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Nutrición

La desconocida ‘tabla antinutricional’ de las legumbres, verduras y hortalizas que hay que conocer

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En ella estarían los antinutrientes, unas sustancias que hay que desactivar para que no interfieran en la asimilación de los nutrientes

Hacer bien la compra tiene sus secretos, y entre los más importantes está el de saber leer la etiqueta nutricional de los productos. ¿Cuánta grasa tiene este queso? ¿Lleva mucha azúcar aquel tomate frito? ¿Cuántas vitaminas hay en los yogures? Pero la mayoría de los compuestos químicos que contienen los alimentos no aparece en la lista, aunque algunos influyen directamente en la calidad nutricional de los alimentos que nos llevamos a casa. No hay una «etiqueta antinutricional», pero los antinutrientes existen, y estos compuestos químicos dificultan que el organismo asimile los nutrientes de la dieta. Están en las frutas y las hortalizas, en las legumbres, en los cereales de grano entero (los que de verdad son integrales), en los huevos, las semillas, el cacao puro y hasta el té negro: en los dos últimos, en forma de taninos.

La mayoría de los antinutrientes son el resultado de una guerra silenciosa que las plantas libran con el mundo, forman parte de las decenas de miles de compuestos que parece que estos seres vivos han desarrollado solo para defenderse de sus enemigos naturales, que lo que quieren es comérselas. «Son fitoquímicos, sustancias que ejercen funciones de protección de la planta frente a factores externos del medioambiente», explica la profesora de nutrición y bromatología de la Universidad de Zaragoza Iva Marques.

Las maneras que tienen de sabotear la calidad nutricional de nuestra comida son diversas. La avidina de la clara del huevo y el niacinógeno del maíz se unen a otras sustancias de los alimentos con un resultado indeseable: inactivan las vitaminas; los bociógenos presentes en muchas frutas y hortalizas bloquean el yodo, que forma parte de la estructura de las glándulas tiroideas; los ácidos oxálico y fítico, presentes en alimentos como las espinacas, la remolacha y las acelgas, se unen en el intestino a minerales como el hierro, el zinc y el calcio e impiden su absorción. También hay antinutrientes que inhiben las proteasas y las amilasas, que son enzimas que catalizan las reacciones necesarias para digerir las proteínas y los carbohidratos. Las enzimas aceleran procesos bioquímicos necesarios para la digestión y si desaparecieran estos serían tan lentos que se volverían ineficaces.

Las estrategias bioquímicas de los antinutrientes son tan variadas como debe ser nuestro menú semanal, que precisamente es la mejor manera de evitar que ejerzan una influencia negativa. «En una dieta completa y variada, los antinutrientes no tienen un impacto importante porque están en muchos alimentos diferentes y se supone que variamos la ingesta a lo largo de la semana, del mes y del año, con lo que desaparece su posible efecto adverso, que sí ocurriría si todos los días los ingiriéramos en altas cantidades», dice Marques. Pero no necesariamente hay que pensar en aumentar el abanico de alimentos que metemos en la despensa, pues la variedad no es la única defensa que tenemos contra ellos. Los seres humanos hemos desarrollado una defensa sin parangón en todo el reino animal.

Al calor de los fogones, la contienda se pone a nuestro favor

La lucha por la vida de las plantas frente a la voracidad del mundo exterior (conviene no olvidar que son nuestras principales fuentes de energía, en forma de carbohidratos) va más allá de los antinutrientes. Los vegetales, a lo largo de millones de años de evolución, han llegado a fabricar venenos como los glucosinolatos, armas bioquímicas exclusivas de las plantas de la orden de las Brassicales, a la que pertenece por ejemplo el brócoli (que tiene sus inconvenientes), la col, los berros y las alcaparras, y que significan la muerte para algunos animales pequeños. No es así para algunos tipos de mariposa, que han desarrollado una defensa que convierte el veneno en el alimento de sus retoños. De una manera análoga, los seres humanos hemos sido capaces de desactivar el efecto de los antinutrientes para poder acceder a los numerosos nutrientes de las plantas  gracias a un invento que ningún otro animal domina: la cocina.

