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De Teatro

Javier Gutiérrez: “No estoy en la ruina como otros compañeros, pero sí he perdido parte de mi patrimonio”

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Javier Gutiérrez ha pasado la noche en un hospital madrileño. Su hijo Mateo, de 10 años, con discapacidad, se ha puesto enfermo. Se prepara y sale disparado hacia el Teatro Español, donde tiene ensayo general de la obra ¿Quién es el señor Schmitt?, que se estrena esa misma noche. Por el camino ha recogido a su madre en el aeropuerto y ha llevado unos recados a casa. Cuando termina con todo, baja al Teatro del Barrio donde unos periodistas le han convocado para participar en un documental homenaje al director sevillano Alberto Rodríguez, con quien él ha trabajado en Grupo 7 y La isla mínima. Al terminar, Gutiérrez vuelve al Teatro Español, recoge su coche, regresa al hospital para ver cómo está su hijo, pasa por casa y por tercera vez al teatro, donde estrena a las ocho de la tarde. Tras la función, saluda a los invitados, pica algo (un par de cervezas y un pincho de tortilla) y a las 23.30 le espera un coche para rodar hasta las seis de la mañana la tercera temporada de Estoy vivo, de La 1. La pregunta es: cuándo duerme este hombre. “Desde hace tiempo siento que muchas veces no soy dueño de mi propia vida. Conciliar la vida personal con la profesional al nivel en el que a veces me encuentro es harto complicado”, confiesa.

“Desde hace tiempo siento que muchas veces no soy dueño de mi propia vida”

Al margen de todo esto, Javier Gutiérrez (Asturias, 1971) está listo para el estreno de una nueva temporada de Vergüenza, en Movistar; prepara la nueva película de Manuel Martín Cuenca para enero, y hasta el 10 de noviembre seguirá en el teatro de la plaza de Santa Ana de Madrid con Cristina Castaño en ¿Quién es el señor Schmitt?, que ha estado un año de gira. “Cuando algo es muy goloso no se puede decir que no. Al empezar en Estoy vivo no apostaba demasiado por la serie, porque combinaba demasiados elementos y había saltos muy complicados. Pero confiaba en el equipo y, mira, entre todos lo conseguimos. En Los Serrano, Antonio Resines me dijo: ‘Nunca te bajes de un tren en marcha, Gutiérrez’. Sé de compañeros que lo han hecho y eso de un modo u otro al final pasa factura. Y en cuanto al teatro… Si no lo hago cada cierto tiempo me falta algo. Es muy difícil encontrar un texto. Si tengo que hacer encaje de bolillos para llevar una vida coherente como padre separado con un hijo en custodia compartida, rodar 14 horas diarias y, los fines de semana, hacer teatro, que sea por algo muy bueno».

El actor, tras una dura jornada donde ha intentado conciliar la vida laboral con la profesional. Foto: Ximena & Sergio
Gutiérrez llegó a Madrid desde Galicia (nació en Asturias, pero pronto se desplazó a Ferrol) con la ilusión de ser actor en 1990. Ahí no pensaba en una alfombra roja en la Gran Vía o estrenar en Cannes. Lo primero que hizo fue gastarse 150 pesetas en ir a ver desde el gallinero del Teatro Español a José María Rodero en Las mocedades del Cid. Gutiérrez soñaba con estrenar una obra en ese escenario, ni siquiera con ser protagonista. «Y hoy, 29 años después, por fin veo cumplido ese sueño con creces. Por eso sigo haciendo teatro, para no perder de vista a ese joven de 18 años”, afirma.

El actor siente que las cosas ahora van muy rápido, y los jóvenes tienen sus miras puestas en cosas distintas a los de su generación. “A mí me cambió la carrera La isla mínima en 2014. Me convocaron a una prueba para Grupo 7 porque haciendo Ay Carmela en el teatro desperté el interés del productor… Y la oportunidad llegó. Siempre digo a compañeros que veo desesperados que, cuando te consideras actor de verdad, es imposible tirar la toalla. La oportunidad siempre está a la vuelta de la esquina. Porque el factor suerte en este oficio es fundamental, pero cuando llega hay que estar preparado. Y yo, tras Águila roja, haciendo todo el teatro que hice y rodando películas, unas mejores y otras peores, sabía que en el fondo me estaba preparando para ese día”.

“Si tengo que hacer encaje de bolillos para llevar una vida coherente como padre separado con un hijo en custodia compartida, rodar 14 horas diarias y, los fines de semana, hacer teatro, que sea por algo muy bueno”

Y llegaron todas las oportunidades que incluso le hicieron ganar el año pasado dos premios Feroz (que conceden los periodistas de cine, los llaman la antesala de los Goya): el de cine por El autor y el de televisión por Vergüenza. “Fíjate, yo lo viví de manera agridulce. En la película [El autor, 2017] tengo un desnudo integral que sobre el papel está más que justificado y que, bueno, cuando toca es parte de mi trabajo y listo. Pero llegué a la gala y los presentadores en un momento dado se metían con mi físico, algo que formaba parte de un guion que como poco vi poco afortunado. Me pilló fuera de juego, creo firmemente que las personas somos más que eso. Me quedé con las ganas de decir que se habían equivocado. Si hubiese sido una mujer y los presentadores se metiesen con su culo, arde Troya”.

