Opinión
La desaparición de los rituales
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5 años agoon
Por Andrés L. Mateo
Es como afirmar que vivimos en la contingencia porque el símbolo ya no nos expresa. No es solo la presión del vivir que te empuja a producir, ni que el ritual del abrazo, los besos en la mejilla, el saludo efusivo, el duelo, hayan desaparecido de la vida de relación social.
Ni siquiera en el siglo VII antes de Cristo, a partir de las reflexiones de Tales de Mileto, según refiere la historia de la filosofía en el mundo griego; se había generado tanto pensamiento filosófico, como el que se ha producido desde que la pandemia irrumpió en el mundo. Son innumerables los pensadores que han escrito libros o hablado sobre la manera brutal como la pandemia del Covid-19 nos ha obligado a vivir en la contingencia, y precipitados hacia la instalación de una incertidumbre planetaria. Situados ante el dilema de la vida o la muerte, los filósofos suelen apostar a la seducción mediante la interpretación de lo que está ocurriendo, y a la predicción orwelliana (George Orwell) de lo que vendrá.
Es lo que han hecho autores como Marcus Gabriel, Giorgio Agamben, Martha Nusbaum, Slavoj Zizek, Daniel Innenariti, John Grey, Jurgen Habermas, Yuval Noah Harari, y Byung- Chul Han; para solo citar unos cuantos de los más de cien pensadores que han publicado libros sobre el tema. Los filósofos históricamente nunca han jugado un papel sensato en la política( Marx Lilla, “Pensadores temerarios”, 2017), y las ideas a través de las cuales se ha abordado el tema de la pandemia del Covid-19 y su correlato existencial, van de lo emocional a lo racional, de las posiciones extremas en el plano político(Agamben ), pasando por la descomposición analítica con el escalpelo del pensamiento filosófico, o de la filosofía de la historia, que intenta iluminar el costado oscuro de la existencia bajo la pandemia, y el derrotero probable de la humanidad(Habermas, Zizek, Nusbaum, Harari, etc). Una constante de la historia del pensamiento, que se mantiene aun cuando la filosofía encarne en el discurso de la ficción literaria, como ocurre en “La montaña mágica”, de Thomas Mann. Porque las discusiones interminables de Hans Castorp y Lodovico Settembrini, personajes centrales de “La montaña mágica”, no eran otra cosa más que la angustia y la incertidumbre desmesurada de la preguerra europea del 1939, que se percibió en la conciencia como “La ascensión de los peligros”.
De esa intrincada madeja de filósofos empeñados en darle una explicación y un sentido al presente, el surcoreano- alemán Byung-Chul Han se destaca como el más original e incisivo, particularmente en su libro “La desaparición de los rituales”. El tema central lo constituye el descubrimiento de que la pandemia, y el entramado de la posmodernidad, han originado la desaparición de los rituales, y ello erosiona los códigos simbólicos que mantiene unida la idea de comunidad. Byung-Chul Han define desde el principio su idea sobre los rituales: “Los ritos son acciones simbólicas. Transmiten y representan aquellos valores y órdenes que mantienen cohesionada una comunidad”. Es como afirmar que vivimos en la contingencia porque el símbolo ya no nos expresa. No es solo la presión del vivir que te empuja a producir, ni que el ritual del abrazo, los besos en la mejilla, el saludo efusivo, el duelo, hayan desaparecido de la vida de relación social. Es que “Los rituales se pueden definir como técnicas simbólicas de instalación en un hogar. Transforman el estar en el mundo en un estar en casa. Hacen del mundo un lugar fiable. Son en el tiempo lo que una vivienda es en el espacio. Hacen habitable el tiempo”.
Hay un cambio crucial en la idea de la percepción: “La percepción simbólica desaparece cada vez más a favor de la percepción serial, que no es capaz de experimentar la duración”. Pero la percepción serial es durativa, “En lugar de establecer relaciones, se limita a establecer conexiones”. Es el ejemplo de la comunicación digital. Y por ello, nos dice Byung-Chul Han : “Lo simbólico como un medio en el que se genera y por el que se transmite la comunidad está hoy desapareciendo. La pérdida de lo simbólico y la pérdida de lo ritual se fomentan mutuamente”.
Porque el símbolo y los rituales generaban una comunidad sin comunicación, dado que el símbolo se basta así mismo. Pero lo que hoy vivimos es una comunicación sin comunidad. El cúmulo de reflexiones profundas que transitan en este libro, se podrían resumir en lo que queda a la interpretación de los lectores en esta angustiosa interrogante: ¿Qué ocurrirá en una humanidad que ha perdido el cemento invisible que une su interactuación social, y desgastado el valor de los símbolos en que se identifica?
Vale la pena leer este pequeño libro de Byung-Chul Han, y comprender, desde el seno de su complejidad, el mundo que hoy nos toca vivir.
