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La vida sin plata de Patricia y otros 19 millones de colombianos

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El 40% de la población subsiste con menos de medio salario mínimo mensual. La crisis mundial rebaja las posibilidades de reducir la pobreza

Bogotá.– Patricia Rodríguez llega sonriente, dispuesta a abrir las puertas de su casa para mostrar cómo vive. La vivienda es humilde, de madera color naranja y tejas de aluminio sobre las que pega el sol ardiente del mediodía en Altos de Cazucá. El barrio está en la parte alta de las lomas cercanas a la zona que divide a Bogotá de Soacha (Cundinamarca), un municipio con más 500.000 habitantes, vecino de la capital. Se sabe cuándo se cruza del último barrio del suroccidente de la ciudad a Cazucá por una especie de frontera invisible: las vías son polvorientas, sin pavimentar. A sus 43 años, esta mujer desempleada es cabeza de un hogar de seis personas. Solo una de sus hijas tiene trabajo estable. Forma parte del 40% de la población en Colombia, 19,6 millones de habitantes, que subsiste con menos de medio salario mínimo mensual.

“La invito a mi sala”, dice entre risas mientras extiende su mano señalando una banca rectangular de madera desgastada y dos llantas de carro que sirven de sillas improvisadas en el exterior de la vivienda. Se sienta en una de ellas para contar su historia. “Llegué a vivir aquí cuando tenía 17 años; me cansé del maltrato físico que había en mi casa y decidí irme. Tuve que dejar el colegio cuando estaba por terminar”, recuerda esta madre soltera. Desde allí, se contempla la vista de Bogotá. No hay ningún otro lujo.

Patricia Rodriguez en la puerta de su vivienda.NATHALIA ANGARITA

Viven en un terreno de invasión, donde no pagan servicios públicos y cocinan con cilindro de gas. “En gastos todo se me ocupa, no me queda derecho ni para un par de zapatos. En una quincena doy lo del mercado y en la otra, pago deudas”, dice Carol Michell, de 23 años. Su mamá y hermana se le miden al ‘rebusque’, una forma de ingenio a la que recurren millones de colombianos para tratar de conseguir su sustento. “En mi caso es trabajar en casas de familia o hacer turnos en restaurantes, en una gallera, una discoteca o lavar overoles en tiendas de venta de pescado”, dice la madre de la joven. “Es terrible vivir del diario. Muy berraco”, agrega.

Solo pueden comprar lo básico: granos como lentejas o fríjoles y arroz. “Carne, pollo o pescado, eso acá no se ve”. La plata tampoco alcanza para gastos personales. “El perfumito no se puede, eso es un lujo. Usamos una crema que huela rico y ahí estamos bien. Son cosas básicas porque a todo el mundo le gusta vivir, vestir y oler bien. Esos son gastos que no podemos tener”, dice Rodríguez, quien trabajó como operaria de producción hasta que llegó la pandemia. La han rechazado en dos empleos por su edad y ahora se dedica al cuidado de su abuela y su nieta mientras Carol Michell trabaja.

Patricia Rodriguez, lleva a su nieta Yoselyn Prada al jardín de niños.
NATHALIA ANGARITA

La niña de tres años, Yoselyn Prada, se entretiene adentro de la casa con muñequitos de plástico regados sobre el cemento rústico. Juega con una raqueta pequeña y una pelota que de vez en cuando lanza hacia los adultos buscando atención. Su tía, Karen Liseth Serrato, también cuida de ella. La joven de 21 años podría estar a la mitad de su carrera, pero no ha podido continuar con el estudio después del bachillerato por falta de recursos. “Me gustaría estar estudiando belleza, pero se necesita dinero. El SENA (institución técnica y tecnológica) es gratis, pero hay que tener algo flexible y estable para pagar el transporte y los implementos”, dice. Como no tiene experiencia, tampoco encuentra empleo. “Estoy enviando hojas de vida para poder trabajar”.

