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Opinión

La proyección del pasado se manifestó el 4 de Noviembre.

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Por Isaías Ramos
Vidas perdidas, traumas de impotencia y grandes daños económicos es lo que le tocó vivir a millares de ciudadanos este pasado viernes 4 de noviembre, fruto de nuestra indiferencia durante décadas al apoyar a una clase política carente de  escrúpulos, irresponsable, inconsciente y corrupta.
Unas autoridades que por décadas pervierten en vez de educar y capacitar, que no les interesa resolver los problemas que día a día afectan a la población como es la carencia de los servicios esenciales. A pesar de estos servicios estar consignados en nuestra constitución como derechos que el Estado debe garantizar  como especifica su artículo 59 (Derecho a la Vivienda) “servicios básicos esenciales” y en el artículo 61 (Derecho a la Salud) “de los servicios sanitarios, condiciones higiénicas, el saneamiento ambiental.”
Es una muestra de lo poco que les importa respetar y trabajar en pos de cumplir y garantizar los derechos ciudadanos. Han tomado préstamos en menos de dos décadas, por más de 60 mil millones de dólares y hoy en nuestra ciudad el 80% de su territorio carece del servicio de drenaje pluvial y sanitario y solo el 20% cuenta con un sistema ineficiente y en muchos casos contaminante del subsuelo. Además, menos del 10% de las aguas negras son tratadas antes de ser vertidas.
La falta del adecuado mantenimiento de los imbornales y de los más de  20 mil pozos filtrantes, sumado a la ausencia de educar, concientizar  y disciplinar a la ciudadanía en las buenas costumbres y urbanidad para que no transgredan las leyes de saneamiento ambiental, falta de planificación urbana y equipos meteorológicos indispensables para un buen pronóstico, dan como resultado esta desgracia que resultó ser tan catastrófica a pesar de su corta duración.
Deberíamos aprender de una vez por todas que esta clase política es indiferente al dolor y sufrimiento del pueblo, que su único interés es mantenerse en el poder para garantizar su impunidad y continuar saqueando todo lo que se le permita.
Es el momento de que aprendamos algunas lecciones de esta desgracia, para que mañana tomemos decisiones más sabias y coherentes con nuestros principios y valores y no malgastemos nuestro tiempo escuchando a estos populistas y mareadores de la palabra sin sentido, que se aprovechan de la ignorancia para engañar y manipular, y que su especialidad es reproducir miseria e ignorancia en la población.
Actuemos como el hombre prudente, edifiquemos sobre la base de los principios y valores que le dieron origen a nuestra patria, edifiquemos sobre la roca, negándoles nuestros oídos a hombres carentes de conciencia moral y espiritual, para no continuar alimentando este círculo vicioso de construir sobre la arena para que los resultados cada día sean iguales o peores.
Vemos como en estas últimas décadas la única obra de relevancia con el fin de añadirlo al sistema de drenaje pluvial, se comenzó en el gobierno del Dr. Joaquín Balaguer, y es el túnel de desagüe que va desde el malecón hasta la Gustavo Mejía Ricart en el trayecto de la avenida Núñez de Cáceres. Fue tanta la “prioridad” que esta clase política le puso al proyecto, que tardaron  más de 13 años para terminar la obra, no sin antes llevarse de paso la vida del ingeniero que comenzó la misma, por falta del Estado y al no honrar, la deuda este decidió terminar con su vida.
El resto del sistema de drenaje construido en esa época fue con la finalidad de garantizar la operatividad del Metro de Santo Domingo.
A pesar de finalizada la obra y de contar con los equipos de tuneladoras necesarios para continuar creando un sistema de túneles para el uso del drenaje pluvial, sanitario, transmisiones eléctricas y agua potable acorde a las necesidades de la ciudad, el sistema de drenaje no fue tomado en cuenta y mucho menos planificado.
 Resolver los servicios básicos esenciales nunca ha estado en la mente de estos politiqueros. Lo que es un derecho lo utilizan como un privilegio. Lamentablemente este tipo de obra para el populista no tiene atractivo, al resultar una obra prácticamente imperceptible al ojo humano y lo más probable es que no cree rédito electoral, ni lucros económicos.
Es la hora de que el pueblo seleccione políticos que presenten propuestas para terminar con los grandes males que nos afectan y que estén dispuestos a defender y respetar nuestra constitución para implementar el Estado Social y Democrático de Derecho consignado en nuestra carta magna.
Solo implementando la cultura del trabajo, la educación, la capacitación, la creación de riqueza y la sociedad de la meritocracia lograremos salir de esta pobreza espiritual, mental y material la cual nos mantiene atados a nuestros opresores.
RD si puede!