Opinión
Trump ordena, Abinader se arrodilla y el Pentágono invade
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2 días agoon
diciembre 11, 2025Por Narciso Isa Conde
Santo Domingo.– Al aceptar la determinación de Trump y del Pentágono, de intervenir militarmente los aeropuertos de San Isidro y Las Américas, el espacio aéreo y aguas territoriales de nuestro país, para agredir militarmente a Venezuela y a otros países de la región, Luis Abinader ha cometido el delito de traición a la patria dominicana y la peligrosa afrenta de sumarse al plan de guerra e intervención de EE.UU. en esta región.
¿Qué implica la intervención militar en bases dominicanas?
La base militar de San Isidro es la más grande del país, concentra el mayor poder de fuego (aviación, cuerpo de paracaidistas, infantería y blindados) y pasa a ser intervenida por el Comando Sur del Pentágono.
No se había visto una cosa parecida luego de la intervención militar de abril de 1965: en los últimos 60 años la intervención militar de EE.UU. se mantuvo camuflada como «asesorías», «visitas», «ejercicios» y «operaciones» puntuales; pero ahora la intervención se asume directa, invasiva, indefinida y con tropas especializadas.
La Constitución vigente -a pesar de lo conservador, autoritario y neoliberal de su contenido- obliga a Abinader a rechazar cualquier agresión a nuestra soberanía y cualquier intervención en los asuntos internos de otros países.
¿Cuál es el contexto político y regional de esta acción?
En verdad, no se trató de un «acuerdo», sino de una orden de Trump y el Pentágono, fielmente cumplida por Abinader, en medio de un despliegue naval en el Caribe y áreas del Pacífico; apuntando contra Venezuela y Cuba, en primer lugar y sucesivamente.
Pero también contra los gobiernos de México y Colombia (Colombia ya invadida por 10 bases militares), sin descartar Nicaragua, ni a otros países que no se le dobleguen a un imperio furioso por su decadencia, empecinado en saquear petróleo, gas, minerales estratégicos, biodiversidad y fuentes de agua en Nuestra América.
El cartel mayor del Hemisferio Occidental es Wall Street y el mercado más grande es el Norte Revuelto y Brutal, mientras aquí abundan las narco-complicidades en altas instancias del Estado.
Este es un narco-estado y si no lo creen, examinen los largos años de impunidad de altos funcionarios civiles, militares y empresarios protectores de los capos Quirino, Figueroa Agosto, Toño Leña, Cesar El Abusador, Arturo del Tiempo, Nelson Solano, Miguel Gutiérrez, Miki López, Yamil Abreu y los capos del Cartel del Cibao, que primero financió al PLD y luego al PRM.
Examinen la narco-política del PRM y por qué las conexiones del narco con sus jefes políticos en funciones gubernamentales no se atacan ni se sancionan.
Opinión
Educación y carácter: deuda que RD no puede posponer
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2 días agoon
diciembre 11, 2025Por Isaías Ramos
Santiago nos golpeó con dos tragedias que el país no puede normalizar. Noelvin Jeremías Cabrera, de 14 años, murió tras un conflicto vinculado al entorno escolar luego de salir del Politécnico Simón Antonio Luciano Castillo; otro adolescente guarda prisión preventiva mientras se conoce el proceso.
Días después, Stephora Anne‑Mircie Joseph, de 11 años, falleció por ahogamiento durante una excursión escolar del Colegio Leonardo Da Vinci. Según informó el Ministerio Público, el caso se investiga como homicidio involuntario y se detuvo a cuatro personas, alegando presuntas fallas graves de supervisión y seguridad.
Estos episodios no son accidentes desconectados. Son síntomas de un deterioro profundo: en demasiados entornos escolares se ha debilitado la fuerza formativa, la autoridad moral y la coherencia institucional. Durante casi treinta años, la formación moral y cívica ha sido relegada y, al mismo tiempo, la disciplina ha sido malinterpretada como autoritarismo, dejando un vacío que hoy se expresa en conductas violentas, negligencia, irrespeto y una cultura escolar sin límites claros.
El Gobierno reaccionó anunciando una mesa interinstitucional “permanente” entre el Ministerio de Educación y la Procuraduría, enfocada en prevención, monitoreo y protocolos de actuación. Es un paso necesario. Pero debemos ser honestos: la República Dominicana está cansada de anuncios que no pasan de la rueda de prensa. La ciudadanía exige resultados medibles, responsables identificables y continuidad real. Lo que no se supervisa se pierde; lo que no se mide se diluye.
El problema de fondo excede cualquier mesa técnica. La Constitución es clara: el artículo 63, numeral 13, ordena como obligatoria en todas las escuelas —públicas y privadas— la formación social, cívica y ética, la enseñanza de la Constitución, los derechos fundamentales y la convivencia pacífica. La Ley 66‑97 insiste en principios como el respeto a la vida, la democracia, la solidaridad, la verdad y los valores que sostienen la dignidad humana. Sin embargo, entre la teoría legal y la práctica cotidiana hay un abismo que seguimos pagando con vidas jóvenes.
