La República Dominicana tiene programadas elecciones presidenciales y congresuales para el 17 de mayo del presente año 2020.
Sin embargo, la circunstancia y podría decirse que hasta la propia naturaleza dicen que el momento no es propicio para el montaje de un evento que nadie niega que es vital para la democracia.
Ya hay toda una gama de opiniones de lo que debe ocurrir con unas elecciones cuyos candidatos no han podido ni promover sus propuestas ante electorado nacional.
El país no puede estar al margen de una pandemia que tiene unos protocolos internacionales que violarlos proyecta al país como salvaje y al margen de los mandatos de la ciencia y de organizaciones de las que la República Dominicana es signatarias como la Mundial y la Panamericana de la Salud, pero que también es una forma de poner en peligro de contagio a los votantes, lo cual todavía es peor.
El agrupamiento de personas se contrapone con los dictados de la OMS y la OPS, las cuales son las que han manejado el protocolo a seguir en todos los países del mundo frente a patógeno que ya ha alcanzado unos daños cuantiosos a la vida y a la economía del planeta.
Las elecciones no deben celebrarse a cualquier precio, porque se supone que las mismas son muy importantes para la democracia e incluso hasta para la propia institucionalidad, pero se debe tener presente que sin vida no hay una cosa ni la otra.
Naturalmente, la Junta Central Electoral debe mantener una dinámica para que inmediatamente la circunstancia lo permita que proceda a cumplir con su deber y obligación constitucional, pero si por una profundización de la pandemia en el territorio nacional hay que recurrir a cualquier mecanismo legal que no vaya a crear una crisis institucional y democrática, pues sin vueltas flojas hay que hacerlo.
En lo inmediato la Junta Central Electoral debe despejar la incertidumbre existente, porque esa sería una forma de ajustarse al momento que vive el mundo por la cantidad de contagios y muertes que ha provocado la pandemia.
Se impone que se le de un respiro al pueblo dominicano, el cual ha estado sometido a muchas presiones e imprudencias de gobernantes y gobernados y que se reprogramen las elecciones con los acuerdos pertinentes al respecto.
Ya otros países lo han hecho de igual manera, porque no se pueden celebrar unas elecciones cuyo mandato constitucional no es otro que un voto directo y secreto, lo cual no da espacio para que el mismo se haga por otro medio que no sea el presencial en un colegio electoral.
No hay nada más que se pueda hacer y entonces por qué perder más tiempo con lo que la Constitución traza una pauta muy clara sobre qué hacer ante una enfermedad que pone en peligro la vida del votante.