Solo el 54% de los estudiantes que se gradúan de secundaria en el país accede a la educación superior. Los cupos en las universidades públicas son escasos comparados con el número de egresados y únicamente logran iniciar su carrera quienes obtienen los mejores resultados en las pruebas de ingreso. Para entrar a las universidades privadas, donde los costos son elevados, es necesario contar con el dinero suficiente. El desempleo juvenil es otro dolor de cabeza. La tasa de desocupación para los jóvenes de 15 a 28 años entre marzo y mayo fue de 19%, casi el doble de la tasa nacional de 11,3% para el mismo trimestre.

Una balanza desigual

En Colombia, el futuro de un niño o niña está marcado por el lugar o las condiciones económicas del hogar donde nace. Entre menos dinero tenga, más se debe esforzar por superar barreras para alcanzar sus metas. “Un niño que nace en un hogar pobre tiene una probabilidad muy alta de seguir siendo pobre buena parte de su vida por características de origen que no tienen nada qué ver con su talento o esfuerzo. La desigualdad de oportunidades en temas como acceso a una educación de calidad es la primera trampa de pobreza”, afirma Roberto Angulo, economista experto en el tema y socio fundador de la firma Inclusión.

En la casa de Patricia Rodríguez se refleja esa realidad en más de una generación. Su familia ha recibido ayuda del Estado por la emergencia del coronavirus, pero no piden dinero sino oportunidades. “Hay gente que tiene la opción de surgir y no da opciones a otros, sino que sencillamente sigue adelante sin importarle a quién dejó atrás. Muchas veces nos juzgan por el lugar donde vivimos”, lamenta.

Karen Serrato y  Patricia Rodriguez, cargan la abuela Emperatriz Gutierrez, hasta subirla a la casa que queda en una pequeña colina.
Karen Serrato y Patricia Rodriguez, cargan la abuela Emperatriz Gutierrez, hasta subirla a la casa que queda en una pequeña colina. NATHALIA ANGARITA

El hijo menor de Patricia, Dylan Serrato, de 14 años, quiere ser agente de investigación criminal cuando se gradúe del colegio. Su madre también dedica tiempo a ser líder de la comunidad y voluntaria de la fundación SOS Paz Cazucá, que ofrece refuerzo escolar y talleres culturales a niños y jóvenes del sector para que mejoren sus habilidades, ocupen su tiempo libre y eviten caer la delincuencia. “No tenemos nada, pero lo damos todo”, afirma Margarita Torres, coordinadora de la fundación.

La mayor riqueza, dice Patricia Rodríguez, es el amor de la familia. “Hay gente que tiene muchísima plata pero que no tiene esa satisfacción personal. Nosotros nos tendemos la mano y eso genera felicidad”. Comparten el afecto y también el espacio reducido de la vivienda. Duermen en tres camas sencillas. Una de ellas está reservada para la abuela, Emperatriz Gutiérrez, una mujer calmada y risueña que cocinaba con leña en las fincas donde trabajó durante su juventud. En las otras dos camas duermen las otras cinco personas de la familia.

“A pesar de las condiciones hay que mirar hacia adelante. Siempre hay barreras que uno se encuentra en el camino, pero no hay nada imposible”, sostiene Carol Michell. Su máximo anhelo, dice, es que el futuro de su hija Yoselyn sea diferente, que esté definido por sus sueños y no por su lugar de nacimiento.

La crisis mundial del costo de vida

Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la crisis del costo de vida en países en desarrollo, intensificada por la guerra en Ucrania, ha empujado a millones de ciudadanos a la pobreza a una velocidad más rápida que durante la pandemia. En solo tres meses, 71 millones de personas han caído en esta condición como resultado directo del aumento de los precios de los alimentos y la energía a nivel global.

En Colombia, además de la población que vive en pobreza monetaria y pobreza monetaria extrema, otro 31% de los habitantes, alrededor de 15 millones de personas, está en situación de vulnerabilidad, es decir, tienen un rango de ingresos que implica alta probabilidad de caer en la pobreza. Si bien se proyecta que el país liderará el crecimiento económico de América Latina este año, la inflación es una fuerza en contra de la dinámica de recuperación que se ha logrado tras los efectos de la pandemia. Esto dificulta aún más salir de la pobreza y hace más fácil entrar a esta condición.

