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República Dominicana atrapada en espiral de corrupción integral y cultural sustentada en síndrome de la improvisación.

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Por Elba García

No son pocos los escándalos que explotan permanentemente en la sociedad dominicana, donde los actos de corrupción en la administración pública supera, en términos de cantidad y monto, a cualquier otra nación latinoamericana o de cualquier otro lugar del mundo.

El problema tiene características tan especiales en el país que ya la gente entiende que cualquier pelafustán vaya al Estado para sustraer, no un par de millones de pesos, sino miles de millones y generalmente sin un régimen de consecuencia que pueda imponer un castigo que sirva de ejemplo a los que anhelan sumarse a esta forma de acumular fortunas.

El asunto descansa en un problema más complejo de lo que se ve a simple vista y en esa virtud la debilidad del sistema en este sentido no puede buscarse de forma individual, sino institucional, que implique la creación de mecanismos que combata el flagelo que ya se trata de una cultura de una sociedad que ve como normal que la gente vaya al Estado para enriquecerse.

Los esquemas de corrupción estructurados dentro de la administración de la cosa pública involucran no sólo al jefe del Poder Ejecutivo, ya que por omisión o comisión o sencillamente por una complicidad pone la primera piedra para que las cosas se concreten en este sentido, que se inicia con el nombramiento en un cargo en el gobierno de individuos sin tener la suficiente preparación para ocupar eficientemente la posición.

De manera, que el primer estímulo para que el funcionario público tenga la tentación de robarse los dineros de las arcas nacionales comienza cuando por razones politiqueras es designado en un puesto que no tiene la menor idea de cómo servirle al país, sino servirse él de forma personal.

Los sometimientos por esta razón son diversos y variados, pero al final, sobre todo por el fenómeno de la impunidad que prevalece en la justicia dominicana, el responsable sale legitimado y lo menos que pretende a partir de ahí es aspirar a la presidencia de la República.

La impunidad, que es una hija legitima de la falta de institucionalidad de que adolece el Estado dominicano, ha conllevado que los que han sido señalados como responsables de grandes robos del dinero público hoy sean, sino potenciales candidatos presidenciales, aspirantes que tienen un cierto de aceptación popular.

De forma concrete en este esquema se puede citar a Gonzalo Castillo, Leonel Fernández, Abel Martínez, entre muchos otros que si hoy no guardan prisión en una cárcel nacional es precisamente por los niveles de impunidad que prevalecen en la sociedad dominicana, lo cual explica el nivel de descredito del principal instrumento para llegar al poder que son los partidos políticos.

El último escándalo que ha explotado en la República Dominicana tiene que ver con el entramado de corrupción montado en el Seguro Nacional de Salud (SENASA), cuya dirección estuvo en manos del doctor Santiago Hazín, quien en todo momento quiso darle una connotación política a las denuncias que se producían de que la ARS pública del país estaba en quiebra por las travesuras cometidas por este profesional de la medicina.

El primero que salió a defender al funcionario corrupto fue el propio Luis Abinader, quien durante su control del Estado en los últimos cinco años se ha caracterizado por nombrar a personas sin ninguna capacidad ni preparación para manejar grandes presupuestos públicos, cuyo último ejemplo en esta materia fue la designación en el Consejo de Desarrollo Fronterizo de una persona que fue señalada por el propio mandatario de haber quebrado al Instituto de Estabilización de Precios (INESPRE).

Esta doble moral de Abinader ha quedado expresada a diferentes niveles de la administración pública, como por ejemplo con el envío como cónsules de dirigentes de la cúpula de su partido, el Revolucionario Moderno, entre ellos Eligio Jáquez y Jesús Chu Vásquez, quienes han sido designados al frente del consulado en el estado de Nueva York con ingresos que superan los 150 mil dólares mensuales en vez de  cumplir con su promesa de campaña de reestructurar el concepto con que se manejan estas instituciones recaudadoras del Estado, ya que en vez de ser una fuente de inyectar recursos al fisco nacional, son una vía para enriquecer a dirigentes  partidistas sobre la base de la explotación a los criollos a través  de las tarifas que pagan los dominicanos que han tenido que huir del país como consecuencia de los altos niveles de corrupción, el costo de la vida y la carencia de empleos de calidad.

Otro ejemplo de lo que ocurre con la doble moral del jefe del Poder Ejecutivo es implementar una campaña de deportación de haitianos sin diseñar un buen plan en este sentido para no lesionar la economía nacional y evitar que los grupos mafiosos que operan en la frontera acumulen grandes fortunas con el tráfico humano y de otros tipos de travesuras, y al mismo tiempo designa como cónsules a amigos personales que venden la visa dominicana a los haitianos a razón de quinientos dólares por cabeza, como ocurre con Margarito de León en Juana Méndez.

