Opinión

La renuncia de Minou del PLD

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Por Narciso Isa Conde

Qué bueno que Minou Tavares Mirabal haya renunciado a seguir en la corporación PLD.

Después de militar en el Partido Comunista Dominicano -PCD- y de admirar el pensamiento y la actitud de política de nuestro Orlando Martínez, no debió ingresar al partido morado.

Luego de estudiar en Cuba en la época que le tocó, no fue una idea feliz hacerlo.

Menos aun permanecer en él cuando esa organización pactó con Balaguer y con el neo-trujillismo para formar el tristemente famoso “frente patriótico” que lo llevó al Gobierno en 1996 y lo infectó para siempre.

Mucho menos quedarse en él a continuación del primer Gobierno de Leonel.

Pero menos aun permanecer durante los ocho años de los dos Gobierno posteriores del nuevo aspirante a monarca y a caudillo.

Jamás debió aceptar que la memoria emblemática de Minerva Mirabal y de Manolo Tavárez Justo fuera usada por la nueva lacra peledeísta asociada indecentemente al neo-trujillismo balaguerista y constantemente cooptada y manipulada por Leonel.

¡Jamás!

Permanecer 20 años, incluido casi catorce, en la dirección de un PLD convertido en partido-Estado, promotor de un sistema de privilegios y canonjías en favor de sus cuadros; defendiendo, promoviendo, votando a favor, coexistiendo y/o tolerando en silencio una cúpula corrompida y corruptora, y un liderazgo perverso, no es cualquier cosa para mí; aunque vale decir que en tiempos recientes -y/o ocasionalmente- ella tuvo gestos y reacciones dignas en temas de importantes y asumió también posiciones políticas diferenciadas del conservadurismo tradicional que le han ganado puntos de simpatía.

Qué bueno, de todas maneras, que Minou finalmente haya tomado esa decisión y se haya expresado en los términos contenidos en su carta de renuncia.

Qué bueno que por fin haya deslindado campo frente al reino de la impunidad y a uno de los pilares fundamentales que la sostiene y prolonga.

Qué bueno que haya decidido tomar otros rumbos, al parecer ajenos a la dictadura institucionalizada y corrompida; aunque todavía no bien definidos ni precisados.

Buenísimo, además, porque evidencia la crisis que corroe a esa fuerza responsable de una gran traición a los ideales de la liberación nacional y social, y a la moral ylos principio de su fundador.

Ojalá, si sigue como diputada, eche por la borda todos, absolutamente todos los privilegios establecidos en el Congreso, incluidos parte del sueldo escandaloso, las exoneraciones, el barrilito, las dietas jugosas…y denuncie la forma inmoral como se maneja y usa el presupuesto del Poder Legislativo y el de la nación, y los pactos espurios con el Poder Ejecutivo y el gran empresariado.

Ojalá se atreva a promover la democracia de calle, a enfrentar la dictadura institucional, a denunciar el carácter conservador y neoliberal de la Constitución del 2010 y a proclamar que esa Constitución no es la suya, sino la de Leonel, Danilo, Vincho, el PRD, el PRSC el Conep y la Cámara Americana…

A demandar la destitución -vía movilización popular- de la Junta Central Electoral, del Tribunal Supremo Electoral…y a denunciar las llamadas altas cortes.

A promover la Constituyente Popular y Soberana como proceso necesario para refundar las instituciones, rescatar la independencia conculcada, recuperar el patrimonio privatizado, salvar al país de la depredación a cargo de las transnacionales y garantizarle una vida digna a la colectividad dominicana.

A asumir el proyecto de Patria Grande, de Unión Antillana, de humanidad redimida.

¡Ojalá!

Todo el mundo tiene derecho a reivindicarse y a rectificar, salvo delincuentes de lesa patria. Ella, por demás, por su valor emblemático y su talento, puede ser una apreciable fuente de luz capaz de vencer ciertas sombras.

Incluso yo quisiera ver de nuevo a la tierna Minou -aunque posiblemente es mucho pedirle después de tan prolongado y conturbador retroceso- criticar al imperialismo y al capitalismo caníbal y ecocida de esto tiempos, al lumpen capitalismo criollo en particular, y sentirla dispuesta a transitar las nuevas rutas que nos acerquen a tomar, junto a las multitudes preteridas, el cielo por asalto; esto es, a conquistar pan, libertad, igualdad y la alegría para todos/as.

Quisiera –pero ciertamente es pretencioso solicitárselo ahora- verla caminando en dirección a abrazar de nuevo el socialismo participativo y democrático que soñaron Orlando y el Che, el que tan orgullosamente compartimos en la valiente y creativa familia pecedeísta, haciendo honor a los/as luchadores/as del 46, a los Expedicionarios de Luperón y de Junio, a Minerva, a Manolo, a José Cordero Michel, a Tulio, a Periclito, a Asdrúbal, a Pedro Mir… que oportunamente -y en sus mejores tiempos- se acercaron sin prejuicio al saber marxista y cortaron todas las amarras que pudieron atarlos/as al degradante poder opresor del capital.

Pero de todas maneras ese paso exige de su parte definiciones más precisas y claras rupturas con el status quo, más allá de su renuncia de ese partido estructuralmente envilecido.

Exige, necesariamente, romper con la lógica unilateralmente electoralista, concentrada en la promoción personal y en los remiendos al sistema en crisis, y optar por una transformación que arranque de raíz este engendro estatal y reemplace progresivamente esta injusta anti-democrática, mercantilizada y degradada sociedad por una capaz de crear de manera constante y ascendente democracia participativa, justicia social y felicidad colectiva e individual.

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