Patricia Rodriguez, lleva a su nieta Yoselyn Prada al jardín de niños.
NATHALIA ANGARITA

“La salida de la pobreza con enfoque de ingresos va a estar complicada porque así los hogares hayan recuperado su puesto de trabajo y estén generando ingresos, la inflación se está comiendo todas esas ganancias y, por consiguiente, la posibilidad de que Colombia retorne a niveles de pobreza que tenía antes de la pandemia va a ser muy difícil este año”, sostuvo el director del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (Dane), Juan Daniel Oviedo, en reciente entrevista con este medio.

Elpais.com

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Análisis Noticiosos

El Cecot, la megacárcel de Bukele, tira sus aguas negras sobre tres comunidades empobrecidas

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Un análisis confirma la presencia de heces y bacterias en una decena de fuentes de agua de las que se surten vecinos de Tecoluca, en El Salvador. Éstos han reportado aumento de enfermedades, posiblemente relacionadas con la contaminación

Un niño de 12 años con uniforme escolar bebe agua de un grifo haciendo un cuenco con las palmas de sus manos. Toma uno, dos, tres tragos largos y levanta la cabeza para respirar. “Ahhhhh”, resopla, aliviando la sed. Cierra el grifo y corre a jugar de nuevo con sus amigos de la escuela. Él no lo sabe, pero el agua que acaba de beber está contaminada con heces y bacterias provenientes de los inodoros que usan miles de pandilleros dentro de la prisión más famosa de El Salvador y probablemente de toda Latinoamérica, el Centro de Confinamiento del Terrorismo, CECOT.

Aunque las comunidades habían denunciado la contaminación de los ríos cercanos al CECOT desde la construcción de la prisión, hoy es una queja respaldada por datos científicos. La organización de defensa de derechos humanos Cristosal recogió muestras de agua de diferentes afluentes en abril pasado y las envió al laboratorio de la Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social, Fusades. Los resultados entregados esta semana a la comunidad revelan que el agua contiene altos niveles de coliformes fecales y de una bacteria llamada pseudomona aeruginosa, un “patógeno oportunista” que hace que el agua no sea apta para el consumo humano.

El análisis se hizo a partir de la denuncia de las comunidades de San Francisco Angulo, el Milagro y Canta Rana, entre otras, cuyos habitantes aseguran que el agua de los ríos y los pozos de los que se alimentan han tomado colores extraños y un olor fétido desde principios de 2023, cuando se inauguró la prisión que ha sido el símbolo de la embestida del presidente Nayib Bukele contra de las pandillas y quizá de todo su primer mandato. Estas tres comunidades son pobres y no cuentan con servicio de agua potable por parte del Estado, por lo que se ven en la necesidad de recoger el agua de ríos cercanos o de pozos que han conseguido gracias a fundaciones sin fines de lucro.

Bukele anunció la creación del CECOT en junio de 2022 y prometió que tendría capacidad para 40.000 prisioneros. Además, aseguró que estaría “alejado de las ciudades y rodeado de cientos de manzanas de tierra propiedad del Estado”. En julio del mismo año, el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales de El Salvador emitió una resolución en la que se determinó de forma exprés que la construcción no requería de un estudio de impacto ambiental ya que éste, aseguraron, sería “leve”.

En febrero de 2023, durante su inauguración, el Ministerio de Obras Públicas compartió en su cuenta de la red social X un video con aspecto y música hollywodiense en el que afirmaba que la prisión contaba con sus propias plantas de tratamiento de aguas residuales. Sin embargo, si es que existen, todo apunta a que nunca han funcionado.

“Cada institución debe hacer lo que le corresponde para detener una contaminación, más si proviene de una institución pública. Si esto proviniera de un privado ya habría personas detenidas e investigadas”, asegura Ruth Eleonora López, jefa jurídica de Cristosal y una de las coordinadoras de la investigación. Según López, próximamente exigirán al Estado que implemente medidas efectivas y urgentes para tratar las aguas de la prisión y presentarán “acciones jurídicas” si no se toman acciones para proteger a la población.

A mediados de julio de este año, América Futura visitó dos de las tres comunidades más afectadas, entrevistó a líderes comunales, habitantes, estudiantes y profesores, y tuvo acceso a los resultados de laboratorio que mostró a dos expertos, un biólogo y una doctora en medicina. Todo apunta a que la contaminación no ha parado y que la salud de al menos 800 personas está en peligro.

