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La naturaleza se enfada más en el poblado tlapaneca

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México.-Los bisabuelos indios decían que el río se salía de su cauce cada 48 años. Habrían hecho sus cuentas, pero los nietos ya no están de acuerdo con ellas: ahora les toca llorar más a menudo. En 2013 la furia de los huracanes Ingrid y Manuel recorrió el Estado mexicano de Guerrero, causó 105 muertos y afectó a 13.000 viviendas; escuelas, centros de salud… todo se lo llevaron el viento y el agua. Lo que suele llamarse desastre no es más que un fenómeno natural. El desastre vino después y persiste todavía. Entre el 11 y el 18 de septiembre de aquel año, el cerro a un lado de Zontecomapa sucumbió al temporal y toneladas de piedra, tierra y cultivos de maíz cayeron sobre el río empujando sus aguas hacia el poblado donde dormían los tlapanecas. Ese tsunami fluvial en un cauce que bajaba crecido obligó a los indígenas a refugiarse montaña arriba. Nunca volvieron a sus viviendas. “La gente trepó. Muchos días hubo hambre y sed, no podíamos comunicarnos, solo llorar. Todo era lodo y lodo. Todo era oscuro. Unos pocos caminamos para buscar apoyo. Llegamos llorando a comunicar”. Antonio Rodríguez Jiménez tiene 58 años y era el comisario de su comunidad aquellos días. Su nombre y sus apellidos son imposiciones de hace siglos: él es indio tlapaneca y su idioma es el me’phaa. Solo en esa lengua saben los tlapanecas decir cómo se llama el río que devoró su pueblo.

La comunidad todavía recuerda el helicóptero en el que aterrizó el gobernador del Estado, antes de hacer unas promesas y largarse por dónde había venido: por el aire. Para calibrar la incomunicación en la que vive esta comunidad hay que recorrer más de dos horas en automóvil desde Tlapa, la capital de La Montaña, donde se reúnen el comercio, algunos servicios y mucha violencia asociada al narcotráfico, es decir, a la pobreza. El vehículo sube de curva en curva por la carretera, después desciende dando tumbos entre cárcavas y charcos por las pistas de tierra, moviéndose de lado a lado como una antigua diligencia. El nuevo emplazamiento de Zontecomapa ya mira al río desde arriba, pero sus casas, sus escuelas, las tiendas y el Ayuntamiento están colgados de un barranco. Ay de la próxima vez que la naturaleza dé un rugido.

La comunidad tiene 1.480 habitantes y muchos de ellos se han reunido para recibir a los forasteros. Les obsequian con pozole, un desayuno de maíz y cerdo picante recién salido del caldero a la lumbre y rematan la hospitalaria ceremonia con collares de camelias silvestres. Pero los indígenas quieren que este reportaje vaya al grano: “No tenemos agua corriente, la nueva escuela de secundaria es un puro cascarón, sin luz, los baños se atoran. Queremos un puente porque no podemos cruzar cuando llueve; no tenemos Internet, ni computadoras y algunas de las aulas ya se han cuarteado de nuevo; no enchufamos los ventiladores por miedo a que se desprendan, de las luces saltan chispas…”. El comisario (alcalde), las maestras, el personal sanitario, cada uno se acerca a dejar su súplica para las autoridades, que hasta ahora, seis años después, han prestado oídos sordos, dicen. Y aún faltan lamentos. Susana Parra Olea, una de las maestras, con 30 años de servicio en la comunidad, se acerca para presentar a tres mujeres que no superan la timidez. La maestra hace la traducción al español. Vienen a decir que ellas, y no son las únicas, aún no tienen la casa prometida. Han construido algo provisional para vivir. Rosa Rubio Castro, 36 años, seis de familia; Hermelinda Aurelia María, cinco comparten la vivienda, y Natalia Ramírez Aurelio, siete malviviendo como pueden. Son el ejemplo de un desastre que solo empezó con la riada.