Cocinar y remojar los alimentos son las dos técnicas básicas para inactivar los antinutrientes. «Primero, el remojo hace que pasen al agua, luego la temperatura del cocinado los desactiva porque cambia su estructura química», explica Marques. Este proceso es fundamental para eliminar los antinutrientes de las legumbres (todas tienen este tipo de sustancias), aunque es difícil pensar en comerlas de otra manera… En lo que no hay tanto consenso es en que hay que remojar los cereales integrales, precisamente los que se consideran más saludables por su alto contenido en fibra, pero es una práctica recomendable. «Los cereales de grano entero como el arroz, la avena y el centeno se deben remojar y luego cocinar como el arroz, o tomar directamente remojados, como en el caso de la avena y el centeno», recomienda Marques.

También es recomendable cocinar algunas hortalizas como las espinacas si se consumen habitualmente y en grandes cantidades, una información importante para las personas que siguen una dieta basada en vegetales crudos. «En la sociedad actual, los antinutrientes pueden ser un problema en una dieta crudivegana que sea desequilibrada y monótona», dice la experta. Según ella, si la rutina es repetir los mismos alimentos, especialmente crudos y sin remojar, «puede ser importante elegir alimentos con buena biodisponibilidad de nutrientes y menos antinutrientes, como, por ejemplo, las coles y toda la familia de las crucíferas, que tienen buena disponibilidad en calcio porque contienen poca cantidad de su antinutriente por excelencia, el ácido oxálico».

Otra técnica que desactiva los antinutrientes es la fermentación, pero incluso si se recurre a esta o al del remojo, la presencia de los antinutrientes es más alta cuando uno toma los alimentos siempre crudos. La germinación también es un proceso importante, ya que elimina los antinutrientes presentes en las semillas. Pero los antinutrientes no siempre son una pieza de la química de los alimentos de la que hay que deshacerse tarde o temprano.

¿Y si también se oponen a los metales pesados?

Frente al maniqueísmo en el que pueden, y suelen, caer algunas de las más nobles actividades humanas, la acción colectiva de la investigación científica se caracteriza por alumbrar campos de conocimiento ricos en matices. El de los antinutrientes no es una excepción. Es cierto que la acción indeseada de estos compuestos se tiene en cuenta en la producción de alimentos procesados, tanto para consumo humano como del ganado que luego consumimos.

«Actualmente, este concepto se usa y se manipula de forma importante en los piensos para alimentar el ganado, por ejemplo, al que se añaden enzimas que destruyen el ácido fítico, un antinutriente que bloquea la absorción del hierro; es importante que los piensos de uso animal tengan los nutrientes con elevada biodisponibilidad», explica la dietista-nutricionista. En cuanto a la alimentación humana, «tienen importancia y se intentan controla cuando se preparan fórmulas o alimentos para personas desnutridas en países en desarrollo, o para situaciones de emergencia», añade. Pero también es cierto que comienzan a vislumbrarse efectos positivos en estas sustancias.

«Hoy en día se sabe que, en pequeñas cantidades, algunos de ellos también tienen efectos beneficiosos para nuestro organismo», concluye Marques. Existen publicaciones sobre experimentos llevados a cabo en cultivos celulares y también en animales que ponen de manifiesto que el ácido fítico quela, es decir, atrapa metales pesados en el intestino grueso, y que tiene un efecto protector sobre estas células, dice la experta. «También se ha observado un efecto hipolipemiante, o sea, que disminuye el nivel de lípidos en sangre, pero todavía están investigándose los mecanismos que hay detrás», dice Marques. Respecto a los taninos, la dietista-nutricionista destaca que tienen un potencial protector celular muy alto por su capacidad antioxidante y que se ha descrito una actividad biológica antiinflamatoria y antimicrobiana. Y sobre las saponinas, otro grupo de antinutrientes común, subraya que se ha observado que participa en la disminución de la absorción intestinal de colesterol, y, por lo tanto, contribuye a disminuir los valores de colesterol en sangre. No todo iba a ser malo.

elpais.com

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Nutrición

Los tres frutos secos que debes incluir en tu dieta diaria para sentirte con energía

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Los frutos secos, considerados por muchos nutricionistas como elementos fundamentales en una dieta saludable, no solo destacan por su sabor exquisito y su versatilidad culinaria, sino también por sus beneficios nutricionales. Pablo Ojeda, conocido nutricionista, ha revelado sus tres frutos secos favoritos por su excepcional valor para la salud: las almendras, las nueces y, compartiendo el tercer puesto, los pistachos y los anacardos.