Un líder comunal de El Milagro, quien pidió no revelar su nombre, aseguró que una de sus vacas murió repentinamente después de tomar agua de uno de los ríos contaminados. “Desde entonces, el ganado no toma agua de ahí. Las vacas solo huelen el agua y se dan la vuelta. Nos ha tocado ponerles bebederos porque ya no les gusta el agua del río”, dijo.

No existe información pública precisa de cuántos pandilleros habitan el CECOT a esta fecha; sin embargo, a través de diferentes medios se han hecho públicos tres traslados masivos que sumarían un total aproximado de 14.000 mareros que ahora viven en esa prisión.

Los resultados de laboratorio indican que, de los 13 puntos en los que se tomaron muestras de agua, nueve están contaminados con altas concentraciones de E.Coli y Pseudomona Aeruginosa. En el caso de la primera, los expertos consultados dicen que se trata de una bacteria presente en las heces y que, para que un agua contaminada con esta sea apta para potabilizar, debe tener concentraciones menores a 1,1NMP. Sin embargo, los resultados muestran concentraciones que van desde 2,2 hasta 240NMP.

Según dos expertos consultados para este reportaje y que pidieron que su nombre no fuera revelado por temor a represalias, en el caso de que haya presencia de la segunda bacteria en un cuerpo de agua, esta no debe ser potabilizada en ningún caso. “Ataca pulmones y vísceras y es súper peligrosa. Ese agua está totalmente descartada para tomar”, dijo un biólogo consultado. Por su parte, una doctora en medicina que tuvo a su vista los resultados dijo que, por las altas concentraciones de esta segunda bacteria, se puede asumir que hay población penitenciaria que está enferma y que les están recetando antibióticos, lo que provoca la salida de esta bacteria en heces y orina.

Cristosal solicitó estadísticas de consultas por enfermedades de la piel, aparato digestivo y problemas respiratorios al hospital nacional de Zacatecoluca, donde van los residentes de las zonas afectadas. Según los datos entregados por ese centro —a los que América Futura tuvo acceso—, entre 2022 y 2023, el número de pacientes atendidos ha aumentado un 62% en el caso de enfermedades de la piel; un 19% por enfermedades del aparato digestivo y un 63% por problemas respiratorios.

En la mayoría de los casos en los que los resultados de laboratorio son positivos, se encontró la presencia de ambas bacterias al mismo tiempo. Por ejemplo, la muestra tomada del grifo de la escuela revela concentraciones de 12NMP en E.Coli y 20NMP de Pseudomona Aeruginosa. En ese centro educativo estudian 149 niños desde parvularia hasta secundaria, con edades entre los 5 y los 14 años.

En los ríos, los resultados no mejoran. Una muestra tomada en el cauce que atraviesa la comunidad San Francisco Angulo mostró concentraciones de 240NMP de E-Coli y 201 de Pseudomona Aeruginosa. Mientras que la que se tomó en el río que atraviesa la comunidad El Milagro, la concentración de E.Coli fue de 170, aunque no se detectó presencia de Pseudomona Aeruginosa.

Durante un recorrido por los ríos y quebradas de la zona, América Futura pudo constatar que el agua baja sucia y con espuma en su superficie. En la quebrada El Obraje, de la comunidad El Milagro, esta deja un sedimento rojizo en la orilla y entre las piedras se forma una espuma amarillenta. Los habitantes de esa zona dicen que antes esa quebrada no tenía agua y que empezó a correr desde la creación del CECOT. “El problema es que este agua contamina los nacimientos que están más abajo y se filtra hasta los pozos como el de la escuela”, dijo Rosa Emeli Hernández, miembro del comité de agua de la comunidad.

América Futura intentó caminar sobre el cauce de la quebrada El Obraje para verificar de dónde sale exactamente el agua que ahora corre por ahí, pero el perímetro está rodeado por soldados que impiden el paso. Al hacer una consulta con vista de satélite en Google Maps se puede observar que el CECOT está construido justo frente al nacimiento de tres ríos.