En la actualidad la sociedad dominicana se debate en el entramado de corrupción que fue instalado en el Seguro Nacional de Salud (SENASA), la ARS del régimen subsidiado, es decir de la gente más pobre del país, que  involucra unos actos de corrupción sumamente escandalosos a través de quien la presidía desde la llegada al poder de Abinader, el doctor Santiago Hazín.

Lo grave del asunto es que la incapacidad del presidente se quiere cubrir con una aparente intención de que el asunto se investigue cuando se sabe que todo es el resultado de su falta de visión estratégica y de manejo del Estado, lo cual explica claramente todo lo ocurrido.

Una deducción lógica, por ejemplo,  de la designación de Jorge Zorrilla Ozuna en el Consejo Fronterizo, cuyo órgano tiene un presupuesto que llega a 1,484.234.6 millones en este año 2025, el cual no incluye los proyectos que se puedan presentar sobre la marcha, es que cualquier travesura de este hombre en la administración pública es responsabilidad del presidente Abinader, ya que  de  este funcionario difícilmente se pueda esperar  algo contrario a la quiebra que sometió  al Instituto de Estabilización de Precios (INESPRE).

La crisis que se le viene encima a la sociedad dominicana por endeudamiento, déficits fiscales, la corrupción generalizada en la administración pública y todas las metidas de patas del Gobierno, tienen su explicación en la existencia de un presidente que no tiene la menor idea de cómo dirigir los destinos nacionales, lo cual es medible por la poca capacidad de las personas escogidas para administrar grandes presupuestos sin tener la menor capacidad para ello.

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Abandono de investigación y bajo nivel académico impacta universidades que operan sin supervisión.

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Por Elba García

Las universidades de la República Dominicana prácticamente han abandonado su cumplimiento con su misión de desarrollar investigaciones científicas y de igual modo preservar o implementar programas educativos para mejorar el bajo índice académico que les afecta.

El problema no constituye un asunto aislado, sino que forma parte de la deficiencia y debilidades   institucionales del país, cuyos centros de altos estudios no son sometidos a la fiscalización que dispone la Ley Orgánica del Ministerio de Educación Superior ( MESCyT ), porque pesa más la politiquería que tener un país mejor.

El asunto genera que muchos estudiantes egresen de las diferentes carreras que se imparten en la gran diversidad de las universidades nacionales con un nivel de formación que puede definirse de muy precario, muy pobre, que no pasan de ser analfabetos funcionales.

Sin embargo, la deficiencia importa tan poco en un país donde el Estado no tiene capacidad de regulación, ni de fiscalización y mucho menos de supervisión, que las universidades no pasan de ser una buena industria para producir dinero y nada más.

La gravedad de la cuestión llega tan lejos que incluso los propios docentes de las casas de altos estudios dejan mucho que desear porque no tienen la formación académica e intelectual requerida para proporcionar una buena educación superior.

Las universidades del país, naturalmente no todas, no pasan de ser un gran negocio manejado por familias muy concretas y específicas que tampoco cumplen con el mandato de la norma que la regula y delimita y define lo que son instituciones sin fines de lucro.

Pero la falta de control del sistema educativo nacional ha convertido a las universidades en centros para egresar a personas que luego no tienen espacio en el mercado laboral, en virtud de que no tienen la preparación que reclama la industria nacional.

Es una pena observar el sendero escogido por las universidades, el cual no tiene nada que ver con su misión de desarrollar las ciencias y las tecnologías, así como el nivel intelectual de la sociedad.

Naturalmente, no se trata de un fenómeno exclusivo de la educación superior, intermedia y primaria, sino de todo el andamiaje público, donde la capacidad importa poco, sino la politiquería y el amiguismo, ya que incluso hasta el otorgamiento de una licencia de operación en este sector está fundamentado en un criterio desviado de los estándares que deben prevalecer al respecto.

No hay ningún tipo de evaluación que pueda arrojar buenos resultados en la República Dominicana, porque más que un instrumento para lograr un verdadero desarrollo nacional, la educación superior ha pasado a ser un negocio vulgar de “vivos” y de personas que se dedican al tráfico de influencia.

El problema de la educación superior se suma a la imposibilidad que afronta la sociedad dominicana de promover reforma en instituciones y órganos del Estado que no hay forma de que den pie con bola, como el Ministerio Público y la Policía Nacional, por sólo citar algunos.