El cambio climático ha obligado a millones de personas en todo el mundo a desplazamientos forzosos y estas son las consecuencias. Los huracanes Ingrid y Manuel solo pusieron el agua y el viento, la tormenta perfecta ya estaba situada en La Montaña de Guerrero: vulnerabilidad física, ambiental, técnica, económica y étnica. Esas son las condiciones que describen los expertos para que el fenómeno natural se convierta en desastre. “La vulnerabilidad de las poblaciones no la determina el huracán sino las condiciones previas, por eso la gran exposición de México a estas crisis ambientales son sus condiciones de partida”, explica el biólogo Fernando Aragón Durand, que ha participado en dos informes del IPCC. Se refiere, desde luego, a la pobreza, la marginación y el abandono en que el Estado tiene sumidas a estas poblaciones. “El cambio climático se aborda en México desde el punto de vista de la mitigación, es decir, del combate a las emisiones de efecto invernadero, pero debería centrarse en eliminar la vulnerabilidad. Si el nuevo Gobierno ha elegido el discurso de reducir la pobreza tendría que vincularlo con la política climática”, sostiene este experto en planeación y desarrollo sostenible.

Cuando Ingrid y Manuel azotaron esta sierra de Guerrero, en la comunidad indígena ya había grietas: siglos de exclusión que los arrinconó en las montañas más escarpadas, a merced de la naturaleza, un territorio deforestado por la industria maderera que deja los suelos como serrín frente al agua brava, viviendas de adobe y tejado de latón que no aguantan un soplido y una economía precaria que impide recuperarse del golpe. Esa y no otra es la tormenta perfecta, como bien se recoge en una investigación académica de Alejandra Toscana y Alma Villaseñor sobre aquel huracán combinado de 2013.

Casas para reubicar a los desplazados de la comunidad de La Lucerna.

Los expertos exigen medidas de prevención de la vulnerabilidad con las que combatir, de paso, el cambio climático. Por ejemplo, impedir talas abusivas y cultivos que empobrecen los suelos. O trazar una carretera que no sea una herida abierta en la montaña. Algunas de las vías por las que ahora entra el camión de Coca-Cola para su reparto semanal las abrieron los madereros para sacar su mercancía sin pensar en tifones ni huracanes.

Los indígenas se apuntan humildemente al reparto de la culpa. Ellos también han talado para sembrar maíz en la vertical del cerro: “Es difícil explicarlo, el hombre también destruye, nuestros abuelos limpiaban con las manos, ahora se usa lo químico. Esa es la causa y la consecuencia ya la estamos viendo”, se autoinculpa en nombre de todos Antonio Rodríguez. El paseo por el río le da la razón con creces: a un lado, la maleza casi cubre la antigua sala de usos múltiples de la escuela, un edificio circular caído contra el suelo como una tarta enorme. De la tienda de Ernesto Cirilo Constancio apenas se atisba el tejado, lo que había debajo de él ahí enterrado estará. La antigua vivienda de Ramón Díaz de la Cruz sigue en pie, pero las grietas suben del suelo al techo: son dos cuartos mínimos, uno para la cocina y el otro para que durmiera la familia, en su caso, 10 hijos. Las demás eran parecidas y las que les han hecho nuevas en la ladera de la montaña para reubicarlos tras el desastre siguen siendo así, pero no de adobe, de cemento. Eso no es garantía de nada, como se verá.

A una hora y media de Tlapa, pero viajando en otra dirección, varias hileras de casitas de colores sorprenden en la cresta de la sierra. Es como un decorado de plastilina. También son tlapanecos, una cultura muy devota de la virgen de Guadalupe que recibe, a cambio, muy poco del cielo. Bonifacio Solano Navarrete está pelando un árbol en su patio, donde transitan las gallinas y se pelean los gallos, cuando le sorprende la visita. El comisario manda de inmediato reunir a la comunidad por el altavoz y los campesinos y algunas mujeres se acercan al Ayuntamiento (la comisaría). Se muestran desconfiados y tímidos, amén de protocolarios; no suelen ser objeto del interés de nadie. “¿Y esto que usted propone, qué beneficio nos traerá a nosotros?”, pregunta uno de ellos a la periodista.

La comisaría se hizo de concreto (cemento) pero cuando llueve se mojan más si están dentro que fuera de ella. El olor a humedad y las manchas justifican su queja. Falta pavimentación en las calles, un médico, luz, la escuela de prescolar no tiene sanitarios dignos de tal nombre. Y las casitas apenas miden seis por ocho metros cuadrados. “Tengo que poner mi lumbre fuera porque dentro es pequeño y se llena todo de humo”, dice con una voz casi inaudible Mercedes Gálvez Guzmán. Lo más chistoso es que los vecinos ya están pidiendo un muro de contención porque ven que el terraplén va a enterrar algunas construcciones cualquier día en que vuelvan a ser protagonistas de eso que llaman el cambio climático, al que se refiere así Emigdio Maldonado Navarrete, de 62 años: “Si dejáramos de talar mejoraríamos algo. Y también dejamos los plásticos por todos lados, las bolsas calientan el suelo y ahora las gripas son más fuertes”.