Junto a dos de estos nacimientos, incluida la quebrada El Obraje, se ven dos construcciones rectangulares. Los habitantes de las comunidades San Francisco Angulo y El Milagro aseguran que son las plantas de tratamiento de aguas. “Antes eso no estaba”, asegura un líder comunal. “Le digo porque yo he vivido aquí toda mi vida y conozco estas tierras. Eso no estaba. Esas son las plantas supuestamente de tratamiento y desde ahí dejan ir el agua contaminada”.

América Futura visitó también dos de las escuelas ubicadas en dos comunidades afectadas. Dos empleados de ambas escuelas —que pidieron enfáticamente no revelar sus nombres por temor a ser despedidos— dijeron que los niños están sufriendo de enfermedades estomacales. “De 12 alumnos que tengo en esta sección, ahorita mismo solo hay cuatro, como usted puede ver. Los demás están ausentes porque tienen diarrea y dengue”, dijo.

Ante la falta de servicio de agua potable, los maestros han optado por pedirle a los niños que lleven agua purificada desde sus casas, pero la pobreza no siempre se lo permite. “Ellos traen sus botellas, pero el agua que traen también viene contaminada porque la agarran del chorro (grifo)”, dijo una de las fuentes consultadas. “Hubo unos meses en los que compramos agua embotellada, pero el camión no siempre viene y significó un gasto que no podíamos costear porque los profesores lo poníamos de nuestra bolsa”, añadió.

En la escuela, un grupo de niños de unos cinco años de edad dibujan en sus cuadernos.

—¿De dónde toman agua?, pregunta la maestra en voz alta.

— De la pichinga (botella), responden los niños en coro.

—¿Y de dónde llenan la pichinga?, pregunta de nuevo la maestra.

—¡Del chorro!, gritan los niños.

Las autoridades responsables de velar por la calidad del agua y de la salud de la población se han desentendido o han negado el problema, según los habitantes de la comunidad. El 14 de febrero pasado, una comitiva de la Autoridad Salvadoreña del Agua (ASA) llegó a la comunidad El Milagro, según les dijeron a los líderes comunales, por las reiteradas denuncias. Pero luego de prometer que volverían para realizarle un examen al agua y medir su nivel de contaminación, nunca más regresaron. América Futura intentó obtener una postura oficial a través del secretario de prensa de la Presidencia, pero éste no respondió a los mensajes.

Desesperados y abandonados por el Estado, los habitantes de las comunidades El Milagro y San Francisco Angulo han buscado diferentes formas para purificar el agua. Pero, ante la ausencia de una institución que los oriente, a veces aplican métodos de dudosa efectividad. “Yo les he explicado a los padres en asamblea general que se agarra un recipiente con agua y se deja todo el día en el sol y toda la noche bajo la luna y al siguiente día esa agua sabe bien”, dijo una de las maestras de la escuela mientras veía jugar a los niños y a algunos tomar agua contaminada del grifo.

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Análisis Noticiosos

Extración minera en Perú: Deforestación y extremos daños ambientales

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El desastre ambiental que dejó la minería en la Amazonía peruana salta a la vista cuando uno revisa las fotos satelitales.

El desastre ambiental que dejó la minería en la Amazonía peruana salta a la vista cuando uno revisa las fotos satelitales.

En Madre de Dios, sureste de Perú, la extracción ilegal de oro dejó un paisaje lunar de cráteres, lagos de lodo y manchas cafés en medio del bosque verde de la Amazonía.

El aumento exponencial de los precios del oro y el descontrol territorial ha llevado a miles de mineros ilegales a invadir los ríos amazónicos de varias regiones peruanas.

Desde la región amazónica de Madre de Dios, epicentro de la minería ilegal, la veterinaria y científica Claudia Vega, del Centro de innovación científica Amazonia CINCIA calcula que 128.000 hectáreas fueron deforestadas por la minería formal e informal, desde 1985, una superficie que equivale a alrededor de 80.000 canchas de fútbol.

“El oro está en el subsuelo, entonces, los mineros van desforestando para llegar al área de subsuelo para poder buscar el oro en ese en ese substrato”, constata Vega.