Tienen un alto valor nutricional

Almendras, nueces, pistachos y anacardos, los frutos secos más destacados

Almendras, las favoritas de Ojeda, destacan por su capacidad para mantener un buen control glucémico, siendo ideales incluso para personas con diabetes debido a su bajo índice glucémico. Rica en vitamina E, grasas saludables y minerales como el calcio, las almendras ofrecen casi 20 gramos de proteínas por cada 100 gramos, superando a la leche en la provisión diaria de calcio.

Las nueces, clasificadas como contribuyentes a mejorar la elasticidad de los vasos sanguíneos por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (ESA), son esenciales para una dieta equilibrada. Consumir 30 gramos diarios de nueces puede tener beneficios significativos para la salud cardiovascular.

Pistachos y anacardos, en el tercer lugar según Ojeda, ofrecen diferentes ventajas. Los pistachos, ricos en fibra y con un fuerte efecto saciante, son ideales para controlar el hambre entre comidas y mejorar la salud ocular. Los anacardos, además de ser versátiles en la cocina, aportan triptófano, esencial para la producción de melatonina y serotonina, hormonas vinculadas al bienestar y la felicidad.

Contribuye a una mejor salud cardiovascular

La cantidad diaria recomendada es de 30 gramos

El consumo moderado de frutos secos se destaca como crucial, ya que, a pesar de sus beneficios nutricionales, poseen un alto contenido calórico. La cantidad diaria recomendada es de 30 gramos, aproximadamente un puñado, para evitar problemas digestivos.

Incorporar frutos secos en la dieta no solo contribuye a una mejor salud cardiovascular, sino que también ayuda a mantener un peso equilibrado, controlando la ingesta de alimentos y reduciendo el picoteo entre horas. Además, estos alimentos, ricos en hierro y otros minerales, potencian la función cerebral y protegen el corazón.

Más allá de sus beneficios para la salud, los frutos secos añaden una dimensión única a la gastronomía, aportando texturas y sabores distintivos. Su versatilidad permite su uso en una variedad de platos, desde recetas dulces hasta opciones saladas.

https://www.lavanguardia.com/

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Nutrición

Los beneficios para la salud de comer tomate (crudo y cocido)

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En ensaladas, en salsas, asados o en sopas…

El tomate suele ser una suerte de comodín en la cocina que va con casi cualquier cosa y levanta el sabor de cualquier plato.

Fácil de conseguir, y relativamente económico, nos resuelve más de una comida.

Pero, además, el tomate nos aporta una serie de beneficios para la salud, tanto si lo ingerimos crudo como cocido.

Aunque lo consumimos como una hortaliza, desde el punto de vista de la botánica el tomate es una fruta.

  • Existen cerca de unas 10.000 variedades de tomates que difieren en su tamaño, forma y color, pero el que predomina es el rojo.

Cuestión de color

Y es justamente este color lo que lo convierte en un alimento muy interesante a nivel nutricional, según explica Gemma Chiva-Blanch, profesora de Nutrición de la Universidad Abierta de Cataluña, en un artículo publicado recientemente en The Conversation.

“El cromatismo de los vegetales viene dado por unas sustancias, los polifenoles y los carotenoides, que cubren el espectro desde el amarillo (del limón) al morado (de la berenjena, por ejemplo).

“El tomate es rojo porque contiene gran cantidad de estos compuestos, aunque hay distintas variedades con diferentes colores que tienen mezclas distintas de polifenoles y carotenoides”, señala Chiva-Blanch.

Estos compuestos bioactivos tienen un efecto antioxidante y antiinflamatorio.

Enfermedades cardiovasculares

Para hacernos una idea, una porción de 80 gramos de tomate contiene cerca del 5% del potasio que un adulto necesita al día.

Consumir alimentos ricos en potasio está asociado a un menor riesgo de accidentes cerebrovasculares y puede estar asociado también a un menor índice de enfermedad coronaria.

Los tomates contienen además un compuesto llamado licopeno que, además de tener un efecto antiinflamatorio y antioxidante, tiene el potencial de reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, según varios estudios.

Incluso sin preparación alguna, solo condimentados con un poco de sal y aceite de oliva, los tomates pueden ser muy sabrosos.

