Mucha gente ignora que la colonización económica a través de los organismos crediticios multilaterales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, entre otros, está estrechamente vinculada con la explotación de las riquezas naturales de los países del tercer mundo.
Es decir, ahí estriba la corrupción prevaleciente en las empresas transnacionales que llegan a los países pobres y endeudados a explotar sus riquezas naturales al margen de la ley, con la anuencia de políticos y funcionarios públicos que también saben muy bien como apropiarse del patrimonio público con el mayor descaro.
Justamente en este contexto se inscribe la forma de manejarse la Barrick Gold, la cual tiene sus propias leyes y en el marco de esa lógica está por encima de todo el mundo e incluso del propio presidente de la República, no importa que provenga de cualquiera de los tres partidos tradicionales que tienen el control del Estado dominicano desde hace décadas.
La Barrick Gold se ha puesto por encima del presidente bajo su propio código de ética, el cual consigna que su manejo sólo lo determina la forma que más le convenga para saquear los recursos naturales, en este caso de una isla llamada República Dominicana, pero que importa muy poco el nombre del país y de la gente que lo habita, sino de los grandes beneficios que recibe inescrupulosamente.
Una muestra de la forma como se maneja esta empresa multinacional es que saca minerales, como oro y plata, sin hacer ninguna declaración de aduana, pero que es ahora cuando esa dependencia del Estado dominicano se da cuenta.
Porque con la Barrick Gold hay mucha complicidad oficial, sobre todo por los niveles de colonización de la República Dominicana.
Desde su pasado discurso del 27 de febrero el presidente Medina no ha vuelto a tocar el contrato leonino que beneficia a esa empresa transnacional, el cual fue promovido y apoyado por el hombre que más daño les hecho al Estado y a la sociedad dominicana, como lo es el presidente Leonel Fernández.
En cualquier país que se respete y con un mínimo de independencia, la Barrick Gold hubiera sido nacionalizada y sus ejecutivos procesados por los tribunales ordinarios por las declaraciones falsas ofrecidas a funcionarios de Aduanas sobre un embarque de oro y otros minerales que sale desde Cotuí, pero que ellos lo consignaron como que procedía de los Estados Unidos.
Con el caso de la Barrick Gold está en juego la credibilidad del presidente Medina, quien luego de sus enérgicas palabras el pasado 27 de febrero no ha vuelto a hablar sobre el bochornoso caso de esa multinacional.
Duele en lo más profundo de la conciencia nacional la forma poca ética como la Barrick Gold se lleva las riquezas naturales de la República Dominicana a través de una explotación minera que deja grandes daños al medio ambiente y que causa enfermedades catastróficas en la gente que reside en los alrededores de donde existen esas reservas nacionales.
Si el Estado dominicano no hace nada para parar este bochorno, entonces que la Barrick Gold no sólo explota la mina de Cotuí, sino que coja las riendas del país y que las leyes, tanto sustantiva y objetivas, sean acomodadas a los malsanos intereses de los propietarios y ejecutivos de la multinacional.
Así se acaba la doble moral, las dobleces y la desvergüenza de algunos sectores de poder que ven con complacencia semejante entreguismo y falta de patriotismo.
Que nos gobierne la Barrick Gold con su código de inmoralidad y desfachatez.
Basta de tantas injusticias y mezquindades de nacionales y extranjeros.