidieron contribuir a liberar a los habitantes de la parte oriental de la isla del coloniaje y la esclavitud impuesta por el imperio español… hasta lograrlo en 1822.
A una gesta liberadora, que proclamó en la parte Oriental de esta isla la abolición de la esclavitud un 9 de febrero de 1822, que derrotó la ocupación colonial española, se le llamó “Invasión” y el mote despectivo perdura hasta la fecha, tanto, tanto… que junto al neocolonialismo estadounidense y al neoliberalismo privatizador, nutre el régimen de Abinader y toda la gestión institucional del país y su sistema de partidos, despidiendo un bochornoso tufo neofascista.