A la deforestación, se suma otro impacto devastador: la contaminación por mercurio. Desde la organización sin fines de lucro CINCIA, basada en Puerto Maldonado, la científica monitorea en particular la contaminación por esta sustancia en la región.

“Los mineros colocan mercurio en el sustrato para que se una con el oro, forma una amalgama, se extrae, se quema, el oro se queda y el mercurio se libera. Cuando se hace este proceso, puede haber contaminación al ambiente y a los ríos”, explica Claudia Vega, en entrevista con RFI.

CONCENTRACIONES DE MERCURIO 5 VECES MÁS ALTAS DE LO NORMAL

A través de muestras en peces, murciélagos, aves, aire y agua, la científica ha demostrado que “cuando hay actividad minera, las concentraciones de mercurio aumentan significativamente.

En aves, estas concentraciones son por lo menos el doble y en ciertas especies que tienen capacidad de concentrar más mercurio, puede haber 5 veces más concentración de mercurio comparado con otros lugares”, detalla Claudia Vega.

La presencia de mercurio en los organismos de la población de la región de Madre de Dios ha sido comprobada en 2012 por un estudio de la Universidad de Duke a través de muestras de cabello. Sin embargo, no se ha medido aun el impacto en la salud de la población.

“Puede haber disminución de la respuesta inmunológica, de la capacidad de aprendizaje en las poblaciones humanas. Uno de los principales focos son las comunidades indígenas que pueden llegar a consumir más de 200 gramos de pescados diario”, explica Claudia Vega.

A lo largo del río Cenepa, un afluente del río Marañón en el departamento de Amazonas, fronterizo con Ecuador, la minería ilegal parece haber llegado para quedarse.

“Se vive esto desde el 2014 pero en pequeña proporción, con un par de dragas, y desde 2022 estamos prácticamente invadidos por los mineros ilegales, habiendo en cada comunidad 15 dragas como mínimo”, constata el líder autóctono. “Es ahí donde empieza el boom de la corrupción, pago, el consumo de alcohol, prostitución, consumo de marihuana y la división de los pobladores. Un caos total. [La minería] ha traído no solamente problemas sociales sino también altos índices del VIH, una enfermedad que es difícil de tratar”, alerta Dante Sejekam Espejo, en entrevista con RFI.

“Ya no podemos bañarnos ni consumir el pescado del río. Peor aún, ya no podemos consumir agua”, alerta el líder comunitario quien exige al estado peruano estudios de la calidad del agua.

El uso masivo de dragas ha perturbado también la circulación en el río.

“Hay pirámides de piedras en el río que impiden el paso”, denuncia Dante Sejekam. Y el desplazamiento de grandes masas de aluviones fragiliza las orillas y causa deslizamientos de tierras, reporta Sejekam.

REFORESTAR LAS ÁREAS DESTRUIDAS

En septiembre de 2023, la organización local ODECOFROC llevó a cabo un operativo, conjuntamente con el gobierno local y las fuerzas del orden, para expulsar a los mineros ilegales.

“Ha disminuido la cantidad de dragas, pero todavía están trabajando [los mineros] y generando caos, sin embargo, no tenemos presupuesto”, reconoce Dante Sejekam.

El líder autóctono llama ahora a las autoridades políticas a movilizarse para ofrecer alternativas económicas:

“Algunas comunidades pro mineras han dejado la minería y necesitan nuestro respaldo para encontrar alternativas productivas como la piscicultura, el cultivo del caco o la hortaliza”.

En algunas regiones peruana, la minería ha penetrado tanto el tejido económico que se ha convertido en un sustento económico para muchas familias. Y en algunos casos, las ONG buscan incentivar al menos practicas más sostenibles.

En la región de Madre de Dios, la ONG CINCIA apoya por ejemplo a las familias que practican la minería sin mercurio e incentiva la reforestación de parcelas degradadas por la minería.

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América Latina lidera la agenda ambiental en un mundo en crisis

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América Latina lidera la agenda ambiental en un mundo en crisis

Muy a menudo, cuando pensamos en el cambio climático, en la pérdida de biodiversidad, o la contaminación, estos grandes problemas se nos antojan abstractos, etéreos e incluso lejanos. Esto pasa en gran medida porque nosotras, como la mayoría de quienes nos leen, vivimos en áreas urbanas con poco contacto diario con la naturaleza. No obstante, esta distancia física con nuestro entorno natural no cambia el hecho de que la salud de la población y de nuestras economías dependa directamente de la salud de la naturaleza.

