Santo Domingo. La escuela, segundo hogar de más de 350 niños, acaba de inaugurar una ampliación y sueña con que el curso que viene sus alumnos podrán experimentar los beneficios de una jornada extendida y tres comidas diarias.
No es poco. Es una meta que no habría podio soñar Sor Faustina en 1989 cuando, junto al padre Gregorio Alegría se empeñó en levantar dos o tres aulas primero y abrir una capilla dedicada a la Virgen de la Milagrosa en el fondo de un barrio marginado.
Sor Ángeles Vals se uniría después, ayudando a conseguir un patio para las clases de deportes, levantar dos aulas más en un segundo nivel, conseguir profesores del Ministerio de Educación… Todo empezó con aquellos 30,000 pesos que Sor Faustina pagó por un pequeño solar convertido en basurero.
En el laberinto de cañadas y callejones que conforman La Barquita, la escuela se levanta alta, terca, orgullosa y limpia. Enrejada, totalmente enrejada… no se puede dejar un resquicio abierto al riesgo.
La última ampliación, muy reciente, recibió la visita del presidente de la República, algo con que pocos vecinos habrían contado en los más de 30 años que llevan viviendo en esta orilla del río y de la vida.
Estos alumnos que cursan hasta sexto de primaria en sus ventiladas aulas provienen de los barrios de la Milagrosa, Las Latas y La Lechuga. De Los Reguindaos quizá llegue también alguno…
La escuela Margarita Nasseau permanecerá en el barrio. Debe permanecer. Son las paredes que acogen a estos alegres alumnos, acostumbrados lamentablemente al hedor de las cañadas y a la suciedad del río, un entorno que dejan tras la verja de la escuela, una vez entran en sus aulas.
Son las paredes que les enseñan otro mundo posible. En estos barrios, la escuela articula y facilita la vida de los niños. Aunque haya habido ocasiones en que las profesoras hayan tenido que salir a buscarlos casa por casa y convencido a sus padres de que Educación es lo mejor que pueden hacer por ellos.
Son profesores como Elizabeth Betances, su directora, y que cuenta con la alianza de padres y madres como Eridania Rosario y Nicolás Benavides, presidentes respectivamente de la Junta de Vecinos Agustina Berberé y de la Junta de Vecinos La Milagrosa los que se ofrecen como anfitriones de esta visita.
Hoy por hoy, la escuela primaria Margarita Nasseau es ese símbolo de que otra Barquita es posible.
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