“El guion de ‘Campeones’ viajó por varias cadenas y no había manera. Según algún directivo, ‘las películas de subnormales no dan dinero’… Yo renuncié a protagonizar ‘La casa de papel’ por hacer ‘Campeones»

Su grado de compromiso llega a cotas más altas. Cuando recibió el guion de Campeones, la tarea no era fácil. “El guion viajó por varias cadenas y no había manera. Según algún directivo, las películas de subnormales no funcionan, no dan dinero. Yo entiendo que algunos sueldos se tienen que justificar en un Consejo de Administración con resultados, no con una buena película. Pero mira… Fesser [Javier Fesser, el director de Campeones] no vio en mí solo al actor capaz de encarnar a Marco, sino también el que era capaz de sacrificarse en aras del equipo. Tras tres días de pruebas con chicos discapacitados le dije al director si estaba seguro de lo que hacía: era complicado que se aprendieran el texto, que respetaran las marcas… el nivel de energía y concentración puede llegar a quemar. Pero Fesser confiaba en mí de tal forma que renuncié a protagonizar La casa de papel por hacer esta película: mi compromiso con esta película estaba por encima del trabajo. Tengo un hijo con una discapacidad y esta peli tenía que hacerse sí o sí, independientemente de las críticas y la taquilla”.

“A los actores españoles se nos ha tratado como a delincuentes y hemos estado en el ojo del huracán sin ninguna necesidad”

Y lo demás es historia: Campeones ganó el Goya a la mejor película y, con más de 20 millones de euros, es la decimotercera más taquillera de la historia del cine español. Uno de esos éxitos que a veces hace que el foco de Hacienda vaya hacia tu persona, aunque en su caso parece que han sido sus escasos pelos en la lengua los que más le han perjudicado en ese sentido. “Yo no estoy en la ruina como muchos compañeros, pero sí he perdido gran parte de mi patrimonio. Seguramente, por dedicarme a lo que me dedico y hacer declaraciones en contra del Partido Popular y del en ese momento ministro de Hacienda, Montoro. Recuerdo un titular, por ejemplo, en El Periódico, y, después de eso, tener una inspección todavía más sangrante. Porque a los actores españoles se nos ha tratado como a delincuentes y hemos estado en el ojo del huracán sin ninguna necesidad».

Con la lección aprendida desliza esta reflexión: «A día de hoy, creo que no hace falta estar tan expuesto políticamente para dejar clara una posición. Llevando tu vida profesional de según qué manera también se dejan claras algunas cosas. No tengo miedo, pero tampoco creo que haya necesidad. Por un titular incendiario no se queda uno más a gusto”.

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De Teatro

“Luz Rabiosa”, Hony Estrella, o el grito ahogado de los cinco sentidos

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Santo Domingo, R.D.-“Por más que me encuentre un tesoro en las Fuentes del Nilo, quiero bailar un slow with you tonight, tonight. Y aunque seas la Monna Lisa o la Venus de Milo, quiero bailar un slow with you tonight…”. Slowly, fragmento. Luis Eduardo Aute suena, pausado, elocuente e intermitente, en un “spanglish” perfecto, durante los 65 minutos que dura la obra “Luz Rabiosa”.

Por momentos sirve de apoyo a una Hony Estrella que, nueva vez, asume un protagónico teatral en el que debe enfrentarse a un público que siempre espera lo máximo de ella.

Son varios personajes los que interpreta, valiéndose de poquísimos elementos: su cuerpo, su voz, sus movimientos; una manta, unos lentes, una gorra, una Tablet.

Unas veces lo logra, otras veces, no tanto. La obra es una metáfora a los cinco sentidos, donde los personajes, interpretados por la propia actriz y por circunstancias personales o sociales, se hacen llamar por cada uno de ellos: Oreja, Nariz, Mano, Lengua y Ojo (o sea, oído, olor, tacto, gusto y vista).

El metamensaje radica en el drama que cada personaje expresa.

El equipo conformado por Hony Estrella, como la actriz principal; Manuel Chapuseax, como el director; Canek Denis, el productor y actor acompañante; Priscilla Velásquez, autora y Chantal Soler, como invitada especial, se enfocó en resaltar los dramas, frustraciones y, por qué no, las esperanzas de mujeres atemporales, cuyas heridas son sanadas por medio a sus propias resiliencias y el ejercicio de fortalecer sus emociones blandas cada día.

La teatralidad de “Luz Rabiosa” es modesta. Su iluminación es tenue. La escenografía es minimalista y las emociones provocadas son un péndulo entre la tristeza, la alegría y la reflexión.

La actriz Hony es disciplinada, no nos cabe duda. Es poseedora de un talento y un carisma indiscutibles.

Como actriz ha dado la talla, no sólo en el cine, también en el teatro, adonde acude cada vez con más frecuencia.

