SANTO DOMINGO. El Gobierno central, la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (Opret) y el Fondo de Desarrollo del Transporte Terrestre (Fondet) todavía no saben qué hacer con más de 70 autobuses, de un total de 82, que fueron adquiridos para las rutas alimentadoras del Metro de Santo Domingo.
Las primeras 45 unidades atracaron el país en abril de 2012, hace 23 meses. Casi dos años después, la inversión de US$8 millones está parada y perdiendo valor.
De marca Hyundai, con capacidad para un máximo de 52 pasajeros, 24 asientos y aire acondicionado, estos vehículos, en mejor estado que cualquier otro de los que cuenta el Estado, están varados en un estacionamiento de la Base Naval de la Armada. Mientras, se deprecian, aunque reciben un mantenimiento que fue contratado con la compra, por un período de 4 años y que bien pudo aprovecharse mejor con las máquinas prestando servicio a los ciudadanos.
Durante una visita de DL por la parte exterior del parqueo de la Armada, donde apenas se pueden observar unas cuantas unidades, una de ellas presentaba un cristal de la puerta roto. Una muestra que estas máquinas se desperdician sin usar.
De los 82 autobuses, unos se encuentran dando servicio de transporte a los empleados de la Opret que trabajan en horario nocturno. Más de 70 están parados. «Los vehículos están perdiendo valor, es cierto; pero no están abandonados», declaró a Diario Libre el subdirector de la Opret, Leonel Carrasco, al tiempo de poner en manos del Estado el uso que se dará a las unidades.
En ocasiones anteriores, Carrasco ha favorecido que los vehículos sean manejados por una entidad del transporte público.
Cristóbal Cardosa, director del Fondet, admite que los autobuses necesitan una utilidad, pero defiende su gestión. «El papel del Fondet fue adquirir los autobuses cumpliendo con la ley. Se licitaron, se compraron, se recibieron y se pusieron en un lugar donde reciben mantenimiento y están vigilados. El Gobierno debe decidir qué hacer», dijo.
Ni Metro, ni Omsa
Pese a que diferentes sectores del transporte público sindical y autoridades municipales han pedido que esos vehículos entren en operación para apoyar el servicio de las líneas del Metro, el Gobierno no ha obtemperado. Los autobuses fueron comprados para establecer un plan piloto de rutas alimentadoras que apoyarían la estación Mamá Tingó en Villa Mella, con los sectores de Punta, Sabana Perdida, La Victoria, Nueva Isabela y Haras Nacionales. La Opret ha acusado la falta de fondos para poner en marcha las rutas alimentadoras; porque aseguran que quieren «garantizar que el mismo servicio que recibe la gente en el Metro», lo que significaría concluir las terminales de autobuses, y contratar y entrenar cientos de empleados.
Mientras, los ciudadanos reciben un pobre servicio del transporte a través de la Oficina Metropolitana del Servicio de Autobuses (Omsa), cuya flotilla tiene unas de 110 unidades deterioradas, de las más de 300 que tienen en servicio.