La verdad de estas comunidades es una constatación científica: cada fenómeno natural que padecen les deja más desnudos para el siguiente. Donde antes había una sala de usos múltiples ahora no hay computadoras; donde antes se levantaba un puente ahora los niños caminan hora y media para ir a la escuela y los padres lo mismo para llegar a sus antiguos cultivos de maíz, frijoles y cacahuates. Las poblaciones desplazadas solo empeoran sus condiciones de vida, coinciden los estudios. Y el resto, en sus casas, delante del noticiero seguirá las futuras desgracias con la misma frase: ‘siempre les toca a los mismos’. Pero no se trata de una fatalidad, sino de un territorio dejado de la mano de los gobernantes: no son desastres naturales, sino sociales y políticos, dicen en su informe Alejandra Toscana y Alma Villaseñor.

Después del zarpazo de Ingrid y Manuel, México tembló en 2017 y la nueva escuela de Zontecomapa, también de cemento, se cuarteó. Y no hace ni tres meses, cuando los vecinos levantaban un muro para encauzar de nuevo el río, llegó la tormenta Narda y le pegó un bocado a lo construido. No, definitivamente, la naturaleza ya no se enfada con la misma frecuencia que calcularon los bisabuelos tlapanecas.

MUERTE ENTRE LAS AMAPOLAS

La pobreza es la única causa. Ella es la que deja los muertos y la miseria cuando los fenómenos naturales golpean las estribaciones de la Sierra Madre del Sur en el Estado de Guerrero. Ella es la que obliga a los campesinos a sembrar amapolas y amasar la goma de la heroína. La Montaña de este Estado mexicano es una de las zonas más golpeadas por las balas del narcotráfico. Rara es la semana que Tlapa, la capital, no registra algún cadáver. Estos días, los cazahuates blancos están en flor y dan brillo a los caminos que conducen a la sierra, los mismos que usa el narco para trasladar la cosecha de sus amapolas. La zona siempre está militarizada, cuando no es por los desastres naturales es por el tráfico de droga, pero la violencia no cesa. A las plantaciones clandestinas respondió el Estado con fumigaciones masivas que afectaron a otros cultivos. Los campesinos siempre andan en protestas: a veces por subvenciones que no llegan, fertilizantes que llegan tarde, levantamientos contra la minería de oro y plata que amenaza la tierra. El centro de Derechos Humano de La Montaña Tlachinollan les acompaña en sus reivindicaciones. También toman nota de las carencias de la población los miembros del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), con el presupuesto recortado. Pero la pobreza no remite en estas sierras. Y ella es la puerta de las maldiciones que asolan La Montaña.

elpais.com

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Estados Unidos ofrece 170 millones a Guatemala para prevenir la migración irregular

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El presidente de Guatemala aprovechó su gira en Washington para pedir acompañamiento de la OEA en el proceso de elección de magistrados para las Cortes del país.

Ciudad de Guatemala.- El Gobierno de los Estados Unidos ofreció esta semana durante la visita a Washington del presidente de Guatemala, Bernardo Arévalo, que aportará 170 millones de dólares más para el país centroamericano destinados a proyectos de salud, desarrollo y seguridad con el objetivo de combatir las causas centrales de la migración.

Alrededor del mediodía, Arévalo y Harris dieron una conferencia de prensa en la que vicepresidenta reiteró el apoyo de su Gobierno hacia Guatemala. “Su elección ha traído un sentido de optimismo a la gente de los Estados Unidos y alrededor del mundo. (…) Mientras usted responsabiliza a los actores corruptos y promueve una buena gobernanza, nosotros lo apoyamos”, manifestó Harris al presidente guatemalteco.

Harris recalcó la importancia de la lucha contra la corrupción tanto para mitigar la migración irregular como para atraer inversión económica hacia Guatemala. “La corrupción empodera a las organizaciones criminales y perpetúan la violencia, factores que obligan a la gente a dejar su país de origen”, agregó.