Chiva-Blanch señala que el licopeno es “uno de los pocos compuestos en los alimentos que se absorbe mejor si nuestro protagonista (el tomate) está triturado”, como en el caso de la sopa fría española conocida como gazpacho u otra versión llamada salmorejo, típica del sur de España, o cocido.

Y si bien es cierto que, al igual que otras frutas y verduras, el tomate pierde vitaminas y minerales cuando se somete a altas temperaturas, diversos estudios apuntan a que el licopeno, por el contrario, intensifica su potencial antioxidante con el calor.

También es recomendable consumir el tomate cocido con aceite de oliva, que contribuye a que se asimilen mejor sus compuestos.

Según la revista Good Food de la BBC, gran parte del contenido de carotenoides está en la piel del tomate, por lo cual, en lo posible, es recomendable no pelarlo para obtener un máximo beneficio.

Más beneficios

Otros beneficios de los fitoquímicos que contiene el tomate es que mantienen la salud de los ojos y pueden tener un efecto protector contra la degeneración macular vinculada a la edad y otras enfermedades de la vista.

Chiva-Blanch señala también que las personas con diabetes, con más posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares, que consumen más tomates “tienen una menor carga esclerótica y por lo tanto un menor riesgo cardiovascular”.

A modo de guía, 80 gramos de tomate representan una de las cinco porciones de frutas y verduras al día que recomienda la Organización Mundial de la Salud como parte de una dieta saludable.

80 gramos de tomate equivalen aproximadamente a un tomate tradicional o 7 siete tomates cherry.

https://www.bbc.com/

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Nutrición

7 consejos para que tu resolución de comer saludable sea placentera

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Todos sabemos que debemos comer alimentos saludables y, con la llegada del año nuevo, hacerlo suele ser un propósito que muchos adoptan.

Sin embargo, cuando la vida real se interpone en nuestro camino, puede resultar complicado seguir el camino necesario para comer de forma más nutritiva.

Aunque no existen los alimentos milagrosos, la importancia de llevar una dieta equilibrada es indiscutible.

1. Intenta hacer algo de ejercicio todos los días

Hacer un poco de ejercicio por la mañana activa tu metabolismo, lo que te ayuda a prepararte para el resto del día.

2. Come más verduras

Las verduras no sólo están repletas de beneficios, sino que también ayudan a dar una sensación de saciedad que te acompañará hasta tu siguiente comida.

Agregar espinacas, champiñones, tomates frescos y pimientos rojos a una tortilla es una manera fácil de hacerlo.

Otra forma es triturar aguacate con una mezcla de verduras de temporada y un huevo escalfado, o simplemente puedes consumir un batido de verduras.

3. Planifica y anticípate

Si te preparas con antelación, es menos probable que el hambre te pille desprevenido.

Muchas veces se cometen errores cuando tenemos hambre y no tenemos opciones saludables a mano.

Estos planes incluyen cargar algo de comida en el bolso para cuando estés fuera de casa. Y esto tiene una doble ventaja: será mejor y más barato que comprarlo sobre la marcha.

4. Consume más proteínas a medida que envejeces

¡Resiste el impulso de la «comida chatarra»!

Los paladares mayores anhelan cosas dulces y carbohidratos, pero en realidad necesitan más proteínas para contrarrestar la pérdida de masa muscular.

5. ¡Resiste las tentaciones del supermercado!

La mayoría de grandes superficies y supermercados nos obligan a atravesar todos los pasillos y estanterías con la comida menos sana para llegar a la caja.

Mete las manos en los bolsillos y sácalas sólo cuando llegues a la caja.

Eso evitará que pongas en la cesta alimentos poco saludables.

6. No te desanimes

Si has optado por una comida poco saludable, disfrútala y no te sientas culpable.

Simplemente no dejes que una mala comida se convierta en dos y luego en tres… y al final sea un hábito repetido.

7. Mantente hidratado pero no te bebas las calorías

El agua fría es la mejor opción y, de nuevo, la más barata.

Los jugos, el alcohol o las bebidas gaseosas pueden contener más azúcar del que piensas.

Un cuerpo humano saludable está compuesto en dos tercios por agua.

Los fluidos son necesarios para ayudar a la sangre a transportar los nutrientes y los desechos por el cuerpo y participan también en las reacciones químicas que ocurren en nuestras células.

https://www.bbc.com/

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