Análisis Noticiosos
La acacia de Constantinopla, así es el árbol que duerme por las noches
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Esta especie de origen oriental es resistente a condiciones duras, soportando incluso la sequía. Llamada también parasol de la China, acacia de Persia o árbol de la seda, su copa extendida procura una sombra amplia y ligera y sus abundantes flores desencadenan un enamoramiento instantáneo
La acacia de Constantinopla sí bebe las aguas de las regiones del —para nosotros— Lejano Este, desde Irán hasta la India o China, incluso Japón, generando así un nexo entre una infinidad de países. Una de las zonas donde crece, en la base de las montañas de la cordillera Kunlun china, hasta por encima de los 1.300 metros de altura, certifica que se trata de un árbol resistente a condiciones duras, soportando incluso la sequía.
Su sombra ligera —preferida por muchas personas para sus zonas de baño, frente a la de aquellos árboles con sombras más densas y frías— es otra de las razones de su uso. Pero en numerosas ocasiones no se tiene en cuenta la abundancia de su floración, que deja una gran cantidad de sus restos florales secos en el jardín, por lo que a veces acaba siendo denostado, y en no pocas veces sustituido por otras especies que generan menos residuos.
Precisamente, sus flores son las que pueden desencadenar un enamoramiento instantáneo de la acacia de Constantinopla. Sus penachos de estambres —la estructura masculina— son suaves, sedosos, alargados y delicadamente coloreados. Se contonean con la brisa, diluyendo en ella un aroma seductor dulce repleto de una esencia afrutada con toques de melocotón maduro. Un bello juego de observación consiste en coger una de sus flores y admirarla de cerca.
Aparte de sus inflorescencias, sus hojas caducas son muy atractivas, finamente divididas en infinidad de foliolos tan pequeños que reciben el nombre de foliólulos. En los viveros se pueden encontrar variedades de esta especie con las hojas de colores rojizos o purpúreos muy estéticos, como ‘Merlot Majik’ o, la más común, ‘Summer Chocolate’. El efecto que estas crean cerca de otras plantas de colores verdes es impactante. Con un dinamismo de tonos rojizos y verdosos a la vez, la variedad ‘Evy’s Purple’ puede ser muy notoria en el jardín. Asimismo, es habitual cultivar las variedades con inflorescencias de colores más intensos, como la popular ‘Ombrella’ —de un rosado fuerte— o ‘Rouge de Tuilière’ —de color rojizo—.
Una peculiaridad muy aparente de la acacia de Constantinopla es que, en sentido literal, se va a dormir por las noches: cierra sus delicadas hojas compuestas, plegándolas y dejándolas caer, como si estuvieran exhaustas, rendidas. Eso sí, su aroma no duerme, y también se podrá sentir cuando paseemos a su vera por alguna calle en la búsqueda de nuestra propia cama.
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