La Sociedad Dominicana llora la muerte de una joven arquitecto embarazada por parte de un cabo de la Policía Nacional.

Por Elba García

En la República Dominicana se estila que cuando se produce un accidente automovilístico las personas asociadas a la víctima persiga para liquidar al conductor involucrado en el hecho que generalmente no se detiene por temor a los niveles de violencia que azotan a la sociedad.

La arquitecta Leslie Rosado, quien hace poco tiempo había recibido al señor Jesús como centro de su vida, fue aniquilada cuando su verdugo, un cabo de la Policía Nacional, logró alcanzarla y darle muerte con su arma de reglamento.

El hecho, que ha consternado a la sociedad dominicana, es una repetición de otros ocurridos no hace mucho tiempo, pero que han tenido de común que revelan un nivel de violencia y salvajismo en la sociedad dominicana que debe llamar a la preocupación.

Esta joven profesional, quien había participado en Boca Chica del cumpleaños de su padre, hija de una profesional de la Medicina y de un ingeniero, fue vilmente asesinada cuando tenía varios meses de embarazo.

Este caso, que se produjo en contra de una mujer que era una confesa evangélica, deja claro que ni siquiera los que se congregan en iglesias de las diferentes corrientes religiosas y que regularmente promueven el amor hacia el prójimo y que son excelentes ciudadanos, están exentos de caer víctimas de la violencia que azota a la sociedad.

Sólo un salvaje no pudo darse cuenta que estaba frente a una dama a carta cabal, porque su perfil habla por si solo, lo cual debió ser un motivo para que bajara el nivel de violencia de un agente que tiene como misión imponer el orden.

En realidad, se trata de una pérdida irreparable, porque además son dos las víctimas, ya que ella estaba embarazada, fruto de la actitud desaprensiva de un sujeto que ahora merece que se le aplique todo el peso de la ley sobre la materia.

No es fácil imaginarse lo que significa para sus padres la muerte de su hija por la irracionalidad de este agente policial y se puede asumir que esta dama no deseaba que tal accidente se produjera, porque su sola sensibilidad de madre así lo indica.

El hecho llena de rabia e indignación a cualquier persona, aunque no conozca personalmente a la víctima, porque se trata de una situación propia de una sociedad salvaje, que requiere de mucha educación para eliminar la soberbia que caracteriza a una buena parte de la gente.

No son pocas las personas que mueren como resultado de hechos sin sentido y que no ocurren regularmente en una sociedad civilizada, pero que son normales en lugares donde el salvajismo se encuentra por doquier.

Temas como el de la violencia deben ser parte de la agenda del Estado dominicano para llevar a la sociedad a los niveles de convivencia que reclama cualquier nación civilizada.