Por su parte, Arévalo agradeció el apoyo recibido por el Gobierno estadounidense durante el “difícil proceso de elección presidencial y de transición” y reiteró su compromiso de luchar contra la corrupción. “Mantendremos nuestro compromiso como gobiernos para fomentar la participación de todos los sectores para construir una Guatemala nueva, democrática y mucho más próspera”, señaló el mandatario.

El anuncio de los 170 millones más que se adicionarán para invertir en Guatemala, se anunciaron por medio de un comunicado de prensa previo al encuentro de los funcionarios. Esto forma parte de la ruta de trabajo que Estados Unidos ha implementado, según Harris, en los últimos tres años para abordar las causas fundamentales de la migración irregular de Centroamérica.

Arévalo pide ayuda a la OEA

Como parte de su gira en Washington la que inició el domingo y concluyó este miércoles, el presidente Arévalo participó el martes en la Sesión Protocolaria de la Organización de Estados Americanos (OEA), en la que manifestó su agradecimiento por todo el apoyo recibido durante la transición de Gobierno y les pidió el acompañamiento para la elección de magistrados para Corte Suprema de Justicia y Corte de Apelaciones, un proceso que se realizará en los próximos cinco meses y en el que el Congreso de Guatemala, deberá elegir a los magistrados que dirigirán ambas cortes para el periodo 2024-2029.

“Guatemala solicita a la Organización de Estados Americanos que de acompañamiento a la selección de autoridades del sistema de justicia mediante una misión de observación de este proceso”, dijo. El mandatario indicó que el país está a la víspera de iniciar una “batalla” jurídica y política contra grupos que controlan el aparato judicial y por eso pidió el apoyo de la OEA.

En la nación centroamericana, la elección de magistrados para ambas Cortes ha sido un proceso viciado en el que abogados, magistrados, exfuncionarios públicos y empresarios han estado en prisión debido al tráfico de influencias y el manejo ilegal que en su momento descubrió e investigó la extinta Comisión Internacional contra la Corrupción en Guatemala (CICIG) para nombrar magistrados. Esta elección es una de las más esperadas y complejas en el Legislativo desde hace más de cuatro años.

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Cómo acelerar la transición energética en América Latina

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“Podríamos transformarnos en potencia energética”, dice el ministro de Minas y Energía de Colombia, Andrés Camacho. Pero expertos coinciden en que es necesaria una mayor planificación

Buenos Aires.- La transición energética es una de las claves del momento en materia ambiental. El reto es reducir el uso de combustibles fósiles (gas, petróleo y carbón) para reemplazarlos progresivamente por energías renovables. En este escenario, América Latina se encuentra ante una gran oportunidad. Con un enorme potencial para el desarrollo de energía fotovoltaica, eólica, biocombustibles o hidrógeno verde, la cuestión es cómo aprovecharla y qué camino tomar para acelerar el proceso.

Las energías renovables, en aumento

Según el panorama energético 2023 de América Latina y el Caribe, publicado por la Organización Latinoamericana de Energía (Olade), la capacidad de generación eléctrica con fuentes de energías renovables no convencionales en 2022 se incrementó: la eólica, un 10% y la solar, 46%. “El 95% de la nueva capacidad instalada en generación eléctrica en el año 2022 fue renovable y aún existe una brecha que cubrir de 16,2 millones de habitantes en cuanto a cobertura del servicio eléctrico”, aclara el informe.

Brasil, por ejemplo, es uno de los líderes mundiales en inversión en energía eólica, “además de contar con un buen nivel de inversión en investigación y desarrollo tanto público como privado”, agrega Bersalli. Mientras en Chile, según María Trinidad Castro Crichton, directora ejecutiva del World Energy Council (WEC) en ese país, “las energías renovables alcanzan un 54% en la matriz energética, explica. Además, “tiene una capacidad proyectada de producir 70 veces los requerimientos en combustibles tales como el hidrógeno bajo en emisiones”. A eso se le suma, apunta la experta, la gran capacidad de generación de energía fotovoltaica, gracias especialmente a la alta radiación solar en el norte y también de energía eólica por los fuertes vientos del sur de Chile.