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Opinión

Responsabilidad Penal Individual y Delitos del Estatuto de Roma

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Por Rommel Santos Díaz

Los crímenes de la competencia del Estatuto de Roma son normalmente aquellas ofensas cometidas contra un número de personas. Los crímenes de lesa humanidad y el genocidio son delitos que generalmente son cometidos por muchos individuos  que operan como parte de una extensa organización criminal.

Aquellos que poseen el grado más alto de responsabilidad penal por estos  crímenes  normalmente son aquellos individuos con posiciones de autoridad que no tienen contacto directo con las víctimas. Ya sea que emitieron las órdenes, incitaron a otros a cometer los crímenes, o crearon los medios con los cuales se cometen estos crímenes.

Es por esta razón que el Estatuto de Roma no restringe la responsabilidad penal por estos delitos a los individuos  que estuvieron directamente involucrados con su comisión, pero la entiende a aquellos  que estuvieron también indirectamente involucrados.

Según el artículo 25 del Estatuto de Roma, la persona será penalmente responsable si:

  1. a)Cometio el crimen por sí solo, con otro o por conducto  de otro, sea este o no penalmente responsable;
  2. b)Ordeno, propuso o indujo la comisión de ese crimen, ya sea consumado o en grado de tentativa;
  3. c)Fue cómplice o encubridor o colabore de algún modo en la comisión o la tentativa de comisión del crimen, incluso suministro los medios para su comisión;
  4. d)Contribuyo de algún otro modo en la comisión o tentativa de comisión del crimen por un grupo de personas  que tengan una finalidad común. La contribución fue intencional y se hizo con el propósito de llevar a cabo la actividad o propósito delictivo del grupo, o a sabiendas de que el grupo tenía la intención de cometer el crimen;
  5. e)Respecto al crimen de genocio, hizo una instigación directa y pública a que se cometiera;
  6. f)Intente cometer ese crimen.

Sin embargo, la persona que desiste de la comisión del crimen o impida de otra forma que se consume no podrá ser penado de conformidad con el Estatuto de Roma  por la tentativa si renunciare íntegra y voluntariamente al propósito delictivo.

Los Estados partes del Estatuto  de Roma que deseen enjuiciar a los acusados en sus tribunales nacionales, según el principio de complementariedad, deberán garantizar que su legislación de implementación incluya todas las formas de responsabilidad penal individual y ofensas incoadas dispuestas por el Estatuto.

De lo contrario, no podrían  enjuiciar en sus tribunales nacionales la mayor parte de los individuos responsables por la omisión de los delitos contenidos  en el Estatuto de Roma.

Finalmente, la mayoría de la legislación penal nacional ya describe la responsabilidad penal individual de la misma manera, y por lo tanto no sería necesario realizar enmiendas legislativas. Los Estados Partes deberán sin embargo asegurarse de que esta responsabilidad se aplique a todos los delitos de la competencia de la Corte Penal Internacional.

Rommelsantosdiaz@gmail.com

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Opinión

La verdad se comprueba con los hechos.

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Por Elba García Hernández

En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.

Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.

Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.

En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.

Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.

Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.

Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.

Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.

Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.

En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia  deja mucho que desear.

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Opinión

No es resentimiento ni frustración.

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Por José Cabral

El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.

Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.

El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.

En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.

En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.

El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.

Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.

En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.

Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.

Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.

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