La población estudiantil dominicano es bastante grande, pero ello no ha servido para que el sector se menaje con criterios de excelencia académica para construir una mejor nación, cuyos estándares sean comparables con otros países del hemisferio y de otros continentes.

Lo peor del problema es que el país no cuenta con una agenda nacional para enfrentar la deficiencia e insertar la nación en los mejores estándares educativos de Latinoamérica, el Caribe y el mundo.

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Santiago es parte de un fenómeno general que impacta al país en el que las instituciones sin fines de lucro son un botín personal.

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 Por Elba Rosa García

El fenómeno de la apropiación de las instituciones sin fines de lucro y muchas otras que juegan un papel social y político importante que se debaten entre una serie de intereses individuales de personajes de la sociedad dominicana que sólo se mueven para perjudicar a las grandes mayorías nacionales.

Es una preocupación que tiene su base de sustentación en una herencia histórico-cultural que se apoya en una serie de antivalores que promueven el individualismo como estilo de vida.

El escenario es ahora el Patronato Cibao contra el Cáncer, donde convergen algunos sectores que buscan utilizar esta institución para fines que no se corresponden con sus objetivos.

En los últimos días allí ha explotado un escándalo que habla de serios actos de corrupción que ahora se ventilan en los tribunales del Distrito Judicial de Santiago, cuya irregularidad también se observa en otras entidades de igual carácter como las cooperativas de ahorros y préstamos, las cuales también han tenido un notable éxito en el manejo de fondos de las comunidades.

La Corte de Apelación Civil de Santiago tiene en fase de fallo una demanda civil para buscar la nulidad de una asamblea que permitió escoger una nueva directiva en medio de serios escándalos de corrupción, que incluye una supuesta deuda de más de ochocientos millones de pesos.

Recientemente, tras la celebración de la referida asamblea, hubo que sacar a los que ostentaban la dirección del Patronato con la fuerza pública, drama que prevalece de forma genelizada en el país porque los que llegan a este tipo de organizaciones se llegan a creer dueño del patrimonio de la misma como si se tratara de una herencia familiar.

Este tipo de problema es un asunto que debe enfrentar la sociedad dominicana, porque el mismo se agrava en razón de que los propios tribunales se manejan con una actitud muy complaciente con los que incurren en semejante travesura.

 La demanda civil que busca la nulidad de la asamblea general extraordinaria en la que se eligió una nueva directiva en el Patronato Cibao contra el Cáncer, quedó en fase de fallo en la Corte Civil y Comercial de Santiago tras los jueces reservarse la decisión.

La acción legal proviene del destituido presidente del Patronato Cibao contra el Cáncer, quien solicita que se deje sin efecto dicha asamblea, bajo el alegato de supuestas irregularidades en el proceso y violaciones al debido procedimiento. Los abogados del demandante también pidieron la designación de un administrador judicial, argumentando que la reunión estuvo “plagada de vicios”.

La decisión podría ser emitida en un plazo de 48 horas, cuyo acto de la demanda es el número 534, el cual  fue depositado el 23 de octubre de 2025 ante la Cámara Civil y Comercial de la Corte de Apelación de Santiago, a requerimiento de Héctor Antonio Lora Cruceta y otras partes interesadas, representadas legalmente por los licenciados Jhon Starling Fulgencio Frías, Erick R. Germán Mena y María Antonia Vargas del bufete Veras & Veras, con sede en Santiago de los Caballeros.

La situación del Patronato Cibao Contra el Cáncer es propia de una gran cantidad de organizaciones sin fines de lucro, incluido los partidos políticos, entre muchas otras que quedan atrapadas en medio de grupos que las controlan y malversan sus fondos para fines que distorsionan la razón de su existencia.

El problema en esta materia es una plaga que prácticamente se come a la sociedad dominicana, sin que haya a  la vista una solución, dado que el motivo de la misma tiene que ver con razones profundamente culturales que hoy día son parte de un problema integral de la sociedad dominicana.

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Triunfo de inmigrante y musulmán retorna a Nueva York a su razón de ser como ciudad de ensueño mundial.

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La ciudad de Nueva York, sede de la bolsa de valores y de otras riquezas inmedibles, es el hogar de muchos que prefieren las fortunas económicas e incluso a su propia tranquilidad, ha devenido en un lugar en el que luce no haber cabida para los que sueñan en los diferentes continentes del mundo con arribar de alguna manera allí.                                                                                                                                                    Este poder económico de la llamada ciudad de los rascacielos todavía alberga en su seno a millones de inmigrantes que tienen que dormir en subterráneos en malas condiciones y otros muchos desamparados que mal olientes se mezclan con los potentados económicos de las grandes multinacionales.

