Por Isaías Ramos
Es la economía, estúpido” es una frase que aún recordamos, pronunciada por Bill Clinton en su campaña contra George H.W. Bush. Hoy en día, la utilizamos para resaltar aspectos esenciales y fundamentales que necesitamos resolver. En nuestro país, la cruda realidad de la educación no puede seguir siendo desatendida. Nos encontramos en una encrucijada, marcada por la falta de oportunidades, resultados académicos insatisfactorios y un preocupante déficit en la formación cívica de nuestros jóvenes. Lo más alarmante es que las élites políticas que nos gobiernan carecen de un proyecto de nación con planes y propósitos definidos, y mucho menos de un camino que salve la patria y preserve la libertad. Su manera de actuar es como la de un barco a la deriva en medio de una tormenta destructiva.
Este mal comportamiento ciudadano es un reflejo palpable de estas deficiencias. La falta de respeto en nuestras calles, el desdén por la ley y el orden, el desprecio por la propiedad pública y la indiferencia hacia el sufrimiento ajeno son síntomas de una educación incompleta.
En contraste, las sociedades donde la educación integral es un pilar fundamental demuestran respeto mutuo, cuidan el entorno público y participan activamente en la construcción de una sociedad más justa. Países como Singapur, Taiwán o Corea del Sur no solo destacan en pruebas internacionales como PISA, sino que han logrado un impresionante desarrollo socioeconómico gracias a una fuerte inversión en educación y formación cívica.
Recientemente, nuestros estudiantes han obtenido los peores resultados en la prueba PISA. Pero lo que resulta aún más preocupante es el olvido de la enseñanza de principios y valores, fundamentales para una educación integral.
Nos enfrentamos a una realidad sombría que nos insta a replantear nuestro enfoque nacional. La educación debe ser el cimiento sobre el que se construya nuestro fervor patriótico, unificándonos como nación con una misma misión, una misma visión del país que queremos dejar a nuestras futuras generaciones.
Desde el Frente Cívico y Social, proponemos una reforma educativa audaz y consistente, que busca no solo ofrecer una educación de calidad, sino también formar ciudadanos cívicos, capaces y virtuosos, elementos indispensables para lograr una transformación social positiva.
Imaginemos una nueva generación de jóvenes dominicanos que no solo posean habilidades académicas para triunfar en la economía global, sino que también sean ciudadanos respetuosos, responsables y comprometidos con su comunidad. Esta visión, aunque ambiciosa, es alcanzable si invertimos en formación docente, mejoramos nuestra infraestructura educativa, aumentamos la participación de los padres en la educación y, sobre todo, reforzamos la enseñanza de principios y valores en nuestras escuelas, respaldados por representantes de la autoridad con alta moral y capacitación.
Esta es la transformación que el FCS propone para nuestra patria. Creemos que la clave para el progreso de nuestra nación radica en la educación integral de nuestra juventud. Sabemos que solo a través de una educación que inculque tanto conocimientos como valores y principios, podremos formar los ciudadanos que nuestra patria necesita.
En el Frente Cívico y Social, estamos comprometidos con la construcción de un futuro más brillante para todos a través de la educación integral, la capacitación y la igualdad de oportunidades.
¡Despierta, RD!