Esto lo estamos entendiendo en América Latina, por las malas, con las “guerras del agua” que nos embisten en diferentes latitudes, así como con señales alarmantes de que ecosistemas vitales para el equilibrio planetario se están acercando a un punto de no retorno ecológico. Por ejemplo, de continuar el índice actual de deforestación, la Amazonia podría convertirse en desierto, afectando a regiones como Los Andes, la Plata y los humedales en el Pantanal; e incluso induciendo cambios en los patrones de agua a nivel global, pérdidas irreparables de biodiversidad y liberación de carbono, lo que exacerbaría el cambio climático y pérdidas en los medios de vida de comunidades locales y pueblos indígenas.

En el otro lado de la moneda, hay algo positivo de estas interrelaciones. En nuestra región, presenciamos historias sorprendentes de quienes se han convertido en jardineros de corales en Colombia y creadores de guarderías bajo el mar para recuperar estos ecosistemas en Brasil. Los arrecifes de coral, seriamente afectados por el calentamiento de los océanos, pueden a su vez cuidar la salud de las personas proveyéndoles de alimento, protegiéndoles de tormentas, promoviendo el turismo basado en naturaleza y siendo fuente de componentes medicinales para combatir diversas enfermedades.

Este es el caso de la gran mayoría de nuestros ecosistemas naturales: son sumamente frágiles, están siendo afectados directamente por las actividades humanas con grandes riesgos hacia el futuro y la salud de estos ecosistemas, que también es la nuestra, invita a una responsabilidad de cuidado conjunta.

En 2024 y 2025, América Latina tiene la oportunidad de liderar acciones contundentes a nivel global en estos temas. Dos países latinoamericanos serán epicentro de los esfuerzos de Naciones Unidas para hacer frente a estas problemáticas: Colombia organizará la Cumbre de Biodiversidad en octubre de este año (COP16), mientras que Brasil albergará la Cumbre de Cambio Climático en noviembre de 2025 (COP30).

La región está bien posicionada para jugar un papel de líder y predicar con el ejemplo, pues aunque genera menos del 10% de las emisiones globales de los gases causantes del cambio climático, tiene uno de los más altos niveles de biodiversidad del planeta, con una increíble riqueza de especies, particularmente endémicas.

Los gobiernos de América Latina y el Caribe deben, pues, demostrar un liderazgo responsable, que aborde de manera integral la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y asegure condiciones habilitantes para el desarrollo sostenible. En este sentido, es indispensable avanzar en procesos conjuntos de planificación, implementación y financiamiento, alrededor de las siguientes acciones:

  • Primero, garantizar que los procesos nacionales de planificación de políticas sobre clima y biodiversidad se integren en el desarrollo de estrategias sectoriales;
  • Segundo, priorizar y establecer estrategias financieras con participación de banca nacional de desarrollo, banca multilateral, sector privado y cooperación internacional de países desarrollados, con miras a implementar soluciones basadas en la naturaleza que puedan contribuir tanto a los objetivos climáticos como a los de biodiversidad y el ejercicio de los derechos humanos;
  • Tercero, aumentar la representación y recursos para que pueblos indígenas y comunidades locales afrodescendientes, campesinas, pesqueras, mujeres, jóvenes, niñas y niños y otros actores afectados desproporcionadamente por su vulnerabilidad o nivel de marginación, actúen sobre el cambio climático y la biodiversidad a través de enfoques holísticos;
  • Cuarto, apoyar las asociaciones público-privadas, junto con las iniciativas no estatales, como catalizadores clave para una acción integradora.

El futuro de Latinoamérica y del planeta depende de nuestra acción inmediata. Es obligación de los tomadores de decisión y líderes regionales seguir el ejemplo de proteger ecosistemas vitales para asegurar la salud de las personas en los acuerdos de la COP16, y la futura COP30, y posicionar una voz latinoamericana fuerte y sólida.

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