Vivir en Nueva York, pero principalmente en Manhattan, su centro financiero y cultural, no es fácil, sobre todo para el que busca sobreponerse a unos altos costos de la comida y de la renta, pero a cuya realidad generalmente tienen entrada los pobres que emigran en busca de una mejoría de vida a la también llamada babel de hierro.

La cuestión es que esa mezcla de grandes riquezas e igualmente de grandes pobrezas crean un contraste que no es tan fácil de manejar y controlar en esa gran urbe, pero las circunstancias políticas son las únicas que pueden marcar un mejor destino de uno de los estados de toda la unión americana con los estándares más caros para vivir en él.

Este martes 4 de noviembre Nueva York ha dejado claro que sigue siendo ese lugar donde las grandes esperanzas nunca se pierden y que, si bien un multimillonario puede tenerlo todo, máxime el control político del estado y de la ciudad, igual puede ocurrir con gente que viene del subsuelo económico y de los lugares más lejanos del planeta, no importa quién lo quiera detener en sus propósitos.

El mejor espejo de este fenómeno es el triunfo de Zohran Mandami, un inmigrante musulmán, nacido en Uganda, pero de ascendencia india, que ha enviado un mensaje muy contundente al ganar cómodamente la alcaldía de esta gran ciudad, cuyo presupuesto supera a todos los países latinoamericanos juntos.

Este nuevo actor de la política newyorquina ha dejado claro que allí nada es imposible, porque su hazaña es propia de hombres muy grandes, pero que sólo necesitan ese espíritu que caracteriza al inmigrante, dado que éste adquiere la ciudadanía de los Estados Unidos en el 2018, es decir, hace sólo 7 años y primero, luego de haberse graduado en la universidad, se convierte en asambleísta del estado y ahora entra a las puertas anchas de Grand Mansion como alcalde de Nueva York.

Este joven que profesa la religión musulmana se impuso en la contienda electoral frente a grandes contrincantes como Mario Cuomo, exgobernador del estado y con una ascendencia política que parte del papel jugado por su padre del mismo nombre, cuyas raíces están asociadas a la comunidad italiana de Nueva York.

Este joven de apenas 34 años no ha dejado dudas de su triunfo, pero ahora vienen grandes retos en virtud de que el presidente Donald Trump lo ha elegido como su principal frente para evitar que logre lo que ya ha prometido a la gente, sobre todo a los pobres de la ciudad que nunca duerme, que alberga en su seno a grandes multinacionales y fortunas judías, así como inmigrantes pobres de todo el planeta.

Este detalle demuestra hasta dónde Nueva York es un lugar en el que se pueden dar las cosas más inverosímiles, como convivir judíos, musulmanes y cristianos en sus barrios emblemáticos, donde prevalece un respeto entre sí que no ha sido posible en ningún otro lugar del mundo donde estos grupos religiosos son enemigos mortales.

Y entre la gran misión del nuevo alcalde de Nueva York está, no sólo contrarrestar la oposición de un magnate y presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien lo ha amenazado si ganaba con deportarlo, sino además de conciliar grandes intereses económicos y financieros que hacen a esta gran urbe diferente y con grandes potencialidades de más crecimiento y de ser una ventana para muchos hombres y hombres de todo el planeta que sueñan con visitarla y vivir allí.

Hay prácticamente una guerra avisada entre Trump y este joven musulmán, ahora alcalde de la llamada capital del mundo, por cuya potencialidad comercial le va muy bien el nombre, lo cual luce ser una medición de fuerzas entre los intereses ultraconservadores de un mandatario con una marcada vocación dictatorial que persigue borrar la historia de un estado que ha sido el refugio de millones de latinoamericanos e inmigrantes de todo el mundo a quienes el nuevo funcionario  que les ha prometido mejorar la situación de vida de sus familias.

Zohran Mandani es una inspiración para fortalecer la democracia en cualquier lugar del planeta, porque hoy representa un símbolo de lo que puede ocurrir cuando en una ciudad las reglas del juego están claramente definidas, lo que permite que los menos pudientes tengan respuestas a las dictaduras y al poder inmedible de las multinacionales.

Este triunfo del nuevo alcalde de Nueva York sienta la base para que los sectores más liberales de la llamada babel de hierro jueguen su papel histórico en una democracia que, a pesar de sus debilidades y peligros, ha dado ejemplo de fortaleza y de que no depende de la voluntad personal de un individuo.

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