La importancia de la planificación

El país sudamericano se comprometió al desafío de la carbono neutralidad para el año 2050 con una transición energética que debe considerar la accesibilidad, seguridad y sustentabilidad del suministro energético, recuerda Castro. “Chile centró su política energética como parte de su estrategia de desarrollo. Es una visión a largo plazo que trasciende los Gobiernos de turno. En este sentido, contamos con una hoja de ruta que define ejes estructurales que vamos actualizando de forma participativa conforme avanzan los años”, señala.

En esta misma línea, el ministro de Minas y Energía de Colombia, Andrés Camacho, destaca que hay dos elementos clave para el proceso de transición energética justa que está desarrollando su país: que sea una apuesta de todas las áreas del Gobierno —no sólo de las de energía— y que haya una respuesta favorable por parte de la sociedad. “Buscamos reducir el extractivismo, desarrollando otros sectores de la economía, como el campo, la industria y el turismo. La idea es garantizar fuentes de ingreso que sustituyan las del petróleo, gas y carbón”, detalla a América Futura el funcionario.

Incluso, recuerda que Colombia tomó la decisión de no conceder más contratos de exploración de petróleo ni hidrocarburos y, así, no aumentar más la frontera extractiva. Además, están llevando adelante un proyecto de comunidades energéticas: “Estamos en pleno desarrollo de más de 5000 comunidades energéticas en todo el país que tienen el propósito democratizar la energía. Tenemos agua, sol y viento para aprovechar. Como continente podríamos transformarnos en potencia energética, complementándonos con los países que tienen minerales, que nos daría un buen margen de competitividad en la disputa geopolítica que el mundo está recorriendo”.

En el caso de Costa Rica, “lo que más se explota es la energía hidroeléctrica que ocupa más del 70% de la matriz”, explica Federico Varela, Gerente General de HiPower, empresa costarricense líder en energía solar. ”Lo que sucede es que cuando se tiene tan alta dependencia de un tipo de energía, la planificación de la demanda es crucial. En 2023, al extenderse el fenómeno de El Niño los embalses se vaciaron, provocando que se tuviera que importar energía de otros países . Ante esto, la energía solar y eólica deberían ser alternativas a la hidroeléctrica”, sostiene. Sin embargo, la política pública actual en Costa Rica no fomenta la adopción de este tipo de energía, lo que viene con aumentos en la tarifa.

¿Y qué pasa con Argentina? Martín Dapelo, especialista en energías renovables y fundador de la empresa On Networking, afirma que, con el nuevo Gobierno de Javier Milei y los cambios que está llevando, “se quitaron beneficios a las renovables y se les mantiene a los hidrocarburos”. En ese sentido, menciona el DNU, el decreto de necesidad y urgencia, que “derogó los beneficios fiscales en materia energética que tenía la generación distribuida”, aquella que permite que cada usuario de la red eléctrica pueda generar su propia energía a partir de fuentes renovables y pueda inyectar los excedentes al sistema energético tradicional. Mientras, los hidrocarburos aún tienen subsidios.

Los retos de América Latina

Los especialistas coinciden en que Latinoamérica necesita saldar ciertas asperezas para unirse en pos de una alianza regional que facilite y dé fortaleza a esta clase de políticas. “Los desafíos que impone la emergencia climática, los conflictos geopolíticos, la era post pandemia, entre otros, necesitan del liderazgo de personas que sirvan de guía para construir en conjunto una casa común mejor para todos”, asegura Crichton, de WEC Chile.

En el mismo sentido, Anahí Urquiza, investigadora del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia CR2, dice que en la región hay muchísimo que hacer en materia de investigaciones propias y desarrollo de la ciencia, sin dejar de mirar a los pueblos originarios que “viven de manera diferente en su relación con los ecosistemas”. “Debemos ganar fortaleza para no perder el foco frente a los vaivenes políticos”, sostiene Urquiza. “Para avanzar en estas áreas, necesitamos que las inversiones sean mayores, crear institucionalidad que permita generar una articulación adecuada entre la evidencia científica, el diálogo con los territorios y las decisiones de largo plazo”. ¿Estará Latinoamérica a la altura de poder realizar una transición soberana a largo plazo, poniendo foco en las fortalezas de la región?