Con aciertos y desaciertos, se va forjando un camino sin estridencias, sin ruidos, a pesar de su condición de figura pública y mediática, embarcándose en producciones de contenido serio, como esta “Luz Rabiosa”, que vuelve a la Sala Ravelo del Teatro Nacional, del 19 al 22 de diciembre de este 2024.

Quizás pudiéramos colegir que hay técnicas de actuación que aún no logra alcanzar; pero nadie, absolutamente nadie, puede denostar su valentía, su performance y comprometido.

Sobre todo, que en esta pieza da vida a seis personajes con edades, etnias y rasgos distintos. Muchas veces los ortodoxos se escandalizan cuando personas populares (televisión, música, inclusive política o deportes) van al teatro.

A priori, los descalifican. Es cierto, que muchas veces estas figuras no aportan mucho a la escena, pero en el caso de Hony, cuya trayectoria cuenta piezas tan “serias” como “Weekend en Bahía”, que le mereció una nominación como Mejor Actriz en premios Soberano; “A 2.50 el Cuba libre”, “Magnolias de acero”, “Pórtate bien”, “Bodas de sangre”, “Mariposas de acero”, por sólo citar algunas, se percibe a una artista en todo el sentido de la palabra, consciente de que los riesgos se asumen en el campo de batalla, en este caso, encima del escenario.

En “Luz Rabiosa”, una y otra vez nos recuerdan, como un mantra, como un mandato, como una oración, que “la magia, si dura mucho, no es magia”.

Esperemos que la admiración que el público siente por Hony, no sea magia y que ella, como la artista capaz de salir a flote en cualquier disciplina, siga considerando que lo más importante para permanecer en el gusto de los demás, es entregar respeto y calidad en todo lo que se hace.

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La obra clásica “Sueño de una noche de verano” llega transformada en ballet al Teatro Nacional

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Santo Domingo, R.D.-Este diciembre, la obra clásica de William Shakespeare, “Sueño de una noche de verano” revive en el escenario del Teatro Nacional Eduardo Brito bajo una versión en ballet, producida y coreografiada por Alina Abreu.

Los días 6, 7 y 8 de diciembre, la Sala Carlos Piantini será el escenario de esta producción que une danza, música sinfónica y una atmósfera llena de magia y mitología.

La versión de Abreu se inspira en los intrincados enredos amorosos y fantásticos de la obra de Shakespeare, que, tras más de cuatro siglos, sigue cautivando al público. Esta adaptación en ballet transforma un bosque encantado de Grecia en un escenario donde hadas, mortales y seres mitológicos cruzan sus destinos bajo el influjo de una flor mágica. En esta mágica noche, los personajes experimentan amores erráticos, hechizos y travesuras que reflejan la dualidad entre los mundos de la realidad y la fantasía.

Además, contará con la participación especial de la soprano Paola González, quien aportará un toque lírico a esta velada artística como solista y directora coral.

La escenografía estará a cargo de Fidel López, mientras que Magaly Rodríguez diseñará los exquisitos vestuarios y Paula Ferry dirigirá la parte teatral de esta producción integral.

Las entradas están disponibles en CCN Servicios, Uepa Tickets, Supermercados Nacional y Jumbo. Los precios son RD$2,795 para platea y RD$2,240 para balcón.

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De Teatro

‘Dominus Land: un paraíso incierto’, llega al Teatro Nacional

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Esta obra de teatro estará presentándose del 23 y 24 de este mes de noviembre

El mundo surrealista de Dominus Land llega al escenario de la Sala Carlos Piantini del Teatro Nacional el 23 y 24 de este mes de noviembre, en una obra para toda la familia que busca concienciar a la sociedad ante la vorágine de las redes sociales.

Bajo la producción ejecutiva de Omayra Álvarez, presidente de Juventud Con Una Misión Santo Domingo (JUCUM-SD), Dominus Land, escrita por la destacada actriz y coreógrafa Eva Piccini, plantea un llamado de atención a los padres y madres de cara a sus hijos.

«Para mí, la obra es ese grito de alerta ante lo que estamos viviendo, que es muy obvio, donde las nuevas generaciones están sumergidas en la tecnología y las redes sociales produciendo personas con falta de afecto y sin ningún apego emocional a sus padres», expresó Eva Piccini, quien también es la guionista y una de las coreógrafas de la obra.

Omayra Álvarez, quien además encarna a «Sabina» aseguró a su vez que en Dominus Land se enfatiza la necesidad de mantener la familia como el órgano central de la sociedad.

«Si la familia se sana la sociedad se sana. Es tiempo de unir esfuerzos para juntos volver a nuestra esencia y formar a nuestros hijos en principios y valores para aportar hombres y mujeres de bien, teniendo siempre a Dios como el centro de cada familia», dijo Álvarez.

Dominus Land se desarrolla en un universo incierto y absurdo bajo el régimen de «Asclepio Doupoulus», quien separa de manera cruel a los hijos de sus padres y obliga a estos últimos a servir como cirqueros. Un pequeño grupo intenta rebelarse, buscando la reunificación familiar y el retorno al poder del «Maestro Sapienta» con su pacificador rollo.

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