Hay, sin embargo, una señal alentadora: la Ordenanza 02‑2025 del Ministerio de Educación, que establece la implantación formal de la asignatura Educación Moral, Cívica y Ética Ciudadana en todos los niveles a partir del año escolar 2025‑2026. Es un avance importante, pero no será suficiente si no se acompaña de tres elementos indispensables: formación docente rigurosa, coherencia institucional y supervisión real. Una asignatura sin cultura institucional es como sembrar sin preparar la tierra.
En el Frente Cívico y Social entendemos que volver a educar el carácter implica recuperar la disciplina como virtud cívica, no como castigo. Disciplina significa dar estructura, sostener límites razonables y construir hábitos que fortalezcan la voluntad. Significa ser coherente —los adultos primero—, persistente —todos los días— y consistente —consecuencias claras, justas y previsibles—. La disciplina bien aplicada protege al alumno, dignifica la convivencia y devuelve a la escuela su papel como taller de ciudadanía.
Esta visión ha sido afirmada desde perspectivas distintas pero convergentes. Elena G. de White advirtió que la verdadera educación desarrolla la facultad de pensar y hacer, evitando que los jóvenes sean “simples reflectores del pensamiento de otros”. Y Camila Henríquez Ureña alertó contra reducir la educación a instrucción técnica, recordándonos que formar el ser es más decisivo que enseñar destrezas.
Hoy, en plena era de la inteligencia artificial, esta verdad es más urgente: la información se obtiene en segundos; el carácter se forma con esfuerzo cotidiano y con entornos que sostengan lo correcto cuando haya presión.
En medio de tanta preocupación, pude ver una señal de esperanza. Recientemente compartí con el personal docente y administrativo del Colegio Adventista Salvador Álvarez de Jababa, Moca: la escuela donde estudié de niño, fundada en 1925 y portadora de cien años de legado educativo y cristiano. Allí, en una actividad anual organizada por la familia Álvarez‑Piantini‑Schliemann, reafirmamos un compromiso: trabajar juntos para que este colegio rural se convierta en un referente nacional de educación integral y disciplina con propósito. En tiempos de crisis, los ejemplos valen más que los discursos.
Si queremos honrar a Noelvin y a Stephora, debemos transformar el duelo en acción verificable. Necesitamos un protocolo nacional obligatorio para excursiones escolares y actividades de riesgo, con auditoría anual y sanciones claras cuando se incumpla. Necesitamos indicadores públicos de convivencia —con estricta protección de identidad— y, más importante aún, que se publiquen de forma trimestral por distrito educativo: incidentes reportados, tiempos de respuesta, medidas aplicadas y avances en prevención. Y necesitamos la ejecución seria, no decorativa, de la formación moral y cívica, con acompañamiento docente, supervisión independiente y continuidad sostenida.
Porque una sociedad que educa el carácter reduce la violencia. Y una que renuncia a esa tarea termina llorando a sus hijos.
Despierta, RD!
Por Rommel Santos Diaz
Otro de los derechos accesorios al derecho a la participación es el derecho a la notificación. Una vez que las víctimas sean reconocidas como tales frente a la Corte Penal Internacional, en una situación o en un caso, directamente o a través de sus representantes legales, las víctimas tienen derecho a ser notificadas e informadas de los avances del procedimiento, de las decisiones de la Sala correspondiente, de las fechas de las audiencias, de la interposición de recursos por las partes , entre otras diligencias.
Tanto la publicidad de los procedimientos como la notificación a las víctimas son claves para garantizar que esta pueda ejercer su derecho a la participación.
Esta importancia es reconocida por algunas disposiciones que hacen expresa la necesidad de que las víctimas tengan conocimiento del estado de los procedimientos; por ejemplo la norma 87 establece la obligación explícita del Fiscal de notificar a las víctimas de acuerdo a la regla 50(1) y la regla 92(2). Igualmente, derivado del artículo 15 del Estatuto de Roma, la Secretaría podrá asistir en esta notificación si así es requerida por la Fiscalía.
Igualmente, existe la obligación de notificar y dar adecuada publicidad de las actuaciones por medios generales de acuerdo a las reglas 92(8) y 96(1).
Esta función se encuentra regulada en el Reglamento de la Secretaría de la Corte Penal Internacional en donde se reconoce la importancia de que esta información sea accesible a las víctimas para facilitar el ejercicio de sus derechos.
Finalmente es importante mencionar que los jueces al ser los garantes del debido proceso y el ejercicio de las víctimas, tienen la facultad de rechazar una solicitud de participación si consideran que en ella no se ha acreditado la calidad de víctima frente a la Corte Penal Internacional.
Sin embargo, las víctimas podrán presentar otra solicitud en una etapa ulterior de acuerdo a la regla 89(2).Finalmente las víctimas si así lo desean, podrán retirar su solicitud de participación en cualquier momento si así conviniere a sus intereses.