Cómo acelerar la transición energética

Los especialistas consultados por América Futura coinciden en una serie de pasos en los que cada país debe trabajar para acelerar la transición:

1. Focalizar en medidas de eficiencia energética e invertir en renovables.
2. A nivel macro, facilitar las inversiones en tecnologías de energía renovable pero también en infraestructura, como líneas de transmisión y distribución, sistemas de almacenamiento.
3. Adecuar normativas, legislaciones y reorientar progresivamente los subsidios energéticos que benefician a los combustibles fósiles hacia las energía limpias.
4. Desarrollar alianzas sólidas a nivel latinoamericano para crear cadenas de valor regionales en torno a las energías renovables, la movilidad eléctrica, transporte público como, por ejemplo, líneas de ferrocarriles rápidos.

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El voto de castigo disminuirá en las elecciones presidenciales de América Latina de 2024

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Redacción América, (EFE).- Las seis elecciones presidenciales que habrá en América Latina durante este año mostrarán una desaceleración del voto de castigo que han experimentado gobernantes y partidos oficialistas de la región en los últimos cuatro años, según proyectan los sondeos demoscópicos y opinan de los expertos.

En los próximos doce meses se celebrarán comicios presidenciales en El Salvador (febrero), Panamá (mayo), República Dominicana (primera vuelta en mayo y segunda vuelta en junio), México (junio), Uruguay (primera vuelta en octubre y segunda vuelta en noviembre) y finalmente Venezuela (previstas tentativamente para diciembre), el único de los seis países donde las presidenciales no estarán acompañadas de legislativas.

Este súper ciclo electoral comenzó en 2021 y abarca a los diecisiete países de América Latina -todos, excepto Bolivia- donde han tenido o tendrá lugar elecciones presidenciales, legislativas, regionales y locales para renovar las autoridades políticas.

Las elecciones celebradas a lo largo del pasado año han puesto de manifiesto que cuando son convocados a las urnas, los ciudadanos se decantan por opciones que representan una alternativa a la opción política que ostenta el poder, como ha sucedido en Guatemala con el inesperado triunfo del candidato del Movimiento Semilla, el socialdemócrata Bernardo Arévalo.

De hecho, «de las últimas diecinueve elecciones, en diecisiete perdió el partido que estaba en el Gobierno, salvo el caso de Paraguay -con el triunfo de Santiago Peña, del oficialista Partido Colorado- y salvo la farsa electoral en Nicaragua», opina en declaraciones a EFE Daniel Zovatto, hasta hace dos días director regional de Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral (IDEA).

“La reacción pendular del electorado latinoamericano no tiene que ver necesariamente con giros ideológicos, sino más bien con el voto de castigo al Gobierno de turno», le asegura a EFE José Miguel Vivanco, del Council on Foreign Relations de Estados Unidos.

Lo que está sucediendo “es que todos los que están en el poder son castigados, porque la gente está descontenta», como ha ocurrido en Argentina, «donde perdió el oficialismo y ganó la oposición”, señala a EFE Patricio Navia, profesor titular de Estudios Liberales de la Universidad de Nueva York.

Menos voto de castigo 

Pero para 2024 se prevé una disminución de este voto de castigo.

«Vamos a ver una región más multicolor, más heterogénea, más diversa, sin una ola rosa ni una ola conservadora o de centroderecha, sino con una mayor diversidad de Gobiernos», considera Zovatto.

«Habrá reelección en El Salvador, voto de castigo en Panamá (contra la socialdemocracia, actualmente en el poder) y posiblemente (Luis) Abinader pueda quedarse con la presidencia en República Dominicana, si es que no se le complica», apunta este politólogo y jurista argentino.

Respecto a los comicios en México, donde no existe la reelección presidencial, «podría repetir Morena», la fuerza política que lidera el actual mandatario, Andrés Manuel López Obrador. «No tiene garantizada la victoria, pero (Claudia) Sheinbaum -ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México- de momento sigue encabezando las encuestas», agrega Zovatto.

En el segundo semestre del año, las elecciones de Uruguay son «una moneda que está en el aire, mientras que en Venezuela no está claro qué tipo de elección va a haber, si con garantías (democraticas) o sin ellas», apostilla.

Según los expertos, la desaceleración de la alternancia en el poder y el castigo a los oficialismos tiene más que ver con las condiciones particulares de los procesos electorales de 2024 que porque esta tendencia vaya a desaparecer del panorama político de América Latina.

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